Desde los
tiempos de Herodoto se sabe que armar
un zafarrancho verbal con los vecinos o inventar una guerra real es el
recurso más efectivo para sacar de apuros a un caudillo caído en desgracia con
su pueblo. El truco produce varios efectos inmediatos. El
primero de ellos es el reavivamiento del nacionalismo, el patrioterismo o cualquiera de esos
sentimientos nacidos de la comprensible necesidad humana de sentirse parte de
un gran proyecto colectivo. Derivado del anterior, el segundo consigue
desviar la atención : del malestar
ante los yerros de su líder, la pasión de la masa se traduce en
animadversión frente al enemigo recién
descubierto. Por ese camino, el caudillo en cuestión se convierte en guía salvador.
Bien asesorado
por expertos en mercadeo político, el presidente colombiano Juan Manuel Santos parece haber optado por esa
salida providencial. Apabullado por encuestas que amenazan sus aspiraciones de reelección, el gobernante decidió desempolvar un conflicto de límites marítimos con Nicaragua como posible
salvavidas político ante un malestar nacional
atizado por la inusitada
multiplicación de movimientos de protesta social registrada en los últimos
meses.
De la validez
técnica y jurídica de las medidas
adoptadas se han ocupado con profusión los expertos y legos con ínfulas desde
un par de semanas atrás. Por su lado,
los políticos en campaña han hecho de
las suyas manifestándose a favor o en contra de la decisión. Pero pocos se han preguntado si a esta altura
del camino no existen al menos media docena de problemas de más urgente
solución para una amplia masa de
colombianos que, por lo visto, malviven por fuera de la retórica de la
prosperidad y de los alegres indicadores económicos difundidos mes tras mes.
Para empezar,
son legión los nacionales cuyas
tribulaciones de salud están por encima del archipiélago de San Andrés y
Providencia completo. Frente a ese drama
real se toman decisiones dirigidas más a maquillar el problema y a
proteger los intereses de poder de quienes se lucran con el negocio que a cumplir con el mandato constitucional
donde se consagra la salud como un derecho fundamental. O si no nadie se explica cómo esos lugares
donde se realizan tomografías, ecografías
y procedimientos similares obligan a
sus usuarios a comprarles medicamentos cuya importación y
distribución monopolizan ellos mismos,
sin que autoridad alguna se digne
apersonarse del asunto.
De los
campesinos hemos escuchado hablar bastante por estos días . “Bienvenidos al
futuro”, dijo el político César Gaviria
Trujillo al posesionarse como presidente de la República el 7 de agosto
de 1990. Pues bien, hoy asistimos a la materialización de ese futuro :
consolidación de los grandes monopolios
económicos, quiebra de amplios sectores industriales , así como la ruina, ya no de pequeños y medianos propietarios de
tierra, sino incluso de terratenientes
golpeados por la apertura de mercados a
productos altamente subsidiados en sus países de origen. En una de las marchas
de protesta adelantadas un mes atrás escuché
a varios de esos grandes propietarios gritar consignas que hace
apenas cinco años hubiesen bastado para tildarlos de terroristas,
bandidos y cosas peores. Leer a columnistas de la más pura ortodoxia
conservadora protestando por la “ invasión indiscriminada de capitales
foráneos” resulta a esta altura del
cuento una experiencia bastante aleccionadora.
Podríamos seguir
enumerando y la lista empezaría a hacerse interminable. El sacrificio de la calidad de la educación
en aras de las coberturas. El empeño en producir profesionales y técnicos
acordes con las demandas del mercado ( “pertinencia”, le llaman a eso),
renunciando de paso a la responsabilidad de formar ciudadanos autónomos y reflexivos, como clave para la
construcción de un modelo más digno de sociedad. Sumo y sigo : los pequeños
mineros piden que no se les imponga un régimen diseñado a la medida de las
grandes corporaciones del sector y de inmediato se les acusa de actuar en
connivencia con grupos y armados y delincuencia común. De allí a ponerlos en la
mira de los asesinos media solo un
paso. Las anteriores y muchas otras son razones suficientes
para pensar que el repentino fervor
patriótico del alto gobierno no pasa de ser una salida de última hora para revertir la al parecer imparable caída en los niveles de
calificación de la gestión presidencial.
Usted lo ha dicho, “viejos trucos” para levantar hasta los muertos. Una vez más somos tan parecidos. Aquí el viejo truco para recuperar popularidad de los gobiernos de turno es recurrir a la treta del reclamo marítimo contra Chile y en eso Evo es capaz de hasta ponerse a llorar o despotricar enérgicamente contra Piñera. Eso si, como todo político, en tiempos que gobernaba Bachellet, andaba muy callado con respecto al tema y prefería tener buenas relaciones con la “hermana presidenta” chilena. Esa frase de Gaviria es antológica, una muestra cruda de cómo a los políticos les importa un comino la realidad. Suena a burla y cinismo.
ResponderBorrarCortinas de humo, pistas falsas, denuncias que en realidad enmascaran la verdadera corrupción... Todo esto forma parte de la panoplia del político de todas las épocas y todos lugares. La demagogia es el idioma común de estos personajes de diferentes nacionalidades, de modo que la única forma de salvar el pellejo y la dignidad consiste en denunciar todo esto constantemente. Algo queda... Es triste que la educación se cuente entre las víctimas preferidas de esta gente, porque es un blanco fácil.
ResponderBorrarPerú - Eucador; Colombia - Venezuela( ahora Nicaragua); Argentina - Paraguay; Bolivía - Chile. Parece una fecha de la eliminatoria del mundial de Fútbol, pero en realidad es una de las curiosas facetas de nuestras " naciones hermanas", siempre dispuestas a alborotar el gallinero del vecino, si eso beneficia los intereses del político de turno, apreciado José.
ResponderBorrarMi querido don Lalo: lo antiguo y repetido no quita lo terrible. Es más: lo acentúa. Todavía están vivas las imágenes de Hugo Chávez y Álvaro Uribe, mostrándose los dientes como perros rabiosos, como una manera de avivar el peligroso fervor nacionalista de sus respectivos países. De ese modo, conseguían desviar la atención sobre los dramas de sus propios ciudadanos.
ResponderBorrarUno ya no sabe qué puede pasar con el gobierno de turno. Da tristeza reconocer que no se puede creer en las personas elegidas para ayudar, motivar o fomentar una mejor sociedad en un país junto con los ciudadanos.
ResponderBorrarY da mucha más tristeza creer, empezando por el mismo presidente, que todo va bien y negar cada conflicto, cada problema. Ver a Santos o a otro gobernante sonriendo ante la cámara o enérgico con su puño cerrado declarando un "avance positivo" sorprende cuando hay hechos que demuestran lo contrario.
Será que al llegar a la Casa de Nariño les dan una píldora especial para inmunizarlos ante el país real y recodificarles el cerebro para creer en que lo mejor está siempre ante sus ojos.
Mi novia me lo dijo, que no vayan a firmar el TLC en Colombia porque eso fue lo que fregó a México, y aún no llega un Salinas de Gortari colombiano a la presidencia. Ahí sí sería el colmo.
Abrazos.
Apreciado Eskimal, ya lo dijo el poeta: " No hay de que preocuparse: los peores días están por llegar". Cuando uno lee los informes económicos del gobierno y luego se da una vuelta por las calles, no puede menos que preguntarse : ¿De qué coños hablan cuando mencionan la palabra " prosperidad"?
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