ALTARES
En la casa del sol
ardían las flores
Y crepitaban los
huesos
De la bestia inmolada
al último de los dioses.
Dedos ciegos
Zurcían las horas
Los minutos
Los segundos.
Y el último hombre
exhalaba
Su aliento de
cardamomo sobre las piedras
Antes de abandonarse
Al descanso eterno.
Tribunas (Pereira)
Octubre 30 de 2015
hermoso poema
ResponderBorrarAmén
BorrarTus palabras buscan las piedras, meten el tiempo en una telaraña y dejan el cardamomo ahí, para darle al vahído su perfume. Leves y precisas, universales y con notoria visibilidad estas palabras.
ResponderBorrarNo por casualidad en algunos lugares al Cardamomo le dicen " El árbol del Paraíso", compañero.
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