Se lo escuché a un señor de edad en una de esas conversaciones de café en las que se habla por partes iguales de los desencuentros del corazón y de las incertidumbres políticas. “Nada volvió a ser lo mismo desde que el presidente Uribe nos dejó huérfanos” exclamó en tono adolorido, poniendo la mano en el hombro de su contertulio, que asentía con movimientos de cabeza, al parecer asaltado por idéntica certidumbre.
De modo que era esto, pensé, recordando el extenso catálogo de caudillos con pretensiones mesiánicas que han surcado la Historia aprovechando el desconcierto y la sensación de derrota de los pueblos para erigirse como sus guías y protectores. Mi memoria retrocedió hasta el Moisés del Antiguo Testamento, recibiendo las tablas de la ley como una carta de navegación para su grey abrumada por destierros sin cuento ¿No serían esas tablas algo así como la doctrina de la seguridad democrática de la época? ¿Estarían incluidas en ellas las desapariciones forzosas, el desplazamiento y el espionaje a los contradictores?
Mejor volvamos a la mesa del café. Uno de los propósitos del pensamiento liberal- en el sentido filosófico, no en el partidista de la expresión- consiste en alcanzar a través de la educación y el conocimiento un estado de cosas en el que los individuos puedan definir su destino a través de decisiones autónomas. Es decir, hablamos de personas dotadas de criterio y de elementos de juicio que les permitan afirmarse en el mundo. Liberados de las supersticiones, los seres humanos tendremos ya no el derecho sino el deber de inventarnos a nosotros mismos. En esa búsqueda, el primer combate debe librarse contra la figura del padre protector y todos los equivalentes reales o simbólicos ideados para suplirlo a lo largo del camino. Llámese Estado, corporación, iglesia, escuela o logia, ese padre constituye el principal obstáculo para las aspiraciones del hombre libre y por lo tanto responsable de sus actos ¿O acaso puede decirse que es responsable de sus acciones alguien que desde el momento de su aparición en el mundo ha sido constreñido y por lo tanto va por la vida con cara de estreñido?
Así que decidí hacer un alto en el convulsionado- como todos- siglo XX. Los innumerables pueblos eslavos y asiáticos acorralados siempre por la codicia o el hambre de los vecinos, así como la Alemania vencida en la Primera Guerra Mundial, no podían menos que estar a la espera de una promesa de redención que le devolviera el sentido a una identidad colectiva siempre al borde de la disolución. Tanto, que de no haber aparecido hombres como Hitler o Stalin, ellos los habrían inventado. Con otros nombres talvez, pero igual de dispuestos a mostrarles el camino, aunque se tratara de la mismísima ruta a los infiernos.
Nada más natural entonces que al despuntar el Siglo XXI el rebaño colombiano estuviera esperando un patriarca hecho a la medida de su desazón: Décadas de Patria Boba no pasan en vano. De modo que no era tan difícil, a fin de cuentas. Un pobre nivel educativo- y la educación no equivale aquí a un título profesional- Unos medios de comunicación serviles hasta lo impensable, siempre dispuestos a replicar el sermón del miedo y sus antídotos. Un propósito de justicia social aplazado una y otra vez. Unas guerras endémicas que cambian de nombre y de escenarios pero no de víctimas. Y como banda sonora la vieja combinación del discurso político y religioso que tan buenos réditos da a la hora de despojar las mentes de su sentido crítico, completaban un panorama en el que bastaba un patriarca a caballo para conducir a la masa en la dirección deseada. “ Ven señor, señálanos el camino” dijeron al unísono varios millones renuentes a enfrentar el desafío de labrarse uno propio. Tranquilizados por los efectos narcóticos de la fórmula, no dudaron en repetirla cuatro años después. Los resultados de esa decisión son bastante conocidos como para ponernos a hacer un inventario aquí. Sólo que la expresión del rostro y el tono de la voz de los contertulios en el café dan para pensar que, a pesar de todo, la era del miedo no ha concluido para un rebaño que parece más dispuesto que nunca a invocar patriarcas viejos o nuevos.
Este es un país de caudillos. Quizá sea más bien un continente -Perón, Chávez, Haya de la Torre, Fidel, Lula, los Kirchner, Evito Morales, Guevara, Bateman, Tirofijo, etc, etc, etc, etc- de adictos al poder y la tribuna.
ResponderBorrarA ese caudillismo mesíánico debemos el hecho de entender la política como un asunto de individualidades, de malos o buenos sujetos, no como lucha de intereses sociales, partidos o conflictos históricos. Acá siguen creyendo que "el país se jodió porque mataron a Gaitán",o que Camilo Torres "era el único que de verdad podía haber cambiado este país" o que Laureano Gómez era "más malo que el resto del directorio conservador".
Y no faltan los imbéciles de derecha que insisten en que Uribe es el único que posee la mano lo suficientemente dura como para aplastar la eterna amenaza subversiva, discusión aparte, algo que ni Uribe logró hacer. Por mi que me dejen huérfano y a Varito ojalá lo coja rápido la CPI a ver si responde por los desaparecidos y muertos de las últimas dos décadas, que algo debe saber.
Cami.
Yo soy de derecha y no soy imbécil.
BorrarMe parece más imbécil el proyecto político de la otra punta, pero evito ofender ante las diferencias.
En cuanto a los desaparecidos de las últimas décadas, quiero decirle que si ponen preso a Uribe, tienen que poner preso a muchos izquierdistas que seguro tienen más de un muerto en su haber, como Juan Manuel Santos y los honorables miembros del congreso del partido FARC; a Petro y a Cepeda, quienes representan una visión nefasta de sociedad y llevan un odio a cuestas que seguro van a liberar contra el pueblo el día que lleguen al poder. Sí señor, no sólo es la derecha la de los crímenes aquí. La Ultra izquierda sí que los tiene, y sin embargo a sus seguidores usted no les dice imbéciles ni alienta contra ellos la intervención de la CPI. espero que en estos ocho años se haya dado cuenta de lo que ha pasad en este país polarizado gracias a personas como Santos y como usted.
Hombre, Camilo. Su reflexión me lleva a recordar la anécdota sobre un niño cubano al que obligaban a repetir a mañana, tarde y noche la siguiente cantilena : " Mi padre y mi madre no son otros que la invencible, sagrada y gloriosa Revolución Cubana".
ResponderBorrarUn día, durante un acto público presidido por Fidel, el presentador hizo la pregunta de rigor, a lo que el pequeño respondió de acuerdo con el libreto. Pero cuando le dijeron qué deseaba ser cuando llegara a la mayoría de edad , el chico replicó sin pensarlo dos veces : "¡ Huérfano de padre y madre!"
Dices que los pueblos (o los individuos) esperan “un patriarca hecho a la medida de su desazón”. Sí, y cada cual (cada pueblo, cada individuo) lee esa medida según sus propias necesidades, temores y deseos. Eso escapa al plano político. En el terreno laboral lo aprendí cuando me confiaron el primer cargo de responsabilidad en mi oficio. Una de las personas a mi cargo, un hombre con mucha experiencia, era detestado por el Jefe Supremo, que lo consideraba inútil, perezoso, etc. Por supuesto que le negaba ascensos, aumentos y hasta el saludo. Pero este pobre hombre me consideraba a mí responsable de su desgracia: era yo quien se interponía en sus buenas relaciones con el Jefe. En vano yo le recordaba que bajo jefes anteriores su situación había sido la misma. Finalmente me di cuenta de lo que pasaba: su dignidad, su esperanza, le exigían ser víctima de los intermediarios, no de la fuente original del poder. Y ahora creo que eso ocurre también con los pueblos. Una amiga psicóloga me recordó hace unos días que las víctimas del abuso de género, cuando buscan nueva pareja, suelen “elegir” a… otro abusador. Con esto quiero decir que es muy raro encontrar una relación abusador/abusado, engañador/engañado que sea clara, nítida, como el negro y el blanco.
ResponderBorrarMi querido , don Lalo. Me ha puesto usted a pensar en la cantidad de veces que las " víctimas" se pasan los días buscando a un victimario que le dé sentido a su existencia. Debe ser por eso que en las relaciones de pareja resulta tan frecuente escuchar la queja aquella de : ¿Por qué será que a mi siempre me pasa lo mismo? Pues claro : uno es el mismo, que busca lo mismo y acaba encontrando lo mismo.
ResponderBorrarSe está volviendo un incordio comentar desde mi blog, algo pasa con Blogger, es mi teoria, accediendo desde el navegador Google, la carga del post en cuestion es inmediata. Yendo al asunto, me parece increible que algunos compatriotas suyos estén lamentando los tiempos de Uribe, cuando acaba de irse, ¿tan malo es el presidente Santos?
ResponderBorrarYa que habla de caudillos, predestinados y mesianismos, esta es la tierra de la promisión. Doscientos años de vida independiente y siempre nos han gobernado caudillos y profetas de toda laya. El último, Morales, a quien, si no lo saben, le construiran un museo personal en su pueblo natal que costará la friolera de 5 millones de dólares, cuando ese municipio es uno de los mas pobres del pais. Normal, si el vicepresidente dijo en un discurso por demas zalamero, “donde nacio Evo, es un lugar sagrado” y otras tonterias. Claro, que para muchos de nosotros, esto de la esperanza de un salvador de la patria, se entiende a la inversa: siempre esperamos que el siguiente gobernante será peor que el anterior. Definitivamente no sabemos cuando hallaremos fondo.
Algo de culpa tendrá ese espíritu Kafkiano del que hablabamos antes, José. Y Santos no es "más malo", como Uribe no es "mejor" o "peor" que ninguno de los petimétres que lo anteceden en dos siglos. A lo mejor la figura del tipo nos inspire a muchos odio y rabia -por lo que representa su proyecto de nación- pero mirado desde una perspectiva personal el tipo es hasta decente, casi que ejemplar: va a misa con frecuencia, es un madrugador consumado, nadie podrá reprocharle que en sus 8 años de dictadura se dedicó a pasear u holgazanear porque trabajó como una mula antioqueña (si, de esas que cargan el café en sacos) 10 y 12 horas diarias incluyendo domingos y feriados, no bebe, no fornica (eso dice y no hay evidencias para dudarlo), no tiene vicios salvo su afición a los caballos, dice lo que piensa de frente y lo cumple, es austero y hasta descomplicado en el estilo y el habla, algunos lo tachan de vulgar y otros de coloquial. Toda una negación del perezoso oligarca tradicional con un vaso de Whisky en mano. Y de Santos mejor no hablo, porque con esas ojeras...
Borrarcami.
Ahora en pleno 2019 le puedo decir que Santos es lo peor que nos pudo haber pasado, y sí, es mucho, pero muchísimo peor que Uribe, que Pastrana, que Gaviria, que Barco, que todos los que han pasado por el trono presidencial desde Simón Bolívar.
BorrarDe Samper no hablo porque ese ni se puede contar como presidente.
Apreciado José. En cuestiones de caudillos y patriarcas, creo que su presencia en la Historia es directamente proporcional a las miserias físicas y espirituales de los pueblos. De manera que en ese aspecto los latinoamericanos somos bastante pródigos ¿ No le parece?
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