No lo soñé. El
ex presidente Álvaro Uribe encabezó, al
menos de manera virtual, una marcha de protesta social. Si, el mismo. El más
conspicuo representante del conservadurismo
feudal- y perdón por la tautología- latinoamericano despertó una mañana
convertido en incendiario vocero de los movimientos de productores de café. A
través de su ya célebre cuenta de Twitter multiplicada al instante por la caja
de resonancia de los medios de comunicación anunció su irrestricto respaldo a
los caficultores víctimas de la indiferencia del gobierno Santos. Cinco años
atrás los hubiese calificado de
bandidos, subversivos, terroristas, enemigos de la patria o cosas peores. Pero
como la política es dinámica y cambiante, según la retórica de un senador proclive a súbitos cambios de convicciones,
el ex mandatario decidió poner sus
huevitos en la canasta tan desprestigiada durante su administración: la de la
protesta social en plazas y caminos.
Lo confieso: el
asombro no me duró mucho. Al fin y al cabo José Obdulio Gaviria, uno de sus
oráculos de cabecera , fue durante años un comunista come candela de línea dura
y ahora funge como filósofo de la cruzada refundadora de la patria. Tanto nos
cambia la vida.
Sería bueno preguntarle
a quien se postula hoy como gestor
de un partido llamado Puro Centro
Democrático, cómo les fue a los campesinos colombianos durante sus ocho años de
gobierno. A los mismos que ahora salen a protestar, no a los terratenientes sembradores de palma africana
ni a los agroindustriales beneficiados con los subsidios de Agroingreso Seguro,
si no a quienes deben buscarse el pan
de cada día en la parcela mientras intentan sobrevivir a la voracidad de los
bancos, a las políticas diseñadas para acabar con ellos y de paso abrirles las
puertas a los grandes capitales y a las mafias que controlan los canales de distribución de sus productos.
Resulta
claro que lo de Uribe con los cafeteros es apenas un primer ensayo de su estrategia de
fondo: utilizar cada uno de los factores de descontento de los colombianos,
incluidos los gestados durante su gobierno, para convertirlos en el combustible
de este segundo episodio de su cruzada. Uno de ellos es, por supuesto, el
miedo. Como bien lo sabemos, entre los
sentimientos humanos el miedo es uno de
los de más honda raigambre. De hecho, es una de las manifestaciones del
instinto de supervivencia. Sobre la necesidad humana de mitigarlo se han fundado religiones,
partidos políticos y totalitarismos de izquierda o derecha, dependiendo de los intereses en juego. Para los
productores de café es el miedo a la ruina, a la pérdida del estatus o del
peso político jugado por ese sector de
la economía en la Historia de Colombia. Experto en pregonar antídotos
contra el pánico, el ex presidente hizo
su aparición en el momento justo. Desde entonces , algunos dirigentes
del gremio cafetero lo ven como a uno de los suyos. Como si no bastara con eso, muchos de ellos han sido víctimas
de los ejércitos que con distintos nombres
han perpetrado sucesivos despojos en el campo colombiano. Otra razón más para
vivir asustados.
El siguiente escenario es el miedo de los sectores medios y altos de las
ciudades. Alentado durante décadas por la estridencia de las acciones
guerrilleras y sus equivalentes en el
otro extremo ideológico; multiplicado sin cesar por los medios de comunicación
y aprovechado al máximo por la demagogia
de los políticos ha sido durante el último medio siglo nuestro gran motivador
electoral. Los aspirantes a gobernarnos ni siquiera han necesitado proponer un
remedo de proyecto de país. Hasta ahora les ha bastado con postularse como salvaguardas contra los
emisarios del terror. Y la cosa funciona: después de todo la gente no
exige mucho. A duras penas pide garantías
para producir, consumir , reproducirse y morir tranquila. Nada del
otro mundo en realidad.
Con el panorama
de ese tamaño, el bombardeo desde Twitter apenas comienza. Los bandazos del
gobierno Santos y las pesadillas reales o inventadas de los colombianos serán
su munición. Por lo pronto, me preparo
para no sorprenderme si escucho un
día al ex presidente pronunciar una
arenga en ciento cuarenta caracteres
calcada de los discursos pronunciados por sus viejos, irreconciliables
enemigos.
No conozco personalmente a Uribe, pero en una ocasión escuché una entrevista que otorgó a la BBC en castellano. Lo entrevistaba un periodista colombiano, que le hizo un par de preguntas incómodas, pero perfectamente legítimas, en particular proviniendo de un medio internacional que siempre debe contemplar el contexto más amplio. Esas preguntas, que insisto eran perfectamente legítimas, provocaron una reacción violenta del entonces presidente: le saltó al cuello al entrevistador, con mucha descortesía, y lo dejó como una especie de servidor de la guerrilla. Es una táctica muy conocida, pero no por eso deja de fastidiar. Y hablando ahora del Papa Francisco, ¿tu amigo el teólogo jesuita no te ha comentado nada? He leído por allí que no se llevaba nada bien con muchos de sus hermanos de orden. No sé si eso es positivo o negativo.
ResponderBorrarMi querido don Lalo : en largas conversaciones con mi amigo teólogo, acompañadas siempre de un buen Casillero del Diablo, he concluido cosas como las siguientes: no hay que hacerse tantas ilusiones sobre los jesuitas. Su promocionado discurso social y de "solidaridad con los excluidos" obedece más a una estrategia de la iglesia dirigida a neutralizar eventuales revueltas sociales trabajando en los lugares donde se incuban las mismas. Algo parecido a los sindicatos patronales, creados por los conservadores para adelantarse un paso a aquellas organizaciones potencialmente subversivas.Como usted podrá deducir, el hombre vive a puertas de la expulsión, cosa que no parece preoucuparle mucho,dada su lucidez y su talante mundano.
ResponderBorrarVolviendo a Uribe durante su gobierno - y ahora en su condición de ex- utilizó una perversa práctica de comunicación consistente en responder algo por completo ajeno a la pregunta formulada, desviando así la atención frente a los asuntos más espinosos. Lo grave es que la mayoría de periodistas se prestaban al juego: no contra preguntaban y pasaban al terreno escogido por el mandatario. Es decir, manifestaban el más puro y abyecto servilismo frente al soberano.
Gustavo, quizá Uribe prepara su terreno de nuevo. NO estoy en Colombia así que sólo me entero por su blog, por El Espectador y El Tiempo (que ya es como medio enterarse de los asuntos, pues hay que saber leer mentiras en los periódicos tradicionales) y algunos medios independientes de lo que pasa. Pero también hay que vivirlo, estar cerca para tener una buena idea, por ello supongo que prepara el terreno: supo que su confianza en Santos para seguir su administración y políticas, cayó, y no defiendo a nadie, creo que mientras un gobierno esté activo no se debe defender, es su responsabilidad trabajar por el país, luego podrán decir que es bueno o como lo vean.
ResponderBorrarLo que me ha llamado la atención es sobre esa frase en la que dice que los colombianos no pedimos mucho para vivir, estoy parafraseando, je. Tiene razón, no pensamos a largo plazo, ni en estrategia sobre un mejor país. creemos que existe un solo mal, al violencia de las Farc y paramilitares; por ello hasta ahí llegan nuestras esperanzas cuando prometen derrocarlos y no hay ideas sobre la economía, el trabajo, desigualdad... Así quedamos.
Saludos.
Ja, ja, cómo me causa gracia el nuevo partido de los “puros”, amigo Gustavo. ¿Qué eufemismo es ese? por lo visto, aparte de retóricos y solemnes, nuestros políticos latinoamericanos son hilarantes. Qué más da que sean de izquierda, derecha o centristas, si al final basculan en función del tiempo y las circunstancias. He estado efectuando una mirada a la web llamada Centro de Pensamiento Primero Colombia, y pude comprobar que no es más que un compendio de discursos y frases de los “altos pensamientos” uribistas. Y de fondo, un tufillo más bien rancio, de querer convertirse en salvadores de la patria, disparando sus dardos de odio al “traidor” de Santos. En fin, un intento más para rendir culto a la personalidad de ese pintoresco ex presidente Uribe, quien, a mi modo de ver, pretende erigirse en un paladín de la moralidad, civismo y amor por la patria. Y con el oscuro pasado que se carga a sus espaldas, tiene el desparpajo de atacar a sus enemigos, aunque no me sorprende, salvo honrosas excepciones, la fauna política siempre tiene cola de paja. Como si no bastara su cara presencia, nos ofrece sus libros online, ¿Quién le compra? . Si mal no recuerdo, Uribe ya no puede postularse de nuevo a la presidencia, entonces ¿por qué tanta artillería contra Santos, en vez de retirarse tranquilamente a una de sus fincas? ¿o está preparando el terreno para algun delfín político?
ResponderBorrarApreciado, Eskimal. Por fortuna inventaron internet. Además, la cantidad de información que circula obliga a afinar los sentidos para separar el trigo de la cizaña. creo que Uribe enfiló sus baterías desde el día de la posesión de Santos, cuando este último dejó claro que tenía su propio proyecto de poder. No mejor o peor, solamente propio, como lo ha evidenciado su particular manera de dar bandazos.
ResponderBorrarApreciado José. Ese concepto de pureza siempre conlleva grandes peligros. Lo postularon en su momento los comunistas, los nazis y los fascistas, con los resultados conocidos por todos. Y ahora nos aparece este iluminado criollo decidido a "refundar la patria", un curioso embeleco disfrazado de pensamiento profundo que ha conseguido polarizar todavía más a una sociedad tan turbulenta como la colombiana.
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