viernes, 11 de marzo de 2011

Variaciones sobre la " Cuchibarbie"



En  el lenguaje callejero- que sigue siendo el más certero de los inventados hasta la fecha- una “cuchibarbie”  es algo así como  una  mujer que se niega  a toda costa- y a todo coste- a aceptar los designios de madre natura. Es decir que las criaturas vivientes,  desde los protozoarios hasta el Homo Sapiens, pasando por todas las fases intermedias, nacemos, crecemos, envejecemos, nos deterioramos y morimos. Tan simple  como inapelable es el asunto.
Sin embargo, las damas en cuestión se gastan fortunas   enteras,  incluyendo las de sus parejas, en cirugías, liposucciones, gimnasios, ropas, menjurjes y  medicamentos que al final  del camino no las pueden salvar del encuentro definitivo con un espejo que, como en el mito de Blanca Nieves, ya no les responderá  que son las más bonitas, no porque tenga una inclinación especial hacia la crueldad sino porque la vida es así y no tenemos otra. Recordemos que en la mitología, y en esa otra  forma del mito  que es la poesía, el espejo es la metáfora  más precisa de la conciencia.
Estamos pues ante la vieja pregunta por la identidad que, así en lo individual como en lo colectivo, nos obliga a  afrontar el desafío de lo que somos o de lo que pretendemos ser. Sin esa pregunta no podemos recorrer ningún camino, por breve y humilde que sea.  La figura de la  dama de marras surgió en una  de esas discusiones en las que se lanzan interrogantes sobre  nuestras improbables señas de identidad como  región y como país a propósito de una de tantas modas  empresariales, que en este caso recibe el nombre de   “City Marketing”. Alguien recordó  la vieja anécdota  bohemia donde se explica  el problema  de la identidad latinoamericana con el argumento de que entre nosotros los ricos quieren ser ingleses, los de la clase media  gringos y los intelectuales franceses, mientras que los pobres quieren ser mexicanos.
En la reunión que nos ocupa, la  “Cuchibarbie” se llama ciudad región y todos los esfuerzos están encaminados  a  disimular sus imperfecciones para poder ofrecerla en los mercados del mundo. Es decir, nadie quiere afrontar  la solución de los problemas que, tercos como son, se escurren entre las costuras del vestido. Por eso acabamos creyendo que un periodista es algo así como un promotor publicitario o un relacionista público que debe ocuparse, según la retórica al uso “solo de las cosas buenas  y de mostrar nuestra  buena imagen dentro y fuera del país”.
La dificultad reside en  que, como en el cuento de Blanca Nieves, el espejo acaba por decirnos la verdad  y empieza a hablarnos de  legiones de desempleados, de  miles de rebuscadores callejeros, de deserción escolar, de una pequeña y mediana industria bastante maltrechas, de un sector comercial que contribuye cada vez menos a dinamizarlas, de niños  ejerciendo la prostitución en las calles, de violencias que se multiplican y de ciudadanos que buscan  en el mapa un lugar  hacia el cual escapar en procura de mejores oportunidades.
Siguiendo con la imagen, en este caso las cirugías  y unguentos se llaman  subsidios, auxilios y demás artificios  inventados para     que no nos fijemos en lo ineludible : el fracaso de un modelo de desarrollo que multiplica las inequidades- y  las iniquidades- al que por eso mismo le gusta tanto  utilizar palabras como progreso,  transformación, oportunidades y otras arandelas que  intentan disfrazar  la decadencia hasta ahora irremediable de  nuestra “ Cuchibarbie”.

4 comentarios:

  1. Saludos! desde algún lugar del neurociberespacio...!

    Indiscutiblemente: no es la labor del periodista vender la ciudad, tampoco tapar la realidad. La violencia, el desempleo, los éxodos,... Esta bien que se trate por medios lícitos, vender ideas y tratar de construir ciudades mas amables y vivideras, con buenas empresas y comercio... Pero lastimosamente el factor que daña todo el andamiaje, toda la estructura es la clase política,... y no porque sean políticos: Si promovieran sus ideas verdaderas y los ciudadanos eligieran por las mejores ideas: Pero el problema real es que son "politiqueros": Ellos son los que tienen nuestras ciudades en la oscuridad: EL VERDADERO DEBER DEL PERIODISTA es DENUNCIAR la terrible : CORRUPCIÓN. La corrupción Colombiana es la madre de todas nuestras tragedias, nuestras guerras,(la guerrillera, la paramilitar, la del narcotrafico, la de la gasolina, la del cobre... etc, etc)... Esa corrupción nos esta alcanzando a todos: A los jóvenes desempleados de hoy ... que no abren la boca para luchar contra el politiquero corrupto... nuestros jóvenes , como que nacieron cansados, y seguimos con temor... y cuando los jóvenes que logran salir adelante por medio de sus estudios , ahorros y trabajo siguen el "jueguito" politiquero y regalan su alma por un "puestico" o por una "ayudita"... y el ciclo de la corrupción y la politiquería continua de generación y generación...
    Creo que la labor periodística debe estar mas enfocada en retratar la realidad nacional o regional en nuestro caso, si no se puede denunciar directamente en los medios la corrupción (porque ya sabemos que le pasa a los periodistas valientes), si se puede dar las punzadas, pueden dar los brochazos para alertar a la nueva generación para que cambien el sistema politiquero y nuestras cosas buenas puedan sobrevivir a las cosas malas que nos dejaron nuestros padres.

    TT: Gabriel Trejos

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  2. Amigo Gabriel. Para esa tarea están los relacionistas públicos. Los periodistas en particular, y los intelectuales y académicos en general, deberían estar ocupados en contar y pensar esas realidades, por dolorosas y desagradables que sean.

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  3. Muy bueno su blog profesor, me gustaría ahora saber qué visión tiene de los medios populares, los cuales van en alza, de pronto hay alguna relación entre lo escrito allí y las mismas realidades que se perciben.

    Profe, Santiago es mi seudónimo. Jajaja

    Soy Jerson.

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  4. Hombre, Jerson. Me parece que los medios populares lo único que hacen es registrar dos pulsiones que, como el sexo y la violencia, han acompañado a los humanos desde el comienzo de los tiempos. Ahora, que los medios lo aprovechen comercialmente, pues lo mismo sucede con la economía, la política , los deportes y demás aspectos de la vida. En esa medida pienso que la discusión hay que enfocarla más bien hacia el tratamiento de los temas y el lenguaje utilizado.

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