Los grandes mitos fundacionales,
incluido el judeocristiano, afirman que
en el principio era el caos. Más tarde, la sexualidad, sumada al poder político
y económico, implantarán en el mundo una suerte de orden, de sentido.
Así, en lo individual todo
se reduce a un alguien que quiere acostarse con otro. En esa
búsqueda se desata una sucesión de dichas y desventuras sin cuento. Muchos se reproducen y entonces la noria del
eterno retorno vuelve a girar.
En el plano social un individuo o
un grupo tratan de hacerse con el poder. Para conseguirlo desatan intrigas,
traiciones, masacres, guerras. Llegado el día, el usurpador será suplantado por
otro y la Historia habrá escrito un nuevo capítulo. Es el antiguo relato de Eros y el caos. Poetas como Homero y Shakespeare sabían bastante de
esos asuntos. Por eso volvemos a sus páginas una y otra vez en busca de
una respuesta a nuestras incertidumbres.
Es bien
sabido que la universidad, el campus, representan para muchos algo así como una versión de la sociedad en
pequeña escala. Asomarse a sus aulas y a
su complejo entramado de relaciones
equivaldría así a un compendio de
la vida misma.
Por esa razón, tantos escritores
han hecho de la experiencia del aula universitaria, vivida en la propia piel o en la ajena,
materia de sus cuentos y novelas. Incluso , la industria editorial creó
una etiqueta para referirse a ese tipo de producciones. Se trata de la “
literatura de campus”.
Puestos a clasificar, Mi
unicornio azul, la obra
de Rigoberto Gil Montoya, ganadora del Premio Nacional de Novela de la
Universidad de Antioquia en su edición de 2014 se ubica en esa categoría.
Son días de huelgas y protestas
estudiantiles. El narrador, un hombre para quien las ansias sexuales comparten
nicho con sus angustias ante el poder
devastador de los virus informáticos,
persigue el aroma de la piel de Juliana,
una estudiante activista que, como todos
los de su condición, confunde las ideas con un catálogo de consignas aprendidas de memoria y recitadas con el
mismo tono monocorde de quien repite un
mantra religioso. Es más, según el
hombre, la chica pareciera creer que “el sexo no hace parte de la naturaleza de los seres políticos”,
percepción desmentida por la relación nada velada que la muchacha sostiene con un profesor mucho mayor que
ella, en una reedición de la vieja ecuación entre sexo y poder.
Mientras los estudiantes
enfrentan a la policía con explosivos y frases prefabicadas, el narrador
está al acecho de su presa. Eros y el caos se enseñorean así del campus. Al
mismo tiempo, asistimos a una ácida diatriba
contra todas las sectas imaginables y sus lenguajes empeñados en
escamotear la realidad tras su críptica banalidad: comunistas,
fascistas, ambientalistas, emos, animalistas,feministas, conductistas,
sicoanalistas, políticamente correctos y otros especímenes engendrados por la
academia van y vienen en agitación perpetua,
aferrados a sus jergas
como si se tratara de maderos avistados en medio del naufragio de la
época. Ocupados en bombardearse entre sí, son a su vez objeto
de una perpetua dosis de ironía y acidez que
desnuda su patetismo en medio de batallas de pacotilla.
No es casualidad que Rigoberto
Gil Montoya haya escogido como título de su novela el de unos versos del cubano
Silvio Rodriguez : Mi unicornio azul, banda sonora de las ilusiones y
frustraciones de varias generaciones de estudiantes y profesores universitarios
que una vez se creyeron capaces de cambiar el mundo y hoy asisten al
espectáculo de la propia podredumbre, sin más consuelo que los acordes de una
vieja canción.
Mi unicornio azul es, claro, un ajuste de
cuentas del escritor con su propio tiempo. Pero es también un nuevo intento por
hacer del lenguaje un instrumento para
descorrer el velo de la realidad y mostrarnos, aunque sea por un instante , el
rostro de los patéticos esfuerzos por
darle un sentido a la aventura individual y colectiva de nuestro paso
por el mundo.
PDT : les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
https://www.youtube.com/watch?v=dnvVtkVaM84
PDT : les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
https://www.youtube.com/watch?v=dnvVtkVaM84
En una guitarreada, hace tiempo, un periodista francés, corresponsal entonces en Buenos Aires, se emborrachó como Dionysus y nos contó mil anédotas del Mayo del 68 en París, que él había vivido como activista al principio y periodista hacia el final. Como no contaba mucho de las escenas más jugosas que todos esperábamos, consignas anarquistas geniales y todas esas aventuras dignas de Bolaño, le preguntamos sobre eso, y contestó que "se ha inventado mucho, se ha idealizado; ahora todo el mundo estuvo en París en el 68 y todos fueron revolucionarios. Pero lo que sí ocurrió es que se garchaba mucho". Lo dijo utilizando el lunfardo argentino por follar. Y durante mucho tiempo nuestro grupo se apropió de la idea: cuando algún personaje pomposo, algún ministro o diputado, hablaba de las muchas cosas y buenas obras que haría o había hecho, nosotros acotábamos: "tal vez, pero seguramente se garchará mucho". Liberté, égalité, sexualité, el logro del Mayo del 68, leí por algún lado.
ResponderBorrarJa, me hace recordar una frase escrita hace muchos años en la pared de un bar , mi querido don Lalo : " Cuanto más hago la revolución más ganas tengo de hacer el amor- léase follar o, en Colombia, pichar- y cuanto más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución".
ResponderBorrarSupongo que esa sentencia le haría mucho bien a Juliana, la esquiva muchacha de la novela de Rigoberto Gil.
Maestro, espero conseguir pronto el libro de Rigoberto. No sé si en México se podrá encontrar, ojalá. Ahora, como están los ánimos del país manito, en medio de los goles del Chicharito, o como le dicen acá, el CH14, en el Real Madrid y el despilfarro económico de la familia presidencial, están las consignas contra la violencia, las protestas y las frases irónicas y devastadoras para Enrique Peña Nieto, el presidente; muchas de estas lanzadas desde jóvenes universitarios. Ahora se me hace interesante leer la novela pues me parece, según su reseña, Gustavo, que es una ironía ante el joven manifestante radical-acomodado, que después de salir de su "jornada de protesta" va a un Walmart o McDonalds. Lo he visto maestro, personas radicales, que niegan otra cosa que no sea Marx y su Manifiesto, luego se alejan y derrochan ocio y coqueteo con algo que tienden a negar entre marchas o charlas de café.
ResponderBorrarNo sé si ello se deba a esta generación mía, bueno, un poco más atrás. Pero es una cualidad de las ideas por venir. De alguna manera, me parece, está cambiando el modo de ver esa utopía marxista que se creo como secta entre algunos lectores, no todos, muchos leen esas páginas como una posibilidad para una vida más justa, más alegre, por decirlo de alguna manera, no como una religión.
Abrazos.
Sectas. "Ahí está el detalle", como diría el filósofo Cantinflas, apreciado Eskimal. Al estar controlada por un gurú, la secta impide anula cuaquier posibilidad de pensamiento crítico. Solo admite seguidores- una palabra por lo demás cara al lenguaje de Internet-. Poco interesa si la secta es de carácter político, religioso, económico o militar. Da igual : el resultado es un mundo empobrecido por fórmulas y consignas.
ResponderBorrarEsperemos que, como buen viajero, el libro de Rigoberto llegue a México por algún camino imprevisto.
La apreciación de Lalo, me hizo recuerdo a una película, justamente de esa época donde los protagonistas se la pasaban al estilo de John Lennon y Yoko Ono acampando, con la diferencia de que el hombre se acostaba con dos mujeres guapas, mientras filosofaba sobre el vacio de la existencia, la absurdez del matrimonio, la familia, la sociedad, la revolución y cualquier cosa que se le venía a la cabeza. Un absurdo de película que ahora mismo se dice que es de culto: todo el metraje prácticamente en la misma habitación, entre largos silencios y diálogos que conducían al hastío, tal vez esa era la intención ‘conceptual’ del director, jabonar más de horas con la paciencia del espectador. Lleva por nombre “La mamá y la puta” y ya el titulo presagia algo. El mal trago que me llevé por hacerme eco de que la había parido un enfant terrible de aquel entonces. Como anota Lalo, mucho se ha idealizado al Mayo francés, incluyendo su pretencioso cine. (Y disculpe que no comparta el gusto por Silvio Rodriguez, me saca de quicio oirlo, nunca me han llegado sus versos).
ResponderBorrarBueno, "entre gustos no hay disgustos" reza el refrán, apreciado José. Solo que el título de la canción y todo lo que representa, le sirve al autor de la novela para poner en contexto a una generación que pareció paercibir el mundo a través de consignas, al punto de que a cada faceta de la vida se le acuña una frase ingeniosa, como aquella de " La imaginación al poder". Y ya sabemos lo sucedido en los lugares donde ese anhelo se cumplió.
ResponderBorrarUn buen estudio crítico y hermenéutico trazaría la correspondencia secreta, metafísica y patafísica, que existe entre las canciones de Silvio Rodríguez, la arquitectura oculta de sus versos, coincidentes con los sucesos verídicos e históricos del 2008 en la Universidad Tecnológica de Pereira, por gracia de la Virgen del Jordán y un tal Colorado que aparece como protagonista fumando cosas profanas en alguna de las páginas (me parece).
ResponderBorrarEn otras palabras, vista la cosa desde ese lado, es como si Silvio Rodríguez hubiera existido sólamente para justificar un despelote tremendo en una Universidad de provincia, despelote que a su vez existió sólo para jsutificar la novela que a su vez justifica esta entrada, obviando las garchadas del octubre de 2008 en el jardín botánico, muy buenas, claro está. Eso que me recuerda la verdad revelada del filósofo Coelho, de que el Universo conspira para que usted, y yo, aparezcamos en ese despelote.
Salud. Cami.
Nada de profanas, apreciado Camilo. Según los rastafaris de la antigua Abisinia, la marihuana, conocida con el nombre vulgar de cannabis sativa, es una hierba sagrada entregada por los dioses a los hombres, con el único fin de expandir la conciencia de los músicos de reggae.
ResponderBorrarY sí :supongo que ya alguien debe estar preparando un buen estudio crítico y hermenéutico. Por lo pronto, lo mío es esta agradecida y cómplice reseña. Como le dicho en otro lugar, con los libros me sucede igual que con las mujeres:solo escribo sobre los que me gustan. El resto se los dejo a los misóginos y los críticos.