Al principio creí que se
trataba de una conversación entre
tratantes de ganado, pero no: eran dos padres de familia hablando del futuro de
sus pequeños hijos matriculados en una escuela de fútbol. El asunto era así:
- Ese muchachito mío es todo un
crack. Un par de años más y se lo vendemos, como mínimo, a River Plate de Argentina. Después ya será pan comido llegar a Europa.
- El mío ya lo tenemos hablado
con un empresario para llevarlo al Brasil. Luego dará el gran salto a las
grandes ligas.
Ah, carajo. Esto debe ser lo que
llaman amor paternal, pensé, mientras
los progenitores se alejaban enfrascados en una discusión acerca de cuál de los vástagos alcanzaría más temprano la gloria.
En eso se convirtió el deporte que una vez los brasileños bautizaron
como O jogo bonito: en un negocio de compraventa controlado por mafias internacionales que rondan
todo el tiempo el delito de trata
de personas. Tanto, que existen en Europa organizaciones sociales dedicadas a
rescatar de las calles a miles de niños
y jóvenes abandonados por los
empresarios cuando fracasan en su
intento de ingresarlos a un equipo de
ese continente.
Hipnotizados por el resplandor de eventos como la Liga de Campeones o el Mundial de fútbol, donde la publicidad, el mercadeo, la especulación y la farándula acaban por opacar la belleza del juego, ni aficionados ni familias se detienen un solo segundo a plantearse la posibilidad del fracaso: gravitando entre el deporte y el modelaje, los futbolistas aparecen rodeados de un aura que impide pensar en los tortuosos caminos transitados por esos hombres antes de alcanzar el pedestal que hoy ocupan en la imaginería planetaria. Pero la vida tiene su propia manera de dar lecciones.
Hasta el último minuto, los
aficionados colombianos esperaron la noticia
sobre la participación de Radamel Falcao García en el Mundial de Brasil.
Lo hacían por puro fervor, a pesar de conocer desde un comienzo los detalles
sobre la gravedad de la lesión sufrida por el delantero a comienzos de año. Lo
que no pudieron o no quisieron imaginar fue el ambicioso entramado
de poderes que pretendían, contra todo diagnóstico clínico, forzar la presencia del jugador en el evento
para salvar millonarios contratos de
publicidad pactados, entre otras, con empresas
fabricantes de maquinillas de afeitar o proveedoras de televisión por
cable. Poco importaba si se ponía en
riesgo el futuro deportivo del
futbolista, sujeto todo el tiempo
al riesgo de una recaída en su lesión ,
por falta de una recuperación adecuada. En un caso inusual, el jugador optó por la sensatez y podrá así
continuar con su tratamiento de rehabilitación.
Como el suyo, son decenas los
casos. Obligados a participar en toda
suerte de torneos organizados por el
omnipresente cartel de la Fifa para multiplicar sus ingresos por publicidad y derechos de
televisión, los jugadores se ven sometidos a un desgaste que acaba por
pasarle cuentas al cuerpo. Hasta ese
atleta completo que es Cristiano Ronaldo
lucía cansado y poco deseoso
de arriesgar las piernas en los juegos
finales del torneo español y en la etapa
decisiva de la Liga de Campeones. Fatiga de los materiales llaman a eso en el
lenguaje de la mecánica.
Ese es el lado oscuro tras las candilejas. A esa faceta del negocio de fútbol deberían echarle un vistazo quienes esperan encontrar
en las canchas una forma de redención social
y económica. A lo mejor de allí puedan derivar
alguna suerte de lucidez. O al menos
la suficiente para no acabar a la
mitad del camino desinflados y desechados como un balón que ya no responde a
las expectativas de la estrella o el magnate de turno.
PDT : a propósito de jogo bonito, les comparto enlace a esta hermosura.
https://www.youtube.com/watch?v=B48AruPfEtA
PDT : a propósito de jogo bonito, les comparto enlace a esta hermosura.
https://www.youtube.com/watch?v=B48AruPfEtA
Ay, amigo es tan nauseabundo esto de los negociados del futbol, sus entretelones mafiosos y el alarmante comercio de las piernas jóvenes, que ultimadamente no estoy sintiendo gran entusiasmo por el próximo mundial, y eso que esta tan cerca, en un país vecino al nuestro. Antes aguardaba con ansias toda esa parafernalia futbolera que suponía cada copa mundial. Ahora apenas tengo cierto interés, siento mucho desencanto y hasta apatía, prácticamente me da lo mismo quien será campeón, ha dado en la diana, me siento tan desinflado como un balón¿sera que estoy envejeciendo?
ResponderBorrarApreciado José: no es el único amante del fútbol que se siente desinflado después de ver como se desentraña toda esa porquería.
ResponderBorrarAparte de eso, ver a los grandes futbolistas convertidos en figuras de la farándula produce una sensación irreal, como de juego de play station. Y sí : se trata también de que todos estamos envejeciendo, cada uno a su modo. Yo, por ejemplo, me consuelo mirando esos videos donde el gran Mané Garrincha hace milagros con la pelota.
Tan especial era Garrincha que Vinicius de Moraes le dedico un poema al "angel de piernas torcidas" y ni una sola linea a Pelé. Menos mal que le han hecho justicia aunque tardia, poniendo su nombre a un estadio en Brasil. Ojala Colombia tenga un buen debut, mis mejores deseos. Un abrazo.
BorrarAl menos Falcao acierta al no jugar el mundial, aunque no sé cuál era su nivel de recuperación. Pero hay otros casos de futbolistas importantes que tal vez estén arriesgando demasiado, como Arturo Vidal y Luis Suárez. Ambos han tenido operaciones similares, y los problemas del chileno en la recuperación son causa de alarma entre los uruguayos, que se temen algo parecido.
ResponderBorrarEsa situación tiene cuando menos dos aristas, mi querido don Lalo : la primera pasa por el natural, respetable y comprensible anhelo de un jugador de no perderse un torneo de estas características. El lado oscuro lo constituyen los intereses de quienes no quieren dejar de ganarse un solo centavo en este multimillonario mercado.
ResponderBorrarEn el medio quedamos los aficionados, que no renunciamos a la esperanza de encontrar una dosis de belleza en un giro de la pelota.
Sus deseos se cumplieron a cabalidad, apreciado José. Por favor, siga alentándolos.
ResponderBorrarNo más es ver a la selección mexicana Gustavo. El equipo es bueno, pero con esas eliminatorias que hicieron no merecían ir al mundial. Aún así fueron, y no creo que haya sido solo el azar. Si el equipo no iba al mundial, se perdía más de 90 millones de dólares en publicidad. Además de toda la infraestructura mediática que tienen. La cobertura de las empresas televisivas es total en Brasil, y el gasto ha de ser exorbitante. Imagine cómo será con otros países.
ResponderBorrarLástima que no participó Falcao, pero tiene usted razón, fue sensato al tomar esa decisión.
Además, es muy curioso que en el país del fútbol se empiece a manifestar la inconformidad ante los gastos y la FIFA.
Los brasileños tienen razones de sobra para estar descontentos, apreciado Eskimal: su compatriota Joao Havelange fue sumo sacerdote de la Fifa. Además su hjia hizo unos cínicos comentarios en los días previos al mundial. " Lo que había para robar ya fue robado", fueron sus palabras y eso acabó de encender la indignación. Como podemos ver, ese bello juego que es el fútbol es en realidad un asunto secundario.
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