Hace una semana reflexionaba en
este blog acerca de los consumidores de información que incorporan vocablos a
su habla cotidiana, sin detenerse a pensar en su sentido.
Por eso cambian con tanta facilidad sus concepciones del mundo y se
comportan como los llamados
influenciadores quieren que lo hagan.
Y estos últimos suelen ser caja
de resonancia de los dueños del mundo.
En ese tránsito se convierten muy
rápido en expertos que lo conocen todo… excepto
el origen y el contexto de los fenómenos.
Es decir, lo único importante.
Da igual si se trata de la guerra
en Siria, de los acuerdos de paz en Colombia, del rendimiento de un ciclista o
de la compleja situación de la vecina Venezuela.
Con la cabeza rebosante de
imágenes y datos inconexos arrojan
opiniones a los cuatro vientos, sin
parar mientes en los daños colaterales, para hablar en el lenguaje
redivivo tras el advenimiento de la era Trump y sus siniestros pillastres.
Detengámonos en Venezuela, ese
territorio ubicado tan lejos y tan cerca
de nosotros.
De un lado tenemos al gobierno de
Nicolás Maduro y su cada vez más
estridente aparato mediático que se encarga de presentarlo como víctima
de una conjura internacional.
Del otro encontramos unos medios
poderosísimos de carácter global,
decididos a presentarlo como un demonio designado por las potestades comunistas
para precipitar a Venezuela hacia el abismo.
CNN, Fox, NTN 24, Rcn y Caracol forman parte de legión encargada
de enviar reporteros al “Lugar
de los hechos”, es decir, al
escenario que les conviene: protestas reprimidas por el régimen supermercados vacíos, niños moribundos, incendios.
Es decir, el espectáculo de las noticias.
Y no es que todo sea un invento
de los medios.
Pero no representa toda la
realidad.
Porque, en últimas, son muchas y
muy variadas las circunstancias que han empujado a Venezuela a su situación
actual.
Así que es mejor leer entre líneas.
Y sobre todo fijarse en la letra
menuda.
Nada es lo que parece.
A no ser que hombres como Carlos
Andrés Pérez, Rafael Caldera, Jaime Lusinchi o, viajando atrás en el tiempo, el
dictador Marcos Pérez Jiménez, hayan pasado por arte de birlibirloque a la
condición de santos o “Héroes de la Patria”, como llaman los
ideólogos de los totalitarismos a quienes hacen el trabajo
sucio.
Antes de Chávez ese país había
producido y comercializado petróleo suficiente para brindarle a la totalidad de
su población uno de los mejores niveles de vida en el mundo.
Pero no fue así.
Y no lo fue, entre otras razones, porque Venezuela
participa de una condición común a los países del tercer mundo, empezando por
Latinoamérica y África: en ellos la riqueza deviene maldición.
Se trata de naciones dotadas de
unos recursos naturales- los
minerales no son los únicos- que a
lo largo de los siglos han sido
saqueados por el gran capital mundial y sus
aliados: las corruptas élites locales.
Si: ya sé que unos cuantos entre
ustedes van a tildarme de mamerto y desfasado.
Es más: me recordarán por enésima
vez que estamos en el siglo XXI y que el muro de Berlín fue derribado en 1989.
Cosas que creo conocer en alguna medida. Por eso escribo sobre estos
asuntos.
Asumo de entrada los adjetivos si
eso contribuye al debate y la reflexión.
Sumo y sigo. No son Chávez y
Maduro los únicos que han despilfarrado las riquezas de Venezuela, lo que no
los exonera de sus responsabilidades.
Solo que simplificar siempre
resulta una fórmula fácil: si conseguimos que una persona o un gobierno
sinteticen todas las formas del mal, sus contradictores no tienen obstáculos
para presentarse como los salvadores de la sociedad.
Con Leopoldo López, Enrique
Capriles, Lilian Tintori, Julio Borges y los más visibles líderes de la
oposición sucede eso.
Es más, a estas alturas suman millones los que
los ven como gestores de una salida hacia la redención.
Olvidan que son herederos de
quienes en su momento también expoliaron al país.
Como ustedes ven, es un asunto
difícil de entender.
Tanto, que es mejor hacer una
inmersión en la Historia venezolana
antes de tomar partido y ponerse a opinar a las volandas.
En aguas más profundas
encontraremos los restos de antiguos naufragios y empezaremos a
comprender de a poco que todo este asunto, como por lo demás sucede en
los otros países latinoamericanos, echa raíces en una sucesión de revoluciones
abortadas hasta la fecha.
Y eso no parece interesarle mucho
a la creciente legión de expertos.
Los resultados saltan a la vista:
hasta ahora hemos sido incapaces de comprendernos a nosotros mismos.
Sin embargo, nos obstinamos en desatar los nudos
del vecino.
Al fin y al cabo parece más
fácil.
Pero solo lo parece.
PDT: les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
Qué elocuente forma de sintetizar una tragedia tan grande: la de los países hermanados por la maldición de los recursos naturales. Los populismos no han surgido por generación espontánea, se han erigido sobre los cascotes de antiguos despojos. Concuerdo plenamente en la percepción de que Capriles, López y demás, no son los salvadores como se los quiere ver. Es más que probable que una vez derrotado el chavismo, empezarán a brotar los afanes mezquinos, las pugnas por espacios de poder y otros intereses relacionados a la politiquería. ¿Qué hacer entonces? ¡Que se vayan todos!, era el fuerte clamor popular en una Argentina sumida en el caos, luego llegó el kirchnerismo y sólo maquilló la pobreza a tiempo que continuaba con el saqueo, tampoco Macri parece estar bien encaminando. La realidad latinoamericana es tan compleja que parece intrínsecamente destinada al desastre. Y con tanto experto opinando, la problemática se hace aun más intrincada e inentendible.
ResponderBorrarApreciado José : usted ha brindado un panorama de lo que el ingenio popular resumió en una frase célebre: "Salir de Guatemala para entrar en Guatepior".
ResponderBorrarY bien que cita a Macri, porque ilustra el caso contario a Venezuela. Los medios de comunicación solo nos dan noticias de su glamorosa mujer y de sus reuniones con Trump y con los grandes magnates de las finanzas internacionales.
Mientras eso sucede, aumentan los problemas sociales y económicos en su país. Solo que los medios no los registran, porque están ocupados con la última contratación de Boca Juniors... que no por casualidad fue donde Macri amasó su fecundo caudal de votantes.