jueves, 30 de mayo de 2013

Letras de cambio




Al  escritor Euclides Jaramillo Arango, autor entre otros textos de  un libro titulado “¡Terror!: crónicas del viejo Pereira, que era el nuevo” se le atribuye una frase destinada a caracterizarnos como sociedad. “A los pereiranos las únicas letras que les interesan son las letras  de cambio” le dijo un día al profesor Jaime Ochoa en   medio de una tertulia.  Su reflexión aludía, claro, a nuestra proverbial indiferencia- cuando no desprecio absoluto- frente a las producciones intelectuales.
Décadas después la sentencia en cuestión se volvería premonitoria. Por enésima vez Jaime  Ochoa acaba de recibir notificación perentoria, para que devuelva  el espacio del antiguo Palacio de Rentas Departamentales, ubicado en  la carrera 10 con calle 17 de Pereira, donde  funciona  con carácter provisional el centro de documentación conformado por miles de libros publicados en la región  a lo largo de más de un siglo y recopilados con  paciencia de lector  devoto durante toda su vida por el profesor. No sobra advertir que los ejemplares fueron adquiridos con dinero de su bolsillo y organizados durante muchas horas de trabajo, sin una remuneración distinta a la de su fervor por la palabra escrita.
El centro de documentación es un espacio abierto a lectores, investigadores, profesores, estudiantes, académicos o simples curiosos, atendido por el propietario de los libros en el tiempo que le dejan libres sus obligaciones como maestro. Cuando se produce  un cambio de gobierno se repite la situación: en cumplimiento de sus atribuciones los nuevos funcionarios  revisan los documentos y expiden un oficio conminando a Jaime Ochoa a marcharse con sus libros  a otra parte. Entonces se reinicia una peregrinación por despachos oficiales atendidos por burócratas despistados, así como por las sedes de los  medios de comunicación en busca de una  fórmula de salvación para su patrimonio  bibliográfico, fórmula que siempre resulta provisional.
Desde hace  cuatro años, cuando empezó de manera formal el tránsito hacia la celebración del sesquicentenario   de Pereira, la palabra memoria se convirtió en parte de la retórica oficial, al punto  de que está  en marcha un programa denominado  “Cápsulas de la memoria” cuyo nombre fue tomado de un producto mercadeado por el periódico El Tiempo unos años atrás.. El vocablo reaparece cada vez que se menciona la necesidad de hacer un  alto  en el camino para inventariar los bienes materiales y culturales edificados  hasta el presente y a partir de allí trazar una ruta de viaje en el corto, mediano y largo plazo.
Que la memoria es clave para inventar y consolidar un destino individual y colectivo  resulta algo evidente. Sin embargo esa lógica no opera en el caso del Centro de Documentación. Todo lo contrario:  en lugar de asumir los libros como  parte  irrenunciable de nuestro patrimonio, a sucesivas administraciones locales y regionales se les volvió un problema su conservación y difusión. Y ni siquiera se trata de un edificio generador de grandes costos. Es apenas una habitación donde conviven, apretujados, títulos como  Las andariegas, de Alba Lucía Ángel;  Las espirales de septiembre, de Juan Guillermo Álvarez; El laberinto de las secretas angustias, de Rigoberto Gil Montoya; Los hijos del agua, de Susana Henao o El río corre hacia atrás, de Benjamín Baena Hoyos, para mencionar  solo algunos entre los centenares de títulos alojados allí.
Don Euclides Jaramillo Arango acabó exiliado en Armenia, donde pudo desarrollar a plenitud su trabajo literario y periodístico. Además  participó en la creación de instituciones académicas tan importantes como la Universidad del Quindío. En sus textos  nos legó un fino humor capaz de conmovernos hasta nuestros días. Al profesor Ochoa, quien – ironías de la vida- es además miembro de la Academia Pereirana de Historia, no le resta salida distinta a la de recorrer las calles, tocar puertas muchas veces  protegidas con doble cerrojo, desahogar su impotencia con el primer contertulio que se le cruce en el camino y  convencerse de que, a fin de cuentas, la realidad acabó dándole la razón a don Euclides.

9 comentarios:

  1. El mantenimiento de una biblioteca es muy costoso, ya se sabe, y así como a unos les interesan tanto las letras de cambio, a otros les conmueven los libros de contabilidad. Pobres libros, pobres bibliotecas. Han pasado de ser la esencia del universo, como creía Borges, a ser una carga para burócratas. Dicen que el califa no se cuantos justificaba el incendio de la biblioteca de Alejandría con el argumento que si sus libros repetían el Corán, eran redundantes, y si se apartaban del libro sagrado... pues eran abominables. Debes aceptar, amigo Gustavo, que ese centró de documentación contiene libros que ofenden a Fundamentos de Contabilidad y Finanzas.

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  2. ¡Ay, mi querido don Lalo ! Jamás imaginé que Lucas Pacciolo tuviera velas en este entierro. Pero sí: conservar el patrimonio bibliográfico de un lugar es también asunto de contabilidad por partida doble. Nunca más oportuna la cita de Borges, que concebía el paraíso como una biblioteca. En esa lógica, el infierno es la supresión de la biblioteca y los demonios quienes patrocinan esa visión del mundo.
    Un abrazo,
    Gustavo

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  3. Cada vez que escucho el apellido Jaramillo inmediatamente pienso en Colombia, amigo Gustavo, ¿no había un cantante con ese nombre, acaso Jaime?...a propósito de lo que dice Lalo, en una película reciente, en una biblioteca elevada de Nueva York se refugian algunos jóvenes porque la ciudad es invadida por las aguas y luego por una glaciación repentina, a tal punto que se ven obligados a quemar libros para calentarse. El dilema se plantea cuando repasan los títulos, algunos muy valiosos, pero al final uno de ellos se decide por los gruesos tratados jurídicos, “son solo leyes, nadie los extrañará” afirma mientras decididamente arranca las hojas. Fuera de bromas, es preocupante el hecho de que las bibiliotecas de toda la vida parece que tienen las horas contadas. Al dato de que se hace oneroso su mantenimeinto, cada vez la gente acude menos a sus salas, debido a la comodidad de internet. Yo mismo, ya ni piso ninguna desde mi ultimo año de universidad, que precismanete coincidió con el boom de la red global.

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  4. Supongo que habla del cantante Julio Jaramillo, apreciado José. En realidad nació en Ecuador pero los colombianos lo adoptamos como nuestro. Jaime Jaramillo es un hombre que hace una labor bastante buena con niños abandonados.
    Volviendo a nuestro asunto, el de las bibliotecas, nuestros burócratas se acercan bastante a la naturaleza de esos personajes de Farenheit 451, la novela de Bradbury, consagrados con lo más excelso de su odio a borrar los libros de la faz de la tierra.
    PDT: volvamos a la familia Jaramillo. Le comparto enlace a una canción de don Julio:
    http://www.youtube.com/watch?v=I0xpdKZEnqU

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  5. Pereira es una pobre ciudad sin futuro porque ni siquiera es capaz de reconocer a quienes la han hecho grande. Qué gran labor la de nuestro entrañable amigo Jaime Ochoa, cuánto esmero por recoger con cariño nuestras producciones, y que desprecio con el que se le paga. No hay esperanza cuando un pueblo es manejado por pigmeos, no hay conocimiento cuando importa más las hojas del papel moneda, que las de la literatura.

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  6. " El mundo habrá acabado de joderse cuando los hombres viajen en primera clase y los libros en el vagón de carga" dijo un personaje de Cien años de soledad.
    Bueno, creo que en Pereira estamos más que jodidos.

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  7. Es triste que una persona como Jaime Ochoa, quien ha abierto esa biblioteca genial de Pereira a todos nosotros, yo la he podido aprovechar de alguna manera para un interés personal, tenga que buscar en las oficinas gubernamentales permisos para que nuestra literatura risaraldense, pereirana, o de escritores que escriben de la región o en la región o desde la región, coexista con nosotros. Si quitan este lugar celebrar 150 años es algo inútil, es quemar libros y dejar olvido, indiferencia. Ya ha pasado con la antigua Casa de la Cultura, la que yo conocí y que estaba en la Carrera Quinta. Lo peor Gustavo, es que nosotros no hacemos nada, estamos sólo a la espera de caballos y ferias de cerveza.

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  8. Que los habrá bastantes el próximo agosto...digo, los caballos y las ferias, apreciado Eskimal. La imagen da para una postal de la indolencia : un lector devoto y desinteresado como Jaime Ochoa, con su equipaje de libros a cuestas, tocando de puerta en puerta los despachos de burócratas incapaces de concebir lo que significa una biblioteca.

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  9. Señor Gustavo, ¿hay forma de adelantar algún tipo de iniciativa ciudadana con la cual, quizá, quienes amamos la literatura, podamos lograr que la dirigencia Pereirana y Risaraldense le otorgue, de manera definitiva, un espacio digno a este centro de documentación del señor Jaime?

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