Fotografía tomada de El Diario
Su abuelo Jacinto vio a Carmelo
Colombo romper las redes de los arqueros rivales en la vieja cancha de Libaré.
Ese equipo nunca fue campeón.
Su papá Evelio estaba en el estadio el día en que el
paraguayo Apolinar Paniagua le quebró el invicto a Otoniel Quintana, portero de
Millonarios a comienzos de los setenta.
Ese Deportivo Pereira tampoco fue
campeón.
“Pero dejaba el alma en la cancha”, solloza Steven, dieciocho
años, el escudo del Pereirita tatuado en
el antebrazo derecho.
Su equipo acaba de perder por dos
a uno frente al Cúcuta Deportivo, otro club
enredado en la nostalgia de improbables glorias pasadas
.
Son las once de la mañana
del martes 30 de
mayo. Igual que algunos de sus compinches de barra, el muchacho no ha
vuelto a casa después de la derrota.
¿Para qué? Pregunta envuelto en su bandera de franjas rojas y
amarillas y vuelve a romper en llanto.
El mundo está lleno de preguntas
sin respuesta. Inefable es la palabra
para definir ese estado de cosas.
Aunque sucede año tras año, las
personas como Steven no acaban de acostumbrarse. Después de asimilar las
derrotas vuelven a decirse: Esta vez sí
será.
Y resulta que esta vez tampoco
fue.
Este equipo parece haber firmado
un pacto sobrenatural con el fracaso.
Los más supersticiosos le
endilgan toda la responsabilidad a
Cecilia Monsalve Hernández, “Chila”, la hincha más fiel que haya
conocido la extinta furia matecaña.
Mientras Chila vaya al estadio el
equipo no ganará, sentenciaban los
aficionados más ortodoxos.
Pero Chila murió cuando apenas despuntaba el nuevo siglo, en
abril de 2000.
Han pasado más de tres lustros y el equipo de Steven es
eliminado una y otra vez cuando está a punto de volver a la primera división.
Así que lo de Chila… mmmmmm
Muerta Chila, algunos hinchas contumaces le echan la culpa a un improbable
gato negro enterrado en una de las
porterías.
Sospecho que las causas son más
terrenales.
Una de ellas apunta a que el
fútbol, el viejo jogo bonito de los brasileños, fue secuestrado por bandas
de forajidos. Y esos tipos solo entienden el lenguaje de las chequeras.
Tráfico de piernas, llamó a esa práctica el escritor uruguayo
Eduardo Galeano.
Siguiendo el olor del dinero uno
encuentra varios eslabones:
El de los padres de familia, que matriculan a sus hijos en una
escuela de fútbol y sueñan con volverse
millonarios vendiéndolos a las grandes ligas.
El de los entrenadores que cobran
por alinear a jóvenes promesas.
El de los intermediarios que se embolsillan un
porcentaje de las transferencias.
El de periodistas deportivos que
son a la vez dueños de pases.
Y, claro, el de los clubes
devenidos grandes corporaciones, que
controlan toda la cadena del negocio, incluidos los socios, la publicidad, las
transmisiones por radio y televisión, así como el circuito completo del
mercadeo: Florentino Pérez presiona la
permanencia de James Rodríguez en el Real Madrid, no por sus innegables dotes
deportivas, sino por la creciente venta de camisetas en el mercado latino.
Por supuesto, el Deportivo
Pereira es apenas un modesto equipo de provincias. Un rumor lejano en medio del estruendo mediático
provocado por multinacionales como el Barcelona o el Real Madrid.
Pero los directivos han aprendido
sus mañas y las replican a pequeña escala. Son muchos menos millones de dólares,
pero de todos modos suponen un botín atractivo.
Y sobre ese pequeño
cardumen se abalanzan todos los tiburones.
Un torneo tras otro se deshacen
de las grandes figuras y nadie da cuenta de los dineros recaudados en
transferencias.
El dueño de fulanito no es el
equipo, sino un particular, dicen.
La consecuencia de todo eso es el
desastre.
Por eso la desazón de Steven
pertenece al reino de lo inefable.
Así que, también hoy, el muchacho
ha decidido echarle toda la mierda a Chila.
PDT: les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
Un pacto sobrenatural con el fracaso, definitivamente. Lo demás son consuelos de tontos.
ResponderBorrarSalud. Cami.
Ah, carajo.De modo que usted también está en el secreto, apreciado Camilo.
ResponderBorrarQue el final nos agarre confesados
Mi sufrido Aurora parece llevar el mismo gen maldito de la derrota. Salvo dos títulos nacionales en sus más de ochenta años, todo ha sido una sucesión de infortunios y fracasos, con esporádicos papeles dignos en torneos internacionales. Ahora mismo, estamos en el barro de segunda división y ojalá este domingo podamos retornar a la elite, nos falta solo ganar el partido, porque ya hicimos los deberes de visitante. Pero en el juego todo puede pasar. Recordamos con amargura que nos fuimos al abismo, hace unos cuatro años, precisamente cuando teníamos todas las de ganar. Menos mal que no hay gatos negros o personajes “khenchas” como esa malograda hincha que describe, en nuestro imaginario del club. Sepa usted que casi todos los equipos del país tienen una Virgencita en el vestuario y, entre otras cosas, con el poder de ahuyentar malos espíritus, se dice.
ResponderBorrarBueno, a lo mejor eso le ha faltado al Deportivo Pereira: una virgencita que lo ampare, pero es algo difícil de hallar en tierras tan paganas.
ResponderBorrarY se anda usted con demasiadas exigencias: " Salvo dos títulos nacionales en más de ochenta años".
Más de un hincha del Pereira estaría agradecido con la cuarta parte de eso.
Hace unos días compartimos una comida con un profesor de antropología psicológica y aprovechamos para preguntarle sobre los mecanismos de defensa en las colectividades deportivas, más precisamente las del fútbol. El caso de Chila es uno de los ejemplos que nos dio: un personaje que canaliza la descarga de culpa y/o responsabilidad colectiva. En otra vertiente, la identificación de "la mala sombra" que conspira para perjudicar históricamente a nuestro equipo puede convertirse en un escudo: somos más machos y valientes porque cargamos con esta desgracia dignamente, no como esos llorones de allá, que cuando pierden hacen un escándalo. Es el resultado de meter en la misma bolsa a 20 perdedores y 1 ganador.
ResponderBorrarQue bueno tenerlo de nuevo por estos pagos, mi querido don Lalo. Supongo que asistimos a una variante del chivo expiatorio, esa antiquísima figura en la que se descargaban las culpas de una comunidad.
BorrarEl problema de la pobre Chila es que ni muerta la dejan en paz.
Profe un saludo, a propósito de su escrito le dejo el enlace del documental que hicimos con Wilmer Sotto sobre el deportivo Pereira. A veces hacemos historias que con el tiempo de desactualizan, pero la del deportivo Pereira tiene un constante, que como usted señala parece una maldición. Un abrazo profe Gustavo. https://youtu.be/P3EPPCw93pw
ResponderBorrarHombre, Beto. Enlace aparte, me alegra mucho tenerlo por estos lares.
ResponderBorrarPor supuesto, lo miraré y difundiré.