Dependiendo de las distintas concepciones y corrientes políticas, la figura y el papel del Estado admiten comparaciones con el rol ejercido por el padre al interior del núcleo familiar. Tenemos por ejemplo al padre irresponsable y desentendido de la prole que deja en manos de la selección natural la posibilidad de supervivencia de sus críos. En segundo lugar aparece el papá controlador, empeñado en determinar cada uno de los pasos y decisiones de sus descendientes, sin dejar resquicio alguno para el ejercicio del libre albedrío. Existe también el progenitor sin carácter, incapaz de establecer los mínimos parámetros de convivencia entre los integrantes del clan. Finalmente está el padre proveedor, atento siempre a satisfacer los deseos y caprichos de los suyos con la esperanza de conquistar así su lealtad.
La primera categoría correspondería a los gobiernos ultra liberales, convencidos del poder casi
mágico de las fuerzas del mercado para regular
el curso de los intereses en pugna. El
resultado más reciente de esa
visión se manifiesta en el caos
desatado por la especulación financiera y la desregulación laboral. Al
desaparecer los controles básicos, la
ambición sin medida y la búsqueda de dinero rápido se convirtieron en la medida
de todas las cosas y en la causa de la disolución de los mínimos patrones
éticos.
Como resultado de lo
anterior, reviven los Estados inspirados
en ideologías conservadoras. Según esa visión del mundo , la única salida
es volver a controlarlo todo, empezando por la vida privada de los individuos,
hasta llegar a la letra de las
constituciones políticas. En ese terreno se mezclan la política, la religión y
los prejuicios particulares , dando lugar a una madeja difícil de desenredar. Eso explica porqué funcionarios públicos como el Procurador
Ordóñez se pronuncian en igual medida sobre las corrupción al interior del gobierno y el derecho de las mujeres a
practicarse o no un aborto: para
personas como él, ambas cosas pertenecen a la misma esfera.
En el tercer plano emergen los Estados amorfos.
Empecinados en quedar bien con todo el mundo, acaban por perder el
control, ganándose así la hostilidad de
todas las partes del cuerpo social. Muy pronto se convierten en un buen pretexto para los nostálgicos del
autoritarismo, dispuestos a patrocinar cualquier atrocidad con tal de recuperar
el orden perdido. Modelos como el
comunismo, el fascismo o el nacionalismo surgieron en circunstancias de esa índole. Basta un
ejemplo : la llegada de Castro al poder
en la Cuba de Batista fue facilitada
por el ambiente de laxitud propio de un lugar habituado de suyo a
funcionar menos como un país y más como un prostíbulo y un paraíso de mafiosos norteamericanos
Y el último pero no menos
importante es el Estado proveedor. Su
versión moderna nace de una interpretación amañada de un modelo tan exitoso
como el New Deal validado por F.D.
Roosvelt en los Estados Unidos. En el caso norteamericano se trataba de
conjugar la capacidad de producir bienes materiales demostrada por el
capitalismo industrial con el sentido
de justicia económica propuesto por los socialistas. La idea anclaba en el más
puro pragmatismo: unos ciudadanos con capacidad de consumo disponen de las herramientas
para perpetuar el sistema.
No es ese el caso de países como Colombia, donde la multiplicación de los subsidios exonera a los gobiernos de la responsabilidad de crear condiciones reales para el progreso de todos. Y no se trata aquí de una declaración retórica. Basta con cruzar los indicadores de crecimiento económico, los niveles de concentración de riqueza y consiguiente desigualdad en la distribución de la misma para captar la diferencia entre el modelo de un Estado generador de oportunidades y otro proveedor de recursos para no morirse de hambre. Es la misma diferencia entre un orden social y político que valora el papel del ciudadano como constructor de sociedad y otro que concibe la inversión social en términos de réditos electorales. Hagan el ejercicio con el modelo de vivienda gratuita. Calculen cuántos votos reporta cada familia beneficiaria y saquen sus propias conclusiones.
No es ese el caso de países como Colombia, donde la multiplicación de los subsidios exonera a los gobiernos de la responsabilidad de crear condiciones reales para el progreso de todos. Y no se trata aquí de una declaración retórica. Basta con cruzar los indicadores de crecimiento económico, los niveles de concentración de riqueza y consiguiente desigualdad en la distribución de la misma para captar la diferencia entre el modelo de un Estado generador de oportunidades y otro proveedor de recursos para no morirse de hambre. Es la misma diferencia entre un orden social y político que valora el papel del ciudadano como constructor de sociedad y otro que concibe la inversión social en términos de réditos electorales. Hagan el ejercicio con el modelo de vivienda gratuita. Calculen cuántos votos reporta cada familia beneficiaria y saquen sus propias conclusiones.
Otra vez estamos empatados, estimado Gustavo. El régimen de Morales se jacta de las migajas que da a los sectores populares a través de los famosos subsidios, bonos y demás asistencialismos. De ahí que los indígenas, campesinos y obreros se han acostumbrado a alargar la mano y exigir que el Estado les resuelva la vida. Como usted bien plantea no se sientan las bases para un progreso verdadero y sostenible a través de proyectos productivos. Importa más,- electoralmente sobre todo- el corto plazo, el rédito inmediato. Así no extraña que cada vez escaseen más las frutas y hortalizas porque el productor prefiere dedicarse a otra cosa como la plantación de coca que, dado el auge del narcotráfico por estas tierras, es un cultivo muy rentable.
ResponderBorrarApreciado José, no soy quien para opinar sobre Bolivia, cuya realidad desconozco, pero si me aventuro a creer que en este caso no hay comparación posible. Lo de las casas gratis fue una jugada hábil y detestable de Santos para reelegirse, pero está lejos -lejísimos- de solucionar el déficit de vivienda en Colombia, que es de varios millones de unidades. Recordemos que sólo son 100 mil casas gratis, de 40 metros cuadrados o menos, ahorrando en todos los costos posibles y con licitaciones que favorecen mucho a los constructores privados. Ganancia para los gremios, ganancia para los políticos y migajas para los pobres. Pura vestimenta, pues, como dicen los Van Van.
ResponderBorrarLo de Estado proveedor en Colombia funciona a la inversa: el papá Estado que tanto critican los neoliberales reparte millonadas en subsidios para los latifundistas ganaderos. Incentivos forestales de miles de millones para hacendados cultivadores de caucho o palmicultores (matones donde los haya). Hubo una versión criolla de la sinverguencería llamada "Agro Ingreso Seguro" donde se feriaron miles de miles de millones entre los terratenientes más grandes del país. Hay , como no, regalos a las multinacionales en impuestos, tasas que las favorecen, legislación minera, ausencia total de controles y un largo etc de complacencia. En concreto: somos el país con las regalías más bajas del continente, es decir, el que más pierde con el extractivismo de sus recursos.
No hablemos de las excenciones tributarias a grandes empresas, de la forma como el Estado rescata bancos con dinero público, ni del sistema de seguridad fundamentado en cuidar inversiones: 500 mil hombres en armas y aun así una de las situaciones de órden público más complejas del continente. Es que hay que cuidar la infraestructura petrolera, diría un expresidente.
Aun así, no falta el cretino que desde su Mercedes viene a dar lecciones de Chicago Boy, diciendo que el gobierno regala y mantiene a los pobres... pero yo mejor me callo, porque comienzo a sonar panfletario, troglodita, anticuado, aburrido, cavernoso y, como son casi las 3 de la madrugada, marxista trasnochado. Nunca mejor la expresión como ahora.
Saludos.
Cami.
Pregunto. ¿Todos los cretinos tienen Mercedes? ¿O acaso todos los que andan en Mercedes tienenque ser cretinos? No entiendo por qué el resentimiento.
BorrarEn este caso, el siempre juicioso análisis de Camilo ilustra muy bien las cosas, apreciado José. Aunque pienso que el asitencialismo hacia los sectores populares funciona tan bien, que de hecho constituye la base electoral de concejales, diputados, congresistas y, por consiguiente, de presidentes de la República.
ResponderBorrarEl tema de los subsidios me tuvo angustiado por mucho tiempo: siempre esperaba que algún gobierno o autoridad, en alguno de los dos países en los que he vivido largo tiempo, se dignara acercar unos pesitos en mi dirección, pero, me lamentaba, la dádiva siempre les tocaba a otros. Hasta que me encontré con un sabio que me explicó que muchísimas regulaciones que me benefician son diferentes formas formas de subsidio. Detrás de todo esto está la incapacidad administrativa de los gobiernos, que siempre toman decisiones a remolque de los acontecimientos, en lugar de adelantarse a ellos. Como tú dices sobre el gobierno colombiano, la inmensa mayoría de los demás tampoco contribuyen a crear las condiciones para mejorar realmente las condiciones de vida de la población.
ResponderBorrarApreciado Camilo : incluso sus detractores más acérrimos coinciden en que Marx ( tanto Karl como Groucho) fue un riguroso analista de la sociedad y del curso que seguirían los acontecimientos. Tanto que en un aparte de El Capital sobre la mercancía, prefigura el grado de alienación alcanzado por la actual sociedad de consumo y derroche.
ResponderBorrarPienso que en realidad el problema empezó cuando algunos de sus prosélitos lo convirtieron en profeta. Y bien sabemos que las profecías religiosas y políticas no pueden conducir sino al desastre.
Así es, mi querido don Lalo: uno supone que planear y presupuestar consisten en eso : en tratar de adelantarse a los acontecimientos.
ResponderBorrarPero como los partidos políticos no son proyectos de sociedad sino empresas particulares, las medidas se toman al ritmo de los intereses del momento. Esa circunstancia, para el caso que nos ocupa, es la que determina el final el destino de esos subsidios y el instante oportuno para entregarlos.
Ay, cuánta razon tiene Camilo, la situacion colombiana es exactamente al reves de la realidad boliviana. Gracias por la extensa explicacion. Saludos.
ResponderBorrarEn México existe un programa del gobierno federal que se llama Infonavit, en el cual dan unos créditos accesibles para el ciudadano promedio, promedio hablando en dinero. El problema de este tipo de oportunidades, a mi manera de ver, no es lo difícil de pagar el crédito, pues dan muchas oportunidades, bueno, eso he leído, sino la invasión de constructoras en México que en vez de dar calidad de vida con sus viviendas dan es en sí, viviendas, donde sea. Los terrenos donde construyen están en los lugares más inhóspitos que impulsan un crecimiento desmesurado y no pensado de las ciudades y a jugar a los dados con las personas, a vivir en lugares que luego pueden traer problemas para los departamentos por la clase de terreno. Pasa lo de siempre, no pensamos a futuro como proyecto, solo queremos sobrevivir el momento, por eso no analizamos a la nación, al gobierno y sus políticas. Saludos Gustavo.
ResponderBorrar" Vivir al día", esa lúcida y saludable consigna de los viejos sabios, se convirtió en nuestros tiempos en una forma de mal vivir de cualquier manera, apreciado Eskimal. En el reinado del sálvese quien pueda los subsidios se convirtieron en una manera de no desfallecer del todo. Sobre esa base los políticos edifican sus feudos electorales. " Te subsidio y tu me votas", ya sabemos.
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