Como buen hijo de policía, no
tuvo más remedio que volverse anarquista:
fue su manera de restablecer el equilibrio en las fuerzas del universo.
Asfixiado por el olor a sacristía
de la dictadura de Franco huyó a Londres. Se ganó el pan de cada día cantando
en el metro y durmió a pierna suelta en las bancas de los parques.
En las noches del Madrid de sus entrañas ya había aprendido en bares y esquinas de faroles rotos todo lo que
uno debe saber de la vida.
Una vez se definió como “Un
anarquista incapaz de saltarse un
semáforo en rojo”. Cabalgando sobre esa
declaración de principios acaba de llegar a sus primeros setenta años de vida.
Nació un 12 de febrero de 1949 en
el pueblo de Úbeda, provincia
española de Jaén. Es un hijo
díscolo de esa generación que los sociólogos bautizaron como los “ Baby
boomers” : los niños de la bomba atómica.
Solo que en lugar del paraíso del
consumo o las pesadillas de las guerras encontró la poesía.
Y se puso a cantar.
Y no de cualquier manera: sus
versos tienen el ritmo perfecto aprendido en la lectura de los poetas del Siglo
de Oro español.
De modo que su mala voz, como de
papel de lija, pasó a un segundo plano.
No la necesitaba para cantar- y contar- maravillas como ésta: “Lo
que sé del olvido/lo aprendí de la luna/lo que sé del pecado/ lo tuve que
buscar/ como un ladrón debajo/ de la falda de alguna/ de cuyo nombre ahora/ no
me quiero acordar”.
Pongamos que hablo de Joaquín Sabina, ese poeta enorme que, junto a
Serrat, Lou Reed, Leonard Cohen y Tom Waits, también se merece el Nobel por su
capacidad para nombrar las facetas más luminosas y oscuras de nuestra
existencia.
Y cierro aquí lo del Nobel, para
no alentar una discusión con los puristas empecinados en que literatura es solo
aquello que viene empacado en libros.
Sumo y sigo. Como tantas cosas bellas de mi vida,
fue mi hermano Juan Carlos Pérez quien me puso en las manos un vinilo titulado Hotel dulce hotel: toda una refutación de las improbables seguridades de la institución
matrimonial.
Corría el año de 1988. Desde
entonces no he dejado de frecuentar ese cancionero en el que las
delicias del amor furtivo conviven con su devoción por el Atlético de Madrid y
por los bares de copas; con su amistad a
prueba de fama con Joan Manuel Serrat- “Mi primo el Nano”- y sobre todo con un espíritu indomable que se enfrenta con versos a todas las formas
del poder, es decir, de la podredumbre que nos rodea por todas partes.
Esa resistencia lo llevó a celebrar la marginalidad, porque, más allá de
los discursos políticos, son los orilleros, los que viven a salto de mata, quienes realmente desafían al poder un día sí y otro también.
Por eso compuso esta suerte de oda titulada Que demasiao:
Macarra de ceñido pantalón
Pandillero tatuado y suburbial
Hijo de la derrota y el alcohol
Sobrino del dolor
Primo hermano de la necesidad
Tuviste por escuela una prisión
Por maestra una mesa de billar
Pandillero tatuado y suburbial
Hijo de la derrota y el alcohol
Sobrino del dolor
Primo hermano de la necesidad
Tuviste por escuela una prisión
Por maestra una mesa de billar
Te lo montas de guapo y de matón
De golfo y de ladrón
Y de darle al canuto cantidad
Aún no tienes años pa votar
Y ya pasas del rollo de vivir
Chorizo y delincuente habitual
Contra la propiedad
De los que no te dejan elegir
Es
esa forma de oscura belleza la
que le ha asegurado un lugar en la historia personal de quienes, a pesar de que
parecen haber “triunfado en la vida”, intuyen el engaño. De los que recorren el
camino abrumados por la sospecha de
haber sido timados en algún recodo y por eso
se duermen cada noche recitando los versos de una canción bella y
afilada como un cuchillo de pedernal:
“Pero si me dan a
elegir/ entre todas las vidas/ yo escojo/ La del pirata cojo/con pata de
palo/con parche en el ojo/con cara de malo/ el viejo truhan capitán/ de un
barco que tuviera por bandera/un par de tibias y una calavera”.
Pongamos que hablo de Joaquín.
PDT: les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
Magnífica y sentida semblanza,del mejor trovador en español, a mi juicio. Serrat y Aute son tremendos y músicos maestros pero Sabina tiene más vena poética, es capaz de darle mil vueltas a las cosas. Esa capacidad de fusionar elementos cotidianos, incluso sonsacar belleza a la fealdad y al desastre, con la alta poesía es inigualable. Qué casualidad, justo anoche (día de compadres, en Bolivia), al son de una guitarra recordabamos sus canciones mientras nos plantabamos unos buenos tintos, de vino, por supuesto. Así que con esta pequeña resaca,brindo otra vez a la salud del maestro.
ResponderBorrarBien vale la pena esa resaca - en Colombia le decimos " Guayabo"- si se trata de seguirle el rastro a la poesía de la vida cotidiana en el cancionero de un grande como Sabina, apreciado José.
ResponderBorrarSólo un creador de gran calado puede encontrar belleza en imágenes tan triviales como esta: " Por eso si te cruzas/ guapa por mi camino/ no pises mis zapatos/ de gamuza azul marino".
¡Salud!
A Sabina le brotarán los versos hasta el final. Me entero de que en el bolsillo de Antonio Machado, muerto el 22 de febrero de 1939, encontraron este verso de un poema que esperaba su momento para echarse a volar:
ResponderBorrar“Estos días azules y este sol de la infancia”
Poeta hasta en las cenizas es el gran Machado, mi querido don Lalo. Para una muestra,ésta belleza: " No sé si era un limón amarillo/ o el hilo de un claro día/ lo que tu mano tenía/ Guiomar en dorado ovillo/ tu boca me sonreía".
ResponderBorrarA esa estirpe pertenecen voces como la del indomable Sabina.
LIC.GUSTAVO,AGRADABLE DOMINICAL...GRACIAS POR SUS PUBLICACIONES.NO EMITO CONCEPTO SOBRE SABINA PORQUE NO ES DE MI INTERES...RECIBA MI BESOABRAZO CON SALSA Y CONTROL.GRACIAS,JAVIER.
ResponderBorrarBueno, mil gracias por el saludo, apreciado Javier, sonero y salsero.
ResponderBorrar