miércoles, 27 de octubre de 2021

De los muertos

                                                    



                                                            DE LOS MUERTOS

                                                   

                                                   Fotografías en sepia

                                                   de los  eternamente jóvenes

                                                   tiempo suspendido en las ventanas

                                                   rumor de huesos en  la madrugada.


                                                  Una fuga de Bach

                                                  un  bandoneón

                                                  un solo de guitarra de Jeff Beck

                                                  en el tejado.


                                                  Palabras nunca dichas

                                                  que vibran en el aire

                                                  con alas de murciélago.


                                              Rincones jamás visitados por la luz.

                                              

                                              Cenizas en los párpados:

                                              un soplo apenas

                                              y se desvanecen

                                              dejan de ser memoria.


                                             Pereira,  septiembre de 2021. Segundo año de la peste.


PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

https://www.youtube.com/watch?v=dbbtmskCRUY


martes, 19 de octubre de 2021

Robert Musil : la morada del hombre



                      

                                              

                    La corriente del tiempo es una corriente que arrastra sus propias riberas.

                     

                    Hay que negarse a todo aquello en lo que no se pone toda el alma.

                       

                    Un hombre sin atributos  no dice No a la vida, sino: Todavía No

                                             

                                               Robert Musil


El río del tiempo


Desde Heráclito el río es la  más socorrida metáfora del tiempo. El incesante fluir de los minutos es  el agua que renueva a cada instante el contenido de la vida, en si misma una secuencia de momentos a menudo desconectados entre sí, según lo ha venido a demostrar la neurociencia.

Es ese discurrir de acontecimientos, que parecen sucederse sin cesar, lo que produce la sensación de que algo real está sucediendo. A esa sensación le llamamos Historia.

Entendidas así, las crisis personales y colectivas, lejos de ser algo negativo, son la compañía natural de todo lo humano. Un mundo sin crisis sería como el agua estancada en la que toda  forma de vida está destinada a la degradación.

Todo tiempo es, entonces, una forma de la crisis. En los individuos lo son el  nacimiento, la infancia, la juventud, la edad adulta, la madurez, la vejez y su desenlace natural: la muerte como engarce que cierra el círculo y le da sentido a todo lo demás al devolvernos al origen, al fango primordial.

Igual pasa con las sociedades.  Su devenir marca una curva que va de su  irrupción, su crecimiento, su momento de apogeo y su posterior declive para dar lugar a nuevas formas  políticas, económicas y culturales.

Ahora bien, en la práctica nadie puede trazar una frontera entre ambos mundos. Las personas  viven inmersas en sus pensamientos, obsesiones y creencias sin desligarse del entorno histórico en el cual les corresponde nacer y vivir. La sociedad incide así en las expectativas y decisiones de la gente, al tiempo que ésta empuja el curso de los  hechos, dependiendo de su grado de participación en lo público.


En ese   cruce de caminos surge lo que se suele llamar “ El espíritu de la época”



De  la naturaleza , los alcances y las contradicciones de ese espíritu se ocupa el escritor austriaco Robert Musil( 1880- 1942) en su obra El hombre sin atributos, publicada  por primera vez en 1930 y considerada una de las grandes novelas del siglo XX por su propósito integrador. Los impulsos y decisiones de sus personajes grandes y pequeños ( aunque cabría discutir si , en últimas, existe tal cosa como un personaje pequeño) acaban por desencadenar eventos que, a la larga, son clasificados bajo la etiqueta de “ acontecimientos históricos”).

Para el creador de la  novela, que además es autor de Tres Mujeres y de Las tribulaciones del estudiante Torless, el mundo está organizado de tal manera que las personas son unas en la vida pública y otras en la vida privada. Sin embargo, no hay una escisión total.  Esos mundos se conectan a través de pasadizos secretos explorados por la ciencia,  el arte, la sicología, la poesía, la religión, la sociología y el folclore. De igual modo, en los imperios los pueblos ofrecen un rostro ante el poder central, mientras en las profundidades  se agitan las diferencias de lenguaje, creencias, intereses,  costumbres y cultura.


La obra como prisma


En ese sentido, Musil construye   la novela  a modo de prisma que integra y separa a la vez  esos mundos, permitiéndole al lector una mirada , en perspectiva y en profundidad,  del “ espíritu” del Imperio Austrohúngaro en su momento de declive, es decir el del paso del feudalismo a la burguesía, abordado por escritores contemporáneos suyos como Franz Kafka,  Joseph Roth, Stefan Zweig, Romain Rolland, Thomas Mann y Heimito von  Doderer , empeñados también en la tarea de desentrañar las motivaciones  últimas de una sociedad que asistía a la disolución de sus antiguos valores  mientras acometía la dolorosa tarea de  edificar otros nuevos.

Con el  fin de hacerse a un eje, el escritor nos propone un momento histórico: la celebración del jubileo de Su Majestad Francisco José, emperador de Kakania ( nombre que se utiliza en el lenguaje coloquial para designar el imperio). El soberano  lleva más de sesenta años en el poder, lo que para sus áulicos exige una celebración de profundo sentido simbólico, que resuma ante su pueblo la idea de lo  inmutable. Con ese fin se constituye un grupo de  personas representativas de distintos sectores del poder, que  intentan agrupar  tendencias disímiles alrededor de un evento  bautizado como  “ La acción paralela ”. Entre esas personas se cuentan, en primer lugar, el mismo soberano, cuya presencia invisible se siente todo el tiempo a la hora de la toma de decisiones. En segundo término encontramos a  Diotima “ Una mujer cuya belleza es sólo comparable a su estupidez”, que sin embargo en su medio se erige  símbolo de las fuerzas de la naturaleza y de los valores de la cultura. Es la  sensual esposa del influyente funcionario Tuzzi, cuyo magnetismo atrae a su alrededor un grupo de hombres y mujeres movidos  a partes iguales por el deseo y la admiración.

                                                  El emperador Francisco José

A ellos se suman el general Von Stumm, el empresario y escritor Paul Arheim, encarnación del puente  entre los mundos del espíritu y la materia,  caro  a la reflexión propuesta a lo largo de la novela. También encontramos a Walter y Clarisse, errática pareja anclada en la vieja idea del arte como forma de redención. Está el asesino Moosbrugger, capaz de concitar simpatías entre  quienes lo ven como el elemento transgresor  necesario para restaurar el  equilibrio en cualquier sociedad. A modo de materialización del poder se nos presenta al conde Leinsdorf. Él  y Diotima son los dos planetas que garantizan el movimiento de las fuerzas gravitacionales presentes en el salón donde se proyecta el futuro de  Kakania, un reino sin grandes mitos aglutinantes, por ser “ el primer país al que  Dios le retiró el crédito”.

En el salón de Diotima, epicentro de las reuniones, esas fuerzas cobran a la vez  la forma de un llamado a la paz, para la que se necesita una suerte de estado supranacional, al tiempo que se incuba una conspiración pangermánica contaminada de antisemitismo y presentida por la diversidad de pueblos  que conforman el rostro visible del imperio. Era tanta la ebullición, que uno de los asiduos asistentes, poseído por el impulso de su propia retórica y achispado por el alcohol ( “El whisky era oro líquido y calentaba como el sol de mayo”), se refirió a esa casa como “ Un crisol de ideas”

Al fin y al cabo, las ideas, creencias y prejuicios no son mas que el  vestido usado por los humanos para  disimular que van desnudos por el mundo.

Y está , por supuesto, Ulrich , “ El hombre sin atributos”. Es el portador de las contradicciones de los tiempos. Es  alguien que ya no sabe quién es. Entre la  crepuscular aristocracia y la naciente burguesía  resume a veces al estado del alma de los pueblos unidos de manera artificial por el imperio. El narrador intenta una imagen para definirlos: “ Un roedor que no  sabe de si mismo si es una ardilla o un lirón; un ser que no tiene  idea de su esencia, está expuesto a sufrir en circunstancias determinadas un irremediable ataque de miedo ante la sorpresa   de su propia cola”.

                                        Imperio Austrohúngaro

Su condición  errante lo hace atractivo ante las mujeres. Lo ama Bonadea, lo ama Gerda, hija del funcionario de banco Fischel, convencido de que la cordura sólo se adquiere en contacto con la realidad. Lo ama Clarisse, que al final de la novela desnuda su pensamiento, ante la imposibilidad de desnudar su cuerpo.También lo aman Diotima y su criada Raquel.  Cada una a su manera, se enamora de una faceta distinta de ese hombre que avanza a contracorriente entre  un grupo de personas que persiguen la quimera del absoluto, se encuentre este en el arte, en  la guerra, en la política o en el dinero: en un mundo sin Dios todos los caminos son posibles. Si tal cosa es deseable- y alcanzable- podría decirse que sumando las partes  de Ulrich intuida por cada una de ellas  se puede forjar el todo de  un hombre del que pueda  afirmarse que expresa el ser de su tiempo.

Ajeno a esos anhelos , Ulrich  da bandazos en “una dudosa época que califica de genial tanto a un músico o a un científico como a un caballo o a un futbolista”. De esa medida es la confusión en unos tiempos que han perdido los viejos valores sin hacerse todavía a unos nuevos. ¿ Es elogio del caballo o desprecio del científico lo que alienta en esa frase?

Por eso la burguesía  profesa de un lado la religión de la técnica y lo nuevo, mientras del otro trata de copiar los modelos feudales: la sofisticación de los salones, el valor de las obras de arte como elemento diferenciador, la guerra y los símbolos marciales en tanto garantes de la inmutabilidad del poder terrenal – “ Para los hombres de armas el orden se transforma en  necesidad de matar”-, así como el cambio incesante expresado en las más diversas modas   que afectan por igual el mundo de la ropa y la cultura.


Los protagonistas emprendedores de la la Acción Paralela transitan en ese terreno inestable y tratan de asirse en lo privado al ancla de las emociones  y en lo público a la estela de las ideas. De ahí las citas permanentes, tanto de la poesía y el arte, como de los credos políticos. El salón de Diotima- que es a la vez la casa de su esposo, el funcionario Tuzzi-  es un hervidero de tendencias que chocan y a la vez se enriquecen. Atada a su hermosura y a un conveniente barniz cultural,  su vida  gravita entre la tentación del adulterio como afirmación de autonomía y la culpa impuesta por atavismos  religiosos y sociales.  Ella ignora que el adulterio bien llevado es en  realidad el mejor  aliado de la institución matrimonial. Eso permite que el viejo conflicto entre  vicios privados y virtudes públicas vuelva a aflorar aquí. Ulrich lo sintetiza así: “Uno no sólo soporta corporalmente a  su semejante, sino que también lo puede palpar hasta estremecerse, por decirlo así, bajo  sus enaguas psicológicas”. 

De ahí  el carácter frágil y provisional sobre el que se asientan los sistemas que  moldean la vida pública y privada. Vista así , “ la vida ordinaria es el término medio de todos los crímenes que podemos cometer”.  Por eso mismo Ulrich se atreve a exclamar: “¡ Leyes de la personalidad! ¡ Como hablar de una corporación sindical de serpientes luminosas!”


La morada del hombre

Para Musil,  lejos de ser algo perjudicial, esas contradicciones constituyen la morada del hombre.  Para apropiárselas y convertirlas en agente vital, se apela a viejas convicciones como aquella  de que la mujer debe acoger dos veces al hombre: primero como amante y luego como madre.  No es casual entonces que el centro de la Acción Paralela sea una mujer como Diotima, en un mundo sólo en apariencia gobernado por el sexo masculino.



La inestabilidad propia de cada época- empezando por la de la decadencia del Imperio Austrohúngaro – conduce, en El hombre sin atributos, a convicciones como esta: “ De  tiempo en tiempo, de era en era, el mundo necesita de hombres que se resistan a coquetear con la mentira”.   Contra toda apariencia, a esa  condición pertenece Ulrich. Su desasimiento dista de ser apatía: es apenas la apariencia de quien sospecha la mentira detrás de  la máscara de  solidez y  respetabilidad burguesas. Está tan necesitado de amor como todos los humanos, pero lo abruma la incomunicación. “… Para el espíritu moderno, para el que  construir puentes sobre los océanos y los continentes es un juego, nada resulta tan imposible como tomar contacto con las almas que viven a la vuelta de la esquina”.

Sometidas a la incertidumbre y al vaivén de los acontecimientos, las personas tratan de aferrarse a los ideales, algo inasible por definición, sobre todo porque: “ Los ideales tienen extrañas propiedades, entre otras la de transformarse en su contrario cuando se les quiere  seguir escrupulosamente”. Esa característica conduce por vía directa a la vieja y conocida tentación de los filósofos que: “… Son opresores sin ejército. Por eso someten al mundo de tal manera que lo cierran en un sistema” Pero la naturaleza del mundo no se inclina  hacia los sistemas sino hacia la entropía, como lo propone la Segunda Ley de la Termodinámica:  en el campo puramente humano, la entropía se traduce en el desorden de los sentidos, en las turbulencias de la sangre que conducen a la locura y al crimen, a la  desmesura del poder y a la barbarie de la guerra.

Al hombre sin atributos le asisten, pues, serias razones para mantenerse apartado de los sistemas y sus formas humanas. Sabe que “ En el mundo no hay nada urgente… salvo la necesidad de apartarse al excusado”. Con tal convencimiento esa clase de hombre puede tomarse su tiempo. Esa  capacidad es confundida a menudo con indolencia por los llamados “hombres de acción”.  Diotima  sabe comprender muy bien esa particularidad cuando reflexiona: “ No hay hombres de razón y de provecho en estado puro. Cada uno entra en la vida con alma viva, pero la monotonía de la existencia lo cubre como la arena cubre los obstáculos del desierto, las pasiones vulgares caen sobre él como un incendio, y luego el mundo gélido causa en su ser la frigidez..”.

Lejos de ser un derrotado, el hombre sin atributos es  tan  indómito como los primeros ángeles caídos. Por eso resulta tan atractivo para admiradores y contradictores. Diotima- que además es su prima- participa por igual de la simpatía y  el rechazo hacia Ulrich.  En ese ir y venir, se  le hace inevitable la comparación con su marido Tuzzi y con su siempre potencial amante Paul Arheim:  “ El ser humano debería vivir donde mejor pueda desarrollar sus facultades. Donde mejores posibilidades tenga. Pues sólo así es  posible el mayor incremento de vida para todos”.

                                        Robert Musil

El  crepúsculo de Kakania

Mientras los protagonistas se debaten entre incertidumbres y anhelos, Kakania, el viejo  emperador y la Acción Paralela siguen su marcha. Serbios, checos, polacos, friulanos, croatas, rutenos y  valacos, sometidos sólo en apariencia al poder central,  atrapados en las fronteras de una nación artificial,  alientan cada mañana sus aspiraciones de autonomía, aunque se trate sólo  de la ilusoria  autonomía ofrecida por los credos  políticos y  sus caudillos .

En las últimas páginas del libro acompañamos a Ulrich  y al conde Leindorf, que contemplan desde la ventana del palacio de este último el avance de la masa vociferante, que  protesta contra algo  o contra alguien, incapaz de precisar los contornos de ese  enemigo inefable. Sólo que lo necesita en tanto fuerza motriz de sus acciones. Su empuje ciego desembocará  en una revolución, que no tardará en derivar hacia una reacción. Qué más da: esa es la fatalidad  que anima  los movimientos sociales.

La Acción Paralela podrá quizás celebrar el jubileo del emperador, pero no podrá detener el desvanecimiento  de los ideales y mucho menos los embates de la gran  guerra que se  apresta a arremeter  sobre el cuerpo de un reino  enfrentado, como todos, a la inminencia de su propia disolución.  Después de todo, como se lo plantea Ulrich en sus pensamientos finales: “ La comedia humana es interpretada por malos actores”.


PDT. Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada: https://www.youtube.com/watch?v=940dNX5zHEU





lunes, 11 de octubre de 2021

Cápsulas para el insomnio





I
Servil con el poderoso y despiadado con el débil. De esa materia está hecha el alma del canalla.

II
Dicen que quien ama a los animales se ama también a sí mismo: curiosa manera de restablecer el equilibrio.

III
Exorcistas, siquiatras, píldoras para dormir : cualquier cosa que sirva para conjurar por un momento  las asechanzas de nuestros demonios.


IV
En toda guerra hay cronistas y estadígrafos. Los dos tienen su particular manera de contar.

V
Sexo con amor, sexo sin amor: sólo a los moralistas les interesa la diferencia.

VI
Cuando la lengua de la vida pierde su potencia, surge  el diccionario de la corrección política.

VII
¡Tantos periodistas taimados hablando de su compromiso con la verdad!

VIII
Durante el día la demasiada luz no deja ver. Llegada la noche, la lucidez no deja dormir.

IX
Raro que no existan terapeutas para enseñar a ser infeliz.

X
Los obsesionados con el orgasmo a menudo son impotentes.

XI
La industria del entretenimiento: el precio que la gente paga por escapar de si misma.

XII
Esas casas donde los libros son otro adorno en la sala, como difuntos en cementerios de lujo.

XIII
Envejecer, disolverse en el silencio: nuestra recompensa por tanta vana agitación.

XIV
Frente al parloteo hueco de las academias, las palabras de la calle afiladas como puñales.

XV
En su infinita misericordia Dios cuida de sus hijos ateos.

XVI
El criminal siempre será más sincero que el político.

XVII
Horadar las cavernas del insomnio  y a las tres de la madrugada descubrir el  mineral liviano, puro y liso: la poesía.


PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada:
https://www.youtube.com/watch?v=fNU-XAZjhzA

miércoles, 6 de octubre de 2021

Guadalupe y El oso

                                  Guadalupe Zapata

Salvados de las aguas

Hace   veinte años la quebrada El Oso arremetió con furia en un invierno artero y dejó  anegadas  las casas de 1200 familias en los barrios Los Cristales, La Habana, Santa fe, La Acuarela,  La Isla, San Felipe, Guadalupe, Santa Inés y Los Sauces, todos ellos ubicados en la Ciudadela Cuba de Pereira.

Era una advertencia  para los vecinos que habían convertido su cauce en un basurero: sillas, mesas, colchones, juguetes, estufas y toda suerte de enseres domésticos dados de baja iban a parar a sus aguas.

Como sucede siempre, la tragedia hizo visible la existencia de  esas barriadas que empezaron a crecer en los años sesenta del siglo XX, impulsadas por la inmigración de  campesinos llegados de los municipios de Caldas y del Norte del Valle.

Para la época, la quebrada discurría apacible entre fincas ganaderas y cafeteras hasta desembocar en las aguas del río Consota.

Era frecuente ver familias enteras bañándose en sus aguas limpias y preparando el sancocho para la prole en sus orillas.


“Todo empezó a complicarse cuando la gente empezó a sacar piedra y arena para construir su casa. Como eso se hacía sin cuidado, empezó la erosión  y con la llegada de las lluvias  era inevitable que la quebrada se desbordara”, dice don Miguel López, un campesino llegado de Apía a finales  de los años cincuenta, en los días más duros de la violencia entre liberales y conservadores.

El rugido del oso hizo que muchos pereiranos se enteraran de su existencia. Aunque suene difícil de creer en una ciudad tan pequeña, miles de personas  supieron de los nombres de estos barrios cuando la noticia de la inundación apareció en la primera página de los periódicos. Así de fragmentados estamos. Así de indiferentes vivimos.

Y eso que las cifras son elocuentes: más de doscientas mil personas, es decir, la mitad de la población de Pereira,  ocupan este vecindario donde reinan los ritmos caribes y donde los futbolistas se dan silvestres.

Hay todavía más: desde los años  setenta del siglo anterior los cubiches- es decir, los nativos del barrio Cuba- no han parado de emigrar hacia distintos lugares del mundo.

Don Miguel, pensionado de las Empresas Públicas, está  sentado en una de las bancas del Parque El oso, un centro recreacional  dotado con piscina y canchas múltiples, que sirve de punto de encuentro y uso lúdico del tiempo libre para los habitantes del sector.


“Antes de su construcción la gente no tenía un lugar sano para divertirse. Ya no se podía ir al río, por la contaminación y la suciedad o por los malandrines que daban vueltas por ahí quitándole a la gente sus cosas. De modo que El Oso  es para nosotros símbolo de  tiempos muy difíciles en el pasado, antes de que se construyeran las obras de mitigación, pero también de cosas bonitas en el presente. Aquí vienen los padres con sus niños; llegan los enamorados y sirve  también para que mucha gente se gane la vida vendiendo refrescos, artesanías, juguetes, golosinas  y tomándose fotografías”.

Si señores: en tiempos de teléfonos celulares y cámaras  digitales, algunos hombres sobreviven tomando fotografías  en viejas cámaras que se resisten al olvido.



Con regusto a trapiche

Con un clima parecido al del vecino  Departamento del Valle del Cauca, el sector de Cuba albergó trapiches y plantaciones de caña de azúcar que se extendían  hasta el sector de Llanogrande. Fue  aquí donde vino a parar en  1947 un puñado de fugitivos de La violencia.

Y  entonces comenzó todo.

En una corriente ininterrumpida  llegaban las viudas y los huérfanos de la guerra. En cambuches de esterilla se hacinaban hasta veinte personas. Ante el tamaño del drama, el alcalde de la época, Emilio Vallejo Restrepo, gestionó ante el Instituto de Crédito Territorial un plan de vivienda por autoconstrucción.  Corría 1960 cuando se entregó el primer lote y un año después se formalizó la fundación. Por supuesto, no se contaba con los servicios básicos, pero eso poco importaba: se trataba de tener un techo donde protegerse del frío y la lluvia.

Las aguas negras de todos esos desesperados iban a parar  al cauce de El Oso.



Así que la quebrada tiene sus razones para enfurecerse de vez en cuando.

O al menos así lo entiende don Miguel mientras hace memoria sentado en su banco del  parque.

“Estábamos a siete kilómetros del centro de Pereira. Es decir, en otro planeta. Para llegar al centro de la ciudad  teníamos que caminar hasta la estación del tren, en Nacederos. Tuvimos que trabajar mucho, hasta que  al fin logramos que entrara el primer carro de Superbuses. Prestaban el servicio en una jornada de cinco y treinta de la mañana hasta las seis de la tarde. Así que durante toda la noche quedábamos varados. Pero ya era algo”.



Bajo el ala de san  Francisco.

 Con el sol  de las dos de la tarde escociéndoles las espaldas, los viejos habitantes de Cuba añoran el  antiguo  parque ubicado a un costado de la iglesia de  San  Francisco. Antes y después de la misa dominical era el punto de encuentro de los campesinos llegados de Altagracia, Arabia, San Joaquín y el Cardal. Bajo la sombra de sus árboles   se tejieron noviazgos y se  pactaron negocios para cuyo cumplimiento bastaba la palabra.

Todos sin excepción recuerdan con gratitud al padre  franciscano  Fray Arturo Calle Restrepo. Aparte de ejercer su ministerio religioso, fue el fundador de la Cooperativa de Ahorro  y Crédito, La Junta de Acción Comunal y La Juventud  Franciscana,  entre otras organizaciones que sirvieron para darle rumbo a una comunidad dispersa y todavía marcada por el miedo.



Y por eso el traslado de la iglesia de guadua al lugar que hoy ocupa fue considerado como una segunda fundación de Cuba. Fue en 1963, el año del centenario de la ciudad que todavía los ignoraba. Después de una jornada dominical en la que las manos se multiplicaron para acarrear materiales, a las cuatro de la tarde las campanas llamaron a misa. La iglesia de  San Francisco y el parque contiguo tejerían juntos su historia a lo largo de casi medio siglo.

El llamado de la negra

Por esas razones los cubiches de la vieja guardia que crecieron alrededor del viejo parque todavía no se acostumbran al piso duro y a las sillas incómodas de la  plaza Guadalupe Zapata.

“Es poco acogedor. No tiene sombra”, se queja un señor con pinta de oficinista, de paso  hacia la estación del Megabus.

“El  encanto del viejo parque  residía en su pequeñez, en sus árboles que le daban un ambiente  íntimo” dice una profesora de la escuela Juan XXIII, ubicada en el vecindario.

“Esto es un lugar para conciertos y espectáculos. No para sentarse a conversar”, tercia un estudiante de música con su clarinete   en bandolera.

De cualquier manera aquí  está. La plaza Guadalupe Zapata, bautizada así en honor a una mujer negra que se cuenta entre  los primeros habitantes de Pereira.

Aunque  los historiadores todavía no se ponen de acuerdo. Unos defienden su papel central en la fundación de la ciudad. Otros, como Alfredo Cardona  Tobón, le restan protagonismo y aseguran que su rol fue poco menos que anecdótico.

                                        Plaza Guadalupe Zapata


De cualquier manera, don Miguel López prefiere atrincherarse en sus recuerdos que lo devuelven a unos tiempos marcados por la influencia de la Revolución Cubana. Esa es la razón por la  que algunos de  estos barrios se llaman Leningrado, La Isla  o La Habana.

Debe ser por eso que en este sector gustan tanto la salsa, el son y el ron.

O al menos eso piensa don Miguel mientras se pasea entre El  Oso y Guadalupe.


PDT. Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

https://www.youtube.com/watch?v=trbXhB8RMYQ


viernes, 1 de octubre de 2021

Nuevo libro de Gustavo Colorado




El jueves 7  de octubre de 2021, a las 7:00 pm,  en desarrollo de la Feria Paisaje Café y Libro de Pereira , la editorial  El editor presenta el libro de ensayos breves  La horda digital, de Gustavo Colorado Grisales.

Estos son los datos de contacto de la editorial:

Teléfono móvil de Sebastián Castañeda: 3137604841

Correo electrónico : eleditor.col@gmail.com





La horda digital es un libro de ensayos breves, que recoge textos publicados a lo largo de la última década. En ellos el autor emprende un viaje de ida y vuelta que va de lo local a lo global, siempre con una mirada crítica de los acontecimientos. El mundo gestado por internet, la política, el fútbol, la música y las estampas de ciudad cruzan cada una de  sus páginas en una suerte de caleidoscopio que le permite al lector vislumbrar algunas claves de la cultura contemporánea.

Fiel a la voluntad de síntesis implícita en el ensayo breve, el libro renueva de principio a fin el necesario diálogo con el lector, imprescindible para hacer de la página escrita una forma de  conocimiento propio y del mundo.