El diccionario
privado de esa forma suprema de la hipocresía llamada “ corrección política” desterró de sus páginas, entre decenas de conceptos, la
elocuente expresión maníaco depresivo para referirse a las personas asaltadas por repentinos y
traumáticos estados de ánimo que las
conducen en un santiamén de la euforia
extrema a la tristeza irremediable. En
su reemplazo instauró la impersonal y aséptica noción de trastorno bipolar. Como
corresponde a las formas ambiguas de ese discurso uno puede
entender cualquier cosa. Por ejemplo, el
confuso estado de un individuo indeciso entre irse a vivir al polo norte
o al polo sur. Mi abuela Ana María,
dueña de una capacidad sobrenatural para
caracterizar al prójimo, lo resumía en
cinco palabras: Son unos seres muy raros.
La historia
viene a cuento a raíz de la publicación de una más entre las manifestaciones
de esa pandemia de las encuestas que se
multiplica a la velocidad de las enfermedades de transmisión sexual. ¿De qué
habla la gente y cuánto tiempo le dedica
a cada asunto específico? En realidad las respuestas no sorprenden tanto: Los
humanos hablamos de tres cosas: fútbol, sexo y política. En ese orden.
Curiosamente no aparece la economía, a
pesar de lo contundente y devastador de
sus efectos en la vida diaria. A lo
mejor se debe- supongo- a nuestro temor congénito a nombrar los peligros. Si no
los mencionamos algo de control podemos ejercer sobre ellos.
En este
punto se ligan las dos ideas: Cuando se
trata de fútbol, política y sexo los
colombianos somos maníaco depresivos. Una victoria, la posibilidad de una
conquista amorosa o el discurso
mesiánico de un político nos
elevan a la cima del delirio para, acto seguido, arrojarnos a las simas de la
depresión. Hace apenas unos meses teníamos la peor selección de fútbol
del mundo. De la noche a la
mañana, como resultado de tres victorias
consecutivas ya nos sentimos instalados
en la ronda de grupos del mundial 2014.
“No hay excusa para no ir a a
Brasil” me dijo, con la voz quebrada, un conocido después del 1- 3 frente a
Chile en Santiago. Sus palabras tenían
el tono de un designio. Algo terrible le
puede pasar a los que no asistan a ese
Mundial, sospeché. No quiero ni pensar lo que podría suceder si surge un tropiezo en el camino de aquí al final de la
eliminatoria. Temo incluso que puedan desterrar al técnico Pekerman a las islas Malvinas.
En el campo de
la política el panorama no cambia mucho.
Cuatro años atrás una amplia masa de
nacionales se postraba ante la imagen de un arriero a caballo y no
contenta con ello lo recompensaba con
sus votos ¿La razón? El individuo en cuestión prometía acabar con el mal, materializado en este caso en las guerrillas
herederas de abortadas utopías. Para
aderezar el menú, el hombre utilizaba figuras entre bíblicas y agrícolas como “Aplastarle la cabeza a la culebra”. Claro,
cualquier pecador arrepentido se entusiasma
con eso. A la vuelta de unos meses esos mismos devotos- salvo los más recalcitrantes- se
deslizaban hacia un discurso elaborado con imágenes extraídas de la quimera del progreso:
locomotoras y prosperidad. Solo falta
un pintor patriotero dispuesto a
transformarlas en alegorías comercializables
en vallas, gorras y camisetas: cosas de las manías depresivas.
El tercero de
los puntos es más complejo. Por definición, el sexo es el terreno de lo
impredecible. Hoy Romeo se acuesta enamorado y mañana se despierta cornudo y
apaleado. Uno puede decir que son gajes del oficio y pasar de largo con una saludable dosis de filosofía. Pero la cosa no es tan simple. Las encuestas- otra
vez las malditas encuestas- nos dicen que en el país el número de suicidios se
incrementa de manera exponencial. Y no son precisamente los problemas económicos
la causa de la “fatal decisión”, como
escriben los cronistas judiciales. Nada
eso, señores. Al parecer no podemos
disfrutar de un buen polvo y pasar a la siguiente página de la historia personal sin mayores desgarraduras.
Todo lo contrario: si nos niegan el siguiente nos ponemos al borde de
asesinar a la muchacha renuente a repetirlo o de convertirnos en asesinos seriales dignos de una película de Oliver Stone. ¿El
resultado? Entre goles, desgobiernos y
promesas de amor incumplidas caminamos al borde de una cornisa llamada, con
exceso de grandilocuencia, Historia Patria. Maníaco depresivos que somos.
ME entró miedo leer esto. Yo pensaba que el problema del Mesías Arriero era justamente que doña Lina le negaba los favores, o al revés, a juzgar por el rostro compungido y el eterno mutismo de doña Lina. ¿Cómo será hacer el amor con zurriago y sombrero aguadeño?
ResponderBorrarDe futbol no hablo, por principios. Así que mejor me voy a "darme el gustico" antes de rezarle una vez más un rosario a nuestro salvador antioqueño, Que el señor lo tenga en su divina gloria, y a ud Don Gustavo, que le tenga misericordia por hereje.
Cami.
Amén, apreciado Camilo. Bienvenido a la horda de los maníaco depresivos... perdón, de los afectados por trastorno bipolar congénito.
ResponderBorrarPara maníacos depresivos, en asuntos de futbol, los bolivianos somos campeones, amigo Gustavo. A pesar de estar en el fondo de la tabla de las eliminatorias, la “histórica” goleada sobre Uruguay nos elevó a las nubes meteóricamente. Hubiera visto, al día siguiente, cómo todos los noticieros nos despertaron con titulares “renacen las esperanzas”, “estamos a solo 4 puntos del quinto clasificado” “todavía se puede” y de fondo la dichosa canción que nos caracteriza, patriotera a más no poder “Viva mi patria Bolivia” que se la saca cada vez que la selección gana, cual una bandera a desempolvar. Usted sabe, que ya en la primera jornada daba por eliminada a nuestra Verde, así que no caigo en esa euforia autoengañosa. (no será casualidad que Uruguay ha caído estrepitosamente los últimos partidos, pero nadie habla de ello). Justamente el siguiente partido será contra la colombiana en Barranquilla, y veremos cómo, Falcao mediante, volveremos otra vez al abismo futbolístico, cambiando la alegría por la pesadumbre, bipolares como somos. Luego vendrá Argentina a La Paz y, si le ganamos, habrá otra vez fiesta y nos sentiremos los mejores del mundo. Y así, una y otra vez.
ResponderBorrarSu alusión al presidente con estampa de arriero; sirve para darle un poco más de color a la historia que hace poco estuve leyendo, una biografía titulada “el señor de las sombras”, una reveladora descripción del pasado turbio del personaje, que seguramente usted como colombiano conoce bastante bien. Qué le puedo decir, con tantos ejemplos ilustrativos de los oscuros, mesiánicos y aventureros que gobiernan nuestras repúblicas bananeras, ya nada sorprende.
Fútbol, sexo y política. Buenos temas, en cualquier orden. Yo creo que el tema fundamental que nos anima es el sexo, ya que los otros dos tienen que ver con un impulso machista, ¿no? A veces me divierto pensando en temas de conversación de personajes importantes con sus amigos o amantes. Es por eso que anote en mi Kindle un párrafo de una biografía de Einstein que estoy leyendo (de Issacson). El joven y apasionado Einstein escribe una carta de amor a su futura esposa en la que se destaca lo que hará juntos cuando se reencuentren tras un prolongado periodo de alejamiento: "Lo primero que haremos es subir al Utliberg" donde, decía, "podremos deleitarnos desempolvando nuestros recuerdos"... La carta enumera con el pudor de la época (alrededor de 1900) otras cosas que pueden hacer dos amantes, ambos estudiantes de física; y finalmente Einstein remata así: "y luego comenzaremos con la teoría electromagnética de la luz de Helmholtz." Einstein no lo dice, pero queda claro que el electromagnetismo le "tiraba" tanto o más que el magnetismo del pubis.
ResponderBorrar“Uno puede decir que son gajes del oficio y pasar de largo con una saludable dosis de filosofía. Pero la cosa no es tan simple”.
ResponderBorrarClaro Gustavo, no es tan simple. ¿Para qué sirve la rígida Crítica de la razón pura o el frio método de Descartes cuando lo que se quiere es experimentar nuevamente el rose con esa piel, el olor de ese cabello, o la calidez de esos labios? Claro, una saludable dosis de filosofía sirve: para saber que somos estultos hasta el hastío y para darnos cuenta de que esa mujer desplazaría fácilmente, con el más sutil de los guiños, a toda la escuela de Frankfurt.
¿De qué sirve la sal si lo que necesitamos es endulzar una taza de café?
En todo caso, lo intentamos todo. Todo: hasta aferrarse a un texto filosófico, que ya es mucho decir.
Como lo dice, Gustavo, ya padecemos este mal, o enfermedad, o como le llamemos de ser unos "Seres muy raros" pero eso nos pasa por otro problemilla que tenemos, el pensar en el beneficio desde el climax. En cualquiera de los tres casos: no suponemos el futuro ni el pasado, sólo dejamos pasar el tiempo, correr, "vivir la vida" como dicen. Ahí, en ese climax vamos. Por lo pronto me visto la playera, digo, camiseta de la selección y salgo orgulloso por estos lares mexicanos donde van invictos en las eliminatorias después de ganarle a Guyana 5-0 y al Salvador como 3-1, si no estoy mal. A Guyana y al Salvador, lo dije bien, je. No importa que me pongan en duda en el D.F. por darse cuenta de mi colombianidad pues hace como un mes agarraron a 50 compatriotas que andaban robando. Saludos maestro.
ResponderBorrarPara completar el cuadro, entiendo que Azkargorta ya forma parte de la mitología futbolera de Bolivia, apreciado José. ¿Recuerda usted la frase de Julio Cortázar? : "La esperanza, esa puta de vestido verde".
ResponderBorrarPasando a la otra punta- para seguir con el lenguaje del fútbol- por supuesto que conocemos, padecimos y seguimos padeciendo las andanzas de El señor de las sombras. La impronta de corrupción, violencia y arbitrariedades dejada por su gobierno seguirá gravitando sobre nosotros durante muchos años.
ResponderBorrarVa uno a saber don, mi querido Lalo, si el lenguaje críptico de Einstein no aludía de manera velada a sus anhelos por esa zona de ansiedad y delirio ubicada "entre el ombligo y la ingle", según un aséptico reporte médico. No sé, pero si algo alienta en el pubis es electromagnetismo en estado puro.
De cualquier manera, apreciado Camilo, para curar esas dolencias(llámense tusa, desamor o encoñamiento crónico) son más útiles el ron y las canciones de Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas , que los más sesudos tratados de filosofía.
ResponderBorrarNo es mío ese comentario que me atribuye más arriba. Siguiendo en la línea del comentarista anónimo, me parece que el comentario tiene un efecto incluso más devastador que la filosofía de Kant, la crítica de la razón pura y toda la escuela de Frankfurt: un baldado de agua fría, casi, casi, un reproche. Cuestiones de estilo. Y, porque no, cierto resentimiento que se percibe "...de qué sirve la sal si lo que necesitamos...".
BorrarEn todo caso comparto plenamente su opinión: son más útiles las canciones de Julio Jaramillo, que andar desahogando frustraciones bajo el anonimato. Raros que somos.
Camilo A.
Apreciado, Eskimal. Así como el viejo refrán aconseja " Donde fueres, haz lo que vieres", bueno es volverse aficionado de la selección de fútbol del país donde uno habita. No solo es cuestión de salud mental: También es asunto de supervivencia, sobre todo si uno se cruza en el camino con una horda de fanáticos dichosos o adoloridos.
ResponderBorrarMil excusas por el lapsus interruptus, apreciado Camilo.
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