Deep Purple
Uno de ellos contenía la
musicalización que el poeta Joan Manuel Serrat hizo de algunos versos de don Antonio Machado y de Miguel Hernández,
dos grandes de la poesía en lengua castellana.
El otro era una copia de uno de
los grandes clásicos de la música contemporánea: el Sargeant Pepper´s Lonely Heart Club Band, de The
Beatles.
Desde luego, a mis once años yo
no podía saber que eran clásicos, pero
de igual manera anidaron en mis entrañas para siempre.
Aunque hoy muchos no lo crean, en
esa época el estudio de los conceptos básicos de la música era de obligada
presencia en escuelas y colegios.
Los niños y jóvenes aprendían a
identificar las notas en el pentagrama:
no sólo la secuencia básica del do-re-mi-fa-sol- la
si. También el sentido y el uso de
corcheas y semicorcheas, de blancas y negras, de fusas y semifusas.
Por ese camino comprendían que la
música está hecha de silencios y de tiempo.
Pero hay más: con inolvidable
destreza, Miriam nos interpretaba en su guitarra grandes composiciones del
repertorio universal: El concierto de
Aranjuez, de Joaquín Rodrigo; Here´s
comes the sun, de George Harrison y una
joya de la música colombiana titulada Esperanza, compuesta por Ibarra y Medina.
Corría el año de 1972.
Un par de años después, mi
primo Pacho me regaló un vinilo de una
banda que abrió para mí algo así como las puertas de la percepción: el célebre In- a gadda- da- vida, de los muy
sicodélicos Iron Buterffly.
A partir de ese momento, las
músicas del mundo entraron a mi vida como un torrente que no cesa de acompañar mis momentos más
dichosos y también los más amargos.
Ni más faltaba.
Pensé en todo esto durante las
más de dos horas que duró una tertulia
titulada Los Mundos del Rock,
realizada el 6 de agosto pasado en la Biblioteca
Pública León de Greiff, en el municipio risaraldense de Marsella.
La edad de los asistentes
oscilaba entre los quince y los setenta años. Y todos igual de jóvenes.
Porque el rock, como todas las
grandes creaciones del espíritu, explora
y expresa muchos mundos a la vez.
Durante la charla afloraron por igual certezas y
sospechas.
Una de ellas ubicaba las raíces
del género en esos compositores
rusos de finales del siglo XIX y
comienzos del XX. Sus repentinos quiebres, su manera perfecta de
reinventar el arte de la fuga y el velado tributo a los ritmos populares prefigura la que
después sería una constante en la obra
de bandas como Jethro Tull, Emerson Lake and Palmer, Yes y Deep Purple.
En este último caso, y gracias
a los milagros de YouTube, nos detuvimos a
disfrutar de una pieza conocida con el
título de Beethoven meets rock, en la
que el grupo del teclista John Lord
interpreta un mosaico de composiciones del
genio alemán, con el
acompañamiento de una banda sinfónica.
Después recorrimos el desolado camino de los
vagabundos de Nueva York, narrado desde
el juego de voces y la guitarra de Paul Simon y Arthur Garfunkel.
Fue entonces el momento de adentrarse en el universo
gótico de Black Sabbath, con su saga
de brujas y demonios que tanta influencia tendría en las diversas corrientes
del Hevy Metal florecidas al terminar la década de los setenta, marcada
por el desencanto generacional y por el principio del fin de tantas utopías.
A lo largo de ese tiempo, y tal como sucede
con el género literario de la novela, distintos profetas han anunciado la
muerte del rock.
A modo de respuesta, esta música
que ya es la banda sonora de varias generaciones que encuentran en ella el relato sincopado de
sus revelaciones y sus desencuentros con el mundo, cobra nuevos bríos y
encuentra otros caminos.
Lo leí en el rostro de media docena de
adolescentes presentes en la charla de
Marsella.
Lo constaté también en el
entusiasmo de un puñado de abuelos.
Al fin y al cabo, de muchas
maneras la vida es también una sinfonía en rock mayor.
PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
Afortunado usted que tuvo una profesora de esos quilates que lo puso en la senda de la buena música. Bien recuerdo yo que mis clases de música eran una cantaleta de himnos patrióticos y si acaso un poco de folclore local o canciones de moda. De rock ni hablar por ese prejuicio sumamente arraigado de que era pernicioso para las "buenas costumbres". Así que de grande fui descubriendo como cualquier amateur, sin orden ni concierto. Mucho tiempo he perdido, me temo, en música que no viene al caso comentar. Una vez oí a un tipo que sabía mucho de corrientes musicales afirmar que si Beethoven, Mozart y otros maestros hubieran vivido en el siglo xx con toda probabilidad se hubieran dedicado a componer piezas de rock por las innumerables conexiones que este género tenía con la música clásica, decía.
ResponderBorrarBueno, estoy de acuerdo con el tipo en cuestión, apreciado José.
ResponderBorrarCada vez que escucho esos compositores rusos o eslavos de la transición entre el siglo XIX y el XX( Stravinski, Prokofiev, Mussorgski) siento que, en muchos sentidos, allí está el germen del rock.