Colegio "José Antonio Galán "
Fotografía: Diario del Otún
Cada vez le escucho decir a un
número creciente de padres de familia que inscriben a sus hijos en cursos de
disciplinas deportivas o artísticas “para mantenerlos ocupados y alejados de los vicios”.
No entraré a discutir sus evidentes buenas intenciones.
Pero en el fondo subyace una percepción distorsionada de las cosas: una
persona hace deporte o se ejercita en la interpretación del piano para mejorar
sus aptitudes o ampliar la comprensión del mundo, fortaleciendo así la
capacidad para actuar en él. Lo de apartarlos
de los vicios es un efecto benéfico colateral, no el objetivo principal.
En la misma dirección parecieron apuntar las declaraciones del
alcalde de Pereira, Juan Pablo Gallo,
durante su paso por la Institución
Educativa “Alfredo García” para dar inicio formal a la jornada única en cuatro colegios públicos de la ciudad.
“Al estar nueve horas
diarias en el colegio nuestros muchachos
se mantendrán alejados de los peligros de la calle” declaró ante un auditorio
de estudiantes y maestros.
Fotografía : El Diario del Otún
Tampoco dudo de las buenas
intenciones del mandatario local. Pero,
como en el primer caso mencionado, en sus declaraciones se advierte una
interpretación equívoca del espíritu de la jornada única. El objetivo del
Ministerio de Educación al poner en marcha una jornada extendida apunta a disminuir
el abismo existente entre la educación
pública y la privada, expresado en los bajos niveles de calidad de la
primera con relación a la segunda.
Ese propósito se alcanza tomando
como punto de partida unas óptimas
condiciones físicas de los establecimientos, de modo que a los muchachos les resulte grata la presencia allí. Bibliotecas,
laboratorios, conexión a las redes de internet, campos deportivos y áreas
para el encuentro y la recreación fuera del aula forman parte de esa
estructura.
Después viene la parte humana: el
aprovechamiento de esos elementos depende en buena medida de la presencia
de un cuerpo de profesores con alto
nivel de formación, vocación para la enseñanza
y salarios acordes con las
exigencias y dignidad de su oficio.
Igual importancia tienen la prestación oportuna
y cualificada de los servicios de transporte y alimentación contemplados
en el concepto de gratuidad, consignado en la Constitución política del país
cuando define la educación como un derecho fundamental, asignándole al Estado
responsabilidades concretas en ese
campo.
De la convergencia de los anteriores elementos y, por supuesto, del
aporte de padres de familia y estudiantes, depende que se empiecen a resolver las deficiencias en
campos del conocimiento tan esenciales como el lenguaje, las matemáticas, las
ciencias sociales, la filosofía y la física, expresados en los malos resultados
obtenidos en las pruebas de estado y en las evaluaciones adelantadas a nivel
internacional.
“Nuestros estudiantes no comprenden lo que leen. En esa medida no
son capaces de elaborar conceptos y
expresarlos a través del lenguaje oral o escrito”, dicen, a modo de resumen,
las mencionadas evaluaciones.
Para empezar a resolver ese
problema se creó la jornada única en los colegios públicos de Colombia. Si, de
paso, se evita que los muchachos caigan
a edad temprana en las redes de las drogas o la prostitución, esa será una
ganancia adicional. Pero reducir el objetivo
a esto último implica renunciar de
entrada al conocimiento como
agente liberador y, por lo tanto, fundamental para formar personas autónomas,
capaces de tomar decisiones pensadas
y de intervenir en el destino de su sociedad.
De esa manera, los colegios
pueden funcionar como auténticos centros
educativos y no como correccionales.
Estamos justo a tiempo de corregir ese errático discurso.
Salvando las distancias, esto de las jornadas únicas de los colegios me suena a los domingos sin coches, que tres veces al año, organizan las autoridades de mi ciudad supuestamente para disminuir la contaminación. Como usted bien precisa, la iniciativa educativa tendrá buenas intenciones pero en el fondo sabe más a autoengaño, a un conocimiento poco preciso de la realidad, y más parece una moda copiada de países avanzados. Sin tener que necesariamente imitar a Finlandia y su exitoso sistema educativo, el mejoramiento de la calidad de la enseñanza pasa por formar mejores profesores y remunerarlos adecuadamente, además de invertir en infraestructura y servicios relacionados. La Educación debería ser el pilar fundamental de cualquier gobierno, si nos atenemos al sentido común, es el punto de partida para salir del atraso que caracteriza a nuestras republiquetas. No es casualidad que los estudiantes latinoamericanos salgan muy mal parados en los Informes Pisa y otros rankings internacionales. Pero tal parece que a los políticos no les interesa el tema porque no les da réditos inmediatos.
ResponderBorrarUsted lo ha dicho, apreciado José : no parece: es un modelo copiado de otros países , que sí tienen una oferta educativa de alta calidad, expresada en los niveles de desarrollo y en las condiciones de vida de las personas.
ResponderBorrarEn nuestro caso se trata de confinar a los estudiantes en el aula y pare de contar.