miércoles, 28 de octubre de 2020
El árbol de las brujas
jueves, 22 de octubre de 2020
Los acertijos de la ficción
Los textos de ficción nos atraen, entre otras razones, porque plantean una urdimbre de acertijos que se despliegan ante los ojos del lector sin que este pueda responderlos todos : ¿ Quienes son esos seres dotados de ideas y sentimientos, que vagan por lugares tan reales como imaginarios? ¿ De dónde vienen y hacia dónde se dirigen esas criaturas dotadas de sueños, de anhelos, de deseos y que por eso mismo gozan, sufren y padecen frustraciones del nacimiento a la muerte, hasta que que se disuelven en la nada, como todo?
La tentación más fácil es decir que vienen de la mente del autor, lo que remite a una nueva suma de paradojas bastante parecidas a las propuestas por Douglas R. Hofstadter en su libro Godel, Escher, Bach, Un eterno y grácil bucle.
¿El autor es un creador o es un medium? ¿Es un demiurgo o un simple instrumento de sus fuerzas inconscientes? ¿ Es la mente del individuo o la mente-mundo la que escribe?
Como , en caso de que tengan respuesta, todas esas preguntas sólo pueden conducir a nuevos interrogantes la opción más socorrida es echar mano de los prejuicios, esa suerte de habitación a oscuras en la que nos sentimos seguros… hasta que la vida nos obliga a echarnos a la calle , donde no tardamos en descubrir que esas ideas fijas son en realidad un obstáculo para comprender todas las dimensiones del vasto universo.
Traigo todo esto a cuento a raíz de la lectura de un texto firmado por Margarita Rojas y publicado el 10 de octubre de 2020 en el portal web La cola de Rata, bajo el título Literatura misógina: El vuelo de la reina, alusión a la novela del escritor argentino Tomás Eloy Martínez.
Al final de esta entrada copio enlace al artículo en mención, para omitir citas reiteradas.
De entrada, el artículo plantea una declaración de principios: “ Al momento de terminar este libro sabía que necesitaba escribir algo al respecto. Estaba incómoda, angustiada y algo confundida”.
Buen punto de partida: lo mejor que le puede pasar a un libro es que escriban acerca de él.
Hasta ahí todo resulta claro: incomodar, angustiar y confundir son algunos de los efectos colaterales de toda obra de arte digna de ese nombre. Para tranquilizar espíritus están los libros de auto superación.
Pero luego la autora esgrime una secuencia de sustantivos adjetivos- repulsión, repugnancia- enfocados no a calificar sino a descalificar la obra de otros autores contemporáneos como los norteamericanos Charles Bukowski, David Foster Wallace y el francés M. Houllebecq, tachándolos de misóginos.
Se trata, repito, de una suma reacciones- ya que no reflexiones- suscitadas en la autora del artículo por la lectura de El vuelo de la reina, una de las novelas tardías del escritor argentino Tomás Eloy Martínez, autor además de las obras de ficción La novela de Perón, Santa Evita, El cantor de tangos y el libro de periodismo Lugar común la muerte.
Y digo que no son reflexiones, porque la autora insiste una y otra vez en que la lectura de la novela le produjo repulsión y repugnancia y eso la llevó a escribir su artículo. Puras reacciones instintivas que, bien lo sabemos, son el germen de todas las ideas preconcebidas .
Bueno, náuseas, asco y fastidio es lo que siente uno leyendo muchas de las grandes obras de la literatura universal y eso no las invalida. Todo lo contrario: revela su potencial como instrumento para comprender el mundo, disfrutar de su belleza y denunciar sus atrocidades.
Pienso, por ejemplo, en las visiones del infierno de Dante Alighieri, en la obra de L. F. Céline o en las novelas de Donatien de Sade, rebautizado por sus fieles devotos como El Divino marqués.
¿Era Dante “ dantesco” o era “ sádico” Sade? ¿ Era “maquiavélico” Maquiavelo?
Es más: ¿era Mark Twain un supremacista blanco porque recrea con entrañable patetismo la vida de los negros y su equívoca relación con los anglosajones en las riberas del río Mississippi?
Por supuesto que no, como no es Nabokov un pederasta por mostrarnos los abismos del sexo casi senil de un profesor con una alumna niña, ni es Ernesto Sábato un sicópata por desvelarnos detalles de seres tan alucinados como Alejandra Vidal Olmos o el pintor Juan Pablo Castel, el asesino de María Iribarne.
Ellos son simplemente escritores de su tiempo, o para decirlo con palabras del propio Tomás Eloy, “sismógrafos” de su tiempo. Narran el sismo pero nada tienen que ver con él.
Si todas las formas de discriminación y abuso aparecen en esas novelas es porque ya están en el mundo.
Para no sucumbir a esos reduccionismos fáciles es necesario tener claras las claves y los procesos de construcción de un personaje de ficción. Si este tiene la suficiente solidez para moverse solo por el mundo, a menudo trasciende al propio autor y puede incluso expresar una cosmovisión contraria a la de su creador.
De ahí lo riesgoso que resulta hablar del personaje como un “reflejo” o un alter ego del autor: los personajes de Shakespeare no son Shakespeare. La ficción es algo mucho más complejo y fascinante que eso. Es una trama de enigmas que, para bien nuestro y de la literatura misma, nunca lograremos resolver.
Decir entonces que El vuelo de la reina es “ Literatura misógina” conlleva un grave riesgo para el lector : reducir las obras y los autores a sub géneros formulados desde los prejuicios de cada quien.
Siguiendo esa tónica , no tendríamos literatura grande o mediocre, sino libros de ficción racistas, clasistas, comunistas, fascistas, homofóbicos, feministas o sexistas.
Virginia WoolfNo sé qué pensarían Safo de Lesbos, Virginia Woolf o Margueritte Yourcenar si se vieran de repente cobijadas bajo la etiqueta de “ Escritoras feministas”, por ejemplo. En realidad, ellas eran sólo mujeres geniales que escribían, poniendo todas las facultades de su talento al servicio de una obra.
Fue eso lo que las hizo grandes, no su inexistente militancia.
Así pues, algunos personajes de El vuelo de la reina pueden resultar misóginos para la mirada de algunos lectores. Y hasta ahí eso es válido. La literatura tiene, cómo no, un ineludible componente político. Pero confundir a Tomás Eloy Martínez o a cualquier gran escritor con sus personajes supone la desventaja de aproximarse a ellos con el lente de los propios prejuicios- lo que Margarita Rojas llama “ Las gafas violeta”- reduciendo a la mínima expresión la infinita gama de matices con la que una buena obra de ficción se permite enriquecer el mundo.
Enlace al artículo en mención
https://www.lacoladerata.co/cultura/resena/literatura-misogina-el-vuelo-de-la-reina/
PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
https://www.youtube.com/watch?v=nokk4q2xBsY
miércoles, 14 de octubre de 2020
Gurús, influenciadores y otras pandemias
Un fantasma recorre el mundo : El influenciador, una suerte de entelequia resultado del cruce incestuoso entre el sacerdote, el inquisidor, el profeta, el gurú, el demagogo, el bufón y el periodista.
De cualquier manera ha devenido líder, orientador, así a menudo luzca más desorientado que todos, como se desprende de sus erráticas declaraciones en los medios de comunicación que se alimentan de él y lo alimentan en un inagotable círculo de regurgitación. En ellas fija su posición frente a todo lo imaginable: la economía, la política, la ciencia, el ambientalismo, el sexo, las drogas. Es decir, todo lo comprendido entre el más allá y el más acá de lo humano.
Ese es el primer eslabón de la cadena alimenticia. Del resto se encargan las redes sociales con su reconocido poder de multiplicación.
Convertido en estrella del espectáculo informativo, el influenciador gurú acabó por suplantar al pensador, ese solitario que se consagraba con paciencia y tenacidad a la tarea de comprender los fenómenos, sus causas y consecuencias, para compartir sus hallazgos con públicos dispuestos a asumir el riesgo de pensar por su propia cuenta.
Al finalizar la segunda década del siglo XXI, con la información convertida en un lucrativo negocio que cotiza en el mercado de los valores y anti valores, los consumidores disponen de poco o ningún tiempo para hacer un alto en el camino y preguntarse por la naturaleza y los protagonistas de los acontecimientos que los desbordan.
Atiborrado de cifras y datos, el pensamiento crítico y la capacidad para formarse elementos de juicio frente al mundo acaban por sucumbir.
Los receptores de información quedan entonces inermes.
Cuando eso sucede empiezan a reinar el caos y la confusión. Y ese es el momento justo en el que surge el influenciador. Con su capacidad para el repentismo, aprovecha ese estado de cosas para formular lo que parecen respuestas definitivas a todas las situaciones del ámbito público y privado. Esa capacidad para las fórmulas mágicas lo hermana tanto con el pastor religioso como con el autor de textos de autosuperación.
En ambos casos, la gente los ve, los lee o escucha y el mundo de las ideas entra en hibernación, antes de pasar al siguiente estado: el de la fe en las revelaciones súbitas y sin esfuerzo: el gurú y el influenciador lo resuelven con una frase que parece sabia en su banalidad.
Las audiencias quedan tranquilas por unos segundos. Porque la característica de una revelación es su fugacidad. Y si acontece en las redes sociales el asunto alcanza cotas delirantes. Por eso al caer la tarde, el número de confusos resulta ser más alto que al comienzo de la jornada.
En ese terreno acrítico empiezan a medrar los caudillos de toda laya. Independiente de su credo o filiación ideológica serán escuchados con sumisión. Después de todo, su herramienta no son los argumentos sino el carisma. La capacidad para banalizarlo todo y reducirlo a frases hechas.
Por ejemplo, convertir una masacre en un homicidio colectivo. Eso se consigue con un insistente aparato de propaganda del que los influenciadores hacen parte: viven de eso, así algunos se autopromocionen como opositores al estado de cosas. En tiempos del capitalismo tardío ser disidente también vende. El establecimiento necesita de su aparente espíritu contestatario para legitimar las formas de la democracia.
Con el influenciador se ha potenciado , además, una figura cara a todos los mesianismos que en el mundo han sido : la del seguidor. Tanto, que la trascendencia de una vida puede definirse por el número de seguidores en las redes sociales.
Es la dictadura del Megusta.
Más allá de la información como nutriente básico, el influenciador se alimenta de seguidores. Es la fe ciega de estos últimos lo que lo mantiene vivo. Si aumentan, su poder sobre ellos crece. Si menguan, el pobre hombre puede empezar a sufrir de “ inseguridad sicológica”, otro eufemismo para nombrar el miedo.
Desde luego, los influenciadores aparecieron bien temprano en la historia. Al menos desde que los mamíferos nos agrupamos en manada empezaron a jugar su rol de guianza. Y siempre se cobraron lo suyo: las hembras más bellas y los pastos más frescos les eran concedidos.
No estamos pues, ante algo nuevo. En el transcurso de la historia se han vestido con los ropajes mencionados al comienzo de este artículo, : el sacerdote, el profeta, el político, el caudillo, el periodista.
Lo nuevo es el crecimiento demencial de su poder. Y eso si es efecto de las redes sociales, con su vertiginosa capacidad de multiplicación. Desde luego, no es culpa de internet: es la eterna condición humana siempre dispuesta a someter su voluntad, con tal de obtener la sensación de seguridad . Sólo eso puede explicar la variopinta fauna que conforma el contingente de influenciadores : políticos, deportistas, músicos, curas, gurús, músicos, vedettes y hasta criminales como “ Popeye” el sicario, que en paz no descanse.
Y, de vez en cuando, un espíritu sensato y lúcido irrumpe en medio de esa manigua.
En todos los casos, los efectos son virales, para utilizar un concepto caro al mundo de internet, reavivado por la irrupción de la Covid- 19 y su rápida propagación.
La hija adolescente de mi vecino dice que el cantante Maluma es su influenciador. Supongo que, con otras palabras, lo mismo pensaban los israelitas de Moisés, mientras los guiaba a través del Mar Rojo en su propósito de escapar de las garras del faraón.
Hoy atravesamos mares igual de turbulentos y nos asedian faraones más peligrosos.
Por lo tanto, el miedo y la confusión alientan en las mentes y en los corazones.
A lo mejor eso explique la pasmosa capacidad de contagio de los influenciadores.
Para bien del pensamiento crítico y la autonomía de las personas, ojalá encontremos pronto una vacuna.
Ojalá.
PDT. Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada.
https://www.youtube.com/watch?v=d_VHFyaSXQw
jueves, 8 de octubre de 2020
Janis o el dolor
I remember you well in the Chelsea Hotel
You were talking so brave and so sweet
Giving me head on the unmade bed
While the limousines wait in the street
Those were the reasons and that was New York
We were running for the money and the flesh
And that was called love for the workers in song
Leonard Cohen
Chelsea Hotel
Hay seres que cruzan por la vida con alas en los pies. Son criaturas aéreas que parecen tocadas por la gracia.
Otros, en cambio, desde el nacimiento hasta la muerte arrastran pesadas cadenas. El suyo es un destino de penas y olvidos.
Pero existen otros- pocos, en verdad- capaces de volar acarreando su fardo durante un breve tiempo antes de hacerse remolino de fuego y desaparecer en su propia nada .
Para ellos la vida es una herida de muerte. Camino calcinado.
Son como esos insectos que nacen al llegar la noche y mueren al despuntar el alba. En ese tránsito alumbran la trayectoria de otras criaturas minúsculas y a menudo invisibles.
Así ha transcurrido la vida de muchos artistas. Sobre todo músicos y poetas. Rimbaud, García Lorca, Sylvia Plath, John Keats, Percy Bishey Schelley, Mozart y Schubert pertenecen a esa estirpe.
Entrados en el mundo del rock, abundan los músicos que murieron muy temprano, acaso para validar la sentencia aquella de que “los favoritos de los dioses mueren jóvenes”
Aunque sospecho que, en el caso de Janis Joplin, hasta los dioses se olvidaron de ella.
Se pasó su breve e intensa vida buscando el amor, mientras los hombres sólo querían “ el dinero y la carne”.
Fue una estrella fugaz en el firmamento de esa generación que atravesó los años sesenta en medio de muchas alucinaciones: la del horror atómico, la del sexo sin fronteras, la de la guerra de Vietnam, la de las revoluciones traicionadas, la del ácido lisérgico.
Nacida en Port Arthur, Texas, un 19 de enero de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, a edad temprana conoció la música de Bessie Smith, Ma Rainey y Lead Belly. Ellas la condujeron a las profundidades del cancionero de Big Mama Thornton. Por eso, al despuntar la adolescencia ya estaba dotada de los elementos básicos para convertirse en lo que los empresarios, necesitados de etiquetas, resolvieron llamar “ La reina del blues blanco”. Bastante poca cosa para la complejidad y hondura de su vida y obra. Esa fue la personalidad que le tocó llevar a cuestas al frente de bandas con nombres como Big brother and the holding company, Kozmic blues band o Full tit boogie band.
Llora, nena, llora
El día que se estrenó frente a un público el mundo supo de qué materia estaba hecha esa mujer indómita. Sus canciones, su voz, su manera de moverse eran dolor en estado puro. Las lágrimas que corrían por sus mejillas cuando cantaba no eran simple puesta en escena: eran el lenguaje de su herida, abierta desde el día que nació, allá en Port Arthur y avivada día tras día por todas las formas del desprecio.
Por eso cantaba de esa manera. Para conjurar, para tratar de conjurar unas penas que eran las de su propia generación atormentada. En los documentales de sus conciertos uno puede ver gente en trance, arrastrada por la fuerza telúrica de esta suerte de bacante, de Erinia que encontró en la fusión del blues y el rock and roll el ritmo y las palabras precisas para expresar su desazón.
Para la época, como tantas otras cosas de la vida, la escena rock era controlada por machos alfa enganchados en una orgía perpetua de música, drogas y sexo en la que las jóvenes admiradoras hacían el papel de vírgenes vestales.
Ninguna como Janis supo plantarles cara, y eso le costó lo suyo: el desprecio por ser un patito feo, una intrusa en la horda de los ganadores. De cualquier manera, un crimen imperdonable para una sociedad sostenida en vilo sobre el culto a la imagen del bello y triunfador.
En esa lucha se hizo liviana de alma y cuerpo: al final del camino llegó a pesar sólo treinta y cinco kilos, a fuerza de drogas, desolación y alcohol.
Tiempo de verano
A modo de respuesta Janis se abandonó al vértigo. Sabía que disponía de pocos veranos antes de perderse en las brumas de su invierno- y de su infierno-.
Así que sacó fuerzas del fondo de su alma, es decir, de su historia personal, y se proyectó hacia lo alto arrastrando sus cadenas.
Cincuenta años después de su muerte el resultado de esa osadía todavía nos pertenece: un puñado de canciones como coronas de espinas que nos redimen y hacen menos amarga nuestra propia dosis de dolor.
Eso lo supo muy bien el gran poeta Leonard Cohen, uno de sus amantes de ocasión, cuando, asomado a la desnudez de su cuerpo y de su alma, le dedicó Chelsea Hotel, la canción que le hizo justicia a esa eterna niña asustada, convertida a su pesar en sacerdotisa de los peregrinos del desencanto.
PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
https://www.youtube.com/watch?v=VfGSd-tikH4
jueves, 1 de octubre de 2020
Del árbol
DEL ÁRBOL
Soy morada del silencio
hebra con la que Dios
teje la noche.
Por mis venas viajan
innúmeros insectos
esos diminutos avatares
del tiempo que camina.
Cuando nadie me ve crezco
me multiplico
y me hago bosque
pentagrama de pájaros.
En mi abrazo se funden las criaturas:
el aliento de las bestias
el aleteo del colibrí
el sueño de los hombres.
Mis raíces saben hablar
con el vientre de la tierra
y vuelven a lo alto
con un puñado de misterio
entre los dedos:
El alfabeto de los gnomos
la cifra de la alquimia.
Cada mil años- en plenilunio-
una gota de lluvia posada en una de mis hojas
refleja la totalidad del universo.
Dura un segundo
pero quienes contemplan el milagro
son fulminados por la lucidez.
A veces
me doy en ofrenda a los hombres
y me hago libro
casa
barca
puente
hoguera
crucifijo.
Al final
saciado y ya sin fuerzas
me tiendo a dormir
y me hago polvo
gusano
tierra
mineral:
Alimento para otros árboles
y otros hombres.
Pereira, octubre de 2020. Año de la Peste.
PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
https://www.youtube.com/watch?v=z4UYX2qpUK0