A lo mejor a
usted también le sucede pero no se atreve a pregonarlo por temor a la censura o el escarnio. En mi
caso no puedo guardarme el secreto.
Durante mucho tiempo alenté una leve sospecha. Ahora tengo la certeza de que
tanto el mejor futbolista como la mujer
más bella del mundo viven a la vuelta de
mi casa, en un sector rural de
Pereira, Colombia.
¿Cómo llegué a
esa conclusión ? Muy sencillo. Analizando la cada vez más extensa antología de videos donde se muestra
en detalle el innegable virtuosismo de
esa obra maestra de la plasticidad y la picardía llamada Lionel Messi. Igual método utilicé con las
transmisiones previas al concurso de Miss Universo,donde se exhibía una colección de muchachas
desangeladas, algunas de ellas en un preocupante estado de desnutrición. Tomen
nota, señores de la FAO: al igual que en tantas regiones del planeta, en ese
reinado rondan el hambre y la mala alimentación.
Pues bien,
mi mejor futbolista del mundo se llama
Steven. Cuenta apenas doce años- la misma edad de Messi cuando llegó a La Masía- y cursa
octavo grado de bachillerato . Como
sus partidos no los transmiten los
canales controlados por los magnates de la televisión global, mucho me
temo que ustedes nunca van a tener el
lujo de verlo armar una pared de ensueño con cuatro compañeros de equipo, gambetear a
tres defensas rivales
utilizando la finta de la bicicleta, pasar la pelota entre las
piernas del arquero y depositarla con
reverencia en la red como una ofrenda en
el altar de viejos dioses olvidados.
Como pueden ver, nada que envidiarle al tímido muchacho rosarino entronizado en los
mismísimos cielos desde hace más
de una década por los aficionados del FC
Barcelona. Existen grandes probabilidades de que los empresarios jamás se fijen
en Steven. Por lo tanto nunca será beneficiado por la danza de millones y contratos publicitarios
propia de las élites del deporte. Poco me importa : fui feliz viéndolo
jugar una tarde de domingo y por eso decidí premiarlo con mi trofeo particular de mejor jugador del
mundo.
Sobre la
muchacha hay poco para añadir. Estudia en el mismo colegio de Steven y es cinco
años mayor que él: suficiente para verlo
como un niño de brazos. Cientos de poetas y
autores de canciones se han dedicado durante siglos a cantar sus bondades sin necesidad de conocerla, pues la suya resume toda una percepción de la belleza
femenina a lo largo de los siglos. “
Esbelto es tu talle cual la palmera” dijo el autor de El cantar de los
cantares. “ Mira que cosa más linda/ más llena de gracia” escribió el viejo
Vinicius de Moraes en unos versos que ya
son propiedad de la humanidad. “ A esa muchacha que fue piel de manzana/ se le
quebró el corazón de porcelana” canta el poeta catalán Joan Manuel Serrat,
diestro como nadie en el arte de encontrar la palabra precisa para nombrar las cosas sencillas de la vida.
Estoy seguro de que ninguna de las participantes en el concurso de Miss Universo hubiese sido
capaz de inspirar esos versos: demasiado artificio, exceso de foto shop y abundancia de cámaras de bronceado ahogan
el aliento poético. A mi edad podría ser su abuelo, de modo que estoy a salvo
de su hechizo y puedo asegurar sin
temores que soy vecino de la mujer más bella del mundo. Por fortuna , ni los
potentados de los cosméticos ni las agencias de publicidad tienen noticias
sobre su paradero. Por lo pronto,
resulta más saludable para todos
dejar las cosas así.
A esta altura
del camino vuelvo a preguntarme en qué momento
surgió la manía de clasificar o desclasificar a las personas y sus
acciones en el arbitrario escalafón de
los mejores del mundo, ya se trate de
escritores, deportistas, músicos o cocineros ¿Quién define eso? ¿Cuáles son los
parámetros? Mientras buscamos la
respuesta sería mejor hablar de “el
mejor del mundo” según los canales de televisión, los productores de gaseosas o
los empresarios del espectáculo. Así
empezaríamos a hacerles justicia – si es posible tal cosa- a las legiones de violinistas, dibujantes al carboncillo,
cantores de tangos y sambas, magos
ignorados de la cocina, muchachas
anónimas tocadas por la gracia de la belleza y precoces
genios de la pelota destinados a alegrarnos la vida sin que los encargados de repartir los trofeos sospechen
siquiera de su existencia.
Por descontado, los años nos dan una perspectiva más real y ácida de las cosas que otros se esmeran en hacernos ver como lo "más" cuando en realidad en nuestro entorno de gente normal hallamos a diario algo fenomenal pero no mediático, y eso es lo que vende, lo otro son migajas de "pobres normales".
ResponderBorrarHa sido un descubrimiento al que me ha traido el Esquimal, seguiré tus visiones ácidas y realistas de la vida. Saludos desde Tenerife-Canarias-España y te invito a mi espacio cuando gustes.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Hola, Gloria. Ya he ingresado- y disfrutado- a los textos de gofioconmiel, que no necesariamente equivale a decir sin ácido.
Sin duda, esas valoraciones de lo más grande o lo más chico están mediadas no solo por la perspectiva sino por los juegos de intereses. Pasa a menudo en todos los frentes. Por ejemplo, la selección de " El mejor cantante de la historia" precede casi siempre a una hábil campaña de mercadeo y recopilación de discos.
Seguimos en contacto,
Gustavo
Hace unos años atrás, casualmente vi un video casero en un programa deportivo de un niño colombiano, (creo que era de Cali, no recuerdo bien) que no tendría ni seis años, que al más puro estilo Messi driblaba a todos sus compañero e incluso a muchachitos de mayor edad. Me pregunto qué habrá sido de ese talento como el que nos cuenta. ¿no será el mismo?
ResponderBorrarPor otro lado, me extraña que usted se extrañe, siendo colombiano, con la belleza de sus mujeres, ya que me suponía que en su país las muchachas hermosas se daban como la hierba, je je. Cuando estuve en España, fui testigo de cómo a muchos varones ibéricos se les caía la baba por algunas colombianas de cuerpo admirable (puede incluirme en el lote también).Usted sabe que no soy muy fan de la belleza relativa, tal vez por la influencia de algunos “locos” como Vinicius: “Las muy feas que me perdonen/Mas la belleza es fundamental. Es preciso / Que haya en todo eso algo de flor/Algo de baile, algo de haute couture…”
Apreciado José, no me extraña:me asombra la abundancia, que es distinto. Creo que usted se refiere a un muchachito de apellido Cortázar, capaz de hacer malabares con la pelota. Esa fue su perdición : se enamoró tanto del propio virtuosismo que acabó por olvidar que el fútbol se juega con diez compañeros empeñados en un propósito común : alcanzar esa forma mundana de la poesía llamada gol.
ResponderBorrarHay un vicio criollo y estúpido; declararnos los mejores en cosas que nadie más hace. Por ejemplo, los antioqueños hicieron denodados y costosos esfuerzos por alcanzar la gloria de fabricar alguna vez la arepa más grande del mundo. Lo ridículo es que arepas sólo se hacen (con contadas excepciones) en Medellín, Pereira o Manizales, así que no era necesario invertir cientos de kilos de maíz porque las "arepas más grandes del mundo" las fabricaba una señora en la 38 entre 7ma y 6ta de Pereira y tenían el tamaño de un sombrero. Para ganarle a esas hicieron una del tamaño de una cancha de microfutbol.
ResponderBorrarLa otra vez al gobernador de Risaralda, un gordito que rezaba el rosario antes de los actos oficiales, se le ocurrió que podíamos ganar un premio de los Guiness Records elaborando el Chorizo Santarosano más grande del mundo, pero ¡Oh, inmensa ignorancia!, no era necesario gastar mil kilos de carne y grasa de cerdo porque los únicos chorizos santarosanos del mundo son los de Santa Rosa. Por lo tanto, eran ya antes de todo, los más grandes en su género.
Y lo mismo con todo: la empanada envigadeña más grande del mundo. Rock al parque el festival de Rock al aire libre más grande de latinoamérica (permita que me ría un poco, ja, ja). Las guerrillas más viejas del mundo (claro, no hay casi ninguna otra en ninguna parte). El expresidente más verraco del mundo, porque presidentes "verracos" no hay sino acá. El mejor café del mundo. El mejor escritor del mundo aunque hace 20 años cumple la misma función que un florero: decorativa.
En fin, adictos a la hipérbole como usted dijo una vez. Pero lo de las mujeres si no consiento que lo ponga en duda: son las más bellas del universo, como las del resto del planeta.
... Att. Cami
BorrarBueno, por algún lado debe liberarse el chovinismo, apreciado Camilo. El de la libido es un buen pretexto : ¿Qué le parece los mejores coños del mundo? Me hizo usted recordar un curioso evento parroquial denominado " Concurso Mundial del gallo Ornamental". Si señores, mundial, aunque su radio de acción no alcance más allá de tres caseríos de la periferia. De eso estamos hechos: de hipérboles.
ResponderBorrarCreo que todos estaremos de acuerdo en que el mejor del mundo, en cualquier ocupación, es el hombre o la mujer que no necesita ser reconocido como tal, porque ya se le ve desde lejos.
ResponderBorrar