Ustedes dispensarán, pero el domingo 25 de octubre es día de elecciones para gobiernos locales y regionales en
Colombia, y no tengo más remedio que apelar a una suma de lugares comunes.
El primero de ellos dice que debo
salir a votar. En caso contrario, no tendré derecho alguno a reclamar por la
mala gestión del gobernante elegido.
Palabras más, palabras menos, estamos ante
algo así como una suerte de democracia extorsiva: si voto, me joden.
Si no lo hago, peor.
De modo que me echo a la calle con el fin de analizar la oferta.
Como abundan los candidatos, me detengo
frente a la fachada de un directorio político. Veo que una señora mal encarada, de apellido
López, aspira a ser comunera por el
Partido Liberal. Hasta allí todo normal, pero continúo la lectura y descubro que la dama apoya para la alcaldía
de Pereira al Partido de la U. Para la gobernación al aspirante
Conservador. Para el Concejo a un militante de Cambio de
Radical y para la Asamblea a uno que dice ser independiente.
Siento vértigo: ¿Qué significará para esta señora ser liberal?
Cuando la encuentro y se lo pregunto, me invade el
estupor. “Ser liberal es pertenecer al
Partido Liberal” me responde. Ante el tamaño de la perogrullada- o del cinismo-
sigo mi recorrido y encuentro que Juan Manuel Arango, un exalcalde que hace cuatro años acusó a sus contrincantes de
fraude, ahora está alineado en las filas
de estos últimos.
¿Qué carajos significa esto?,
le pregunto a mi madre, que me acompaña
en el recorrido.
“Es la política, mijo” responde mi
vieja, lapidaria, y me deja sin palabras.
Confundido, trato de fijarme en
los mensajes de los candidatos.
Juan Pablo Gallo, aspirante a la
alcaldía habla de cambio. No sé cómo va a conseguirlo con los aliados que tiene: la familia Gaviria Trujillo y media
de docena de políticos, cuál de todos
más cuestionado.
En el otro frente encuentro a
Israel Londoño, un exalcalde que habla de experiencia transformadora y llega a
la jornada respaldado por un cacique en decadencia.
El otro candidato es un taxista
proclive al uso de palabrotas en sus intervenciones públicas.
Por el lado de la gobernación las cosas no mejoran: cambio, transparencia,
honestidad, repiten los mensajes, en una
cantilena gastada. Puras abstracciones y nada concreto.
Llego entonces al segundo lugar común: el
erario es un botín y los políticos intentan entrar a saco en él. Por eso
abundan los candidatos. Lejos de ser el
proyecto de sociedad en movimiento de que hablara una vez el dirigente Darío
Echandía, los partidos son hoy poco menos que trampolines. Se arman y desarman dependiendo de las
circunstancias: tercer lugar común.
Con ese panorama, creo que prefiero quedarme en casa leyendo.
Pero temo ser tachado de mal
ciudadano y peor demócrata. Confundido,
decido entonces que votaré por el taxista. Al
menos tiene algo concreto: un taxi y propone un asunto no menos útil:
llevar a los pasajeros a su lugar de
destino. Nos vemos el próximo domingo.
PDT : les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada:
El domingo, día de las elecciones, amanecerá al alba, como diría la señora López, liberal del partido Liberal. Y ese señor Gallo me suena mucho a Pero Grillo, que es como se conoció originalmente a don Pero Grullo. Espero tu informe la próxima semana.
ResponderBorrarEstaré puntual, mi querido don Lalo. en todo caso, antes de que cante el galllo.
ResponderBorrarPor un momento creí que está describiendo una película de Cantinflas, algo similar a El señor Diputado, u otros títulos de sátira política que nos regaló el genial cómico mexicano. Esa respuesta de la dama liberal es ciertamente digna de un guión al más puro estilo cantiflesco. Y si usted corre el riesgo de ser acusado de mal ciudadano por no ir a votar, para nosotros la cosa está peor: nos obligan por ley a “ejercer libremente el derecho de voto” bajo amenaza de fuerte multa económica y trabas burocráticas hasta en los bancos durante tres meses si no tenemos el carnet de sufragio. Así de retorcida es nuestra democracia y luego los veedores internacionales alaban nuestra “madurez democrática” cada vez que hay elecciones. Así que no se aflija tanto que en todas partes cuecen habas, como reza el lugar común, ya que estamos.
ResponderBorrarDe modo que ustedes están más jodidos que nosotros, apreciado José : así que "los obligan a ejercer libremente el derecho de voto". Eso trasciende los terrenos de Cantinflas para invadir los de El extraño mundo de subusu, una viñeta célebre por allá en los años setentas del anterior milenio. Eso me llena de razones para no afligirme tanto.
BorrarMi banda sonora, cucho, es esta:
ResponderBorrarhttps://www.youtube.com/watch?v=8ckHksrvrGE
Saludos. Cami.
Mil gracias por la otra banda sonora, jovencito resabiao.
BorrarLa política parece ser la hija de la incoherencia Gustavo. No, es la hija de cualquier posibilidad. Al final, en las elecciones, ni lo jurados de votación cambian maestro.
ResponderBorrarLa jornada el pasado domingo corrobora su apreciación y la supera, apreciado Eskimal : en realidad la política es hija bastarda de la esquizofrenia.
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