Hace un par de semanas circuló a través del correo electrónico una curiosa convocatoria que en principio parecía redactada en una mezcolanza de idiomas, cuyo encabezamiento rezaba así : “ A todos los interezados en participar del projecto de intercambio cultural Alados pueden consultarnós a la dirección electrónica aladossiglo XXI@yahoo.es allí les informaremos sobre nuestras targetas virtuales”.
Lo primero que se nos ocurrió a quienes revisamos la sintaxis y la ortografía de la frase fue pensar que la invitación de marras había sido formulada por una congregación de borrachos o disléxicos empeñada en adaptar la estructura del castellano a la medida de sus limitaciones cognitivas. Pero no, el asunto era más simple y más grave, según nos lo hizo saber una profesora de español que se redondea el sueldo dictándoles clases privadas a universitarios reprobados y ejecutivos en apuros. Resulta-declaró compungida- que a todo el mundo, sin distingo de edad , sexo o religión, le dio por creerse el cuento de que los computadores son inteligentes y por lo tanto son ellos y no los usuarios los que deben preocuparse por la calidad y el sentido o , mejor dicho, la ausencia de sentido de lo que se está escribiendo. De otra manera no se explica que en una convocatoria de índole cultural un párrafo compuesto por menos de treinta palabras no solo presente problemas de cohesión, si no que exhiba con impudicia nada menos que cuatro errores ortográficos. Dos de ellos tienen sus raíces en una descuidada asimilación de la grafía anglosajona, originada en los vocablos target y project. Otra, la que habla de consultarnós al parecer fue tomada, sin fijarse en gastos, de la pronunciación propia del español hablado en el río de La Plata. Y la otra, interezados con zeta… bueno debe ser que la pereza o la premura le impidieron al autor del texto fijarse en el subrayado de distintos colores que el programa utiliza para señalar los errores. Para completar el panorama, al final resultó que el nombre del tal proyecto no era Alados, si no Ala Dos, con lo cual cambiaba por completo el sentido del mensaje, pues no es lo mismo hablar de una criatura alada que, digamos, del ala número dos de un avión o un edificio.
Por supuesto, la responsabilidad no es del computador, un aparato que, con todo y su carácter prodigioso, no deja de ser una herramienta, cuyo buen o mal aprovechamiento depende en todo de las competencias de quien la utiliza. Después de todo, la máquina no puede discernir cuando encuentra en su memoria la frase “ Paco y Mariana se fueron a cazar”, si la pareja en cuestión se dirigió hacia un juzgado a legalizar su relación o si partió a exterminar conejos en algún bosque del vecindario. Es en este punto donde debemos centrar la reflexión sobre un problema que está empezando a arruinar el lenguaje y por lo tanto nuestra capacidad para comprender el mundo. Obnubilados por la sensación de poder que da la inmediatez de la comunicación digital muchos acabaron por pensar que lo importante es la velocidad con la que se transmite el mensaje y no la calidad, la precisión y la claridad del mismo, que dependen en su totalidad del buen uso del lenguaje. A ese ritmo de vértigo acabaremos por forjar una legión de ciudadanos tan informados como confundidos, gravitando al filo de un analfabetismo progresivo que puede llevarnos un día a redactar avisos como aquél fijado con una puntilla en la puerta de la casa de Condorito, el inolvidable personaje de la cultura popular latinoamericana , en el que se advertía al visitante, así sin más : “Dentre sin gorpeal”.
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