En un intento por comprender la
delirante realidad colombiana me di a la lectura del libro Discursos sobre la primera década de Tito Livio, de Nicolás
Maquiavelo, una obra injustamente
opacada por el prestigio de El
príncipe. En ella, el autor florentino despliega todo su conocimiento
de los entresijos del poder para
mostrarnos la trama de violencia, intrigas y corrupción que lo rodean.
Pero decir que el libro nos
muestra la corriente subterránea de aguas nauseabundas por las que transitan
los poderosos sería una redundancia inútil, pues a menudo olvidamos un detalle:
contra el deseo enunciado por Platón en La
República, la política está hecha menos de grandes ideales que de pasiones
y apetitos rastreros. Por eso, como lo
da a entender Maquiavelo en el capítulo XXXIX: “En pueblos distintos a menudo se observan las mismas circunstancias”.
Acto seguido nos dice que: “Y, quien
examine las cosas presentes y las antiguas, verá fácilmente que, en todas las
ciudades y en todos los pueblos, aparecen los mismos deseos y los mismos
humores, y que ellos existieron siempre”.
Revisar el pasado nos da así
algunas claves para afrontar el
presente. Y es aquí donde uno encuentra elementos para descifrar pasajes
enteros de la actual encrucijada nacional: Uno
de los grandes impedimentos para encontrar la paz ha estado en el
fracaso de los intentos de reforma agraria, al punto de que los expertos extranjeros siempre se asombren de encontrar
un país anclado en un conflicto que
otros resolvieron hace siglos: el de la
propiedad de la tierra.
A propósito, en los Discursos
sobre la primera década de Tito Livio,
capítulo XXXVII se advierte: “ Qué escándalos provocó en Roma la ley
agraria, y cómo hacer una ley en una
república que sea retroactiva y esté contra una costumbre antigua de la ciudad, provocando desórdenes”.
Si señores: una ley agraria. La
misma que hoy está en discusión en
Colombia como condición para llevar a buen término los acuerdos firmados con
las Farc- Ep. Ese es el punto clave de la violencia guerrillera y paramilitar en nuestro país . Por eso sus opositores exigieron
revisarlo, conocidos los resultados del plebiscito del 2 de octubre.
Maquiavelo lo expresa con precisión: “Esta ley tenía dos puntos principales: por uno se disponía que ningún
ciudadano podía poseer más que una cantidad de yugadas de tierras y, por el
otro, que los campos quitados a los enemigos se dividieran entre el pueblo
romano. Entonces, venía a atacar de dos modos a los nobles porque, quienes
poseían más bienes de los permitidos por la ley-de hecho, la mayor parte de los
nobles-serían despojados de ellos. Y, al repartirse entre la plebe los bienes
de los enemigos, se quitaba a los nobles la posibilidad de enriquecerse”.
¿Les suena conocido? Bueno, cualquier
parecido no es mera coincidencia. Y es aquí donde en Colombia las cosas cambian de color pues, según algunos
estimativos modestos, al menos la
tercera parte de los latifundios
existentes en el territorio colombiano tienen origen criminal. Ya se trate
de las guerras de independencia en el siglo XIX, de la violencia liberal
conservadora o de acciones de los
paramilitares, las guerrillas o el narcotráfico, la gran propiedad ha sido el resultado de
alguna forma de despojo.
Si damos un gran salto en el
tiempo, comprendemos parte de nuestra tragedia nacional, expresada, según
algunos, en una forma extrema de esquizofrenia colectiva: medio país, es decir,
los habitantes de las ciudades, está anclado en el ciclo XXI, con sus prodigios tecnológicos y su acceso al consumo
desenfrenado. No por casualidad su gran metáfora son los centros comerciales.
La otra mitad, en cambio, padece turbulencias propias de hace 2000 años, centradas en pugnas por la tierra y por
eso su gran símbolo son los machetes, las motosierras y la sangre derramada ¿
puede alguien imaginarse una tragedia peor?
Esos dos países salieron a votar en el plebiscito, con los resultados
conocidos.
A menudo hacemos caso omiso de un pequeño detalle:
cuando los políticos hablan de “Los
grandes intereses de la patria” se refieren en realidad a sus intereses más
mezquinos y a los de los grupos de poder
que representan. Por eso, si se animan, los invito a revisitar a Maquiavelo,
ahora que navegamos en mares de
confusión.
PDT . les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
Discursos sobre la primera
década de Tito Livio
Nicolás Maquiavelo
Editorial Losada
Biblioteca de Obras Maestras del
Pensamiento
2004
455 páginas.
He buscado citas de Tito Livio. Era un genio, como se puede deducir de estas dos:
ResponderBorrar-El pueblo es como el mar, esa masa inmóvil pero agitada por cada viento, hasta por la brisa más tenue.
-Nuestros vicios nos parecen tan intolerables como sus remedios.
Bien mirado, Tito Livio es el modelo antiguo, original, de Maquiavelo.
Qué formidables citas nos comparte, mi querido don Lalo.
BorrarPero lo mejor de todo es su conclusión : Tito Livio como un precursor de Maquiavelo. Y eso ya son palabras mayores.
Reforma agraria, la expresión más temida por las élites y más deseada por el campesinado colombiano, en este, el país de las emociones y donde el statu quo es ley debido en buena medida -y como paradoja- a la inercia de esa masa inmóvil que menciona Don Lalo.
ResponderBorrarCuantas acepciones tiene esa palabra, querido Abel: inercia. Uno se descuida y lo inerte ya está muerto.
BorrarDe ahí que en Colombia no precisemos tanto de una revolución sino de una resurrección.
En verdad, me asombra que en pleno siglo 21 se siga hablando de Reforma agraria. En mi país hace más de sesenta años que se produjo la dotación de tierras a los campesinos bajo el lema de “la tierra es para quien la trabaja”. Aquel proceso fue traumático para los hacendados, quienes abandonaron el campo para ir a establecerse en las ciudades. Si bien persisten algunos latifundios, sin embargo, prácticamente todos están en la región de los llanos, en tierras que antaño fueron fiscales y que algunos empresarios consiguieron gracias a sus influencias con gobiernos de turno. En estas plantaciones es donde se asienta toda la agroindustria (soya, mijo, girasol, arroz, caña de azúcar) de Santa Cruz, que junto con el gas es el motor de la economía nacional.
ResponderBorrarDe ese tamaño nos van las cosas, apreciado José. Si usted pensaba que los bolivianos encabezan el escalafón del absurdo, en Colombia nos esforzamos bastante por arrebatarles la camiseta de líder.
ResponderBorrarSe que no viene al caso, pero no puedo resistir la tentación de copiarles este link con grabaciones de grandes escritores leyendo sus obras. Rulfo, Onetti, Borges, Hemingway, Neruda, en castellano e inglés. Rulfo, por ejemplo, también tiene imagen.
ResponderBorrarhttp://eternacadencia.com.ar/blog/contenidos-originales/youlit/item/veo-una-voz.html
Por supuesto que viene al caso, mi querido don Lalo. Las corrientes subterráneas nos unen a todos.
ResponderBorrarMil gracias,
Gustavo