martes, 30 de marzo de 2021

El mundo al instante



La gente  de mi generación que asistía  habitualmente a cine recordará unos curiosos noticieros de alcance mundial que se proyectaban antes de las películas en cine continuo.

Se trata de El mundo al instante, expresión que  hoy suena a oximoron, porque presentaba como “ noticias” hechos acontecidos semanas  y meses  atrás. El noticiero en cuestión venía en esas cintas de  35 milímetros que exigían manos expertas para su manejo.

En  El mundo al instante uno se enteraba de la muerte del dictador Francisco Franco cuando llevaba varios meses enterrado. O descubría que el  Bayern Munich de Beckenbauer y G. Muller había caído en casa ante el Barca de Cruyff, Iribar y Neeskens… sólo que el desastre ya había sido corregido dos semanas más tarde con una victoria ante  la Juventus de Turín.

Resulta claro que el concepto de tiempo y por lo tanto la noción de instante eran distintos y estaban mediados- igual que hoy- por las  tecnologías utilizadas para transmitir  y multiplicar información.

Como el espectador desconocía los datos suministrados, salía de la sala con la convicción de estar bien  informado. Y , en efecto, era así.

A mi hija eso le  produce  risa. Y le asiste toda la razón : ella pertenece a la generación que se  entera de las noticias antes de que sucedan y no estoy haciendo un juego de palabras: todo apunta a que la noticia del la muerte de  Michael Jackson un veinticinco de junio de 2009 se conoció varios minutos antes de que se apagaran todos sus signos vitales. Sucede que alguien ( ¿Un médico? ¿Una enfermera?) con los suficientes criterios clínicos para determinar que su situación ya era irreversible, filtró la información al exterior , y en  cuestión de minutos el planeta  se enteró del  fallecimiento del llamado “ Rey del pop”.



La carrera por esos segundos preciosos significó ganancias  millonarias para las empresas informativas y, eventualmente, para quien suministró la información original desde la clínica.

Desde esa fecha hasta hoy, los medios digitales- y con ellos las redes sociales- se han desarrollado a una velocidad que produce vértigo.

Como pasa con  los cambios de algunas tecnologías y el surgimiento de otras, su utilización no tarda en generar  cuestionamientos éticos. ¿ Todo vale  a la hora de recopilar y transmitir  información con tal de llegar primero? ¿ Las exigencias del  mercado nos autorizan a pasar por encima del dolor de  una familia?

En fechas más recientes tuvimos el caso de la muerte de Diego Maradona. En medio del frenesí mediático desatado por  la agonía del futbolista nos enteramos de un hecho que indignó hasta a los más indolentes: la forma como el empleado de la agencia funeraria tomó una imagen del cadáver de Maradona y la replicó,  acaso con fines de lucro  o en busca de sus  quince minutos de de fama.

Para el efecto da lo  mismo. En cualquier caso se trató de una violación a la privacidad. Después de todo,  la propia muerte  es  en últimas lo único que nos pertenece en este mundo inasible. Eso para no hablar de su familia,  lesionada por el morbo ajeno, justo en el momento más duro   de un drama de vieja data.


¿El derecho a la información nos autoriza a saltarnos las barreras que hasta  hace unos años protegían la intimidad de las personas y sus allegados?

Entiendo que el concepto de intimidad ha cambiado, hasta el punto de que  mucha gente no ve reparos en divulgar en las redes sociales escenas de su vida sexual.

Pero debe de haber un límite más ético que legal.  De no ser así, todo esto nos estallará entre las manos, con impredecibles consecuencias.



Volvió a suceder   con la muerte del cantante Álex Casademunt  en un accidente de tránsito acaecido el martes 2 de marzo en Barcelona. Uno de los funcionarios de la ambulancia  que atendió el caso no se fijó en gastos. Una vez se enteró de quién se trataba procedió a registrar la imagen en su teléfono y la echó a rodar por las redes sociales.

No es difícil imaginar el estupor y la indignación experimentados por el primer familiar que vio las imágenes en las redes sociales. No es para menos : todos los diques del respeto habían saltado por los aires. No hubo tiempo para la llamada privada de un médico o de un funcionario de tránsito.   La nueva forma de locura derivada de ser el primero  en transmitirlo  todo a cualquier precio alcanzaba así un nuevo punto de degradación.

Con un agravante: todo  indica que se trata de un punto de no retorno.


PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

https://www.youtube.com/watch?v=oRdxUFDoQe0



6 comentarios:

  1. El mundo al instante era un flash informativo de alemania y el mundo que nos hacia soñar...su impecable realizacion tecnica, manejo de camera ...cumplia su funcion .. ...ademas el blanco y negro le daba una connotacion de "historia"....nos conectaba con el mundo...visualmente....para esa epoca la tv era en blanco y negro...el cine era la ilusion cromatica...

    saludos

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  2. Toda esa pulcritud técnica era lo que nos daba la sensación de actualidad, apreciado Carlitos. Y usted lo ha dicho con claridad: el uso del blanco y negro llevaba implícito el mensaje de tiempo conservado, de archivo antiguo.
    Mil gracias por el aporte.
    Gustavo

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  3. El hecho y la información (o deformación) del hecho tienden a la simultaneidad. Llegará, tal vez, el día en que se comportaran como las famosas partículas conectadas, según la mecánica cuántica, que experimentan lo mismo al mismo tiempo aunque una de ellas esté en el asiento a nuestro lado en un Spurs-Arsenal y la otra ande merodeando en la galaxia Andromeda. Ya se verá. O no.

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  4. Adentrados en el mundo de la física cuántica, existe un fenómeno llamado bilocación, mi querido don Lalo. Es la capacidad de estar en dos lugares al mismo tiempo. Sospecho que las noticias se están acercando no sólo a ese estado, sino- y que me perdonen los físicos- a la trilocación.
    Como siempre, muchas gracias por el diálogo.
    Un abrazo,
    Gustavo

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  5. Querido Gustavo, el mundo ha cambiado, cambia y seguirá cambiando. Es la paradoja que nos trae esa mal llamada "postmodernidad", que ni es modernidad, ni ha pasado, y que presenta lo nuevo (aunque no novedoso). La inmediatez, y la información vertiginosa (donde se incluye lo fake, lo chic, lo creepypasta) es característico de esta epimodernidad (como prefiero llamarla). Todo ahora es arena movediza. Concuerdo con J.P. Sartre al este decir que en las etapas de la humanidad, los principios se van y quedan los hábitos.
    Saludos fraternos.

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    1. Bueno, apreciado Diego:el cambio es una necesidad de la vida. En este caso la pregunta no alude a su inevitabilidad sino al impacto ético de algunos de esos cambios y el efecto negativo que pueda tener en las personas y en la sociedad. Dicho de otra forma: en medio de ese vértigo¿ quién se detiene a reflexionar?

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