Monseñor Builes
Cuentan las crónicas que monseñor
Miguel Ángel Builes se paraba en el púlpito y proclamaba ante una iglesia
repleta de feligreses, en su mayoría campesinos, que matar liberales no era
pecado.
Como quien dice, un pastor
encargado de promover la paz le daba a
su rebaño licencia para matar prójimos en razón de su filiación partidista.
Y eso sucedió en los años más
duros de la violencia entre liberales y
conservadores, una guerra civil no declarada que duró por lo menos cuatro
décadas y dejó alrededor de doscientos
mil muertos.
Builes no era el único.
Por esas fechas también se
hicieron notorios clérigos como Cayo Leónidas
Peñuela y Fray Mora Díaz en Boyacá, así como Daniel Jordán en los santanderes.
Todos tenían por lo menos dos
características en común: un conservadurismo
a ultranza y una intransigencia
total frente a las libertades ajenas.
Vuelvo a evocarlos después
de leer en los periódicos dos noticias
que, en apariencia, no pasan de ser nuevos episodios en este catálogo infinito
de lo pintoresco y de la sinrazón
nacional.
Alcaldesa de Yopal
En el primer caso, la
alcaldesa encargada de Yopal, capital
del departamento del Casanare, firmó
antes de retirarse el decreto 036 del 9 de junio de 2017, a través del cual “hace
entrega simbólica del municipio de Yopal
al señor Jesucristo”.
¡Pobre Cristo! Pensé, luego de
confirmar que no era una broma de esas que brotan por generación espontánea en
la Internet.
Para quienes no lo saben, Yopal
es una población con problemas
gravísimos derivados de la corrupción, de la presencia de multinacionales
petroleras y de la injerencia
paramilitar en su territorio.
La carencia de un acueducto que
responda a las necesidades de la población es apenas uno de esos problemas.
De modo que endosarle la tarea a
Jesucristo constituye por lo menos un acto de irresponsabilidad política: igual
que Pilatos en el relato bíblico, la mandataria se lavó las manos… con agua
contaminada, supongo.
La obligación de un gobernante consiste en gestionar con
criterios técnicos, éticos y jurídicos los recursos y expectativas de quienes los eligieron. Sus creencias religiosas,
igual que las de todos, son un asunto privado.
Pocos días después, el 28 de
junio, Óscar Yonny Zapata, el alcalde de Aguadas, Caldas, una población
conservadora como pocas en Colombia, anunció que seguiría el ejemplo de su
colega de Yopal, aunque fue más osado : prescindiendo de intermediarios le
entregaría su pueblo a Dios en persona.
Dejamos de lado el hecho
incontrovertible de que estamos ante una
evidente violación a los principios constitucionales de libertad de cultos. Más
aún, la Constitución de 1991 define a
Colombia como un país laico.
Óscar Yonny Zapata
Y es aquí donde lo que parece una
muestra más de nuestra capacidad para el
esperpento merece un poco de atención.
En ambos casos se trata de un
abierto desafío a la filosofía de la Constitución cuando traza unas líneas
claras de separación entre lo político, vale decir, lo público y lo religioso,
que pertenece al fuero privado de cada persona.
No es casual que las dos
decisiones hayan sido proclamadas en junio, el mes de la consagración del país
al Sagrado Corazón de Jesús.
Es decir, se trata de un
desplante a la institucionalidad que los mandatarios juran defender.
Y eso, en un país que intenta curarse las heridas de sus muchas
guerras internas, resulta alarmante.
No olvidemos que habrá elecciones presidenciales en 2018. Y uno de los
precandidatos es el ex procurador Alejandro Ordóñez, un hombre que no
duda en calificar de aberraciones las libertades individuales, protegidas
después de años de luchas emprendidas desde la legalidad.
Además Ordóñez invoca a la “Colombia creyente”,
sugiriendo de paso que no solo apela a los votos católicos sino al de las
innumerables sectas que se multiplican
cada día en el país, amparadas en el
mencionado principio constitucional de libertad de cultos.
Visto así, lo de Yopal y Aguadas puede ser un ensayo. Un arrojar el
anzuelo a ver quién pica.
Si usted los analiza bien, notará
que hay similitudes entre esos discursos y los de monseñor Builes y sus amigos.
De esas experiencias se concluye que el maridaje
entre política y religión no conduce a
nada bueno.
Razones suficientes para estar
alerta. Siempre cabe la posibilidad de
que desde Aguadas y Yopal se desate una nueva forma de locura colectiva.
Aquí somos así.
Por lo pronto, elevaré una
plegaria para que alguien se apiade de Dios. No vaya a ser que al nuevo presidente de Colombia, en lugar de trabajar para mejorar las cosas, se le ocurra
endosarle el destino de este maltrecho
país.
PDT: les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada
Ja, ya que habla del “mes de la consagración del país al Sagrado Corazón de Jesús”, cuidado que el Sagrado Corazón de Jesuribe vuelva a ser presidente (ignoro si realmente puede volver a ser candidato). No me cabía en la cabeza que una senadora le tuviese tal devoción como para tenerlo de santito en su casa. Este esperpéntico ejemplo me hizo recuerdo al caso de la expresidenta del Senado de mi país, que en un delirante discurso proclamó que el Bienamado Evo Morales era insustituible para seguir gobernando. Ay, otra vez estamos empatados en la tragicomedia, amigo Gustavo.(le dejo el link por si las moscas).
ResponderBorrarhttp://www.semana.com/nacion/articulo/paloma-valencia-tiene-el-sagrado-corazon-de-uribe-en-su-casa/491639
Bueno, por algo se dice que " todos los latinoamericanos somos hermanos", apreciado José : tenemos la vena de la demencia instalada bien adentro.
ResponderBorrarY aunque legalmente no se permite una tercera elección para presidente, no olvide que con un golpe de mano se puede reformar una constitución política.
En eso también somos hermanos.
Y mil gracias por el enlace.
PDT. Hablando de enlaces, le comparto uno a un portal web originado en Pereira que le puede interesar:
https://lacebraquehabla.com/milena-henao-animalista-lleva-perros-al-cine/