De niño, fue mi abuelo Martiniano quien me contagió para siempre el virus de la radio. Como buen
campesino de su tiempo, el viejo se levantaba a las cuatro de la mañana a coger
el corte- así le decían al hecho de iniciar la jornada de trabajo-, que empezaba
con el ordeño de las vacas. Desde esa hora llevaba en bandolera, protegido por
una funda de cuero, un radio Sanyo de
esos fabricados para durar toda la vida, del que no se desprendía ni siquiera a
la hora de acostarse, al punto de que la abuela Ana María solía decir que de no haber sido por la derrochadera de plata
en pilas Eveready se hubiesen vuelto
ricos.
A primera hora escuchaba un programa llamado Mañanitas Campesinas, cuya banda sonora era Esperanza, la célebre composición instrumental de Ibarra y Medina. De
ahí en adelante seguía una sucesión de noticias y programas entre los que
recuerdo La cabalgata deportiva Gillette,
La Escuelita de Doña Rita, La Ley contra
el hampa, La Castigadora y, claro, Kalimán,
El hombre increíble, que al caer la
tarde acompañaba con sus aventuras el cierre de la dura jornada transcurrida al
sol y al agua.
Fue así como comprendí que la buena radio consiste ante todo en contar
historias. Devoto temprano del fútbol, aprendí a imaginar jugadas memorables
recreadas en la voz de Carlos Arturo Rueda C y Pastor Londoño Pasos. Escuchando
las narraciones de ciclismo, descubrí que vivía en un país donde existían
lugares con nombres como Bolombolo, Chiquinquirá o Manzanares.
Y también supe, cómo no, de los horrores de la guerra.
De modo que cuando, al empezar la década de los noventa, me invitaron a
participar con notas culturales en Ecos
1360 Radio, una estación independiente de propiedad de la familia Salazar
Sierra, no me hice de rogar. Me armé de valentía a la hora de enfrentar el micrófono,
aunque tartamudeé lo indecible- todavía
lo hago de vez en cuando- y me sudaban las manos. La primera vez a lo mejor
hablé de alguna película presentada en el Cine Club Comfamiliar por esos días.
Supongo que se trataba de Nueve Semanas y
Media o de Pregúntale al señor Luna,
cómo saberlo.
Como cualquier adicto, me quedé enganchado al vicio. Mientras aprendía un
montón de cosas me encontré con profesionales del oficio como Albeiro Burgos,
Andrés Botero, Juan Antonio Ruíz, dos Óscar Osorio, Ramón Echeverry, Oswaldo
Parra, y en épocas más recientes a Hans Lamprea, uno de los últimos reporteros de
botas pantaneras. Tampoco puedo olvidar a Marco Tulio Franco, un hombre que
compensaba sus limitaciones con una tenacidad única para encontrar noticias.
¿Cómo olvidar que la emisora fue
también escuela para muchos periodistas deportivos? Cada vez que pueden, comentaristas
como Orlando Salazar, Hugo Ocampo, Danilo Gómez o Henry Carvajal así lo reconocen.
Con el paso del tiempo me dejé seducir por la tentación de comentar
noticias, un buen recurso para auscultar con espíritu crítico nuestra
abrumadora y a veces gozosa realidad. Para equilibrar un tanto esas cargas decidí orientar, con la complicidad de
Patricia y Andrés, un programa llamado Ecos
de la Cultura, en compañía de Alejandro Patiño Sánchez.
La emisora no era un descubrimiento para mí: en los setenta subí un par de
veces sus escaleras, atraído por la curiosidad que me despertaba un programa de
rock liderado por un muchacho llamado Carlos Alberto Cataño, hijo de Orlando Cataño
Céspedes, el primer director y gerente de Ecos
del Risaralda- el nombre inicial de la estación-. Fue a través de Carlos
Alberto que descubrí a la banda de rock británica Queen, liderada por el
legendario Freddy Mercury. Y, sorpresas
te da la vida, el jueves 23 de febrero de 2023, cuando la emisora celebró su
medio siglo de fundada, volví a encontrarme con el ya no tan joven roquero a
través de la virtualidad.
Porque fue un 23 de febrero de 1973, seis años después de la creación del
Departamento de Risaralda, cuando el dirigente político conservador Jaime
Salazar Robledo fundó la emisora que desde entonces ha sido testigo y
protagonista de la vida regional. Tan significativo ha sido su papel, que si
alguien necesita rastrear hoy el quehacer político, económico, cultural, social
y deportivo de Pereira y Risaralda en los últimos cincuenta años con seguridad
encontrará en sus archivos una buena fuente documental.
Y aquí es necesario detenerse en un detalle. En el camino he conocido a
muchos militantes conservadores que en la práctica son más liberales que
quienes se consideran de izquierdas o incluso librepensadores. Lejos de
cualquier ortodoxia o fundamentalismo, en su vida hay espacio para todas las
ideas, incluso las de sus más viscerales contradictores.
A esa condición pertenecen personas como Jaime Salazar Robledo y sus
herederos. A menudo me han formulado en
la calle preguntas como la siguiente: ¿Cómo ha hecho esa familia tan goda para
suportárselo a usted diciendo al aire lo que da la gana y fustigando a los
representantes del poder local y regional?
Mi única respuesta es: respeto y eso no es un detalle menor. El respeto por
las ideas y la condición del prójimo es algo cada vez más escaso en el mundo y
en Colombia. De modo que debemos valorarlo por partida doble: por lo que
significa a nivel personal y por lo que representa en una sociedad aquejada por
tan altos niveles de fanatismo y violencia como la nuestra. Así las cosas, si
hacer radio consiste ante todo en construir sociedad, Ecos 1360 Radio constituye un buen modelo a seguir. Por eso, a modo
de tributo a su medio siglo en la memoria regional, quiero hacer manifestación
pública de gratitud a la familia Salazar Sierra. A doña Rosa, a Patricia,
Jorge, Jaime y los que se me olviden justo ahora.
PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada:
https://www.youtube.com/watch?v=uTEGxVDHpGU
Gustavo. Con esa crónica tan fresca y amena, podría decir que usted ha sido una amante fervoroso de la radio. Esa tecnología antigua (hoy renovada con los llamados pódcast) de dirección única, donde solo era posible oír fútbol, refunfuñar ante alguna noticia, o callar ante un bolero o una candileja. Eso sí, primero eran las pilas que el maíz para las gallinas. Enhorabuena por la emisora Eco 1360. Un medio pereirano muy importante y por su espacio cultural.
ResponderBorrarSaludos.
Muchas gracias, Diego. Igual que tantas cosas, en lugar de desaparecer por efectos de la Internet, lo que hizo la radio fue emigrar hacia allí, y al final salió fortalecida. Para probarlo, basta con darse un paseo por la red y ver la cantidad de emisoras que surgen cada día.
BorrarHablamos,
Gustavo
Un saludo a todos. Les comparto un mensaje enviado por el educador y abogado Jaime Bedoya, que hiciera parte de un programa de Ecos 1360 llamado " Vibra la paz":
BorrarMil gracias por compartir. No sabía de este suceso tan importante en la vida del periodismo y de la ciudad.
Como homenaje al doctor Jaime Salazar, recuerdo las palabras de Santiago Londoño que haciendo alusión
a este político de corte conservador pero progresista, algún día dijo, más a menos estas palabras:
con personas con él no necesitaríamos la izquierda. Felicitaciones y gracias por el tiempo tan bello que
pasé en la emisora
Saludos, importante evento en la ciudad y la región, medio siglo de batallas. Tuve la oportunidad de participar en un momento con el logo de la emisora, pero eso también es historia!! Saludos a todos los ECOS 1360s!!
ResponderBorrarMil gracias por el saludo, apreciado Juan.
ResponderBorrarUn abrazo y nos vemos en el camino.
Gustavo