Las encuestas y sondeos de opinión son un instrumento que pretende medir el ritmo y la dirección de los
anhelos, los miedos, las obsesiones, las expectativas y las frustraciones
humanas. Por eso mismo son tan apetecidos por políticos, pastores religiosos,
vendedores, publicistas y expertos en
mercadeo. En el momento oportuno cada uno de ellos, por separado o en gavilla,
se presentará como el portador de una respuesta
a la medida de los reclamos de la
gente.
Eso explica por ejemplo que durante casi medio
siglo los guerrilleros colombianos se hayan convertido en los grandes electores del país. Con la promesa de
acabar con ellos a plomo limpio o de
llevarlos a la vida civil a través de una negociación, una sucesión de hombres ha llegado a la
presidencia de la República, sin que hasta la fecha las aspiraciones de la gente se hayan vuelto
realidad. Dicho de otra manera, como en esas historias de amor truncadas, hasta
hoy los políticos colombianos no
han aprendido a vivir sin la guerrilla... aunque los estudios digan que hace rato dejó de ser el mayor factor de
violencia entre nosotros.
Pero no es de guerrilla sino de
encuestas de lo que quiero hablar ahora. Durante varios años estas últimas ubican a los
colombianos como “ las personas más felices del mundo”. No pregunten, por
favor, cómo hacen para medir un asunto tan etéreo y por lo tanto inasible. Pero
lo hacen: año tras año publican los
resultados. Lo anterior prueba que un encuestador es capaz de cualquier cosa
con tal de vender algún producto de su
catálogo.
Por lo pronto, me gustaría
conocer algunos detalles como los siguientes: ¿Los encuestados viven en
Colombia? ¿En la Isla de la fantasía? ¿Con Alicia en el país de las maravillas?
Pero además quisiera saber en qué momento fueron formuladas las preguntas ¿ Al finalizar el partido en que la selección de fútbol ganó por goleada? ¿minutos después de echar
un polvo con una amante recién estrenada? ¿Al regreso de un acceso de amnesia? ¿ Todas las anteriores?
Lo digo, porque, descreído como
soy, tengo en mis manos un listado de asuntos que podrían incluirse en los
próximos cuestionarios. Preguntas duras,
creo que llaman a eso los expertos. Aquí van :
. El vergonzoso espectáculo de los candidatos a la
presidencia sacándose los ojos como buitres frente a un montón de carroña.
. Mujeres desfiguradas por amantes desairados
que esgrimen como justificación un “
exceso de amor”.
. Un niño con las piernas
destrozadas por una mina explosiva, que no puede entender la histeria nacional
porque algunos de sus futbolistas lesionados no podrán asistir al mundial.
. Defensores de los animales organizando un plantón porque, en
cumplimiento de la ley, un funcionario debe ordenar el sacrificio de un perro
furioso que le desfiguró el rostro a un niño.
. Diez campesinos que llegaron a mi vecindario,
huyendo de las hordas anti restitución
de tierras que ordenaron su asesinato.
. Un energúmeno que organiza una
fiesta de tres días con la música a todo volumen y ante la propuesta tímida de sus víctimas decide reforzar la
velada echando tiros al aire.
En fin. Ustedes disculparán. Pero sin ánimo de estropear la fiesta, me
gustaría que se incluyeran
preguntas como estas. A lo mejor
descubrimos en las respuestas que la principal característica de nuestro ser
nacional no es la felicidad sino la
desmemoria, o la indolencia, o el cinismo. O todas esas cosas juntas : va uno a
saber.
Es el masoquismo, Gustavo. Cómo dijo alguno por ahí "puro amor de cantina" le profesamos a éste país.
ResponderBorrarCami.
A lo mejor alli está una de las claves de nuestro ser nacional, apreciado Camilo : en la música de despecho. Pienso en aquello de : " Si no me querés/ te corto la cara/ con una cuchilla/ de esas de afeitar".
ResponderBorrarVaya continente de masoquistas que somos. Lo ha dicho muy bien, amigo Gustavo, la amnesia colectiva gobierna nuestras vidas desde siempre. Suena aberrante eso de que los colombianos están entre los pueblos más felices del mundo, a pesar del medio siglo viviendo entre el fuego cruzado de las guerrillas y paramilitares, amén de los actos violentos de los gobiernos de turno. Nosotros tampoco estamos muy por detrás. Usted sabe, estamos felices y orgullosos de tener un analfabeto experto en bloqueos de caminos como presidente y un exterrorista de vicepresidente, y que encima ejercen el poder como absolutos dueños del país. Y todos contentos, sin apenas reclamo por el pisoteo de los derechos ciudadanos, laxos, supinamente adormecidos por el pan y el circo. Un escritor nacional decía en una de sus columnas a manera de corolario: “pueblo que necesita amos, pueblo que no sirve”.
ResponderBorrarUsted ha dado en el clavo, apreciado José : los colombianos somos felices , no solo viviendo, sino bailando entre el fuego cruzado.
ResponderBorrarPara la fecha, a tres días de las elecciones, nos debatimos entre bandas delincuenciales disfrazadas de partidos políticos que se disputan un botín llamado Colombia.
La única diferencia reside en que los delincuentes comunes no presumen de honestos : son bandidos y asumen su condición. Para cometer sus fechorías no precisan invocar abstracciones como la democracia, la justicia o la libertad.
Vaya entonces un brindis, un homenaje, a las víctimas de esa hipocresía, a la gente capaz de sonreír entre los sollozos, a tus mujeres y tus hombres, la gente sencilla que sostiene a tu país y que seguirá allí cuando los bandidos se den por vencidos.
ResponderBorrarAl leer este artículo como que se ensancho mi entorno Gustavo. Quizá fue por esta protesta, porque así lo veo, por lo directo de sus palabras o porque he leído con algo de fiebre y me voy a enfermar. De todos modos el olvido parece más nuestro afán, como si lo necesitáramos para seguir enfrentándonos a nuestros problemas como país, como nación. Y ese es nuestro error.
ResponderBorrarSaludos.
¡ Salud! mi querido don Lalo.
ResponderBorrarApreciado Eskimal : entre otras razones, los carnavales se inventaron para que la gente pueda desdoblarse y de esa manera seguir soportando la realidad. El problema empieza cuando empezamos a vivir en perpetuo carnaval mientras los bandidos hacen su fiesta en el infierno.
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