lunes, 28 de septiembre de 2020

Del amor



DEL AMOR


La heráldica del deseo 

tiene su día y su noche:


Cuando el día es apenas promesa

dos ansias que se juntan

se incendian

se besan se tocan

se estrujan

se deshacen  se rehacen

se besan, se hacen líquidas

se beben, se disuelven

tocan la cima y desfallecen.


Al llegar la noche

vueltas reposo

calma sueño

cabeza recostada

sobre un pecho

montoncito de ceniza.


A ese tránsito entre el ansia

y la ceniza

le llamamos amor.


Pereira, septiembre de 2020.   Año de la peste.


PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada.

https://www.youtube.com/watch?v=_pysf5ixCTQ


jueves, 24 de septiembre de 2020

Cuestión de costumbres


Leo  en un informe de  la Organización Mundial de la Salud los siguientes datos:

8.2 millones de personas murieron de cáncer en el mundo en 2019.

Entre tanto, 7.4 millones murieron por infarto y otras afecciones coronarias durante el mismo periodo.

Además,   3 millones de personas mueren cada año por afecciones respiratorias.

Esos números bastan por sí solos para  recordarnos  uno de nuestros olvidos favoritos : que la muerte es una vieja costumbre de los seres vivos. Sin ella no podríamos vivir.

En su momento, la sola mención de la palabra cáncer  bastaba para sembrar la angustia  en el diagnosticado y en su más cercano círculo familiar.

Caso contrario al de los infartos: como  acaecen  en  cuestión de segundos no hay tiempo para el pánico. Tanto, que muchos lo consideramos una forma deseable de  despedirnos de este mundo.

“ El abuelito se murió de repente”, decíamos en  otros tiempos, cuando los tecnicismos clínicos todavía no formaban parte de nuestro lenguaje cotidiano.

En ambos casos nos  acostumbramos  en corto plazo a su presencia. Al fin y al cabo son apenas otras formas de disolverse, de  abandonar el mundo por la puerta trasera.

“ De algo nos tenemos que morir”, es otra verdad de Perogrullo.



Traigo esto a cuento  porque,   gracias a la pandemia de Covid-19, la palabra   incertidumbre recobró su plena vigencia  en nuestras vidas: abandonados a  certezas artificiales como el empleo, el matrimonio, el estatus o el reconocimiento, olvidamos que lo incierto constituye la materia misma de nuestra condición.

Por eso nos  seduce tanto la  noción de seguridad, así en la vida privada como en la pública. Es una suerte de asidero, de fórmula para  conjurar  la certeza de nuestra fragilidad.  Eso es lo que ofrecen las figuras de autoridad, ya se trate de la pareja, del   caudillo o del gurú.

No por casualidad, caudillismos y mesías  de toda laya se han multiplicado al ritmo de los contagios.

Pasada la primera fase del pánico, exacerbada por el tono de los medios de comunicación y por la monomaníaca  repetición de estadísticas emitidas por las  autoridades, la  gente ya empieza a hacerse   a  la idea de que no necesariamente hay  que lanzarse a las  calles o abandonarse  al delirio de una orgía para recibir la acometida de la pelona, disfrazada esta vez de Coronavirus.

Este puede llegar en la fruta que pedimos a la tienda de la esquina, en el pescado  enviado desde el supermercado o en  el regalo remitido por un ser querido desde lejanas tierras.

O en una bala perdida.


Entramos pues en la fase de la costumbre, en ese ganar confianza propio de las especies gregarias proclives a refugiarse en la real o aparente fortaleza del grupo.

¿Por qué no echarse una cana al aire?

De modo que no es solo irresponsabilidad o “ indisciplina social”, como les gusta decir a los amantes  de los controles férreos.

Es una combinación de instinto animal y hábitos sociales. Si nos quedamos encerrados pereceremos por hambre y sin los otros   seremos más frágiles ante la acometida del enemigo.

En principio nos conformamos con  mirar el mundo a través de la ventana. Luego, asomamos la nariz por la puerta  entreabierta y ahora nos lanzamos a las calles en busca de pan, de libertad, de diversión o de una simple bocanada de aire fresco.

Los necesitamos para seguir vivos y por eso forman parte de nuestro equipaje.


Un vecino, profesor de matemáticas y devoto creyente en Dios, llegó a una saludable combinación de fe y estadística, expresada en el siguiente razonamiento: si la población en alto riesgo representa el 20 por ciento del total, debemos poner toda nuestra fe en que formamos parte del 80 por ciento restante. Con la calculadora en una mano y el devocionario en la otra, se ha convertido en un  vehemente defensor del regreso a las aulas.

Por ahora, los padres de familia y sus propios compañeros de  profesión lo miran con una mezcla de miedo y desdén. ¿ A qué tanto afán? Le preguntan.

Pero ya tendrán tiempo de acostumbrarse.


PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada.

https://www.youtube.com/watch?v=RP0_8J7uxhs

jueves, 17 de septiembre de 2020

Lo que nos espera


En dos artículos anteriores titulados respectivamente Sospechosos y La mirada detectivesca, he advertido sobre lo que ya es una preocupación general para los espíritus libres y críticos del mundo entero: la entronización de estados policiales, amparados en las medidas de excepción tomadas para enfrentar la pandemia de la Covid- 19: requisas permanentes a los transeúntes, espionaje, detenciones frecuentes , agresiones,  así como   familias convertidas  en  denunciantes de sus vecinos y hasta  de sus propios parientes, por haber incurrido en alguna transgresión  a las cuarentenas.

Lo que en principio parecía una respuesta razonable a la emergencia sanitaria se convirtió muy rápido en un laboratorio para ensayar prácticas caras a estados tan proclives a  violar los derechos más  elementales de la gente como lo han sido  los controlados por el estalinismo  en la Unión Soviética, el fascismo y el nazismo en Europa con sus satélites en  el mundo , además de las democracias formales dispuestas a dar el giro hacia la violencia cuando el establecimiento se siente amenazado en sus intereses.

El drama de las violencias de todo tipo en la sociedad colombiana ha sido documentado con profundidad y amplitud, en sucesivos y fallidos intentos de transformar desde la base  un modelo  que legitima la agresión y la supresión del otro como forma de resolver los conflictos.

Ese ha sido nuestro largo y tortuoso camino como país. En su recorrido han caído  personas de todas  las edades, rangos, clase social o tendencia ideológica. Al contrario de lo que sugiere el verso del himno nacional, entre nosotros no ha cesado la horrible noche expresada en esta orgía de sangre  y terror.

El caso del abogado   Javier Ordóñez, muerto mientras se encontraba bajo  custodia de   la policía tras ser detenido borracho, según  denuncias de sus allegados sustentadas en documentos audiovisuales suministrados por testigos de  los hechos, parece  una provocación y un desafío, justo  cuando en Colombia se desarrollaban distintos eventos cívicos y académicos con motivo de la Semana por la Paz  2020, ensangrentada ya de manera definitiva.

Y digo que parece una provocación, porque hay  bastantes  coincidencias con lo que viene sucediendo  en los Estados Unidos desde el comienzo mismo de la campaña  por la presidencia.

No es  preciso tener una visión muy aguda, para darse cuenta de que en  el distópico país gobernado por Donal Trump  los asesinatos de ciudadanos negros por parte de la policía hacen parte de una estrategia dirigida a provocar a las comunidades, desatando unas protestas raciales que los medios de comunicación, con Fox a la cabeza , se encargan de vender como una situación de caos generalizado  cuya única solución es la continuidad de Trump en la presidencia.


Como pueden ver, es un truco  bastante conocido. Y lo peor es que siempre funciona. Tanto, que el 11 de septiembre de 1973 sirvió para justificar el golpe militar de Augusto Pinochet contra Salvador Allende, un presidente  que llegó al poder respetando todas las reglas de juego de la democracia.

Sin embargo, como lo señalé unos párrafos atrás, esas reglas pierden todo valor cuando el poder se siente amenazado.

Al contrario de lo que algunos creen, mucho me temo que los hechos violentos desatados por la muerte  de Ordóñez y la posterior protesta incendiaria de sectores sociales indignados, en lugar de ser una suerte de clímax constituye un anuncio de los días por venir.


No por casualidad Claudia López, alcaldesa de  Bogotá, clamó de inmediato por una reforma a la policía, en solicitud pública al presidente Duque, al señalar que “ Esto requiere  compromiso verdadero al más alto nivel”, dijo. Y afirmó además que el de Ordóñez no es un caso aislado y que el distrito ha recibido 137 denuncias por actuaciones de  uniformados en lo que va corrido de 2020.  Aseguró también, tras  la muerte de siete[ después la cifra ascendió a trece] personas que participaban en las protestas que,  “atendiendo un informe de la Secretaría de Gobierno de  Bogotá,  la mitad de las agresiones perpetradas por la policía se han concentrado en hombres; un 28 % en mujeres y el resto en la comunidad trans.  Como si fuera poco, hay denuncias de amenazas, agresiones, un homicidio y una violación sexual”.

Lo anterior, según nota publicada en el  diario El País de España, el jueves 10 de septiembre de 2020.


Tengo pues bastantes razones para sospechar que nada de esto  será transitorio. Ninguno de los poderes va a  renunciar, así sin más, a las facultades otorgadas por el estado de excepción. Todo lo contrario, pasado este capítulo de las cuarentenas, todos seguiremos bajo sospecha y sometidos a la mirada detectivesca de una sociedad sitiada  por el miedo y, por lo tanto, proclive a respaldar  soluciones extremas.

Los hechos de los días 9 y 10 de septiembre pueden ser una muestra de lo que nos espera.


PDT . Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

https://www.youtube.com/watch?v=rGIMjDvsaLw

jueves, 10 de septiembre de 2020

Del cuerpo






DEL CUERPO

 

 

Ah… cerrar los ojos

 

y abandonarse al silencio

 

hasta escuchar el rumor

 

de los pueblos que nos habitan

 

cuerpo adentro.

 

 

Son hijos del albor y la tiniebla

 

marineros que van por nuestras venas

 

en busca de su Ítaca.

 

 

Buscadores de oro

 

que cavan cada hueso

 

cada músculo

 

cada linfa.

 

 

Relámpagos y truenos

 

en el horizonte infinito

 

del cerebro.

 

 

En el sueño o en la vigilia

 

se agolpan a las puertas  del corazón

 

y nos llaman a gritos en nombre del deseo

 

del miedo

 

del ansia

 

del hambre

 

de la dicha.

 

 

Tienen nombres bellos estos pueblos:

 

enzimas

 

neuronas

 

glóbulos

 

hormonas

 

 

Son un ejército de gnomos incansables

 

siempre a nuestro servicio.

 

 

Pero eso sí:

 

a la hora de la muerte

 

nos abandonan en tropel

 

como los ocupantes de un barco que naufraga.

 

 

 

Pereira, septiembre de 2020- Año de la Peste.

 

 

 PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

https://www.youtube.com/watch?v=LR9msTsmpZs

jueves, 3 de septiembre de 2020

Messi y el Mediterráneo



 

                                   


                                    “Qué le voy a hacer si yo

                                      nací en el Mediterráneo”

                                                      Joan Manuel Serrat

 

 

Para mi hermano Felipe Pérez.

 


“ El gran problema del Fútbol  Club Barcelona consiste en que no es un club de fútbol sino un partido político”.

 

Esa  frase, lapidaria y lúcida, como todo lo suyo,  la leí hace más de una década en El blog de Lalo, la  publicación  que el  gran periodista argentino Raúl Faín Binda mantuvo durante años en BBC Mundo.

 

Y ese no es un asunto menor: un partido político es el proyecto de sociedad de un determinado sector de la misma que aspira a hacerse con el poder.

 

Y eso implica pugnas, combates que a veces acontecen en el terreno diplomático o en los medios de comunicación y otras en el campo de batalla.

 

O en un campo de fútbol. En el caso que nos ocupa, el Camp Nou, no menos legendario que la Iglesia de La Sagrada Familia, obra del arquitecto Antonio Gaudí, devenida fetiche  para varias generaciones de turistas de todo el mundo.

 

En esa suerte de altar pagano han oficiado sus ceremonias, aupados por varias decenas de miles de feligreses agolpados en las tribunas, taumaturgos de la estirpe de Johan Cruyff, Diego Maradona, Romario, Ronaldinho,  Ronaldo Nazario, Hhristo Stoikov, Luis Figo y Andrés Iniesta, para mencionar uno de la casa.




 

Como corresponde  a los grandes mitos, todos ellos ascendieron al cielo culé, iluminaron la vida de sus fieles devotos durante varias temporadas… para desplomarse después en medio de controversias, portazos y líos judiciales.

 

Nada nuevo en todo caso: para redondear su ciclo, el mito debe ser destronado, troceado en pedacitos y distribuido entre sus  antiguos fieles en un acto de comunión bastante conocido en el mundo cristiano.

 

Sin esa ceremonia se hace imposible el nacimiento del  nuevo mito que reinicia el giro de la noria: la rueda eterna de la vida y la muerte.

 

“ De  Algeciras a Estambul”, las leyendas mediterráneas  abundan en ese tipo de relatos que pueden resumirse en    La última cena, la imagen del Nuevo Testamento que recoge y sintetiza elementos que van desde la antigua Asiria hasta Portugal.

 

Y aquí llegamos a la clave del asunto.  A mi modo de ver, “El caso Messi”, como ahora se  le conoce en el lenguaje de los medios,  sólo pudo haberse engendrado, alimentado y extinguido en Barcelona, la “ Barca novena” según quiere la leyenda, acomodada  a las claves del relato clásico de El Vellocino de  Oro.




 

Hablamos de pueblos  proclives al amotinamiento de la sangre. Hombres del Mediterráneo para quienes  los actos  esenciales de la vida- los que llevan del nacimiento a la muerte- suponen una puesta en escena, un mesarse los cabellos, arañarse la piel y pregonar a los cuatro vientos las honduras de   dichas y penas.

 

Fíjense nada más en el antiguo teatro griego y verán.

 

Pues bien, esa Barca Novena atraviesa hoy por aguas  turbulentas, agitadas por el mismísimo Poseidón en persona, a resultas de las disputas por el  poder que tienen como centro de la tormenta a su último gran mito : el argentino Lionel Messi, nacido  para el fútbol en  La Masía, algo así como las entrañas del club, los campos de entrenamiento donde se forman los relevos generacionales del primer equipo.

 

Desde su nacimiento, la historia estuvo rodeada de todos los elementos para alcanzar categoría legendaria: trasplantado de su natal Rosario a Barcelona,  un niño enclenque   con problemas de crecimiento fue sometido a toda suerte de tratamientos clínicos- el equivalente moderno de la magia- hasta convertirse en la estrella capaz de  encantar con su juego a los aficionados del mundo… y de facturar miles de millones en publicidad,  taquillas, eventos profesionales y contratos de televisión.




 

Por definición , la magia no puede durar y la de Messi con  el club, la ciudad y el Mediterráneo  se prolongó demasiado para la capacidad de resistencia de un humano,  aunque se trate de un superdotado: son   diecisiete años desde su estreno en la primera división hasta el estallido  final  tras la paliza propinada por los alemanes del Bayern Munich en la reciente liga de campeones.

 

Todo empezó el 16 de noviembre de 2003, cuando  ese chico predestinado saltó a la cancha en un partido amistoso contra el Oporto de Portugal. De ahí en adelante, independiente del entrenador que estuviera   sentado en el banquillo, lo ganó todo con el Barcelona  a nivel personal y colectivo.

 

Son diez  Ligas de España, ocho Supercopas de España,  seis Copas del Rey, cuatro Ligas de Europa, tres Supercopas de Europa y tres Mundiales de Clubes : leña suficiente para alimentar  la hoguera de la devoción para el resto de la historia del  Fútbol Club Barcelona.

 

Eso es lo incontestable:  lo demás son las intrigas y disputas propias de un partido político.



PDT. Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

https://www.youtube.com/watch?v=_w2WOHs9wG4