Cada año,
por las fechas de celebración del Día de los Periodistas, las empresas
públicas y privadas envían a directores
y trabajadores de medios de comunicación una antología de mensajes sensibleros
donde exaltan , entre otras virtudes, “ La invaluable labor de nuestros
profesionales en la defensa de la
libertad de expresión como soporte de los valores
democráticos”.
En sana ley, no
hay nada de falso o impreciso en la frase. De
hecho, hasta los sistemas totalitarios lo reconocen en el papel. Pero
basta con echar un vistazo a la realidad para confirmar la vacuidad de esa declaración
retórica. A medida que las grandes
corporaciones afinan su entramado de
intereses, medios y periodistas son cada vez
menos canales de información y conocimiento al tiempo que se ven
reducidos a la simple condición de amanuenses del poder. Una de las consecuencias visibles es la
lenta agonía del periodismo de denuncia,
dedicado durante décadas a revelar las lacras de la sociedad,
garantizando de paso los mínimos de decencia
necesarios para hacer posible la
convivencia y la confianza entre los
ciudadanos.
Como para
confirmar ese estado de cosas el periodista colombiano Gerardo Reyes le concedió una amplia
entrevista a su joven colega Juan Miguel
Álvarez, a raíz de la reedición del libro Don Julio Mario, biografía no autorizada. El texto completo del diálogo
aparece publicado en la revista El Malpensante. En ella el veterano periodista revela
algunas claves de esa vertiente del oficio en trance de
extinción.
Cuando uno lee
las más de cuatrocientas páginas
del libro de Reyes entiende por qué
Julio Mario Santo Domingo no solo
se rehusó a concederle una entrevista
personal: una vez publicado el texto
intentó por todos los medios torpedear
su distribución, sin excluir la conocida treta de comprar el total de la
edición. Desde el primer párrafo, el
autor demuestra que además de gran
investigador es un buen escritor : la imagen del joven magnate enfrentando a escupitajos a una peligrosa serpiente hasta provocar su muerte reaparecerá todo el tiempo como metáfora de las implacables y nada
limpias pugnas por el control de
empresas y mercados.
Allí reside uno
de los grandes logros del libro. En contravía
de la imagen de Don Julio Mario
como un cruce entre bohemio, filántropo
y genio de las finanzas, el autor
desvela un universo de claroscuros caracterizado por los fraudes, las
componendas y las zancadillas como práctica corriente a la hora de hacerse con el control de los
negocios más codiciados. Así se produjo,
según el bien documentado libro de Reyes, el
principio del fin de la Sociedad Anónima como mecanismo de democratización
económica en Colombia. El asalto a Bavaria, la fallida venta del Banco
Comercial Antioqueño o la utilización de poderes falsos en las asambleas de accionistas ayudan a
comprender, entre otras cosas , los métodos que varias décadas después
condujeron a las corruptelas y
descalabros financieros conocidos
por todos. Lejos del capitán de empresa
ejemplar forjado a la medida de sus oficinas de publicidad y relaciones
públicas, esta biografía no autorizada
nos muestra al magnate como el ejemplo de lo que no se debió haber
permitido nunca.
Según el libro,
en su lento y metódico ascenso, Santo
Domingo se encargó de tejer, sin prisa pero sin pausa , el
control de los medios de comunicación más importantes del país. La cadena
Caracol, el periódico el Espectador y la
revista Cromos fueron solo tres entre
las muchas empresas informativas utilizadas para atacar a los adversarios,
magnificar los logros y acallar las anomalías
del todo poderoso propietario y sus amigos. Episodios como el de la
salida del periodista Edgar Artunduaga del programa radial La Luciérnaga por solicitud expresa del
entonces presidente Andrés Pastrana
demuestran con creces que los vehementes saludos institucionales a la
libertad de prensa son en el mundo de hoy apenas una manera
protocolaria de eludir lo inocultable :
la absoluta sujeción de medios y
periodistas a los nuevos amos del mundo , que ya no necesitan ejercer en
persona el poder político porque lo detentan en la práctica.
Buscaré esta biografía no autorizada, amigo Gustavo. Sólo tengo vagas referencias del personaje y te preguntarás en qué mundo vivo. Su poder en los medios de comunicación es, como en tantos otros casos, una relación directa de su fortuna, de sus conexiones, del aceite en las bisagras del sistema. Pero no hay que desesperarse, porque ese mismo sistema contiene otros mecanismos, entre ellos el trabajo de personajes como el periodista que mencionas. La difusión y el comentario, así como la represion, la propaganda, el encubrimiento y la denuncia, son elementos cruciales en el juego del poder, desde tiempos inmemoriales. Hace algún tiempo, comentando un documental sobre el llamado Mecanismo de Antikythera (una especie de calculadora mecánica antigua, diseñada presuntamente por Arquímedes, que se encontró en el mar a comienzos del siglo XX), alguien preguntó si había algún mecanismo antiguo más asombroso y perfecto que ese. Y la respuesta fue inmediata: el poder.
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ResponderBorrarNo por casualidad le adjudicaron a Arquímedes aquella célebre frase, mi querido don Lalo: "Denme un punto de apoyo y moveré el mundo ". Apócrifa o no, la cita es cierta en lo esencial: el punto apoyo es, por supuesto, una fuente de poder, independiente de su naturaleza.
No conozco la historia de ese magnate de los medios que nos comparte, estimado Gustavo, por como lo pinta me hace pensar en un hibrido entre el personaje de Ciudadano Kane y Rupert Murdoch de la Fox, añadiéndole matices de color local, tan caracteristicos de nuestras repúblicas bananeras. Por lo visto, en Colombia, eso de las biografias no autorizadas son una veta periodistica (el Señor de las Sombras, las biografias de Pablo Escobar) al contrario de Bolivia, donde, excepto la vida del supremo caudillo, ningun personaje es digno de ser narrado. Y es que hasta nuestras miserias son pequeñas o insignificantes.
ResponderBorrarSaludos desde los confines del universo maestro...
ResponderBorrarBueno ... por aquí como siempre leyendo el articulo... y como siempre algo en contravia y haciendo de abogado del diablo.
Lamentablemente la profesión de periodista se ha hecho mas superficial cada dia y ahora son mas bien "relacionistas publicos" de los que acceden de cualquier forma al poder.... los periodistas perdieron cualquier autoridad moral al someterse a las lees de los corruptos... al arrodillarse para recibir la adjudicación de emisoras... al buscar siempre la pensióncita... al vender su alma al mejor postor: AL MEJOR PATROCINADOR. No se puede esperar periodismo de denuncia en un pais de gente vencida que vende su alma por un cargo publico, La sociedad esta corrupta... y no se puede esperar que los personajes mas exitosos de nuestros tiempos sean almas puras... son exitosos precisamente por lo contrario porque verdaderamente llevaron a cabo sus pensamientos... y no solo se quedaron hablando de los poderosos... FUERON Y SE TOMARON EL PODER. "El poder corrompe" dicen por ahí... pero aqui hay mucha gente que no es nada y no tiene ningun poder, solo el poder de arrodillarse y al hacer esto ENTREGAN SU LIBERTAD A LOS PODEROSOS CORRUPTOS. Y lamantablemente el gremio de los intelectuales es el peor de todos, pues siendo la conciencia de esta sociedad vencida son primeros en andar pidiendo el "favorcito" o "bequita"... para el "librito" ... entonces al final: que van a denunciar?? :(
De nuevo un abrazo maestro y espero que este fin de año usted y su familia la pasen muy bien.
http://www.trejoscomics.blogspot.com/
En realidad, las mejores biografías son siempre las no autorizadas, apreciado José. por definición , son las que permiten abordar el mundo de sombras y claroscuros que rodea a los poderosos. Las biografías oficiales, en cambio, se parecen más a un publi reportaje o a un ejercicio de relaciones públicas dirigido a magnificar las virtudes del magnate y a presentar sus yerros y arbitrariedades como inventos de los enemigos.
ResponderBorrarEn mundo cada vez más uniforme resulta siempre un lujo andar en contravía, amigo Trejos. Es el disenso y no el asentimiento perpetuo lo que permite mantener despierta la capacidad de razonar y por lo tanto de estar vivos. Tiene usted toda la razón: en esa manía de hablar en diminutivo alienta algo más que un simple giro del habla coloquial. En realidad esa es la manera de hacer visible un estado de la mente predispuesto a la súplica y la adulación, síntoma visible de una peligrosa miseria mental.
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