jueves, 20 de octubre de 2016

La gracia del 10




                                   
                                                            

    Para todos los fieles devotos de esta divinidad
                                     odiada  por Borges y amada por Sábato.                                                                                

 Aprendí a amar el fútbol desde que mi abuela Ana María me regaló el primer talismán: una súper bola número cinco de puro cuero cosido a mano, que adquiría la textura del jabón y el peso de la piedra cuando arreciaba la lluvia.
Y fue el sacerdote Gabriel Osorio quien me enseñó a transportar  y golpear  el balón con la izquierda en la vieja cancha del colegio Deogracias Cardona. Como el papa Francisco, el hombre era un fanático del fútbol, lo que constituye una prueba más de que este deporte cuenta con la bendición de Dios.
Así que soy zurdo por partida doble: en el fútbol y en las ideas. Y fracasado también en ambos frentes. No pude hacer  la revolución y a duras penas alcancé a integrar la preselección juvenil del colegio.
Pero me quedaron dos consuelos: el respeto por los espíritus disidentes y la devoción por esos volantes zurdos que todavía llevan el 10 a la espalda y parecen tocados por la gracia: para ellos, la pelota es una forma del milagro.


Así como, según los teólogos, el cielo está habitado por legiones de ángeles,  hubo una época en la que los  ángeles terrestres abundaban en las canchas. El primero que vi en vivo y en directo fue Jorge Hugo Fernández, “La cancha”, un argentino bajito, colorado y algo regordete, dotado de una  facultad sobrenatural para inventarse jugadas imposibles. La mitad de los goles de Javier Tamayo y Hugo Horacio Lóndero en  el Atlético Nacional de mis amores  nacieron en los botines de ese hombre.
De Pelé, Maradona y Messi no hablaré, porque ya se ha dicho todo sobre su origen alienígena.
De modo que continúo con mi santoral. El  Beto Alonso en el River de Labruna. El maestrico Arboleda en el Pereira de los paraguayos. Ambos podían desbaratar la defensa del equipo contrario  con un movimiento de cintura: un amague por allá, un freno por acá y sálvese quien pueda.
Pero hay más. El peruano Cubillas, el brasileño Zico y el colombiano Valderrama  tenían gol y eso ya supone otro peldaño al cielo.

                                                        Jairo Arboleda

El brasileño Víctor Ephanor no gozó de fama internacional, pero los hinchas del Junior, del Medellín y del Barcelona de Ecuador lo añoran como uno de los más grandes. En el estadio de Pereira lo vi desesperar al equipo rival a gambeta limpia, antes de caer fulminado por la patada artera de un asesino serial, de cuyo nombre no quiero acordarme.
Hubo otros que, sin portar el número mágico, jugaron como si lo llevaran.
Hablo del peruano César Cueto, a quien apodaban “El poeta de la zurda” y con eso queda dicho todo. ¿Y qué decir del flaco Oswaldo Ardiles, formado en la escuela de artes futbolísticas del Huracán argentino y figura en el mundial 78?
Del brasileño Sócrates, ese futbolista con nombre y espíritu de sabio, podemos decir que hizo parte de una selección a la que muchos  evocamos como si hubiese sido campeona del mundo, aunque ese título siempre le fue esquivo.

                                               Sócrates y Ardiles

Ustedes habrán notado que no aparecen europeos en  este recuento. No sé. Tal vez Zidane; a ratos Del Piero y, de vez en cuando, Platini. Pero después de ver tanto fútbol estoy convencido de que esta forma particular de la belleza solo alienta en los genes latinoamericanos.
 Llegados a esta altura del camino, me dispensarán si he omitido tantos nombres, pero ya lo advertí: los genios con el 10 a la espalda fueron legión, y  la memoria no me da para tanto.

PDT  : les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

4 comentarios:

  1. En tu lista, con nombres tan sonoros, también cabría Ricardo Bochini, un personaje venerado en el fútbol argentino, tímido, callado, pero que hacía hablar como un profesor a la pelota. Con él, todos los 9 eran goleadores, dicen sus admiradores. Fue, y esto parece irrefutable, el maestro indiscutible de "la pausa", una especialidad muy admirada en Argentina (supongo que también en Colombia, por la afinidad de ambas escuelas), cuando el que lleva la pelota la conserva esperando que otro jugador llegue a la posición correcta. Esto está lleno de sutilezas, cuando lo explica Bochini, porque no es cuestión de detenerse para perder un par de segundos: la mejor pausa es la que se hace a la carrera, sin que el adversario advierta que es una pausa.

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  2. Igual que en la poesía, mi querido don Lalo : la mejor pausa es la que se hace en medio del relámpago.
    Así se consiguen los grandes versos... y los mejores goles.
    Ah: y mea culpa por haberme olvidado de Bochini.Ese si que era un genio con la pelota.

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  3. Ya que estamos confesando, por suerte he sido más que un auténtico “wayra jayt’a” (pateador del aire o patadepalo) en mis años juveniles de futbolista aficionado. Desde chico descubrí que era ambidiestro, potencia en la zurda pero mayor habilidad en la derecha, nunca tuve problemas para disparar desde cualquier ángulo y casi nunca los rivales me pillaban a contrapierna cuando los marcaba. Hablando de exquisitos soy admirador del doctor Sócrates, un raro cultivador de la gambeta y de increíbles taconazos. Cuentan que el salvadoreño 'Mágico' González era una suerte de Maradona centroamericano que de no ser devoto de la parranda hubiera llegado quién sabe dónde, puro talento desperdiciado afirman quienes lo vieron jugar. Y de zurdos con la dorsal 10 aquí tuvimos al 'Diablo' Etcheverry que con sus cabriolas enrevesadas y jugosos sombreritos dejó retratados a varios arqueros en las distintas ligas en las que paseó su futbol, si mal no recuerdo, también jugó en el América de Cali antes de ir a jubilarse en el DC United de la MLS.

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  4. Claro, José : al "Diablo" en persona lo vimos jugando, cómo no, para los Diablos Rojos, del América de Cali en los tiempos en que cada mafioso colombiano tenía su reina de belleza, su colección de modelos... y su equipo de fútbol.
    Qué jugador era este Echeverry, otro 10 para añadir a la lista.

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