Empiezo por aclarar que, salvo la vida misma, no profeso credo alguno en materia religiosa, de modo que lo mío nada tiene que ver con la justa indignación que pueda sentir un feligrés consecuente con su fe. Son más bien manías de observador que no puede evitar una reflexión sobre lo que pasa a su alrededor.
Con seguridad ustedes habrán notado que, de un tiempo para acá, durante esta temporada las tradicionales novenas de aguinaldos en las iglesias han perdido el interés ganado por las realizadas en los centros comerciales. También se han fijado, supongo, en la manera como muchas personas que solo en apariencia estaban dedicadas a la meditación y al diálogo con su divinidad, abandonan en forma precipitada los lugares de oración para responder al reclamo más prosaico de una llamada que suena en el teléfono móvil.
Ya les he dicho en otras ocasiones que mi ocupación favorita es el ocio y por eso dispongo de tiempo para fijarme en esas cosas. Lo confieso en público porque mis jefes saben que, a pesar de todo, soy un tipo cumplidor del deber. Esa fue la herencia dejada por mi abuela Ana María antes de marcharse por la puerta grande. De no ser por esa dosis de plusvalía, no podía haber sostenido una columna de opinión durante tantos años. De modo que continuemos. En ese imperceptible cambio de escenario para un ritual con tanto contenido simbólico en la vida de los colombianos- recordemos que la novena es una tradición local que no tiene equivalente en otras latitudes- se esconde quizás el síntoma de algo más profundo: el desplazamiento del sentido de trascendencia de la propia vida, ubicado por místicos y filósofos al interior de la persona, hacia un panteón exterior copado por todos los fetiches concebidos por la religión del consumo. En mi último recorrido vi a una familia entera, incluido a un abuelo ataviado con indumentaria playera, postrada ya no ante la célebre imagen que la mitología cristiana ubica en Belén de Judá, sino frente a una vitrina que exhibía la última colección de tenis confeccionados en Vietnam y Guatemala , distribuidos en el mundo entero por una de las multinacionales que se disputan ese gigantesco mercado brutal y sin escrúpulos llamado globalización que, bien lo sabemos, es el eufemismo utilizado por la corrección política para referirse a las viejas prácticas coloniales. Les juro que alcancé a escuchar cómo los siete integrantes del clan recitaban en coro palabras de fervor. Una prueba más de que Dios está en todas partes. Entre tanto, mi atención se desviaba hacia una tropa de adolescentes en nada diferenciables de los que se exhiben por los pasillos de cualquier centro comercial del planeta. En este caso su fervor se inclinaba hacia una profetisa andrógina que ostenta el curioso nombre de Lady Gaga.Dios salve a nuestros ídolos. Muy al fondo, a modo de sonido ambiental, se escuchaba el estribillo de Vamos pastores vamos, entonado por una plantilla de niños y jóvenes desganados que esperaban con impaciencia la hora de las rifas. Aquí viene otra confesión: esa tarde me gané un juego de calcetines que, para mi infortunio , llevaba estampada la imagen de Cristiano Ronaldo. Así de inciertos son los caminos de la fe: soy devoto de Lionel Messi.
Mientras descendía por las escaleras y pensaba en como ponerme a salvo de tamaña impiedad perdí toda esperanza. Como arrastrados por un imán, mis ojos se posaron en la figura de una señora de belleza otoñal que en ese momento hubiera deseado parecerse a esa divinidad oriental dotada con muchos brazos. Tantas eran las bolsas que trataba de sostener, mientras su marido, su amante o lo que fuera, permanecía impasible ante sus esfuerzos de prestidigitadora. A lo mejor esa indiferencia era su manera de cobrarse el saqueo irrevocable de la tarjeta de crédito. Solo entonces comprendí porqué el rostro de la señora se me hacía tan familiar: se trataba de la misma mujer que una hora antes abandonaba la iglesia en plena eucaristía mientras trataba de ubicar en el desorden de su bolso de piel el lugar exacto de donde provenían los latidos de su teléfono móvil.
Admito que un par de calcetines con la imagen de Cristiano Ronaldo es un duro golpe, tanto en Navidad como en Semana Santa. CR viene mejor en un sueter o algo así, pero en un calcetín, no sé, los dorsales no se notarían mucho, ¿no? Se vería flacucho… Pero, en serio, esa gradual pérdida de interés por la religión en nuestros países es, para mí, un claro signo de libertad, ya que la religión ha sido tradicionalmente una ligadura más rigurosa que la política. La política nos da oportunidades para liberarnos, la religión nos tiene bien quietitos. Un saludo de Navidad para todos, incluso los que se sientan ofendidos.
ResponderBorrarComo podrá advertir, mi querido don Lalo, mi cuestionamiento va en otra dirección : claro, nos liberamos de la esclavitud religiosa para caer en otra acaso peor : la de las mercancías.¿ No existen ya sicólogos expertos en " curar" la adicción a las compras? Un hombre ligado a la historia de Inglaterra y bastante desprestigiado por estos días en nombre del catecismo liberal lo definió de manera certera : El fetichismo de la mercancia. Me refiero,por supuesto, a Karl Marx, a quien Dios tenga en su gloria.
ResponderBorrarUn saludo y un abrazo grande también para usted en esta navidad.
Y no deja de ser paradójico que en el siglo que reinvidinca la "libertad" de opinión, de credo, de desarrollo de la personalidad y más, si algunos nos hemos ido descontaminando del consumo masivo "per se" se nos mira como bichos raros y hasta con pesar por no hacer parte de la grey compradora. Es necesario hacer parte del ejército imperial del consumo de la globalización, para entrar en la cofradía socialmente aceptada. De lo contrario eres un renegado.
ResponderBorrarSoy muy joven, pero en pocos años descubrí que entre menos necesito para vivir me hago más pleno y más feliz. Con él internet esa felicidad llegó al extremo cuando bienes de consumo inmateriales que antes valían mucho o pertenecían a reducidas élites -música, libros, películas- quedaron al alcance barato de un clik. El ser humano es maleable, está calcado del molde en que se cría. Probablemente el futuro nos obligará a todos a ser más austeros y racionales, y nos obligará a disfrutar de esos placeres gratuitos e inefables como escuchar llover, bañarse desnudo en el río o caminar por la noche... Discúlpeme la retórica y el exceso de poesía pero apenas si voy a los centros comerciales a mirar ese otro mundo delirante y brillantino en el que nunca cupe.
ResponderBorrarCami.
Muchas gracias, Carlos Mario Qué lúcido sonó eso de " la grey compradora". En efecto, todos los instrumentos del sistema parecen dirigidos a convertirnos en un rebaño acrítico, sumiso y por lo tanto comprador.
ResponderBorrarApreciado Camilo. Apócrifa o no, esa frase que algunos le adjudican a Diógenes parado frente a un almacén de Atenas y exclamando : "¡Tantas cosas que yo no necesito!" tiene plena vigencia hoy, cuando el santo y seña para ser reconocidos como humanos se resume en un imperativo categórico : ¡ Consume y cállate!
ResponderBorrarApreciado Gustavo, me ha arrancado usted una sonrisa enorme con su anecdota de los calcetines y ¡con Cristiano R.ya es la mala suerte!, diria yo. Ya somos dos indignados con esto de la navidad y su parafernalia circense. Si yo trabajara en una tienda o algo parecido, portar el dichoso gorro rojo seria para mi la peor de las torturas en esta vida. Resulta agobiante tener que soportar todo este mes, a todos los payasos en la television con su ridiculo atuendo, hasta en los deportivos, oiga.Menos mal que muchos no somos permeables a esa nueva religion del consumismo y sus gangas de temporada. Saludos.
ResponderBorrarMuchas gracias, estimado Josè.Esa podría ser la fórmula de una maldición gitana : ¡ Ojalá te regalen unos calcetines con la imagen de Cristiano Ronaldo!
ResponderBorrarDe paso, aprovecho para decirle que no he podido ingresar a la última entrada de su blog. Al parecer hay un problema técnico. Hablamos.
Estimado Gustavo, en estos tiempos, donde el insoportable bombardeo de mensajes de consumo de los medios se vuelve mas denso y más vacío, es de nuevo verdaderamente tranquilizador y sumamente entretenido digerir sus palabras. Acá en México no nos salvamos, sino que por el contrario, estando, como reza un dicho popular, tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU, tenemos como ejemplo e influencia al pais ejemplar en cuanto a eso de llenar vacios existenciales con cosas de breve caducidad y poca utilidad. Ni modo, acá nos tocó vivir y cada época por distinta que parezca (navidad, dia de las madres, aniversario de la independencia, etc etc) es bien aprovechada como pretexto por las grandes (y no tan grandes) corporaciones. De cualquier modo, como bien señala el buen Cami, "el futuro nos obligará a todos a ser más austeros y racionales". Y ese futuro nos esta pisando los talones cada vez más...
ResponderBorrarSaludos a todos y felices fiestas. Disfruten su salud y la agradable compañia de sus seres queridos.
Muchas gracias, amigo Javo. Hay una frase que también le atribuyen a Diógenes. Un ciudadano de Atenas, inquieto por su austeridad, le dice : " Si adularas al rey no tendrías que alimentarte solo de verduras". A lo que el filósofo-poeta responde : " Si te alimentaras solo de verduras no tendrías que adular al rey".
ResponderBorrar... Increíblemente ... o realmente... el fanatismo es la mayor prueba de la falta de "fe"... "dios creo al hombre...el hombre creo a dios..." lamentable las creencias populares de nuestros ciudadanos... mucha iglesia de garaje, muchos golpes de pecho, mucho predicador,... pero muy poca acción buena... o de bondad... :(
ResponderBorrarSaludos maestro desde las tierras infinitas... :)
Get in the Guns!
Como en la Guerra de las Galaxias "... Que la fuerza te acompañe", amigo Trejos y muchas gracias por los comentarios, donde quiera que esté.
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