En inglés existe
un bello vocablo, tan lleno de matices, que solo puede ser traducido mediante
un concepto. En principio se utilizó casi de manera exclusiva en el lenguaje de la investigación científica,
para extenderse después a otras facetas
de la vida. Se trata de Serendipity.
En un sentido amplio puede traducirse como un error afortunado o un
accidente feliz ¿Cómo es eso? Al emprender
su trabajo los científicos se
formulan un conjunto de preguntas, seguidas a su vez de una serie de hipótesis.
Mediante el desarrollo de estas últimas
intentan responder a las primeras. Pues bien, en su recorrido, muchas veces por
distracción o manejo erróneo de un
experimento, suelen encontrar algo que no buscaban pero al final resulta ser más provechoso en
términos personales, profesionales y
sociales. Así se han descubierto vacunas,
adelantos tecnológicos y métodos de gestión social. Aun sin su
traducción, la palabra serendipity contribuye
a enriquecer nuestro universo mental, así en lo individual como en lo
colectivo: nos ayuda a ver el mundo de otra manera. Es en ese punto donde los
lenguajes se fortalecen unos a otros. La presencia de los árabes en España
durante ochocientos años es pródiga en
ese tipo de ejemplos. Parece una simple anécdota, pero la noción moderna de almohada se la
debemos a ellos. El castellano la incorporó a su acerbo por física necesidad
También en
inglés existe una palabreja, utilizada
hasta el abuso por técnicos, periodistas, expertos y académicos. En
español tiene al menos tres sinónimos o
expresiones que se aproximan a su sentido último. Entre ellos están: listado,
escalafón o clasificación. Sin embargo, por físico esnobismo, muchos prefieren
utilizar la cacofónica Ranking para
aludir a la publicación de los resultados
de una encuesta o a la posición
de un seleccionado de fútbol en el
concierto mundial. “Colombia, cuarta en
el ranking mundial” o “ Ranking de noticias”, leo en el periódico La Tarde, medio que me
acoge como columnista desde hace más de una década. Alentados por el lenguaje
de los tecnócratas, periodistas y medios de comunicación hemos contribuido a multiplicar el vicio
hasta la exasperación. Así, cluster acabó por suplantar a cadena productiva,
marketing a mercadeo y tip a consejo o recomendación. En cualquiera de los
casos el recurso del vocablo anglosajón
resulta innecesario.
Cosas
inevitables de la globalización, dirán algunos lectores y les asiste mucho de
razón. Solo que en el intercambio de bienes, ideas y servicios facilitado por la apertura de fronteras no
todo resulta bueno. En lo tocante a la lengua utilizada para comunicarnos y
entender el mundo, el fenómeno puede enriquecer o empobrecer. En el primer
caso, la década de los sesentas legó para la
antropología y la sociología un término tomado de la nomenclatura del jazz. Se trata de hip, que
significa sabio o iniciado. Incorporado
al idioma español, contribuyó a poner en
situación un fenómeno cultural surgido a modo de protesta frente a las
aberraciones de la sociedad de consumo: el “hippismo”. En el segundo, las
palabras utilizadas sin necesidad en la comunicación diaria ya bastan
para editar un diccionario completo del absurdo. “Twitear” podría encabezar la
lista sin problema alguno. Después de todo, el verbo trinar existe en
castellano incluso antes de la evolución de los canarios. En segundo
término propongo Outlet. En mi ya lejana juventud se hablaba de “imperfectas” o “saldos de fábrica”, para referirse a las tiendas donde uno podía adquirir mercancías a menor precio por la misma razón
enunciada en el aviso. Hoy en los Oulets le venden lo mismo pero con apariencia
de mejor familia. Si no estoy mal, a eso lo llaman publicidad engañosa.
No me refiero
aquí, desde luego, a esas espontáneas adopciones y modificaciones de
palabras extranjeras acuñadas por el lenguaje popular. Todavía me
parece hermoso eso de “Guachimán” para
nombrar a los viejos vigilantes de
cuadra. Como ustedes bien lo saben, proviene de la expresión inglesa watchman que, transmutada, le dio
un toque romántico al oficio de esos hombres que fingen vigilar mientras
duermen el sueño de los justos. Ese tipo de apropiaciones pasa por un meridiano
distinto del que separa de modo irremediable a las siempre bienvenidas palabras
ajenas de las palabrejas inútiles ¿ Okey?
Muy bueno lo de serendipity, palabra que, como dices, no tiene una traducción directa, hay que explicar el concepto para entender el significado, y esto la convierte en una tortura para los estudiantes de inglés como segunda lengua. Mi preferida, entre las palabras sin traducción directa en muchas lenguas, es la alemana “schadenfreude”, que quiere decir “placer ante la desventura ajena”, cuya etimología es Schaden=daño + freude=placer. Repara en el contraste de sentimientos. No sé por qué, tal vez algún defecto moral íntimo, lo cierto es que la palabreja se me ha quedado grabada desde hace mucho tiempo.
ResponderBorrarMi mujer me apunta que una de las acepciones de la expresion coloquial "regodearse" coincide con Schadenfreude: "Complacerse maliciosamente con un percance, apuro, etc., que le ocurre a otra persona". Tiene razon.
ResponderBorrarMi querido don Lalo: gracias por esa palabra, schandenfreude, que no conocía. Por un momento sentí horror: creí que tenía algo que ver con Freud. Supongo que, al menos de forma tangencial, su significado alude a una de las formas de la envidia: la del regocijo ante el dolor o la pérdida experimentados por aquellos cuyas destrezas y virtudes quisiéramos para nosotros.
ResponderBorrarHablando de palabrejas, en mis tiempos de universitario, nuestros docentes del área nos machacaban con que no existía una traducción exacta para “marketing”, unos decían que podría significar “mercadeo” y otros insistían en “mercadotecnia”. Algunos iban más allá, de acuerdo con algunos autores que, en realidad, marketing engloba los otros dos conceptos y fin de la discusión. Con razón he visto una película de ciencia ficción cuya nave llevaba el nombre de Serendipity, tan sonora como “Enterprise”. Yo les obsequio otra palabreja que está muy de moda en Bolivia. Dícese “llunquerío” a la devoción zalamera que tienen todos los funcionarios para congraciarse con Evo o cualquier persona con poder. Proviene del quechua “llunk’u” que podía traducirse como adulón, servil, etc, pero sin tener la misma carga significativa, muy despectiva, por cierto.
ResponderBorrarEste ha sido día de descubrimientos, apreciado José. Don Lalo me regaló la palabra Shandenfreude y ahora usted me revela "llunquerío". En Colombia tenemos una equivalente, con un sentido lapidario : lambón.
ResponderBorrarTrending Topic dicen para referirse al tema de momento en Twitter, perdón, en el trinar. Creo que a veces sólo decimos estas palabras no por el hecho de que pertenezcan a un tema específico, como sería acá las redes sociales, sino por querer asimilar un conocimiento de la actualidad que en el fondo llega a ser vacío completo. Cuando escucho a periodistas de radio o de televisión que andan analizando los trending topic del momento me siento extraño. Inclusive periodistas serios y con buena reputación acá como Carmen Aristegui lo utilizan. Quizá llegará a ser parte del lenguaje coloquial de quienes vienen detrás de mi generación, las nuevas y quizá, Gustavo, las lengusa serán sólo una, sólo imagino; y ahora no sólo piense en las palabras inglesas, con el nuevo auge de la industria del entretenimiento oriental llegan referencias japonesas, le dejo una: Otaku, se refiere al lector voraz de Comic o manga o historieta japonesa.
ResponderBorrarSaludos.
Perdón Gustavo, cuando me refiero a "acá" es a México. Ya me estoy asimilando este país.
Borrar¿ y por qué coño no dicen tendencia o actualidad? Como diría el filósofo mexicano Cantinflas: "Ahí está el detalle". El puro arribismo llevado a los terrenos del lenguaje.
ResponderBorrarNo discuto el hecho, necesario por lo demás, de que los idiomas dialoguen y se enriquezcan unos a otros. Lo deplorable es el abuso innecesario de palabras que tienen no uno sino varios sinónimos en la lengua vernácula, apreciado Eskimal.
Ah, lo del lapsus " acá" prueba, una vez más, que uno no es de donde nace, sino de donde construye su vida en un momento dado. En este momento una parte de su ser es mexicana. De lo contrario no podría sobrevivir allí.