miércoles, 4 de febrero de 2015

Don Lalo, Platón y Sócrates




                                                                         Don Lalo, transfigurado.

Como todos saben, la función de las metáforas consiste en recoger los fragmentos dispersos de  una unidad perdida, reconectarlos- o religarlos- si se quiere  apelar al significado trascendente de esta expresión, para darles de ese modo un nuevo sentido   a las cosas, iluminando  su lado oculto. Los buenos escritores saben que  la metáfora  certera y pertinente constituye una de las claves de su trabajo. Don Lalo lo sabe. 


Descubrí sus deliciosas crónicas hace más de una década, atraído por el título   de uno de sus artículos: “¿Por qué Cúper lee La República de Platón?”. Aclaro que Cúper no es un académico ni catedrático de alguna universidad de élite. Se  trata de  un modesto  futbolista y algo mejor entrenador  que alguna vez descolló en los equipos españoles  Mallorca y Valencia, pasando con menor fortuna  por   Internazionale de Milan.  Pues  bien,  por  esos días, el célebre club italiano pasaba como ahora por uno de sus momentos oscuros en cuestión de resultados. En lugar de apelar  al catálogo de lugares comunes que caracterizan al periodismo  deportivo, el   autor del texto se remontó a los viejos mitos griegos. Comparó a Massimo Moratti, presidente del club  entre 2006 y 2013,  con el Cíclope del relato griego, resumiendo con ello el poder y las arbitrariedades que acarrea, “Si  Cúper  no gana el próximo juego,  Moratti le cascará la cabeza contra una roca y le sorberá los sesos”, sentenció el cronista con un toque de fino humor y no poca dosis de crueldad.  Desde ese día me volví  devoto lector de sus relatos y reflexiones. Cuando, unos años adelante, mutó  hacia el formato del blog, pasé a formar parte de  los participantes en sus diálogos. Semana  tras semana, me he encontrado  con alusiones al drama de  Antígona para  hablar de las disputas por el poder en el Fútbol Club Barcelona  o citas de Oscar Wilde y T. S Elliot para reforzar sus argumentos sobre  las veleidades de los deportistas  o la fragilidad y el  talante fugaz de sus conquistas.

                                                                   Don Raúl Faín Binda

Ya es  hora de  hablar del protagonista de esta historia. Se trata de don Raúl Faín Binda, o  Lalo, periodista argentino... aunque... no sé, a veces sospecho  que es uruguayo, como el mismo dice  que sucede con tantos argentinos célebres.  Forma  parte de la  plantilla de excelentes plumas de la página en español de la BBC  de Londres. En su Blog de Lalo (http://www.bbc.co.uk/mundo/blogs/2015/02/150202_blog_lalo_tom_brady) ha sabido conjugar elementos tan disímiles como la reseña deportiva, la trivia de los atletas, el análisis sociológico y sobre todo los recursos de la literatura para  compartirnos su visión de los deportes como son en el fondo, a pesar de las ineludibles manipulaciones del mercadeo y la publicidad: una metáfora de la aventura humana, con su  carga de dichas y desventuras, de grandezas y veleidades.
Como todos los gremios, sectas y cofradías, los intelectuales crean sus propios códigos para diferenciarse de los otros.  La  aversión-  real o fingida- hacia los deportes constituye  uno de los tópicos de muchos pensadores. De ese modo  reeditan  el viejo concepto platónico del cuerpo como recinto de todo lo despreciable y  el espíritu, es decir, el reino de las ideas, como aquello a lo que debe  aspirarse. El cristianismo desarrollaría  esa idea unos siglos después para postular la noción de cuerpo y alma como agentes separados y  muchas veces irreconciliables. En ese esquema, el atleta habita el  reino del sudor, mientras  el intelectual se remonta a las alturas con vuelo de águila.

                                                           Sócrates
 Con sus crónicas y reflexiones don Lalo nos demuestra cada semana que  esa división no pasa de ser  una cuestión maniquea. Habitamos nuestro cuerpo y desde él  emprendemos  esta  aventura impagable de estar vivos. En ese tránsito descubrimos lo  celeste y lo terrestre, lo sagrado y lo profano. El dolor y la dicha. No importa si nos dedicamos  a hacer negocios, a forjar poemas o jugar al fútbol.  Siguiendo ese camino, don  Lalo pudo religar  al pensador de la antigüedad griega con Sócrates, ese  prodigioso futbolista brasileño que hizo del  juego poesía al lado de otros magos de la pelota como Zico, Roberto Falcao , Junior y Toninho Cerezo.   Esa es la función de las metáforas. Y el escritor lo sabe.

8 comentarios:

  1. Supongo que es posible casi en cualquier lugar del mundo, menos en Colombia, donde los comentaristas deportivos jamás sobrepasan en nivel prepotente y mediocre de Sabio Antonio Vélez o Iván Mejía. Recuerdos gratos de infancia son las imagenes del abuelo peleando a gritos con Hernán Peláez y el resto de energúmenos de "La Polémica". El les escuchaba su tertulia de camioneros sobre futbol. Ellos no lo escuchaban a él, ese era el problema.

    Cami.

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  2. Tiene toda la razón , apreciado Camilo. Lo terrible es que los oyentes acaban por replicar la verborrea y el talante pendenciero de sus guías. Basta con escuchar sus " conversaciones" en esquinas y cafés para darse cuenta de eso.

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  3. Un compañero en la sección en español de la BBC llamaba a Lalo "nuestro García Márquez". Sin duda lo es, y mucho más.

    Un abrazo desde México.
    Juan Carlos

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  4. Un poeta de este asunto, añadiría yo, querido Juanito.
    Un abrazo,
    Gustavo

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  5. Merecido homenaje para nuestro amigo. Años que tomo a la BBC como una de mis referencias a la hora de informarme, sin embargo no me he enganchado a ninguno de sus blogs, excepto el de Lalo, que lo pillé por casualidad y desde entonces nunca me ha defraudado ninguna de sus entradas, incluso escribiendo sobre temas que no me interesan para nada, siempre sabe darle ese toque sutil de ironía y no pocas veces unas gotitas de fino humor. Es admirable la vasta cultura que posee y le envidio el espíritu trotamundos resultado de sus viajes. Es un honor disfrutar de su amistad y un raro privilegio aprender de él (ja, y me sale gratis). Que lo sepa.

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  6. Qué capacidad la de ese hombre para hacerse querer, apreciado José. Incluso en este extraño universo virtual se percibe su calidez. Para no hablar de su sabiduría. Amén.

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  7. Caro Gustavo, estoy seguro de que Lalo, el verdadero Lalo, está muy agradecido por tu generosidad. Supongo, además, que se habrá sonrojado, porque no se considera un escritor en el sentido de alguien que inventa y cuenta historias. Pero en este sentido tienes razón al mencionar la aversión de algunos intelectuales (o que aspiran a serlo) ante el fenómeno deportivo. En el periodismo estamos acostumbrados a escuchar a jóvenes que se excusan porque no saben “nada” de deportes, aunque es casi seguro que sepan más de ellos que de economía, una sección en la que servirían encantados. Lalo, según cuenta, comenzó a “hacer deportes” (escribir sobre ellos) cuando ya tenía casi treinta años de servicio en otras secciones del oficio y no le pareció un descenso de categoría; para convencer al jefe de que “sabía algo” de deportes, le dijo que comenzaba a leer los diarios por la última página. Y dado que mi condición de álter ego de Lalo me permite atisbos de lo que piensa en otros temas, puedo aclarar eso de uruguayos y argentinos: él cree que ser uruguayo es una forma serena de ser argentino, que las diferencias son superficiales. Lo prueba el hecho de que bailan y juegan al fútbol en forma parecida… y que Carlos Gardel vive con un pie en cada orilla del río.

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  8. También veo los amables e inmerecidos comentarios de Juan Carlos y José. Los agradezco mucho en nombre de L. Tiene suerte el hombre.

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