En 1993, cuando
María Aidé Botero Serna era gerente del Instituto de Cultura de Pereira, la ciudad fue sede de un primer y único festival
iberoamericano de teatro infantil, llamado en su momento a constituirse en
punto de partida para consolidar un gran
evento capaz de convocar compañías
teatrales reconocidas dentro y fuera
del país. El festival, coordinado por el
gestor cultural Jairo Antonio Franco, contó con el decisivo respaldo de empresas del sector privado tan
representativas en la región como Frisby, Avianca, la Cámara de Comercio de
Pereira y Comfamiliar Risaralda. A vista de pájaro recuerdo la presencia de
propuestas tan destacadas como Diablomundo de Argentina, Chico Simoes de Brasil y
el Teatro de Muñecos de Colombia.
La masiva presencia de público en las salas,
garantizada por el carácter gratuito de
las entradas, hizo pensar en una segunda versión del festival, con un mayor
número de países invitados y presencia en
municipios distintos al Área Metropolitana. Para facilitar la
organización y la gestión de recursos se decidió
efectuar el evento cada dos años
a partir de la fecha. Sin embargo, para
1995 la administración de la
ciudad estaba en otras manos. Fue el primer período de gobierno de Juan Manuel Arango Vélez. Siguiendo una vieja
tradición nacional, los responsables de la cultura en Pereira decidieron hacer caso omiso de lo alcanzado en la versión
inaugural del festival. De nada valieron
los balances presentados. Ni siquiera
las cifras de la relación costo beneficio, que tanto peso tiene en otras circunstancias. Poco
importaron los compromisos pactados con
grupos teatrales de distintos países, que habían apartado fecha en sus
agendas. La ciudad no lo necesita, dijeron
para entonces los nuevos
responsables de la cultura. Con todo,
cada vez que se acercan unas fiestas aniversarias surge la pregunta por un
evento capaz de concitar la atención
nacional. Fortalecido y ampliado, el festival de teatro infantil pudo haber
cumplido ese papel. Pero no lo dejaron.
Casi dos décadas
después, la administración de Israel Londoño contrató con la Universidad Externado
de Colombia, previo cumplimiento de la convocatoria pública
y los parámetros establecidos por la ley, un ejercicio de prospectiva dirigido recoger la experiencia de distintos sectores
de la sociedad, con miras a pensar,
tomando como base lo conseguido hasta
el presente, posibles escenarios futuros para la consolidación de la ciudad
región como un polo de desarrollo social y económico capaz de beneficiarnos a todos. Aparte de
eso, estaba el incentivo de la celebración de los 150 años de Pereira en el
2013. La presencia de algunos connotados líderes contribuyó a alimentar las esperanzas del
coordinador del proyecto del sesquicentenario, el ex alcalde Gustavo
Orozco Restrepo. El profesional siempre alentó la idea del aniversario
como un punto de partida para la gestación de grandes proyectos de interés
regional.
Sin embargo, el
documento duerme una suerte de sueño
eterno en los archivos de la actual administración. Las razones son varias.
Primero, fue formulada por sus
antecesores y tal cosa en Colombia, un
territorio huérfano de grandes metas colectivas, es casi un delito. Segundo,
no fue adelantado por la Universidad Tecnológica
de Pereira y eso pesa en este caso : El actual
responsable de la oficina de
planeación de la alcaldía desempeñó idéntico cargo en la
Universidad cuando se abrió la convocatoria. Como ya
lo expuse, el proyecto fue finalmente adjudicado al Externado. Y aunque no se
puede probar que se hayan puesto trabas desde la oficina en cuestión, es indudable que no se ha hecho mayor cosa por impulsarlo. Algo de
resentimiento quedó gravitando en el ambiente.
A pesar de las
diferencias de objetivos y de la distancia en el tiempo, los dos hechos
ilustran, para infortunio de todos,
una tendencia de nuestros gobernantes a
negar los logros de sus antecesores,
aunque pertenezcan incluso a su propio
movimiento político. Las explicaciones
son varias pero hay una central : La desaparición de los partidos como expresión de las expectativas de la sociedad fue
reemplazada por los intereses particulares de los mandatarios y de quienes los ayudaron a llegar al poder .
Por eso su consigna es una sola: Partir siempre de cero y nunca incorporar en
sus acciones de gobierno los aciertos de quienes los precedieron.
Ay, estimado Gustavo, cómo nos une una vez más las miserias de nuestras autoridades que siempre buscan enterrar o desconocer los gestos positivos de sus antecesores, en el ámbito de la cultura con mayor facilidad y como decimos acá, sin asco.Casualmente, el 14 de septiembre estuvimos de aniversario departamental en Cochabamba, y lo cultural para nosotros se reduce a verbenas y serenatas populares como expresion de festejo. Teatro, poesia, o narrativa es de elites y a la gente no interesa. Para causar impacto general nosotros nos trajimos al cantante español Dyango, cuyo concierto gratuito será recordado como uno de los mejores regalos para la ciudad, dijeron sus solemnes organizadores.
ResponderBorrarYa no parece importar si los funcionarios son apparatchiks o cuentapropistas, porque la cagan como si la porquería estuviese en la descripción del trabajo. Por lo menos en Pereira hay o hubo proyectos encomiables. En otros sitios la deformacion política y el conformismo que describes han paralizado a la razón. Con amigos solíamos divertirnos imaginando quién excretaría más en un cargo como el de director de cultura de nuestra sufrida provincia, y el candidato que reunió más votos fue un profesor de literatura y filosofía muy prestigioso… que a poco andar llegó al cargo y nos dejó con la boca abierta porque superó todas nuestras expectativas: ahora los expertos pueden ser los mas peligrosos.
ResponderBorrar"Ay utopía/ como te quiero/ porque les alborotas el gallinero", canta el poeta catalán Joan Manuel Serrat, apreciado José. Frente a tamaña dosis de indolencia como la de nuestro expertos, solo queda la utopía, al menos para ayudarnos a seguir vivos.
ResponderBorrarUn experto es muy peligroso, mi querido don Lalo : Sabe cómo hacer las trampas, o como evadir las tareas que le corresponden, esgrimiendo siempre argumentos creíbles, ya que no razonables.
ResponderBorrarGustavo, creo que es un afán por dar un golpe en la historia. Por creer, cada gobierno, cada nuevo alcalde, que sus ideas son mejores que las anteriores, sus reformas de mayor alcance, sus políticas más acertadas. Tiene razón, allí se ve los propósitos que ciertas personas tienen, y por lo tanto es un nuevo iniciar y todo igual. Por nada pocas cosas cambian en los municipios.
ResponderBorrar" Cambiar todo para que todo siga igual" decía el personaje de El Gatopardo, la novela de Lampedussa, apreciado Eskimal. Parafraseando esa expresión, entre nosotros la premisa es borrar todo para que nada pueda perdurar. De ahí el mísero panorama que nos rodea.
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