Un mes atrás se realizó en Pereira una nueva edición del Festival Internacional de Poesía Luna de
Locos.
Allí tuve oportunidad de compartir con una punkera hispano-croata
igualita a Patti Smith; una sacerdotisa bielorrusa que recitaba gospels a sus
dioses en una lengua llena de susurros; un gnomo llegado de Gales, y una suerte
de oso rumano que asperjó sus blasfemias con una voz de trueno sobre los
asistentes al Lago Uribe Uribe.
Blusero sin guitarra,
aquí les comparto algunos de los míos.
Artificios para disimular el miedo
“¿No hiere ya sus ojos la dulce luz del
día?”
Infierno,
Dante, La Divina Comedia.
Canto X
I
De súbito
el naufragio
se hizo inevitable
Pero aún nos
quedaba el supremo recurso
de escribir
historias
A veces inventadas:
tu risa de ayer,
acunando mi soledad de hoy
Nosotros,
escépticos de profesión,
enarbolamos
entonces
la bandera
de la vida
Aunque el
escenario no fuera otro
que ese
calcinado y hambriento territorio
reservado a
las quimeras.
II
Asistir a
pequeñas maravillas
como el
contacto del jabón
con las
axilas
a la hora
del baño matutino
O esperar la
salida de la luna
con la
certeza de que acudirá puntual
igual que
hace mil años
Despertarse
con el rumor de la leche
improvisando
mareas
en las
entrañas de las vacas
Dormirse
contando
los animalitos
verdes que sestean
al otro lado
de la muerte
Y asomarse a
los ojos de una desconocida
inmóvil bajo
un paraguas
en una tarde
de noviembre
Como si
acabáramos de descubrir
en las
páginas del diario
el número
del billete de lotería
que
guardamos en casa.
Hoy te
hablaré de la savia que asciende
por las
entrañas del edificio
y mancha con
su vaho
el espejo de
los ascensores
De la cópula de una pareja
que antes
del diluvio
hizo arder
las azoteas
Del
murciélago que roza con sus alas
el sueño de
los niños
De
solteronas que tejen
sobrecamas
a las tres
de la mañana
Del
vientre estéril
de las
comadronas
De la fina
escarcha que planea
sobre los
incendios forestales
De grietas
en el sol.
IV
Bendita
sea esta noche
que asperja
el mundo
con el vino
lechoso del insomnio
Y nos deja
este montón de nada
en el cuenco
de las manos
Bendito tú,
amigo
que eres
agua, tiempo,
sed.
Bendita tú,
mujer que no me amas
y así me
salvas de futuros desamores.
Bendita
tierra que eres sal,
sol,
atardecer
incendiado de granizos.
Bendita tú,
piedra,
sabedora de
tantas verdades
que
prefieres callar.
Bendito el
frutecido follaje
de los
pájaros,
que no
firman pactos
ni siquiera
con el viento.
Bendito el
verbo
del hombre
que dijo:
“Los cielos
y la tierra pasarán…”
Y bendita
tú, muerte,
Que en los
párpados yertos del amigo
Me obligas a
ser lo que no soy.
PDT: les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
Regios artificios para caminar en el limbo de la vida diría yo, y al final ¿qué es la vida? sino una catarata de miedos a los que debemos enfrentar una y otra vez. Me quedo con eso de "bendita tú, mujer que no me amas/ y así me salvas de futuros desamores" , certero apunte de lo que me sucede, pues no son pocas las circunstancias en que cruzo miradas con féminas, ante cuyo atractivo me siento atenazado de miedo.La belleza me intimida, ¡qué le vamos a hacer!
ResponderBorrarLa belleza es como un abismo, apreciado José : nos atemoriza y a la vez nos atrae desde sus pliegues sin fondo.
ResponderBorrarA lo largo de la historia la poesía y el cancionero popular han redundado alrededor de esa idea, sin conseguir agotarla.
Bendito tú, poeta, que dices tantas cosas que nosotros callamos porque no sabemos cómo decirlas...
ResponderBorrarUsted sí que sabe decirlo, mi querido don Lalo, en esos textos donde el deporte cobra dimensión estética, y por eso mismo se hace poesía.
ResponderBorrarAmén.