“¡Expulsen al caníbal!” “¡Encarcelen
a ese criminal!” “¡Que suspendan de por vida a ese sicópata!” “Sáquenle los
dientes y déjenlo así para siempre!". Las anteriores fueron solo
cuatro entre las más decentes expresiones leídas y escuchadas en medios de comunicación
y redes sociales desde el martes 24 de junio ¿Se referían a algún asesino
serial sorprendido en el preciso momento
de descuartizar a un niño en un terreno
descampado? Nada de eso: el destinatario de los
insultos era el futbolista Luis
Suárez, cuya expulsión tras morder a su
colega Giorgio Chiellini en el
juego Uruguay – Italia ha sido
documentada en detalle como para
redundar sobre ella aquí.
Tampoco voy a discutir sobre la
curiosa balanza utilizada por la Fifa para impartir justicia, porque sus
métodos y criterios no difieren mucho de
la justicia convencional, cuya
proverbial ceguera, bien lo sabemos, mengua o se intensifica al ritmo de
los intereses en juego.
Lo que me produjo de verdad
alarma fue el hecho de que muchas de las
expresiones de periodistas y usuarios de
las redes sociales resultaran tan agresivas y peligrosas como el ya
célebre mordisco. Escudados tras un micrófono o mimetizados entre la masa anónima, los
alaridos surcaron el planeta en todas direcciones, pues nunca la aldea se
hace tan global como cuando sus habitantes se vuelven histéricos. En
cuestión de segundos se activó el fenómeno que un agudo observador definió como
“Linchamiento virtual”, una especie de
agresiva reacción en cadena caracterizada por la abundancia de emociones y la
escasez o ausencia total de reflexión y mesura.
Días antes había sucedido con la
actriz holandesa Nicolette Van Damm,
condenada al paredón por concebir y subir a la red una
caricatura de su autoría en la que mostraba a los futbolistas colombianos Falcao García y James Rodriguez
aspirando la cal que demarca el campo de
juego como si se tratara de cocaína pura. Chistes como esos se ven y escuchan
todos los días: no por casualidad en Colombia se publican cientos de libros buenos y malos sobre un
fenómeno que atraviesa la sociedad entera desde hace casi medio siglo: el
narcotráfico. El delito de la actriz consistió en hacer la broma justo cuando el
patrioterismo se encontraba más exacerbado por los logros de la selección
nacional. De puta para arriba sobraron los calificativos y hasta la cancillería
colombiana interpuso una protesta que
derivó en la renuncia de la holandesa
a su cargo honorífico en la
Unicef
Lo grave de todo esto reside en
la facilidad con que se pasa del linchamiento virtual – de por sí bastante
dañino- al real, como le sucedió al autor de un pésimo e inoportuno chiste
sobre la muerte de un grupo de niños ocupantes de un bus incendiado:
tuvieron que rescatarlo a última hora de los ataques físicos de una panda de condiscípulos
justicieros.
Todo lo anterior es justificado por muchos con base en una
retorcida interpretación del derecho a expresarse y a generar debate. Por lo
menos esa es la sugestiva idea que nos han vendido: desde esa óptica, las redes
sociales serían la expresión de la
democracia y de uno de sus pilares: el libre desarrollo de la personalidad.
Pero ¿ Dónde quedan entonces nociones como la responsabilidad por lo que se dice y hace,
aparte del respeto por los otros, asuntos claves en la misma democracia? Esa es
todavía una inquietud por resolver. Con la rapidez e impunidad que caracterizan
al francotirador, las hordas digitales
tienen hasta ahora patente de corso para lanzarse sobre la presa escogida pos sus instintos.
Por desgracia para la libertad y la dignidad de sus víctimas sus heridas suelen
ser mucho más graves que las propinadas
por el impulsivo Suárez al
defensor italiano.
.
Excelente título para un libro sobre el asunto, yo que usted lo registraría ipso facto, estimado Gustavo. Ese chiste de la holandesa me suena tan parecido a la caricatura de humor negro que un dibujante hizo sobre nuestro carnaval de Oruro, luego casi todos los orureños pedían la cabeza del autor. Hay tanta intolerancia en la aldea global, que a pesar de los supuestos avances de la democracia y demás convencionalismos de convivencia pacífica, no soportamos ni siquiera un chiste cuando nos toca la vena patriotera. Por otro lado, libertad no es sinónimo de libertinaje, que desgraciadamente al amparo del anonimato las redes sociales fomentan. Hay que ser responsables a la hora de publicar cosas y con mayor razón para autoridades y personas públicas que tengan alguna influencia.
ResponderBorrarAcataré su consejo de inmediato, apreciado José. Recuerde que, por definición, todos los fundamentalismos son alérgicos a la risa: viven tan convencidos de poseer la verdad revelada que no resisten el menor asomo de duda, sobre todo cuando viene combinada con una saludable dosis de humor negro.
ResponderBorrarRecordemos, nada más, el caso del caricaturista danés y la guerra santa declarada contra él por un simple garabato sobre Mahoma.
Bien dicho, los fundamentalismos son alérgicos a la risa, por la simple razón de que se merecen la burla. Saben defenderse de ataques físicos, de violencia y hasta de ideas, pero ante la risa no tienen respuesta. Todos asociamos la caída de regímenes autoritarios con la proliferación de chistes que la precedió, burlándose de la estupidez, la codicia y la crueldad del sistema y sus funcionarios. Por supuesto que lo de Suárez no está en esa escala, en este caso es la dictadura de la estupidez. El hombre mordió a un colega, fue sancionado severamente, pidió perdón (más bien tarde, digamos), la temporada que viene jugará en otro equipo de otro país... Muchos de los indignados favorecen trampas si quiénes las cometen son de los suyos... Esto de Suárez ha sido una tormenta en un vaso de agua.
ResponderBorrarCon la gente que no tiene sentido del humor no se puede hablar en serio, mi querido don Lalo ¿Cómo dialogar con un individuo que padece el síndrome de Atlas y se cree obligado a llevar el mundo sobre sus hombros? Sin un toque de ironía y un buen despliegue de risa es imposible sobrevivir en medio del absurdo y la insensatez del mundo.
ResponderBorrares muy cierto lo que dices
ResponderBorrarlo que sucede es que cada uno ve el humor desde un punto de vista diferente
Yo no uso humor hasta que conozco bien a la gente
Eso está claro. Primero, por un asunto de confianza y segundo por cuestión de supervivencia: nunca sabe uno si va a desatar la furia de un energúmeno.
ResponderBorrarGustavo, solo vea loq ue pasa con Zúñiga después de la falta a Neymar. Si no fuera por el ahora llamado Mineirazo al futbolista colombiano le seguirían llegando improperios y amenazas sin medida. Hubo una defensora de los derechos humanos en Brasil que con un trino le deseó a Zúñiga el mismo desenlace que tuvo Andrés Escobar.
ResponderBorrarGracias a las redes sociales, instagram y twitter hemos conocido otra parte del mundial, algo bonito, como las fotos colectivas de los jugadores en camerino, esa fraternidad y apoyo a los contrarios, la imaginación de los hinchas para apoyar a su equipo, pero también se realza la parte oscura de la pasión : el extraño chauvinismo desatado por el fútbol.
Apreciado Eskimal: quizás no exista otro terreno más propicio para el cultivo del chauvinismo que el abonado por el fútbol. Al tocar fibras tan hondas de los seres humanos favorece - sin proponérselo- su aprovechamiento por parte de quienes estimulan los regionalismos, los nacionalismos y sobre todo el patrioterismo a ultranza como instrumentos de dominación política.
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