viernes, 4 de febrero de 2022

Cápsulas para el insomnio II



XVIII

La obstinada fe de los ateos en la inexistencia de Dios.

XIX

No se puede conjurar lo inefable.

XX

¿Usted no sabe quién soy yo? , preguntan los poseídos por el pavor de su propia nada.

XXI

Hasta en sueños parlotean los desterrados del silencio.

XXII

Quien no comprende los misterios de la esfera, la  parábola y la espiral  jamás captará la belleza del fútbol.

XXIII

Si lográramos expresar la verdad con palabras enloqueceríamos.

XXIV

Los antiguos poetas decían su palabra en las plazas. Los de hoy tienen a Youtube.

XXV

Caminar en soledad por las montañas… y encontrar  de repente ese pedazo de uno mismo  perdido tiempo atrás.

XXVI

La mirada del loco en el sanatorio espanta porque es también la nuestra.

XXVII

Los avatares de los viejos dioses se manifestaban en  piedras y relámpagos. Ahora lo hacen en Twitter, donde cada quien es su  propia divinidad, desamparada y arbitraria.

XVIII

Las promesas  eternas suelen ser asunto de desmemoriados.

XXIX

Esas cuerdas insondables de la vida que sólo una buena canción puede pulsar.

XXX

La ya extinguida generosidad de los mayores, que preparaban los alimentos  en una olla inmensa por si pasaba un peregrino.

XXXI

Como niños grandes, durante las pestes, las guerras y los cataclismos los humanos prometemos portarnos bien. Una vez pasado el susto volvemos a las andadas.

XXXII

La vida: generación tras generación, millones de seres haciendo fila para reproducirse y morir.

XXXIII

Durante las cuarentenas  volvimos a descubrir para qué sirven las ventanas.

XXXIV

Soy un libro abierto para los otros, dijo el más indescifrable de los seres.

XXXV

Teólogos, místicos y matemáticos hablan de lo infinito. Del todo en el uno y del uno en el todo: es su manera de referirse a Dios.

XXXV

“ Se  salvó de la muerte”. ¿Han  escuchado expresión más absurda?

XXXVII

Sentarse  a la mesa de un café a ver pasar el mundo. Y,  de repente, descubrir en su incesante flujo un  destello de eternidad.

XXXVIII

Los peligros de enamorarse de una mujer que se llame Dolores.

XXXIX

Destilar el licor del mundo y saborearlo en pequeños sorbos: el Haikú.

XL

Las piedras, hechas plegaria, nos hablan por igual  a través de cuevas, montañas y catedrales.

XLI

Un gol en un estadio vacío : otra de las  postales  dolorosas que nos dejó la pandemia.

XLII

Toda mujer es umbral, puerta para la entrada de otros seres al mundo. De ahí su  fortaleza a la hora de  afrontar la adversidad.

XLIII

Diplomacia: otro eufemismo para nombrar la hipocresía.

XLIV

¡Cuántas esperanzas puestas en un futuro que  pronto se convertirá en pasado! 

XLV

Día de sol. Un guayacán florecido. En el suelo, formando  un tapiz en el contorno del árbol, cientos de flores amarillas: como si la sombra tuviera color.

XLVI

En su juventud, el escritor Albert Camus fue arquero de un equipo de fútbol en Argelia. En gran medida, eso explica el hondo pesimismo de su obra.


PDT. Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

https://www.youtube.com/watch?v=Mb3iPP-tHdA

6 comentarios:

  1. "Durante las cuarentenas volvimos a descubrir para qué sirven las ventanas." Bueno, para ver/descubrir al "otro", principalmente. Es bueno/bello o malo/feo? No lo sé, nunca lo he sabido. Importa, eso sí lo sé, pero... Y vos, Gustavo, cómo ves al otro?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Al otro...mmm, lo veo con las técnicas del espía, o mejor dicho, del mirón, en todos los sentidos de la palabra. En esa medida lo capto en sus claroscuros, empezando por los míos, mi querido don Lalo.
      Un abrazo y mil gracias por el diálogo.
      Gustavo

      Borrar
  2. Ok, ok, ya veo: "Soy un libro abierto para los otros, dijo el más indescifrable de los seres."

    ResponderBorrar
  3. Ya lo dijo el proverbio oriental, mi querido don Lalo: " Dime de qué presumes y te diré qué te hace falta".

    ResponderBorrar
  4. Imaginé a Camus observando un partido de fútbol por televisión, desde casa, en plena pandemia, observando un estadio vacío y anhelando una ventana en su habitación. La imagen del estadio vacío y el gol es muy triste tocayo.
    Abrazos y aguante.

    ResponderBorrar
  5. Es la estampa misma de la desolación, mi querido Eskimal, porque despoja al fútbol de su condición esencial: la fiesta.
    Como siempre, me alegra mucho tenerlo por aquí.
    Un abrazo y hablamos.
    Gustavo

    ResponderBorrar

Ingrese aqui su comentario, de forma respetuosa y argumentada: