En 1969 pasaron más cosas en el mundo de las que podía resistir un corazón solitario. Para empezar, tres astronautas norteamericanos pusieron pie en la luna, poniendo el colofón a esa carrera espacial diseñada como respuesta de los líderes políticos de su país al fracaso de la invasión a Cuba y al malestar generado por las atrocidades cometidas en Vietnam. El festival de Woodstock supuso el principio del fin de la sociedad prometida por los profetas de la era de acuario. El submarino amarillo de The Beatles hacía agua por los cuatro costados. A pesar de las promesas de apertura, la segregación racial se hizo más brutal que nunca en distintos lugares de Estados Unidos y en el territorio entero de Sudáfrica. Para entonces el rock and roll era al mismo tiempo banda sonora y válvula de escape de las enormes energías que se concentraban en distintos lugares del planeta. En medio del huracán estaban The Rolling Stones, un grupo de ingleses dotados de enorme talento, que se apropiaron de los ritmos negros, de la poesía de Rimbaud y Baudelaire, así como de las consignas políticas que desafiaban a la religión basada en el consumo y el derroche. En 1962, haciendo honor a su nombre tomado de una vieja canción de folk blues, se pusieron en marcha sin otro propósito que pasarla bien y de paso conmover a las buenas conciencias temerosas de perder la tradición, la familia , la propiedad y con ellas la virginidad indefendible de sus hijas. I can get no satisfaction, I can get no reaction... and I try … and I try , era el grito de batalla que resumía el sentimiento de frustración experimentado por una generación que atravesó la década alentada por las promesas de amor y fraternidad consignadas en las canciones de The Beatles. Alguien tenía que ofrecerles una respuesta a esos jóvenes que ya no lo eran tanto y que se enfrentaban a la vida adulta con un vacío entre las manos como único legado y con la certeza de un colosal fraude instalada en el corazón.
El gran problema residía en que los Stones tampoco la estaban pasando bien. El guitarrista Brian Jones, uno de los fundadores de la banda, había muerto ahogado en la piscina de su casa después de una temporada de conflictos con sus compañeros de aventura. Para acabar de completar, durante el festival de Altamont, organizado por Jagger y sus alegres pillastres, se produjo la muerte del joven negro Meredith Hunter, al parecer acuchillado por un integrante de los Hells Angels, los legendarios motociclistas contratados para garantizar la seguridad en el evento. Los forjadores de leyendas urbanas insisten todavía en que algo tuvo que ver con el hecho el estado de ánimo desatado por la interpretación de Simpathy for the Devil, una de las mejor logradas en la historia del grupo.
Lo demás es leyenda blanca, negra o rosa, dependiendo de las circunstancias y del humor de los músicos, que de allí en adelante serían poco menos que otra pieza en el engranaje de la industria del espectáculo. Títulos como Brown Sugar ( el nombre callejero de la heroína), Love in Vain, Paint it Black o Gimme Shelter, al lado de las ya citadas Simphaty for the Devil y ( I can get no ) Satisfaction nos dicen bastante sobre el carácter depresivo de unas canciones que retrataban al dedillo el paisaje de desastre que sucede a toda utopía. El mundo de los setentas tomaría otros rumbos y el camino de regreso a no se sabe donde estaría salpicado por las que el poeta Joaquín Sabina llama “cenizas de revoluciones”. Desde entonces Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts, Bill Wyman y Ron Wood parecen más una sombra de si mismos dedicada a engrosar sus cuentas bancarias y a saciar el apetito voraz de los empresarios del disco que un grupo de creadores capaces de ponerle música de fondo a los anhelos y frustraciones de más de una generación.
El año 2012 llegó con el anuncio de una avalancha de libros, biografías, recopilaciones, películas y conciertos dirigidos a celebrar los 50 años de la banda que estremeció al mundo en 1962. Puros fuegos de artificio para ocultar lo esencial: que la llama de la pasión se apagó hace muchos años. Sin embargo, entre el rescoldo de antiguos fuegos todavía es posible recuperar unos cuantos versos y unos riffs de guitarra , suficientes en todo caso para plantar este tributo a los que, a pesar de todo, siguen siendo unos buenos muchachos.
Cuánta maestría Don Gustavo. A mi los Rolling siempre me han parecido eso que ud dice, una pifia que vive de la fama de sus años mozos en los que enloquecían multitudes, mientras se sumergen en una larga decadencia sin hacer nada que valga la pena. El caso contrario son los fenomenales genios de Pink Floyd, que entre más viejos mejores, llegando a un rock muy maduro y elaborado en sus últimos albumes. Y los que se morían de sobredosis antes de los 30 -la decadencia- como Jim Morrison, Janis Joplin o Hendrix.
ResponderBorrarMe queda sonando desde hace días esa idea suya de que el rock en realidad es un género literario. Quizá estemos viviendo un nuevo siglo de oro y no nos hayamos dado cuenta.
Ahí va una de mis piezas favoritas, para desengrasar:
http://www.youtube.com/watch?v=FOnNRT9w1Ts&feature=fvst
Cami
Muchas gracias por compartirme- y recordarme- esa joya, apreciado Camilo. Cada día que paso en este planeta me convenzo más de que la obra de los grandes del rock, empezando por gente como Frank Zappa, Bob Dylan, Leonard Cohen, Eric Burdon, Ian Anderson, Janis Joplin, Jim Morrison o Paul Simon, para citar solo un puñado de ellos, está constituida por un más que afortunado encuentro entre la gran poesía y unos ritmos que a ratos no parecen de este mundo.
ResponderBorrarA mí siempre me gustaron más los Beatles que los Stones. Mis amigos me preguntaban por qué, ¿acaso no veía la gran diferencia? Tal vez la veía, pero a mi modo. Los Beatles fueron para mí un modelo de descubrimiento, mientras que los Stones, para no andar con vueltas, me parecieron la (frondosa) historia del miembro de Mik Jagger… o casi. Sorry, pero no tengo buen oído. Los Beatles conservan ese misterio, esa rara cualidad de atraer a través de culturas, de idiomas, de fosas profundas, anchas, supuestamente insalvables. Recuerdo que, de visita en Italia (donde tengo familia y muchos amigos), jóvenes que se espantaban ante la “antigüedad” de Madonna me pedían ayuda para entender letras de canciones de los Beatles, que eran sus apoyos para aprender inglés. Yo los tranquilizaba: no traten de entender I am the Walrus, por ejemplo, con códigos muy personales, intransferibles. Y entonces recordaba que a comienzos de los 60, cuando escuché por primera vez a los Beatles, no entendía ni una sola palabra, pero igualmente me llegaban. No era lo que decían, entonces, a pesar de que lo que decían era revolucionario (sin ir más lejos, esa sencilla y honda historia de la chica que un día se va de la casa de los padres). Era algo más, algo que estaba en el aire, por encima de significados. Era una llave, una consigna, una contraseña, para entender el nuevo mundo y dejar en la oscuridad al viejo. Los Beatles quedarán en la historia como una de las grandes fuerzas sociales del siglo XX.
ResponderBorrar"La llave para entender la mitad de la cultura de este siglo", dijo su paisano Charlie García, refiriéndose a la marihuana, mi querido don Lalo. Lo mismo podría decirse de los Beatles y de medio centenar de músicos de rock. Es más: Pienso que las letras de muchas de esas canciones resumen con creces la experiencia política, social, cultural, económica y literaria de los últimos cien años.
ResponderBorrarDisculpe la tardanza, amigo Gustavo. El fin de semana aprovechando que posteaba intenté ingresar mi comentario pero sin tener éxito, siguen los problemas de Blogger. Lo bueno es que su artículo es intemporal. Considerando que yo he nacido a finales de los setenta, tanto los Rolling como los Beatles no tienen ninguna significación social para mí, pertenezco a la generación del Grunge por así decirlo. Aún así me declaro beatlemaniaco, como Lalo y que curiosamente como cuenta él su anécdota italiana, los conocí gracias a una profesora de inglés en el colegio, quien nos hacía escuchar sus canciones más sencillas, Yesterday, Let it be, etc., desde entonces no he parado de escucharlos. Los Beatles a diferencia de sus rivales, hombre por hombre son más completos, con aportes valiosos de cada uno, a pesar de los roces entre Lennon y McCartney por la capitanía del grupo. De los Stones, me gustan solo un par de canciones: Angie y Paint it black, pero siempre me ha parecido un grupo bastante irregular y artificioso, puesto para el lucimiento de Mick Jagger. Y a pesar de ser los “abuelos del rock” (más parece un chiste), con el paso de los años se han vuelto cada vez más una máquina de hacer dinero, llegando al extremo de parodiarse a sí mismos, más cerca de la cultura del pop, tal como se ven reflejados en la serie Los Simpson. Ni el extenso documental que Scorsese les ha dedicado me ha convencido gran cosa. Soy de la idea de que en la música como en el fútbol, es prudente retirarse a tiempo, así los fanáticos guardarán mejores recuerdos. Sobre la decadencia de Jagger y sus amigos, usted lo resume magníficamente con su irónica sentencia: “Lo demás es leyenda blanca, negra o rosa, dependiendo de las circunstancias y del humor de los músicos, que de allí en adelante serían poco menos que otra pieza en el engranaje de la industria del espectáculo”. Saludos.
ResponderBorrarYo iría más lejos, apreciado José : De la vida hay que retirarse a tiempo. Todo intento de prolongar la juventud más allá de lo que dispone madre natura resulta, a la larga, patético. Ahora, en el campo estrictamente musical, la industria del disco supo promover muy bien la aparente dicotomía entre The Beatles y los Stones, en la que era obligado escoger : O el supuesto carácter angélico de los muchachos de Liverpool o el improbable talante demoníaco del grupo de Jagger , Richards y compañía. Lo único cierto es que tanto unos como otros le legaron al mundo un puñado de canciones imprescindibles para componer la banda sonora del último medio siglo.
ResponderBorrarSaludos maestro!... desde los confines del universo cibernetico!... bueno... la verdad los "abuelos" Stones a pesar de ser criticados y ... son unos iconos de rebeldía y su música siempre tiene un sonido especial... a pesar de que no hacen grandes aportes... Me gusta ese ese espirito de los Stones originales... la revolución en las calles de Paris... los sueños del 68... los jóvenes tenían algo que decir... y lo decían... :) ...de ahí viene una gran ola de innovaciones en el pensamiento occidental y gran creatividad! :)... me gusta ese tiempo donde se gestaron las cosas buenas de nuestro tiempo... gracias a esa rebeldía "RolliNG StonE": cosecha hoy 50 años despues grandes frutos.
ResponderBorrarAhora para meter el dedo en la "herida": que cosechara esta generación tan "profunda" dentro de 50 años... con su banda sonora de "perrea, mami,,, perrea"... o "muevelo!... tu lo que quieres es sexo"... "sandunguea"...
Puede que los viejitos Stones ahora gocen de fama y fortuna, pero la verdad: Eso es lo que buscan todos los RockStars!... y los viejitos Stones se lo merecen. :) FAMA Y FORTUNA.
Un abrazo cibernetico Master!
Get in the Guns!
Usted acaba de sugerir una imagen digna del Apocalipsis, mi estimado Trejos : el mundo que pueda surgir de toda esa imaginería del reggaetón, incapaz por lo visto de algo distinto a mensajes primarios y sonidos guturales.Por fortuna, no estaré para verlo.
ResponderBorrarSiempre nos quedan algunas canciones, ciertas imágenes o pedazos de letras de nuestra banda sonora. Ahora lo digo porque la música que escuchó ya me dicen que es de rucos. Je. Aunque han de ser clásicos y cada uno, entre más empieza a conocer, inicia una mirada agradable al pasado. Hay algo importante Maestro, a pesar de toda esa parafernalia en las celebraciones de los 20, 30 o 50 años de una banda (Y me acepto en ella, ejemplo el seguimiento que le hice a Pearl Jam) Las nuevas propuestas musicales, del rock, además, no sólo vienen con ritmos interesantes o letras que llenan nuestros tiempos. Ahora la manera de producción, de distribución es distinta, o anda en cambio. Creo que las grandes disqueras andan preocupadas, y por ello sacan especiales de bandas tras especiales. Hay una idea más horizontal del intercambio de música que si se piensa bien, será a favor de nuestros oídos, internet es parte de ello, no el todo. En realidad, lo que sostiene ahora a una banda son los conciertos, no la venta de sus discos. El ejemplo está en el último concierto de U2 en México. A propósito del tema, le recomiendo la edición de Gatopardo donde sale en la portada Molotov, es la de Febrero, creo. Se dará cuenta del rollo que tienen por andar firmando con una empresa grande.
ResponderBorrarMi estimado Eskimal. Más que preocupadas, angustiadas es que andan las grandes multinacionales del disco, porque Internet abrió una brecha que cada vez les resulta más difícil controlar. Es por eso que, aunque con décadas de retraso, a Colombia llegan de vez en cuando bandas que le dieron sentido a ciertos momentos de nuestras vidas.
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