El último día de 2013 me reuní
con Steven y Geovanny en una cafetería
de Perla del Sur, una barriada obrera de
la Ciudadela Cuba , en Pereira. Tenían
una historia para contar y sabían de mi
interés por los tejemanejes de los carteles que controlan el negocio del fútbol, empezando por el más
poderoso de ellos: la Fifa, cuyos
caminos torcidos volvieron a salir a la luz con motivo de la adjudicación del
Mundial de 2022 a Quatar, un país sin tradición futbolística, pero poseedor de
petro dólares para dar y convidar.
Cuando
contaban 18 años de edad Steven y
Geovanny fueron contactados por un empresario a quien se refieren como Pacho, una especie de delincuente de
élite. Se habían destacado en los torneos aficionados de la ciudad y el hombre
prometió llevarlos a prueba al Cádiz, un equipo de la segunda división
española con esporádica presencia en la Liga mayor. Corría el año 2003 y apenas
se iniciaba el éxodo de jugadores colombianos al exterior, animado por la presencia del seleccionado nacional de
mayores en tres mundiales consecutivos.
Después de recibir sus pasaportes y visados en regla viajaron a España en junio de de ese año. Para entonces ninguno había salido de su ciudad natal. Motivados por el empresario, los dos muchachos pensaban que el Cádiz podría ser apenas el punto de tránsito hacia uno de los clubes grandes, como el Madrid o el Barcelona. De esa dimensión eran sus sueños.
Después de recibir sus pasaportes y visados en regla viajaron a España en junio de de ese año. Para entonces ninguno había salido de su ciudad natal. Motivados por el empresario, los dos muchachos pensaban que el Cádiz podría ser apenas el punto de tránsito hacia uno de los clubes grandes, como el Madrid o el Barcelona. De esa dimensión eran sus sueños.
Todo empezó
a disolverse cuando Pacho desapareció sin dejar pistas. Luego de
aterrizar en Barajas les presentó a un español llamado Sergi, que haría de puente con el club , según les dijeron.
Pero en realidad los entrenadores de ese equipo no se enteraron nunca de su
existencia. Los tuvieron durante un mes
entrenando en unas canchas ubicadas en los suburbios de esa ciudad portuaria.
Cuando no entrenaban descansaban en
habitaciones en las que convivían con jóvenes como ellos, llegados de países
como Argentina, Brasil, Ecuador,
Honduras, Perú, Togo, Camerún , Nigeria y Colombia. Día tras día pasaban por
allí unos hombres que los veían jugar y
registraban en cámaras de video cada uno de sus movimientos. Al final resultó
que, de 150 jugadores, solo veinte fueron incorporados a las divisiones
menores de algunos clubes desconocidos. Los demás fueron abandonados a su
suerte , porque de los empresarios que los llevaron nunca se volvió a saber.
Los dos jóvenes pereiranos
trabajaron en lo que pudieron, hasta conseguirse los tiquetes de regreso a su país. Ni
siquiera contemplaron la posibilidad de quedarse en España, pues tenían una
idea fija: encontrar a Pacho y hacerle pagar lo suyo. Diez
años después, me confiesan que pensaron incluso en la opción de matarlo,
pero al final se conformaron con que les devolviera lo gastado en pasajes y estadía en Madrid.
Cuando pregunto por Pacho , me
dicen que anda de correría por Tumaco,
Buenaventura, Quibdó, Carepa, Apartadó o Pescadito, uno de esos lugares en los que florece la miseria y
por eso mismo el fútbol se convirtió
en el sueño de redención para muchas
familias. Todos piensan en Falcao
García, en Juan Guillermo Cuadrado o en James Rodriguez. Nunca les pasa por la cabeza que esos ganadores
constituyen la excepción y no la norma. Por eso están dispuestos a aceptar la invitación del primer vendedor de promesas que aparezca por sus
aldeas. No importa si un día tienen que repetir el largo y tortuoso camino transitado por muchachos como Steven y Geovanny.
Gustavo, vuelvo por acá luego de unas pequeñas vacaciones. Me parece interesante el objetivo de los jóvenes de volver a Colombia con la intención de cobrar lo robado, evadiendo el deseo de muchos: quedarse en España en busca de otras oportunidades de trabajo; aunque los dos muchachos fueron al país de las grandes estrellas del Madrid y Barcelon para jugar fútbol.
ResponderBorrarLas aspiraciones de cada persona pueden convertirse en afanes, allí está la falta de cautela y la entrega a ciegas ante una oportunidad en cualquier ámbito. Es algo triste que algunas personas se aprovechen de ese anhelo juvenil, casi inocente y por ello más noble, para embaucar. Y en el periodismo deportivo falta mucha más investigación sobre tales temas, ya que muchas veces en medios masivos solo se muestran goles, fichajes, precios e intercambios. Saludos.
Bienvenido a la dura realidad, apreciado Eskimal. Siempre es grato tenerlo por aquí. Y si : son legión los jóvenes y casi niños atrapados en las redes de estos vendedores de ilusiones que,eso sí: cuando consiguen que un muchacho de estos ingrese a las grandes ligas se forran de dinero.
ResponderBorrarUna vez más, somos países hermanos, tanto en las alegrías como en las tragedias, apreciado Gustavo. Aquí sucede algo parecido con lo que nos relata. Es cosa bastante común que supuestos empresarios lleven a jugadores más o menos talentosos a destinos exóticos como Rusia, Ucrania, Arabia, India e incluso China, y en varios casos se ha presentado la misma penosa situación de abandono de los jugadores en esas tierras. Muy pocos son los que se quedan y tienen éxito, la gran mayoría retorna a los pocos meses, siempre frustrados y con la sensación de haber sido engañados. Otros llegan incluso seriamente lesionados. Es que muy fácil engatusar a los jóvenes con las promesas de suculentos salarios así se los lleve al desierto. Sucio tráfico de piernas, resulta al final.
ResponderBorrarEs conmovedor lo que cuentas, Gustavo, aun sabiendo que manoseos similares abundan en este mundo. No se puede comparar, claro, con el tráfico de mujeres p/prostitución y hasta de familias enteras, niños incluidos, que luego son utilizados en la mendicidad u otros rackets de los mafiosos, pero la crueldad del abuso que cuentas es un oportuno recordatorio de cómo andan las cosas en este mundo. El testimonio directo le agrega urgencia, dolor, espanto. Me queda una duda: obtuvieron estos chicos esa mínima reparación que mencionas?
ResponderBorrarImagino a un chico boliviano extraviado en los Emiratos Árabes, apreciado José: sin conocer el idioma, agobiado por el clima y los atavismos religiosos. Para afrontar todo eso, solo dispone de la la habilidad de sus piernas, con la que debe competir frente a otros muchachos en situación similar. Con ese panorama, el viejo jogo bonito queda convertido en un pasaporte a los infiernos.
ResponderBorrarHasta donde me contaron los muchachos, les resarcieron el importe de los tiquetes, sin incluir la inflación y la corrección monetaria. Pero lo peor es que los "empresarios" de marras se pasean por todas partes disfrazados de benefactores. Incluso muchos padres de familia los ven así.
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