Los manuales de ingeniería
mecánica definen la fatiga de los materiales como el desgaste y posterior
ruptura de un objeto construido por el ser humano.
Si entendemos los mitos
colectivos como construcciones humanas, los medios de comunicación consiguieron
llevar el material conocido como “Muerte
del escritor Gabriel García Márquez” a los límites de la fatiga. Lo asombroso
reside en que lo lograron en menos de
tres días. Las páginas y minutos
que jamás le dedicaron al estudio y difusión de
la obra del autor de El otoño del patriarca los derrocharon durante las horas posteriores a la muerte del
autor el jueves santo 17 de abril.
El abordaje de la noticia correspondió, punto
por punto, a las lógicas del mercado
mediático. Con la información- trascendente o banal- convertida en un
producto de consumo masivo, todos a una se lanzaron sobre la presa noticiosa.
Acto seguido bombardearon a sus audiencias con datos sacados de todas partes. Desde los expertos en la obra
del escritor, hasta maestros de escuelas
situadas en lugares remotos, todos tuvieron sus 15 minutos de
participación en la bien ganada fama del mago de Aracataca. Un señor de rostro
avinagrado habló de “La estructura
dodecafónica de algunas de sus
novelas”, asunto por lo demás curioso en un hombre educado por las músicas del
mar Caribe. “Nuestro Gabo es una pérdida para la humanidad”, sollozó ante las
cámaras una profesora llamada Matilde,
asunto que me dejó bastante perplejo: tengo la certeza de que la obra toda del aludido es una ganancia
impagable. Acto seguido, pasaron al siguiente episodio, que puede ser el
regreso al novelón del llamado “Caso
Colmenares”, la restitución del
alcalde Petro en sus funciones, la tragedia de otra mujer quemada con ácido, el
ataque de un perro furioso a unos niños
o la evolución de la rodilla del
futbolista Falcao García, otra pérdida irreparable… o bueno, al menos para sus
empresarios y para la Fifa y sus alegres pillastres.
A todas estas, sospecho que los
sociólogos de mediados del siglo XX se quedaron cortos cuando anunciaron que los
medios crearían una realidad paralela, capaz de suplantar en la mente de las
personas la vida de todos los días con su carga de dichas y angustias. Un breve
repaso al calendario nos ayuda a entender la idea:
El futbolista Falcao García se
lesiona la rodilla en un hecho infortunado para él y
nos hacen creer que por ese motivo alguna estrella se saldrá de su
órbita o se desbordarán las aguas del
río Magdalena. Empezando por el presidente Santos, más de un cortesano desfila
por su lecho de enfermo con la esperanza
de llamar la atención de los camarógrafos.
La cantante Shakira pare un bebé,
como lo hacen miles de mujeres todos los días, y nos inundan la vida con datos
sobre su consorte Piqué, sus resabios de infancia y hasta con el árbol
genealógico de la familia Mubarak desde
sus tiempos en el Líbano remoto.
Se muere ese genio que fue García Márquez, como
corresponde a todo mortal, y la histeria
se desata hasta fatigar los materiales. Tanto,
que en lugar de acercar a los
colombianos a su legado literario y por
ese camino hacer el intento de interesarlos por él, consiguieron que millones
de ellos dijera: “Basta ya. Estamos hasta
los cojones de Mariposas amarillas que vuelan liberadas”. Y eso sucede
porque el culto a la personalidad- al fin y al cabo este último es el elemento
vendedor- acaba por desviar la atención de lo realmente importante: la obra.
Eso lo supo el presidente de Colombia cuando se
embarcó hacia México a
participar en los oficios fúnebres del
escritor: que solo cuenta la información espectáculo, aunque obre en detrimento
del análisis, la profundidad y el rigor,
ocasionando fatiga de los materiales justo cuando necesitamos estar más fuertes
para enfrentar los retos de cada día.
Quizás allí resida la trampa oculta detrás de todo esto: anestesiarnos para que
durante unas horas un suceso concentre
nuestra atención y nos desentendamos de él
para el resto de la vida.
Me pregunto si la impotencia o disfunción eréctil, como le llaman los entendidos, podría entrar en esta definición. No quiero ser fatigoso pero el término se presta muy bien, hasta parece un eufemismo poético, je je.
ResponderBorrarYendo al tema, en el mundo de la publicidad, este bombardeo masivo de información se conoce como sobreexposición, si mal no recuerdo; que lejos de lograr su cometido muchas veces genera un efecto adverso en la audiencia, esto es, provocar un rechazo sistemático del producto. Eso es lo que ha ocurrido con la “muerte de Gabo”, que de tanto banalizar la noticia al final se ha hecho indistinguible de otras noticias faranduleras como el caso de Shakira y su vida sentimental. Como usted bien dice, el análisis, la profundidad, el rigor, brillaron por su ausencia en estos quichicientos homenajes escritos y orales que le hicieron en todo el orbe. “Gabo” pasa a ser un producto de consumo masivo, cuidado que dentro de poco aparezcan muñecos con su figura.
Ja. Supongo que la impotencia sexual masculina es una de las manifestaciones visibles de la fatiga de los materiales, apreciado José. Eso lo intuyeron muy bien los fabricantes de Viagra.
ResponderBorrarSobre lo segundo, a veces creo que esa sobreexposición forma parte de una estrategia para adormecer al consumidor y dejarlo a merced de los vendedores, ya se trate de ideas o de productos.
Lo más lamentable fue ver el coro oficial de escritores colombianos en TV, radio y prensa, hablando única y exclusivamente de las borracheras que tuvieron con el Nobel o chismes por el estilo. Luego se indigan porque una niña bogotana no había leído a Gabo, pero a juzgar por las columnas y obituarios de la gente "culta", estos tampoco leyeron su obra, y si la leyeron, no tienen nada que decir sobre ella: se limitan a contar intimidades propias en compañía del Nobel, como si la gloria y la fama se trasmitieran por osmosis.
ResponderBorrarCamilo.
Apreciado Camilo : eso mismo piensan los coleccionsitas de autógrafos y fotografías al lado de las celebridades : que ya no la fama sino el talento mismo se transmiten por ósmosis ¡ Ya voy Toño! diría mi abuela Ana María.
ResponderBorrarDonde vivo es imposible pasar un día sin conocer detalles intrascendentes sobre las actividades de un niño que todavía no habla ni camina, George, hijo de los duques de Cambridge. Dado que todavía es un bebé los informadores le inventan la rutina: en una visita de su madre a un kindergarden, por ejemplo, George le da con un sonajero por la cabeza a una niñita y ya es un acto con alcances protocolares internacionales (los duques estaban en Nueva Zelanda). Todo en tono de broma, es cierto, pero ocurre que "el público" quiere saber sobre el bebé real, y también sobre el perro de Obama y los pectorales de Putin. Es posible que muchos de los más afectados por la muerte de GGM sean quienes no lo han leído. El escritor apreciaría esta paradoja pero a nosotros nos fastidia tanto como las crónicas de la vida y milagros de un bebé. Qué difícil se hace vivir la realidad.
ResponderBorrar" Reality bites " es el título de una película protagonizada por Wynonna Ryder, mi querido don Lalo. Creo que las dos palabras resumen a cabalidad lo que hoy padecemos gracias a ese circo edificado a partes iguales entre el mercadeo, la publicidad y los medios, artífices de esa realidad paralela a la que el planeta entero decidió irse a vivir.
ResponderBorrarBueno Gustavo. Me fui de vacaciones obligadas, dejando de leer los blogs, porque me quedé sin Internet gracias a un problema con el señor Slim.
ResponderBorrarSobre el tema yo peco. Fui al día del homenaje póstumo a García Márquez en Bellas Artes. Me estuve casi siete horas esperando entrar. Al entrar ya no estaba. Por lo que ví, por la fiesta que se armó afuera, en la fila, por lo que escuché me tentó una crónica, y sí pensé en lo que usted dice acá, y tiene razón, pero me pudo la tentación. Le dije a Abel que me la publicara, si podía, en TLCDLR y ahí está, en dos partes.
Un abrazo Maestro.
Ya leí la crónica en Tras la cola de la rata, apreciado Eskima,l y percibí en ella algo que me remitió al tono de Los Funerales de la mama grande. Creo que que con ella le hizo justicia a la obra.
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