La imagen es de todos conocida:
miles de ciudadanos chinos se desplazan por las calles de una
ciudad industrial, en medio de una densa nube de humo y “ protegidos” con tapabocas. Es la postal de
ese curioso engendro surgido tras la muerte de Mao y la consiguiente purga de
sus colaboradores : comunismo político y capitalismo económico. Es decir,
burocracia férrea y neoliberalismo
rampante.
Cuando se les pregunta sobre compromisos en materia
ambiental los funcionarios chinos
responden con una sinceridad que
exaspera a los movimientos verdes : “ Si queremos sacar de la pobreza a mil millones de habitantes no podemos ponernos con
sutilezas. Con formas de producción
propias de la Edad Media ni siquiera
podremos garantizar la dieta diaria de
nuestra población. Así que no tenemos otra salida que seguir adelante, así nos
sancionen una y otra vez por incumplir los protocolos en materia de contaminación”.
Suena cínico, pero al menos los
burócratas chinos son honestos. Su postura expresa a cabalidad la esencia misma
del capitalismo : producción, consumo, derroche y vuelta a producir y
consumir hasta que no haya nada que
explotar y entonces a lo mejor los más privilegiados emigren a otro planeta del
sistema solar. Ajenos a todas esa falacias
sobre el desarrollo sustentable y sostenible, los herederos de los
antiguos mandarines les hacen el quite a los pactos, porque saben que no los van a cumplir.
Al menos eso los diferencia del resto de integrantes del
grupo de los más ricos, que firman cuanto papel les ponen al frente: emisión de
gases, calentamiento global, manejo de residuos tóxicos, vertimientos a las aguas.
A la hora de evaluar los acuerdos todos tienen sus razones para haberlos
violado: la productividad de las
empresas y la generación de empleo, las protestas obreras o los altos intereses
de la nación. Basta con que una gran corporación de la industria farmacéutica,
petrolera o del negocio informático
amenace con retirar su apoyo financiero a los políticos para que toda la palabrería
sobre desarrollo sustentable y sostenible se diluya en el aire. Esa es la
realidad. Lo otro es el catálogo de buenas intenciones de todos esos
movimientos surgidos tras el derrumbe de
las grandes ideologías y que hoy se
empeñan, según la expresión al uso, en
“salvar al planeta”. Aquí nada nada más
en Colombia, como en todas partes, las grandes transnacionales imponen ministros y funcionarios de bolsillo,
escogidos a la medida de sus intereses. A quien los denuncia lo acusan de mamerto, de enemigo del progreso o lo
cagan a tiros en algún recodo del camino.
Tengo un vecino en mi blog, aquí al lado, el boliviano
José Crespo de El perro rojo http://perropuka.blogspot.com.co/. Dueño de
una pluma corrosiva y de una especial capacidad para los detalles Crespo nos mantiene enterados sobre esa curiosa
variante del folclore latinoamericano que es Evo Morales. Entre muchas otras
cosas, el presidente de Bolivia se la
pasa suscribiendo cuando tratado internacional existe sobre conservación ambiental y protección de la
madre tierra. La pregunta obligada es: ¿ Cuál puede ser la participación
porcentual de Bolivia en la destrucción del planeta? Por supuesto, es
mínima, por no decir nula en comparación con Estados Unidos , Japón,
Alemania Reino Unido y los otros dueños
del mundo, es decir, sus corporaciones. Lo que ellos no firman lo hacen Morales y sus equivalentes en todos los
lugares de la tierra. Para tranquilizar la conciencia y de paso evadir uno que
otro impuesto, estas transnacionales financian organismos consagrados a cuidar riachuelos,
limpiar veredas o impulsar jornadas de
día sin carro o de amor a los árboles. De esa manera pueden seguir tranquilas
su senda devastadora mientras pronuncian discursos conmovedores sobre la inclusión, la
equidad y el desarrollo sustentable.
Si,pero no.
ResponderBorrarAunque esencialmente ese discurso es correcto, y en efecto las multinacionales y el sistema económico son responsables de la debacle en que anda metida el mundo, puede ser una verdad a medias cuando se dejan de lado procesos locales que también son sumamente contaminantes. Y es que escudándonos en que el daño ambiental lo hacen las grandes corporaciones nos olvidamos que todas las sociedades a lo largo de toda la historia han impactado su entorno. Podría citar este ejemplo de los indígenas de la Sierra Nevada a los que consideran "sabios" y "puros", pero que han destruído sus tierras de cultivo y sus bosques con las quemas:
http://www.universocentro.com/NUMERO62/Humodelasierra.aspx
Así mismo, se habla mucho de la gran minería. Y sí, será devastadora, pero hasta el momento la locomotora no arranca y el desastre lo producen pequeños y medianos empresarios, fundamentalmente antioqueños o brasileros, que operan con la llamada "minería ilegal". Se cuestiona, con razón, a forestales como Cartón de Colombia, pero casi nadie habla de la peor catástrofe ambiental que ha sufrido el país: la ganadería extensiva, que acumula tierra en pocas manos y arrasa las selvas como un cáncer. Y ahí no hay multinacionales, sino una intrincada dinámica entre colonos, coqueros y terratenientes que amplían la frontera agrícola. Los fenómenos climáticos ponen en evidencia que, precisamente, por la ganadería nuestras cuencas quedaron destruídas.
Por eso creo que seguir buscando la causa del desastre ecológico sólo en las multinacionales es buscar la calentura en las sábanas, pues en realidad es el paradigma completo el que no funciona.
Saludos, Cami.
Hombre Camilo: siempre resulta saludable la presencia de alguien que anima el debate con reflexión y argumentos, eludiendo de paso el mísero " Me gusta" que reina en internet.
ResponderBorrarEn alguna parte he leído que en tiempos de los emperadores en China estaba prohibido derribar árboles sin permiso y se castigaba con pena de muerte. Siguiendo con los chinos, acaba de salir en la BBC el dato de que Pekín ya supera a Nueva York como la ciudad con más multimillonarios (billonarios en inglés) en todo el planeta. Como sabemos, los nuevos ricos en cualquier rincón del mundo son los más consumistas, los más derrochadores -con mayor razón si hablamos de los chinos, acostumbrados por décadas a las penurias del comunismo- y los más irresponsables en materia ambiental. China es también el mayor mercado para los autos de lujo y, de hecho, los hijitos de los jerarcas del Partido Comunista tienen debilidad por los Ferraris y no tienen problema en lucirse a toda velocidad por las calles de las principales ciudades, mientras en los arrabales millones de compatriotas tienen serias dificultades para alimentarse y tener techo. Eso es lo que ha producido el “milagro económico chino”.
ResponderBorrarConcuerdo bastante con la opinión de Camilo, aquí hay responsabilidad de todas las partes. Y aun soy más pesimista con el futuro del planeta, no hay especie más depredadora y autodestructiva que la nuestra. Me enerva la maldad gratuita del hombre común, solo como ejemplo: en mi ciudad es normal que los arbustos o árboles de una calle aparezcan mutilados a machetazos o con la corteza arrancada para que se seque, porque a un imbécil le hacen sombra a su casa o le ensucian la acera con sus hojas, son las excusas más corrientes cuando alguien les reclama. Y en general todas las ciudades andinas son así, como mejor prueba de que a sus habitantes le vale un carajo la conservación de áreas verdes.
Y el drama no parece tener fin para nuestros países condenados con esa mentada maldición de las riquezas naturales, como ilustra esta excelente crónica de la codicia por el oro y el uso desenfrenado del mercurio en las montañas y ríos de Antioquia, y que quizá ya la conozca. (y muchas gracias por ponerme en evidencia con sus conceptos sobre mis artículos, que hasta me puse colorao, jeje). Saludos.
http://www.elcolombiano.com/especiales/mercurio-en-antioquia/el-mercurio-un-monstruo-dormido-en-antioquia-YC721881
Al tiempo que expande su ego, el homo ¿Sapiens? deja su huella devastadora sobre la tierra : basta con echar un vistazo a las canecas de la basura de los sectores con mayor capacidad de consumo para darse cuenta de nuestro nivel de irracionalidad : por lo menos el 90% de los objetos consumidos son innecesarios, en el sentido filosófico, no en el sentido publicitario de esta palabra.
ResponderBorrarVistas así las cosas, hasta el paisaje apocalíptico de las películas de Mad Max resulta alentador.