En la tradición
judeocristiana Baal- Zabuh, Belcebú, es
el demonio, el señor de las moscas que
sobrevuelan la carne putrefacta de los holocaustos.
Nunca mejor pensado un seudónimo como el escogido por
Fernando Garavito para firmar y titular
sus columnas de opinión: Juan Mosca, El señor de las moscas.
Como el insecto que se agita sin tregua alrededor del
blanco elegido, los textos de Garavito-devenido Juan Mosca- revolotean (porque siguen haciéndolo) sobre la
conciencia de un país escindido entre sus intentos de acceder a la
modernidad y la obstinada tentativa de un sector de sus dirigentes por
devolverlo al pasado.
Ninguna de las facetas del poder
escapó a la fina y ácida mirada de este hombre formado en la mejor tradición
clásica. Los universos de la economía, la política, la historia, la cultura y
la religiosidad fueron abordados con un
estilo forjado a la luz de los grandes
cultores de la lengua castellana. De
Cervantes a García Márquez y de sor Juana Inés de la Cruz a León de
Greiff, la impronta de la buena escritura se hace visible en unos textos cuya
seña de identidad siempre es la lucidez. La misma clase de lucidez que llevó a Juan Mosca a fustigar a las élites colombianas, que no dudaron un
instante a la hora de castigarlo con el
exilio.
A desvelar las fuentes y
motivaciones de este pensador indómito y descreído dedica el periodista y escritor Edison Marulanda Peña las doscientas páginas de su libro Más que Juan Mosca, Fernando Garavito,
escritor y hereje publicado por la
Editorial Universidad de Antioquia en 2016.
El ensayista forjado en una tradición que se remonta a don Miguel de Montaigne. El
poeta que abrevó en lo más hondo del
Siglo Oro Español y el columnista
iconoclasta que nunca ocultó su deuda con José Martí o don Ramón María del Valle- Inclán, se
despliegan en el minucioso ensayo relato
de Marulanda Peña. En un contrapunto que va de las pasiones literarias del columnista, a su obsesión por el devenir político y social de Colombia, el autor del
libro nos remite al papel jugado por la prensa
en un país asolado por su propia versión de las plagas bíblicas:
violencia, indolencia y corrupción.
Autor de una biografía del
cardenal Darío Castrillón Hoyos y otra del periodista César Augusto López
Arias, Edison Marulanda se vale de la experiencia adquirida
para husmear en archivos y fuentes
testimoniales, con el fin de identificar
las claves de una vida consagrada a la
disidencia, a la más pura expresión de la herejía asumida como razón de vida.
En un país controlado por los
partidos liberal y conservador, que en realidad son uno solo apuntalado por la
Iglesia Católica, como lo demuestra la actual resistencia a reconocer
derechos avalados por la constitución
política, el ejercicio de la autonomía y la lucidez es cuestión de supervivencia.
Allí reside la importancia de
este libro que rescata, analiza y valora
el legado de un hombre como Fernando Garavito o Juan Mosca, que irrumpió con su zumbido en sacristías y despachos
oficiales, agitando un aire enrarecido y suspendido en el tiempo desde los días
de la colonia.
Con un atinado prólogo de Mariluz
Vallejo, autora de varias antologías sobre periodismo colombiano, el libro Más que Juan Mosca, Fernando Garavito,
escritor y hereje se suma a una corriente empeñada en recoger algunos
episodios de nuestra historia fragmentada, con el fin de animar la reflexión en
un país que se niega a mirarse de cuerpo
entero en el espejo de sus infamias.
PDT : les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
https://www.youtube.com/watch?v=CCDoCBExYtY
Me pregunto cuánta gente se habrá MOSQUEADO, así con mayúsculas (qué delicioso y expresivo verbo, por cierto), por la corrosiva pluma de su compatriota (¿hay forma de leer digitalmente algunas de sus columnas?). Es dificil de hallar en nuestra época escritores indómitos y descreídos. El apoltronamiento, es ya casi moneda común.
ResponderBorrarApreciado José: indagaré y si encuentro algo de inmediato le cuento.
ResponderBorrarAh... coincido con lo de la belleza del verbo: "¡Mosquéeese, mijo!" decían mis abuelos cuando uno hacía las cosas sin ganas.