“ El pecado requiere que se
tenga de él una conciencia muy penetrante. Los soldados que ejecutaron a
Cristo, por ejemplo, no pecaron. Pues para ellos aquél hombre no era Dios, sino una víctima de la justicia
romana”.
Esa reflexión, limpia y
certera en sus aspectos de forma y fondo, aparece en la
página noventa y seis del libro Cuando
escuches de grandes amores, obra póstuma del escritor Eduardo López
Jaramillo, publicada por El Arca Perdida Editores en febrero de 2015.
Se trata de un viaje reflexivo y lúcido por la
vida, goces y desventuras de los
protagonistas de dos historias de amor que por su talante superlativo han
alimentado la imaginería erudita y popular a través de ensayos, relatos, poemas, canciones, leyendas
y películas.
El tortuoso romance entre
Abelardo y Eloísa, iniciado
en 1115, ha sido profusamente documentado. Resumiendo, Fulberto, canónigo de la catedral de París confía al sabio Pedro
Abelardo, poeta, compositor, erudito en
lógica, la educación de su sobrina Eloísa. Pronto surge un romance entre los
dos. Eloísa queda embarazada y su hijo nace en
1119. Su tío la envía al monasterio de Argenteuil para apartarla de su
amante. Los perseguidores del sabio no
le dan tregua. Envidiosos de su elocuencia
y erudición acaban castigándolo
con la castración.
La interpretación más
simplista concluye que la pena
aplicada al sabio se reduce a un asunto moral. Pero en su ensayo, Eduardo López Jaramillo nos lleva a otro
terreno. El de Pedro Abelardo como rebelde. Como un hombre dotado de una conciencia crítica capaz de desafiar al establecimiento y romper sus diques. Y eso
no lo perdonan los detentadores del poder en ninguna época.
Comprendemos así que sus perseguidores lograron cortar los genitales del genio pero no el hilo de
sus pensamientos.
La de Johan Sebastian Bach y Ana Magdalena fue
una pasión y devoción en el sentido religioso de esos vocablos. Eso lo entendió muy
bien Eduardo López Jaramillo, devoto a
su vez de la vida y obra de Bach, el compositor alemán nacido
en 1685 y perteneciente al
período barroco. El escritor navega sin
sobresaltos por la obra del músico, apelando al sentido más hondo de la palabra
religar, es decir, el hilo capaz de devolvernos la unidad perdida entre el cielo y
la tierra, entre lo sagrado y lo profano. Con esos elementos y siguiendo el vuelo
de Los cuadernos de música para Ana Magdalena comprendemos los alcances de la experiencia mística llevada al
trance amoroso. Existe un punto donde los anhelos del cuerpo, la mente y el
corazón se funden para transmutarse en sustancia alquímica, traducida en
este caso en música inspirada – y cuánta pertinencia tiene este
vocablo en el presente caso- en el amor
entre Ana Magdalena y el compositor.
Apasionado desde muy joven por la obra de Bach, López
Jaramillo nos legó en este breve ensayo
un solo a dos manos tejido con la concepción que el músico tuvo siempre del
amor y de la obra artística como dos
manifestaciones de la divinidad,
es decir, de lo absoluto.
Los dos, divinidad y absoluto,
son conceptos extraños a esta época nuestra gobernada por el talante fugaz y deleznable de sus obras.
De ahí el enorme valor de estos ensayos de
Eduardo López. Apelando a los goces y desdichas de Pedro Abelardo y Eloísa, así como a la sublimación- otro
concepto alquímico- del matrimonio entre
Bach y Ana Magdalena nos devuelve a unos
periodos de la historia del arte y el pensamiento vitales para recuperar la capacidad de separar
el trigo de la cizaña en momentos de confusión. Y lo hace con un título
inapelable: Cuando escuches de grandes amores.
PDT : les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada:
https://www.youtube.com/watch?v=q8ItCDcLw8s
En una época en que las referencias a las relaciones entre hombres y mujeres parecen centradas únicamente en abusos, desacuerdos y agravios comparativos, es bueno saber que autores como Eduardo López Jaramillo también encuentran otros significados y otras resonancias. El de Bach y Ana Magdalena, que yo no conocía bien, es un caso conmovedor de cercanía de dos espíritus, tanto como de dos cuerpos. Ana tuvo 13 hijos, de los cuales solo 6 llegaron a adultos (no era una época de pediatras: la primera mujer de Bach, María Barbara, perdió a tres de sus siete hijos). Un enfoque moderno de Ana Magdalena enfatizaría el sufrimiento como su sino natural, de modo que bienvenido sea "Cuando escuches de grandes amores", que nos permite ver el cuadro completo.
ResponderBorrarCon Juan Carlos le haremos llegar un ejemplar para que lo disfrute, mi querido don Lalo. Eduardo López enfocó su fina sensibilidad, anclada en las grandes tradiciones de Occidente , a explorar el sutil, a veces gozoso y casi siempre doloroso tejido de resonancias entre el deseo, el poder y la muerte.
ResponderBorrarTan acostumbrado a sus puntuales columnas de todos los jueves, siento la tardanza en publicar mi comentario, amigo Gustavo. Si esto es señal de más publicaciones por mes, mucho mejor, para disfrutar de sus reflexiones. Si su compatriota hubiera tenido esa sagacidad mercantil que nos inunda hoy, hubiera titulado su libro algo así como “Amores imposibles” pero se nota su vena poética al haberse decantado por uno más largo y sugerentemente musical. Discúlpeme la ignorancia, sólo dos cosas atino a añadir, ya que desconocía la vida de Bach más allá de sus piezas maestras. Primero, no sé si es impresión mía pero el gran maestro alemán, por la connotancia (otros dirán fama) de su obra conformaría junto a Mozart y Beethoven algo así como la gran trinidad de la música clásica. Segundo, otra vez me sorprende oír el apellido Jaramillo, que al parecer es propio de artistas, poetas y escritores, ¿o es solo la coincidencia de su gran número en Colombia?
ResponderBorrarApreciado José: en esta zona donde vivo ( departamentos de Risaralda, Quindío , Caldas y Antioquía) los Jaramillo se multiplican como " Verdolaga en playa", según el decir popular.
ResponderBorrarSobre el otro asunto, como todo en este mundo es al final cuestión de gustos, a esa trinidad que usted menciona yo le añadiría a Brahms, para formar así una delantera perfecta , con dos aleros y dos delanteros por el centro. Asígneles la posición que desee : de cualquier manera las goleadas serán seguras.
Apreciado Gustavo. Me encantó su artículo y saber de la publicación de este libro póstumo de mi querido Eduardo. Lástima que mi comentario al respecto no fué publicado. En todo caso siempre le escribo, pero no veo mis comentarios. Tal vez un problema en la edición?
ResponderBorrarEstuvimos casi dos años trabajándole a la edición del libro. De modo que estamos disfrutando mucho la publicación, apreciada Olga Lucía.
ResponderBorrarReavisaremos a ver qué puede haber sucedido con los comentarios, pues es la primera vez que se presenta el problema-