jueves, 19 de marzo de 2015

Do you understand?




 Pertenezco a la generación de colombianos que, a lo largo de la educación secundaria, recibió clases  de inglés durante  seis años de manos de hombres   y mujeres hermanados por una particularidad: lo ignoraban todo de esa lengua, pero transpiraban buena voluntad y basaban sus enseñanzas en unas cartillas lánguidas llamadas  Let´s learn  english y English  this way.  Cruzamos  el bachillerato  recitando una colección de frases hechas pensadas para sobrevivir en casos de  emergencia: “¿What day is today ?” ,“¿What is your name? “My mother is a  nurse”.  Eso sí: todos aprendimos a  gritar  you are a son of a  bitch, con grave acento del profundo sur norteamericano. Hoy, corridos tres lustros del siglo XXI, países  como el nuestro pagan las consecuencias: cada año se pierden miles de becas y ofertas  de empleo por la ignorancia del idioma inglés. A resultas de  todo esto, el Estado colombiano recién empieza  a ocuparse del asunto, estableciendo unos niveles de conocimiento de esa lengua como requisito para ingresar a la universidad. 


Por fortuna, para John Fredy Ballesteros Trejos y sus jóvenes estudiantes de inglés en el municipio de Belén de Umbría las cosas empiezan a cambiar. El hombre nació en esa población del occidente de Risaralda  hace  treinta y tres años. Como sucede  todos los días, el padre muy pronto hizo mutis por el foro. Sara, la madre, se encargó de  la crianza de los hijos trabajando  medio tiempo en el matadero municipal y dedicando el resto de la jornada a la recolección de café en tiempos de  cosecha.  Por su lado, el muchacho se rebuscaba los ingresos  para completar  el presupuesto familiar recogiendo chatarra y huesos, vendiendo empanadas, haciendo mandados y, claro, acompañando a la madre en la recolección de café.

                                                                 Fotografía : Rodrigo Franco

Luego de terminar  el bachillerato trabajó  un tiempo en supermercados, hasta que un día  de 2001 empacó maletas y se embarcó en la última diáspora emprendida por miles de risaraldenses hacia  España, poco antes de que el gobierno de ese país empezara a exigirles visa a los colombianos.
Llegó   Marbella, donde trabajó en la construcción. Dormía  en un sótano,  disputándose  un rincón con los ratones que reinaban en el vecindario. Poco tiempo después dio el salto a Inglaterra, donde perfeccionó  el inglés, al punto de que muy pronto sus empleadores lo promovieron  a la condición de  intérprete y traductor, encargado   de mediar entre ellos y los trabajadores de habla hispana.
Regresó a Belén en 2007. Un día se quedó pasmado ante la pobreza del inglés que enseñaban en escuelas y colegios. Decidió entonces   ofrecer  sus servicios como profesor  privado, aplicando  los más puros principios socialistas: los de mejores ingresos pagaban más,  a los de  menos les cobraba la mitad y  quienes nada tenían nada pagaban.
Valeria,  su más  aventajada estudiante, habla inglés a la perfección luego de recibir  clases dos veces a la semana durante dos  años.  Tanto, que durante  un paseo  familiar  al Ecuador dejó sorprendidos a los turistas extranjeros, quienes no  acababan de creerle que aprendió esas  destrezas sin moverse de su pueblo natal, orientada por un joven que sí lo había hecho.
“Solo quería devolverle a Dios, a  la vida y a mi pueblo  lo que me han dado: un padrastro que me salvó del abismo, una madre valiente  y la disposición para  aprender muchas cosas”, me dijo sentado a una mesa en la biblioteca pública del municipio  la tarde del 18 de febrero, durante el lanzamiento del programa 14 Estaciones, un viaje a la memoria, impulsado  por Comfamliar Risaralda.


Ese día recibieron el diploma treinta de sus jóvenes estudiantes, algunos casi niños, acompañados de sus madres. Todos a una coincidieron  en reconocer la capacidad y la voluntad de servicio de ese hombre de piel morena  a quien  le  corría alegría por la piel al ver los logros de sus pupilos. Al finalizar la jornada se despidió dejándoles esta pregunta a los gobernantes de su municipio y del departamento: “Do you understand?”

PDT: les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada.

7 comentarios:

  1. Vea hombre, sólo por tener la delicia de ver a Uribe en una conferencia internacional ensanchando el léxico anglosajón con la palabra "asesineichons", gran contribución de nuestro querido expresidente a la lengua de Shakespeare, sólo por eso, vale la pena que la enseñanza del inglés en Colombia sea una mierdeichons.

    Se lo digo pues con ánimo de montanier, es decir, de patirrajado. You understand, obvio.

    Cami,

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  2. Yes, I do, joven resabiado.
    Un abrazo y gracias por el humor,
    Gustavo

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  3. La historia de John Fredy y su itinerario de vida me afirma en una creencia que debería parecernos obvia: que el buen maestro no es tanto el que sabe muchas cosas sino el que inspira, el que facilita la transmisión de conocimientos. Tu profesor, formado en el camino, vale por una generación entera de egresados con diploma de Cambridge English Language Assessment.

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  5. Mi querido don Lalo: un amigo tiene la definición más bella que conozco de la palabra compartir. El hombre dice que significa " Partir con el compa". Y eso es lo que hace grandes a personas como John Fredy. Cuanto más anónimo, más valioso resulta su trabajo.

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  6. Loable la tarea de su compatriota, estimado Gustavo, y su método de enseñanza suena efectivo, falta saber si puede ser extensible a nivel general para tener un éxito similar. Sobre su lamento de sus experiencias con el inglés déjeme decirle que tampoco estuve tan lejos: en la secundaria igual nos preparaban con esas baterías de preguntas para turistas. Tuve incluso un viejo profesor que el muy atrasado nos hacia dibujar con imágenes para cada frase o situación: nuestros cuadernos estaban llenos de ilustraciones de objetos, como si estuviéramos en primer curso de primaria, y a todo color para mayor gracia. Así avanzábamos a paso de tortuga. Igual, en nuestro país, la enseñanza del inglés está muy mal enfocada, y ahora con esto de la reforma educativa se pretende desplazarla por los idiomas nativos. Vamos a contracorriente del resto del mundo.

    P.s. muy buena iniciativa esa de acompañar sus artículos con bandas sonoras, le voy a copiar la idea más adelante. No sabía nada de los Toreros Muertos, todo un descubrimiento y yo que creía que sabía algo sobre la Movida madrileña.

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  7. Muy romántico eso de los idiomas nativos, apreciado José. Pero mucho me temo que servirán bien poco a la hora de viajar a Indonesia o Crimea. Ese frenesí populachero y purista suele confundir la conservación del patrimonio con el aislamiento, con las consecuencias que todos conocemos.
    Sobre lo segundo, no olvide que toda vida tiene una banda sonora. Por eso el cine copió la idea.

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