Lo leí el mismo
día en dos cables distintos. En la ciudad de Armenia, Colombia, decidieron
patrocinar la cirugía de orejas a una niña abrumada, según sus padres, por el
matoneo de sus compañeros de colegio. ¿La
razón? El tamaño de su apéndices era generador constante de burlas.
Mientras esto pasaba, en Cali, a tres horas de distancia , una adolescente optó
por el suicidio ante la negativa o la
imposibilidad de los suyos para asumir los costos de una cirugía de
senos.
Una sociedad preocupada por su presente y su
futuro debería recibir esas noticias como alertas tempranas sobre algo muy
peligroso incubado en sus entrañas. En
el primero de los casos el mensaje no podría ser más errático: en lugar
de educar a las personas en el fortalecimiento del carácter para que
puedan asumirse a si mismas bajo
cualquier circunstancia optamos
por intervenir su cuerpo para adaptarlo
a las exigencias del mercado. A ese
paso, estaríamos a las puertas de una forma de eugenesia
peligrosamente cercana a la postulada
por los nazis. Ya imagino al coronelote de turno obligándonos a formar en fila contra la pared: narizones,
estrábicos, dientes de conejo, chapines, orejones y en fin, toda la suma de la
humana imperfección impelida a endeudarse o a recurrir a la mendicidad pública con el fin
de someterse a una restauración perentoria de la propia fisonomía. Desde ya
hago un llamado a la rebelión : feos y
contrahechos de todos los países ¡unámonos!
Bromas aparte surge una pregunta más delicada: ¿cuál es el papel de la
educación formal y de la orientación de las unidades sociales
básicas entre nosotros? No es necesario dar muchas vueltas para entender
que a largo plazo resulta más saludable educar
a la gente en el respeto a la
singularidad de los demás que modificarle la fisonomía a una persona para
ponerla a salvo de la atarvanería ajena. Si le otorgamos patente de Corso a
esta última cada padre de familia se
verá empujado a negociar sus riñones en el mercado negro de órganos para
salvar a sus vástagos de la inquina del
prójimo. Un dato adicional: como vivimos en el tiempo de las víctimas y los
traumas podríamos estar frente un
callejón sin salida. Por definición, la naturaleza es la gran bromista universal
y todo el tiempo está produciendo piezas defectuosas para recordarnos nuestro carácter contingente y de
paso engrosar las cuentas de los cirujanos plásticos.
El drama de la
chica caleña resulta todavía más alarmante: el suicidio como herramienta
extorsiva para alcanzar propósitos que
además no son hijos de la necesidad sino de la alienación. La jovencita en
cuestión quería ostentar un par de tetas como las de su compañeras mayores...
que a su vez pretendían emular a las
modelos del cine y la televisión …, que a su vez..., pero mejor paremos aquí
porque acabaríamos abismándonos en recintos muy remotos de la condición humana y animal.
Educados en la
religión del consumo los publicistas y expertos
en mercadeo se convirtieron en los nuevos sacerdotes y guías
espirituales de las masas:definen gustos,actitudes, tendencias y, lo más grave
de todo, criterios de valoración de los seres y las cosas, un papel hasta hace
algunos años reservado a la ética o al bien vivir que llamaban los antiguos. El
resultado de todo esto es un desbarajuste de resultados predecibles. Cada día
se multiplicarán los casos de personas
agredidas porque sus rasgos no
corresponden a los dictados del mercado. Su
respuesta no se dará desde la
templanza, esa anacrónica virtud desterrada al cuarto de los trastos inútiles.
Nada de eso : de hecho ya tenemos especialistas en reformar cada parte del
viejo y resistente esqueleto. No importa si eso implica endeudarse hasta los
cojones. Al fin y al cabo, como lo han
repetido tantos, en nuestro mundo ya lo importante no es ser, sino parecer.
Ustedes ya
conocen mi fotografía: nada que ostentar, en todo caso. Sin embargo así he
conseguido amar y ser amado hasta esta altura del camino. Por eso mismo no
estoy dispuesto a someterme ni a someter
a los míos a esa sofisticada forma de esclavitud enfocada a responder, no a
nuestros anhelos más profundos, sino al juego de pulsiones y miedos creados a la medida de los
intereses de un modelo por completo ajeno a los asuntos más entrañables de la
existencia.
A mi me parece que René Higuita Si quedó más lindo después del cambio extremo. No como un escorpión, que era lo que parecía antes, (y no hablo de futbol) pero si que quedó más lindo. No sé. Percepciones mías. Aunque soy medio cojo de un pie y completo de la cabeza.
ResponderBorrarCami.
Apreciado Camilo. Creo que en su momento hubo consenso en cuanto a la "mejoría" en las facciones del ya casi olvidado arquero. Justo en ese punto empezó el problema: también hubo coincidencia en que ya no era Higuita.
ResponderBorrarAsusta y enseña tu post, Gustavo. Por un lado me enternece lo que cuentas de la chica de las orejas grandes y la chica de los senos pequeños, o grandes, o feos, no sé. Pero es que se vislumbra que en cualquier momento alguien proclamará el derecho humano a la belleza, y los que se consideran mal equipados podrán pedir compensación. Suena mal, mi queja, pero no estoy apuntando a esa pobre gente, sino a los cabrones que dan manivela al asunto de la apariencia, a quienes debemos cosas como la bulimia, el marginamiento de todas las mujeres que no son como Megan Fox y todos los hombres que no son como el lindo de turno… bueno, es que me estoy poniendo viejo. Tanto, que hoy escuché el tema “Mi viejo”, del que das el link en tu post anterior, y yo que siempre lo había escuchado pensando en mi pobre viejo, ahora lo escucho pensando en otro pobre viejo…
ResponderBorrarAh, me saco el sombrero ante su capacidad de reírse de sí mismo, amigo Gustavo. Alguna vez leí en el blog de un escritor español diciendo que sería mejor no dar la cara justamente al final de su perfil con fotografía y tenía razón el hombre. De gente como usted he aprendido a no tomarme la vida muy en serio.
ResponderBorrarBromas aparte, alguna vez leí por casualidad, en alguna parte, sobre el caso de un singular regalo que una madre hizo a su hija: pagarle la fiesta de quinceaños o una operación de senos. Por descontado que la adolescente eligió la operación estética. De este “ejemplo” de madre, concluyo que muchas veces falla la educación desde la familia misma, lejos de aleccionar a los hijos sobre la personalidad y la autoestima, se incurre en complicidad con esa lógica perversa de que el cuerpo necesita retoques muchas veces innecesarios. Bien recuerdo una portada de la revista humorística El Jueves, donde titulaba “El príncipe Felipe fue pillado con una desconocida” en alusión a que su mujer se había vuelto a configurar el rostro.
Ja. Me encanta su ácido sentido del humor, mi querido don Lalo. En cualquier caso resulta más saludable que el impúdico exhibicionismo de la auto compasión que gobierna hoy el ámbito de lo público y lo privado.
ResponderBorrarY tiene usted razón : un día se proclamará el derecho a la belleza... pero no la impuesta por los amos de la publicidad y el mercadeo si no la que expresa los anhelos más íntimos de cada persona. Al menos eso espero.
Apreciado José: Camilo, uno de los habituales interlocutores de este blog, apunta en su comentario de hoy sobre la mejoría en el aspecto de René Higuita luego de la remodelación de su rostro. En eso hubo una especie de consenso; solo que acompañado de una conclusión inquietante: los mismos que puntualizaban sobre su embellecimiento coincidían también en que " Ya no era René Higuita".
ResponderBorrarPues claro. Es que este Higuita quiere ser bello, mientras que aquel era, simplemente, Higuita.
BorrarMe uno a su Asociación de Feos y Contrahechos de todos los Países. La verdad sí es alarmante lo que dice Gustavo, que por una simple operación alguien se suicide. Pues creo que, aunque esto ya ha de ser un problema psicológico gracias a la estética que la sociedad acepta de los medios masivos, en sí ser feo no es malo, es más, hasta nos va mejor con quien queramos estar. Y eso es lo que hay que trabajar con los jóvenes, principalmente, creo: NO hay nada de malo no tener ni el mínimo rasgo de belleza que nos dicta la publicidad y el mercadeo. Aunque también habrá que trabajar con quienes pretenden ignorar o humillar por el mismo hecho. Eso es igual o más grave.
ResponderBorrarCambiar la forma de cuerpo de manera artificial, o con trabajos físicos y dietas enfermizas sólo para aparentar (por salud es otra cosa) en descuidar el deleite de algunas alegrías que nos da el mundo gracias a la cultura y su comunicación con otras. Ejemplo de ello, fácil, la gastronomía.
Cómo le parece, apreciado Eskimal: usted privándose de tacos y tortillas para corresponder a los códigos inventados por las agencias de publicidad y mercadeo.Siguiendo el camino de la eugenesia, nos hubiésemos perdido versos tan valiosos como aquél de don Francisco de Quevedo que empieza así: "Érase un hombre a una nariz pegado".
ResponderBorrar