La escena tenía
algo de irreal. En una tarde calurosa
de febrero, los integrantes de dos barras
de aficionados al fútbol levantaban los
puños y se insultaban en dialecto de los
bajos fondos mientras agitaban sus banderas y bufandas. Hasta allí no había
nada inusual. En cualquier lugar de la tierra donde se desate la
sobrenatural pasión por este deporte
ocurren cosas similares. Pero hay un detalle: no se trataba de la confrontación entre hinchas del Deportivo Pereira, el Deportes Quindío o el viejo Once Caldas que
otra vez cambió de nombre. Nada de eso, los energúmenos, de rostros
marcadamente mestizos, mulatos, indígenas
o negros, como somos casi todos por estos arrabales de Dios esgrimían
banderas y entonaban estribillos¡Del
Real Madrid y el FC Barcelona!
Como la
estupidez y el esnobismo también tienen
sus límites , se hace ineludible la pregunta por las razones del despropósito. Claro, es apenas comprensible que alguien simpatice con el exquisito juego del
Barca o la contundencia del Madrid. ¿
Cómo no admirar la genialidad de Messi o el virtuosismo de Ronaldo? Pero de
allí al fanatismo por dos clubes ubicados
a miles de leguas de distancia de la historia personal y sentimental de los involucrados media una
distancia insalvable, que no es solo la del océano Atlántico. Es el
abismo del desarraigo que nos
empuja a aferrarnos al primer madero susceptible de salvarnos de la disolución como individuos y
como sociedades. Este es el drama real de los países llamados en vías de
desarrollo, aunque a la mitad de sus
habitantes les cueste lo suyo ganarse el pan de cada día. Con ese estado de
cosas, volverse hinchas de alguno de los grandes equipos europeos los acerca de
manera simbólica a la promesa siempre aplazada de subirse al
tren de los ricos.
En ese
mismo febrero, el lluvioso jueves 14, para ser exactos, los vendedores
de rosas al menudeo salieron a rebuscarse la vida desde muy temprano. Según me
contaron,algunos restaurantes y centros
nocturnos agotaron las reservas de mesas. Algo parecido sucedió con los moteles, que es como
llamamos en Colombia a los sitios
periféricos donde la gente se concede el
alivio del sexo por horas ¿la razón?
Sucede que desde hace una década a los habitantes de estas tierras
les dio por celebrar el Día de San Valentín, una costumbre de incierto
origen anglo sajón, introducida de a
poco entre nosotros por las canciones, las películas y esas revistas llamadas “
del corazón”. Ignoro si celebrar esa
fecha con cenas, velitas, baladas melosas y polvos furtivos nos hace mejores
amantes y compañeros. En cambio, sé que, en una salida saludable, un grupo de
cultores del cómic y la caricatura decidió
festejar el día de San Violentín,
en una referencia al creciente índice de violencia entre parejas registrado en
varios países de América Latina, entre ellos Colombia, Perú, Ecuador,
Venezuela y México.
Ya habíamos tenido a mediados del siglo pasado la
incursión del Halloween, esa antiquísima tradición de la víspera del Día de todos los santos,
destinada a suplantar entre nosotros la vieja fiesta de los niños, celebrada
hace muchos años a lo largo del mes de octubre y secuestrada por los adultos en
busca de un antídoto contra su aburrimiento: ahora estos organizan sus propias
fiestas y se disfrazan de las cosas más absurdas , en un intento tan desesperado como inútil de dejar de ser
ellos mismos enfundándose en un traje de Batman, Homero Simpson o Lady Gaga.
Es la globalización, nos dicen en coro los teóricos de las ciencias sociales, en el colmo de
la perogrullada. Pero el asunto no es
ese. Nuestras inquietudes deben dirigirse a preguntarnos por qué no
aprovechamos ese diálogo con el mundo facilitado por las tecnologías de la
comunicación para incorporar lo mejor
del acervo de instrumentos
forjados por los humanos a lo
largo de la historia. El rigor , la disciplina y la curiosidad en la búsqueda del conocimiento. La apertura mental
para comprender y asimilar las ventajas de la diversidad. La disposición al diálogo y a la discusión respetuosa como claves de la
convivencia son apenas algunas entre las muchas cosas buenas prodigadas por el acortamiento de las distancias y la
velocidad de la información. Mucho más buenas, en todo caso que estas tristes y vanas caricaturas de
colombianos festejando a San Valentín o peleándose en las calles del barrio por dos equipos de fútbol
situados a años luz de distancia de sus realidades más certeras.
Es fascinante el proceso de transformación y asimilación de “tradiciones” que resultan ser trucos publicitarios… o religiosos. Vale la pena consultar los trabajos de Robert Graves sobre los mitos, tanto los griegos como los judíos, para detectar los orígenes de esta costumbre, que se prolonga a través de la historia. Graves interpreta y comenta muchos casos que en realidad habrían ocurrido en la prehistoria. Ya en la historia de la Iglesia vemos muchísimos ejemplos, algunos muy populares, de adopción de fiestas paganas como fiestas cristianas, para sofocar la tradición anterior. Un caso es la adopción del árbol de Navidad en sustitución del culto al árbol sagrado de los druidas… Conozco esto porque en una época escribía (con varios seudónimos) series de artículos para una agencia que los distribuía a publicaciones de varios países… y las series sobre Navidad, Semana Santa, etc, eran muy populares. Y los artículos más populares, recuerdo, eran sobre estas transformaciones que la Iglesia alentaba para extender su influencia entre los pueblos paganos que convertía. Bueno, en esas averiguaciones me encontré con que Chaucer fue el primero que (en el siglo XIV) se hizo eco de los aspectos románticos de la fiesta de San Valentín, que antes no estaban documentados. Esto quedó más o menos asentado en la tradición anglicana hasta recibir el envión universal por parte de la Iglesia moderna, que es la publicidad comercial, desde sus púlpitos, los aparatos de televisión. Debo admitir que mi mujer no espera tarjetas ni regalos míos en el día de San Valentín.
ResponderBorrarMenos mal. Digo, lo de las tarjetas de San Valentín, mi querido don Lalo. En buena medida, Robert Graves se inspiró en la lectura de La rama dorada, el vasto y rico trabajo de Sir James George Frazer sobre el origen de los mitos y las religiones. También bebió, por supuesto en la obra de Mircea Eliade. Todas esas teoría sobre el sincretismo religioso y cultural son muy interesantes para comprender, por ejemplo, como los vencedores convierten los dioses benignos de los perdedores en demonios malos. Esa fue la suerte corrida por el Pan de la mitología griega al ser incorporado por el cristianismo.
ResponderBorrarDe cualquier manera, ni Graves ni Frazer ni Eliade nos ayudan a comprender la estulticia de dos barras de " hinchas" colombianos de Real Madrid y el Barcelona enfrentados en una calle de Pereira.
Muchas gracias, Gustavo, por esos personajes que citas. El rumano, en particular, parece bastante… pintoresco, por no decir otra cosa. Y es cierto, la estupidez de esos inadaptados que viste en Pereira es algo singular.
BorrarJa, aquí el día de San Valentín fue opacado completamente por el carnaval, fiesta en la cual somos los campeones de Sudamérica. Simple coincidencia, vamos. Es verdad que va ganando terreno como la comercial celebración de Halloween que ya está muy arraigada entre las clases media y alta, muy afectas a imitar el estilo de vida norteamericano pero con tintes ridículos y chabacanos. Excelente la historia que nos relata, amigo Gustavo, no había visto tal extremo entre simpatizantes de equipos que están muy lejos y ajenos además a nuestra realidad. Lo que sí he visto en algunos barrios deprimidos de mi ciudad, es la estampa triste de niños desnutridos, descalzos y a veces semidesnudos pero con su camiseta (de imitación) con los colores del Barza, del United, del Milan o del Madrid. Total, la televisión es gratis, como el aire, y en su pobreza lacerante sueñan con ser Messis o Ronaldos.
ResponderBorrarApreciado José: esa estampa de los niños desnutridos luciendo camisetas de clubes poderosísimos se repite en todos los rincones de la tierra donde las oportunidades escaseen . De traficar con sus ilusiones y las de sus familias viven y engordan las mafias de empresarios avaladas por los capos de la FIFA. Si nos fijamos bien, el negocio del fútbol repite las viejas estructuras coloniales. Un siglo atrás África , América Latina y el lejano oriente le suministraban a la vieja Europa especias, oro, platino,estaño, plata, bananos y café. Ahora le envían futbolistas.
ResponderBorrarLo mismo decía el tal Luis Carlos González de la música Rock que corrompió a los jóvenes antes amantes de los bambucos y los pasillos. A mi me gustan la primera y los segundos, curioso caso de mestizaje. Ahora, como ud señala, la humanidad lleva varios miles de años enriqueciéndose de los conocimientos y bondades que otros han desarrollado, compartiendo costumbres, saberes y usos. Lo malo es cuando la estupidez se contagia, y como se sabe, es mucho más propensa a la dispersión. No existe el "Choque de civilizaciones", existe el "Choque de ignorancias", como señala algún escritor Franco-Marroquí. Leyéndolo a usted evoco, no a los idiotas hinchas del Barcelona en Pereira o a los tontos del San Valentín, sino a la "Fuerza Nacional-Socialista" que ha hecho pomposas reuniones y actos públicos en Bogotá conmemorando el natalicio del caudillo, dónde unos imbéciles de marcados rasgos Chibchas, piel cobriza y ojos rasgados, levantan su brazo con insignias y svásticas gritando "Heil Hitler"...
ResponderBorrarLa estupidez humana es infinita, decía mi sabio abuelo.
Cami.
Apreciado Camilo, tiene usted razón:conozco a varios de esos chibcho fascistas. Aquí nada más, en la parroquia, se postula la existencia de asuntos tan deletéreos como razas, estirpes, dinastías y otros tantos engendros. Frente a ellos, incluso el mismo Luis Carlos González citado al comienzo de su comentario llegó a escribir versos como este : "¿Raza?/¿Raza de qué? /Si solo nos queda puro el hijueputa/ y lo estamos negando todavía".
ResponderBorrarSaludos Maestro... Actualmente la "bobada" verdaderamente es lo que los "estudiosos" del mercadeo llaman "megatendencias"... y la verdad es que SI, como usted escribió en el articulo es producto del aburrimiento. Lamentablemente ahora esta de "moda" hacer parte de una minoría o grupo "antisocial" pero que este conectado por alguna "red social"... ser gregarios o pertenecer a algo es lo que mueve las sociedades... NO hay nada original bajo el sol: antes eran tribuS, naciones, ejércitos, partidos políticos, idelogias religiosas, hoy son tribus urbanas, del deporte, de la contracultura, del subterRaneo nipon o del consumismo gringo... Todos aunque pretendamos ser diferentes hacemos parte de un gremio o grupo. LAS ÁGUILAS CAZAN SOLAS, LOS CARROÑEROS EN GRUPO. Sentirnos parte de algo, un movimiento, un equipo, un gremio... es loque llaman "social" hoy. :(
ResponderBorrarUn abrazo maestro desde los muros de la fuente atómica.
https://www.youtube.com/watch?v=lZfnsvIqsfg&feature=player_embedded
Qué interesante idea, amigo Trejos: grupos de antisociales conectados a través de una "red social". De esa clase de sectas está lleno este mundo donde el imperialismo cultural se llama ahora megatendencia(¡Vaya una manera de colonizar las mentes!)
ResponderBorrar¡Ah, carajo! ¡De modo que ahora ronda usted los muros de la fuente atómica! vaya con cuidado, por favor.
Cada vez las líneas limítrofes se desvanecen. En cierto sentido está bien, pues creo que podría haber mayor inclusión (aunque las noticias demuestren lo contrario gracias a los xenófobos y grupos raciales) Pero hay un temor en ello Gustavo, y creo sacarlo de su artículo, la generalización de las personas de manera masiva, sin sus diferencias culturales o de lenguaje. Esa riqueza se va mezclando y a la final llega una capa gigantesca que la envuelve y así desaparece, podría desaparecer. Quizá esa capa sea lo que marca´ y marcará nuestro camino cultural: la publicidad.
ResponderBorrarEn realidad lo marca- digo, el camino- desde hace más de un siglo, apreciado Eskimal. De hecho, son millones de seres humanos los que viven como si la existencia toda fuera un comercial de televisión. Las formas de amar, de vivir la sexualidad, de concebir la familia o el empleo están predeterminadas por esa parte nociva de la nata global que todo lo envuelve. En esa medida se quedaron cortos quienes pronosticaron la disolución de los países y el reinado de las corporaciones. Lo grave es que en continentes como el nuestro no aprovechamos esa facilidad de comunicación para incorporar las facetas positivas del fenómeno.
ResponderBorrarnadie esta pidiendo que lo entiendas!!! no hacen falta sus opiniones!!!
ResponderBorrarlos bandos siempre han existido pero para llevarlos a ese extremo dios mio!! estas siendo megalomaniaco amigo. abran extremistas si. pero no seas uno de ellos!
ResponderBorrarA Leito Neoso y Anónimo: mil gracias por los brillantísimos argumentos.
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