lunes, 23 de febrero de 2015

Cuando escuches de grandes amores





“ El pecado requiere que se tenga de él una conciencia muy penetrante. Los soldados que ejecutaron a Cristo, por ejemplo, no pecaron. Pues para ellos aquél hombre no era  Dios, sino una víctima de la justicia romana”.
Esa reflexión, limpia y certera  en  sus aspectos de forma y fondo, aparece en la página   noventa y seis del libro Cuando escuches de grandes amores, obra póstuma del escritor Eduardo López Jaramillo, publicada por  El Arca  Perdida Editores en febrero de 2015.
Se  trata de un viaje reflexivo y lúcido por la vida, goces y desventuras de  los protagonistas de dos historias de amor que por su talante superlativo han alimentado la imaginería erudita y popular a través de  ensayos, relatos, poemas, canciones, leyendas y películas.


El tortuoso romance entre Abelardo y Eloísa,  iniciado  en 1115, ha sido profusamente documentado.  Resumiendo, Fulberto, canónigo  de la catedral de París confía al sabio Pedro Abelardo,  poeta, compositor, erudito en lógica, la educación de su sobrina Eloísa. Pronto surge un romance entre los dos. Eloísa queda embarazada y su hijo nace en  1119. Su tío la envía al monasterio de Argenteuil para apartarla de su amante. Los  perseguidores del sabio no le dan tregua. Envidiosos de su elocuencia   y erudición  acaban castigándolo con la castración.
La interpretación más simplista  concluye que  la pena  aplicada al sabio se reduce a un asunto moral. Pero en su ensayo,  Eduardo López Jaramillo nos lleva a otro terreno.  El de  Pedro Abelardo  como rebelde. Como  un hombre dotado de  una conciencia crítica capaz de desafiar  al establecimiento y romper sus diques. Y eso no lo perdonan los detentadores del poder en ninguna  época.  Comprendemos así que sus perseguidores lograron cortar  los genitales del genio pero no el hilo de sus pensamientos.


La de  Johan Sebastian Bach y Ana Magdalena fue una  pasión  y devoción en el sentido religioso  de esos vocablos. Eso lo entendió muy bien  Eduardo López Jaramillo, devoto a su vez de la vida y obra de Bach, el compositor alemán  nacido  en 1685 y perteneciente  al período  barroco. El escritor navega sin sobresaltos por la obra del músico, apelando al sentido más hondo de la palabra religar, es decir, el hilo capaz de devolvernos la unidad perdida entre el cielo y la tierra, entre lo sagrado y lo profano. Con esos elementos y siguiendo el vuelo de Los cuadernos de música para  Ana Magdalena comprendemos los alcances de la experiencia mística llevada al trance amoroso. Existe un punto donde  los anhelos del cuerpo, la mente y el corazón se funden para  transmutarse  en sustancia alquímica, traducida en este  caso en música    inspirada – y cuánta pertinencia tiene este vocablo  en el presente caso- en el amor entre Ana Magdalena y el compositor.


Apasionado   desde muy joven por la obra de Bach, López Jaramillo nos  legó en este breve ensayo un solo a dos manos tejido con la concepción que el músico tuvo siempre del amor y de la obra artística como dos  manifestaciones  de la divinidad, es decir,  de lo absoluto.
Los dos, divinidad y absoluto, son conceptos extraños a esta época nuestra gobernada por  el talante fugaz y deleznable de sus obras. De ahí el enorme valor de estos ensayos de  Eduardo López. Apelando a los goces y desdichas de Pedro Abelardo y  Eloísa, así como a la sublimación- otro concepto alquímico-  del matrimonio entre Bach y Ana Magdalena  nos devuelve  a unos  periodos de la historia del arte y el pensamiento vitales para  recuperar la capacidad  de separar  el trigo de la cizaña en momentos de confusión. Y lo hace con un título inapelable: Cuando escuches de grandes amores.


PDT :   les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada:
https://www.youtube.com/watch?v=q8ItCDcLw8s

6 comentarios:

  1. En una época en que las referencias a las relaciones entre hombres y mujeres parecen centradas únicamente en abusos, desacuerdos y agravios comparativos, es bueno saber que autores como Eduardo López Jaramillo también encuentran otros significados y otras resonancias. El de Bach y Ana Magdalena, que yo no conocía bien, es un caso conmovedor de cercanía de dos espíritus, tanto como de dos cuerpos. Ana tuvo 13 hijos, de los cuales solo 6 llegaron a adultos (no era una época de pediatras: la primera mujer de Bach, María Barbara, perdió a tres de sus siete hijos). Un enfoque moderno de Ana Magdalena enfatizaría el sufrimiento como su sino natural, de modo que bienvenido sea "Cuando escuches de grandes amores", que nos permite ver el cuadro completo.

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  2. Con Juan Carlos le haremos llegar un ejemplar para que lo disfrute, mi querido don Lalo. Eduardo López enfocó su fina sensibilidad, anclada en las grandes tradiciones de Occidente , a explorar el sutil, a veces gozoso y casi siempre doloroso tejido de resonancias entre el deseo, el poder y la muerte.

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  3. Tan acostumbrado a sus puntuales columnas de todos los jueves, siento la tardanza en publicar mi comentario, amigo Gustavo. Si esto es señal de más publicaciones por mes, mucho mejor, para disfrutar de sus reflexiones. Si su compatriota hubiera tenido esa sagacidad mercantil que nos inunda hoy, hubiera titulado su libro algo así como “Amores imposibles” pero se nota su vena poética al haberse decantado por uno más largo y sugerentemente musical. Discúlpeme la ignorancia, sólo dos cosas atino a añadir, ya que desconocía la vida de Bach más allá de sus piezas maestras. Primero, no sé si es impresión mía pero el gran maestro alemán, por la connotancia (otros dirán fama) de su obra conformaría junto a Mozart y Beethoven algo así como la gran trinidad de la música clásica. Segundo, otra vez me sorprende oír el apellido Jaramillo, que al parecer es propio de artistas, poetas y escritores, ¿o es solo la coincidencia de su gran número en Colombia?

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  4. Apreciado José: en esta zona donde vivo ( departamentos de Risaralda, Quindío , Caldas y Antioquía) los Jaramillo se multiplican como " Verdolaga en playa", según el decir popular.
    Sobre el otro asunto, como todo en este mundo es al final cuestión de gustos, a esa trinidad que usted menciona yo le añadiría a Brahms, para formar así una delantera perfecta , con dos aleros y dos delanteros por el centro. Asígneles la posición que desee : de cualquier manera las goleadas serán seguras.

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  5. Apreciado Gustavo. Me encantó su artículo y saber de la publicación de este libro póstumo de mi querido Eduardo. Lástima que mi comentario al respecto no fué publicado. En todo caso siempre le escribo, pero no veo mis comentarios. Tal vez un problema en la edición?

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  6. Estuvimos casi dos años trabajándole a la edición del libro. De modo que estamos disfrutando mucho la publicación, apreciada Olga Lucía.
    Reavisaremos a ver qué puede haber sucedido con los comentarios, pues es la primera vez que se presenta el problema-

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