jueves, 28 de febrero de 2013

Mimosas púdicas



La expositora, abanderada de la causa del llamado lenguaje incluyente, ese que pretende  obligarnos a decir los niños y las niñas, los doctores y las doctoras, los ingenieros y las ingenieras, como si nos fallara un circuito del cerebro, respingó la nariz con un gesto de asco al llegar a la esencia de su tesis : según un estudio cuya fuente no quiso  o no supo precisar, un alto porcentaje de ejecutivas bellas y exitosas han logrado su ascenso gracias al  uso del sexo como instrumento de manipulación de sus socios o  empleadores. Lo dijo con el tono de quien acaba de reinventar  el principio de Arquímedes o de hallar una fisura en los argumentos de la  Teoría de la relatividad.
Aquí tenemos una curiosa forma de feminismo,  le dije a mi compañero de mesa en un intento por descifrar el sentido de las palabras de esa mujer a quien su anfitrión presentó como Ilene Velasco, maestra en ciencias de la familia, título este que solo consiguió  aumentar mi grado de confusión. Esta singular dama pretendía defender  a sus congéneres descalificando sus logros y  acusándolas   de haberlos alcanzado a través de  faenas en la cama.  Se trataba de uno de esos programas de televisión con pretensiones educativas que uno se ve obligado a ver en los restaurantes donde los encienden a  dos metros de altura sobre su cabeza a unos volúmenes que impiden cualquier diálogo racional con el interlocutor.
Desde que el mundo se llenó de estudios sin fuente precisa y de expertos sin nombre, basta invocarlos vagamente para expresar cualquier sandez.  Durante el gobierno del ex presidente  Uribe, un hacendado proclive a utilizar  parábolas agrícolas para  expresar ideas elementales sobre economía y política, hizo carrera en Colombia la existencia de un oscuro Instituto de Altos Estudios Uribistas creado por sus aduladores, cuya sola mención provocaba la ilusión de algo muy profundo y de difícil acceso a los mortales.
Por lo visto, la expositora  transitaba en la misma dirección ¿Acaso no ha leído  un solo libro de Historia o al menos  un relato bíblico? Le pregunté a  mi  acompañante, indeciso entre las espinas del pescado y las indigestas ideas de la  experta en ciencias de la familia. De haberlo hecho, sabría al menos que desde  los primeros homínidos el sexo  ha sido un mecanismo de acceso al poder y a su vez  este último constituye una  patente de corso para llegar al sexo. La razón es muy simple: el sexo en sí mismo es fuente de poder. Hasta  ahora la única capaz de garantizar nuestra supervivencia. Lo sabe cualquier cronista de la farándula: los ricos  y famosos tiran mucho. Tanto como los machos Alfa y las hembras bellas de una manada de ciervos.
Resulta de veras extraño.  Exploramos el espacio exterior, desarrollamos tecnologías  capaces de conectar  en simultánea todos los rincones del planeta, inventamos edificios “inteligentes” y nos convertimos en mimosas púdicas cuando  se trata de incursionar en las arenas movedizas del sexo. Llegados a ese punto somos poco menos que una duda viviente, como esta señora  a quien le parece pecaminoso que  las ejecutivas  bellas aprovechen sus atributos para  hacer negocios. Si mal no recuerdo, lo mismo hacían las traviesas amiguitas del rey Salomón, empezando por la legendaria reina de Saba.
Quizá la clave de todo esté en Suecia, le dije a mi amigo, vencido ya por las espinas del pescado. Le recordé que la educación sexual de nuestra generación  estuvo a cargo de la revista Sueca, una publicación  con fotografías a color que nos llevó de la mano por los misterios del cuerpo propio y del ajeno. Más de un lector la habrá comprado con gesto furtivo  en su temprana juventud y ahora no quiere acordarse. Queda exonerado de culpa. Ya lo dije: en estos asuntos somos mimosas púdicas. Ustedes las conocen. Esas plantas cuyas hojas y flores  invitan al tacto pero se retraen ante el menor roce. De  Suecia era también  Ingmar Bergman, un atormentado director de cine especializado en  crear personajes aplastados por los dogmas de la familia y la iglesia. Durante años resolví mis dilemas existenciales con ayuda de los diálogos entablados por sus personajes adolescentes. Las urgencias del bajo vientre  las aliviaba a escondidas con la asesoría de los expertos de la revista Sueca. Por ahí va la cosa, le repetí. Seguimos asomándonos al sexo como a una vieja revista escondida entre las páginas de un periódico.  Por eso  la entrañable revista Sueca pudo   mutar hacia Internet  y procrear una infinita familia de páginas web   destinadas a abonar la tierra donde crece la mimosa púdica.

jueves, 21 de febrero de 2013

La bobada global




La escena tenía algo de irreal. En una tarde calurosa de febrero, los integrantes de  dos barras de aficionados al fútbol  levantaban los puños  y se insultaban en dialecto de los bajos fondos mientras agitaban sus banderas y bufandas. Hasta allí no había nada inusual. En cualquier lugar de la tierra donde se desate la sobrenatural  pasión por este deporte ocurren cosas similares. Pero hay un detalle: no se trataba de la  confrontación entre hinchas del  Deportivo Pereira, el  Deportes Quindío o el viejo Once Caldas que otra vez cambió de nombre. Nada de eso, los energúmenos, de rostros marcadamente mestizos, mulatos, indígenas  o negros, como somos casi todos por estos arrabales de Dios esgrimían banderas y entonaban estribillos¡Del  Real Madrid y el FC  Barcelona!
Como la estupidez y el esnobismo también  tienen sus límites , se hace ineludible la pregunta por las razones  del despropósito. Claro, es apenas  comprensible que alguien  simpatice con el exquisito juego del Barca  o la contundencia del Madrid. ¿ Cómo no admirar la genialidad de Messi o el virtuosismo de Ronaldo? Pero de allí al fanatismo por dos clubes ubicados  a miles de leguas de distancia de la historia personal  y sentimental de los involucrados media una distancia insalvable, que no es solo la del océano Atlántico. Es  el  abismo del desarraigo que nos  empuja a aferrarnos al primer madero susceptible de  salvarnos de la disolución como individuos y como sociedades. Este es el drama real de los países llamados en vías de desarrollo, aunque a la mitad de  sus habitantes les cueste lo suyo ganarse el pan de cada día. Con ese estado de cosas, volverse hinchas de alguno de los grandes equipos europeos los acerca de manera  simbólica   a la promesa siempre aplazada de subirse al tren de los ricos.
En  ese  mismo febrero, el lluvioso jueves 14, para ser exactos, los vendedores de rosas al menudeo salieron a rebuscarse la vida desde muy temprano. Según me contaron,algunos restaurantes  y centros nocturnos agotaron las reservas de mesas. Algo parecido  sucedió con los moteles, que es como llamamos  en Colombia a los sitios periféricos donde  la gente se concede el alivio del  sexo por horas ¿la razón? Sucede  que desde hace  una década a los habitantes de estas tierras les dio por celebrar el Día de San Valentín, una costumbre de incierto origen  anglo sajón, introducida de a poco entre nosotros por las canciones, las películas y esas revistas llamadas “ del corazón”. Ignoro  si celebrar esa fecha con cenas, velitas, baladas melosas y polvos furtivos nos hace mejores amantes y compañeros. En cambio, sé que, en una salida saludable, un grupo de cultores del cómic y la caricatura decidió  festejar el día  de San Violentín, en una referencia al creciente índice de violencia entre parejas registrado en varios países de América Latina, entre ellos Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela  y México.
Ya habíamos  tenido a mediados del siglo pasado la incursión del Halloween, esa antiquísima tradición  de la víspera del Día de todos los santos, destinada a suplantar entre nosotros la vieja fiesta de los niños, celebrada hace muchos años a lo largo del mes de octubre y secuestrada por los adultos en busca de un antídoto contra su aburrimiento: ahora estos organizan sus propias fiestas y se disfrazan de las cosas más absurdas , en un intento  tan desesperado como inútil de dejar de ser ellos mismos enfundándose en un traje de Batman, Homero Simpson o Lady Gaga.
Es  la globalización, nos dicen  en coro los teóricos  de las ciencias sociales, en el colmo de la  perogrullada. Pero el asunto no es ese. Nuestras inquietudes deben dirigirse a preguntarnos por qué no aprovechamos ese diálogo con el mundo facilitado por las tecnologías de la comunicación para incorporar  lo mejor del acervo   de  instrumentos  forjados  por los humanos a lo largo de la historia. El rigor , la disciplina y la curiosidad en la  búsqueda del conocimiento. La apertura mental para comprender y asimilar las ventajas de la diversidad. La   disposición al diálogo y  a la discusión respetuosa como claves de la convivencia son apenas algunas entre las muchas cosas buenas prodigadas  por el acortamiento de las distancias y la velocidad de la información. Mucho más buenas, en todo caso  que estas tristes y vanas caricaturas de colombianos festejando a San Valentín o peleándose en las calles  del barrio por dos equipos de fútbol situados   a años luz de distancia de sus   realidades más certeras.

jueves, 14 de febrero de 2013

La mano del diablo




Hace ya  veintisiete años,  en el mundial de México 86, Diego Armando Maradona le marcó un gol con la  mano a Peter Shilton, el último de los grandes porteros ingleses, en un juego de cuartos de final. El árbitro era el tunecino Alí Bin Nasser , quien  fue uno de los pocos mortales aficionados al fútbol que no quiso,  no pudo o no supo ver el tamaño de la infracción. Trepado en la cima  más alta de su gloria el diez argentino despachó el asunto con una frase destinada a la eternidad: “Lo hice con la mano de dios”, sentenció el genial Diego con su humor particular amasado a partes iguales con el barro del arrabal y la poesía. Años después el escritor  mexicano Juan Villoro titularía un libro suyo con una idea parecida: Dios es redondo.
La dirigencia de la Fifa, encabezada en ese entonces por el brasileño Joao Havelange, tampoco quiso verlo. Al fin y al cabo Maradona era entonces su niño consentido, capaz de garantizar  millonarias audiencias de prensa, radio y televisión que reportaban  pingues ganancias a los participantes en el negocio.
Apenas ocho años después, los mismos dirigentes expulsarían al Diego del mundial de Estados Unidos.¿El pretexto? El jugador dio positivo en una muestra de  laboratorio tomada  después de uno de los juegos. Por supuesto, nadie se creyó la historia de indignación moral y posterior castigo por el de sobra conocido consumo de cocaína  del  muchacho de barrio convertido en leyenda.  Existían razones de peso para el escepticismo: en realidad a  Maradona le cobraban  el haber denunciado los abusos de los organizadores de un torneo creado para  masificar el fútbol en un mercado tan apetecido como el de los Estados Unidos, monopolizado hasta entonces por el beisbol y el baloncesto. El capitán de la  selección campeona en México hizo público su descontento y el de buena parte de sus colegas por los horarios en que los obligaban a jugar para garantizar televidentes en Europa y otros continentes. Y  no le  faltaba razón : un partido jugado a pleno medio día del mes de junio en lugares de suyo calurosos como Texas representaba un atentado para la salud misma de los deportistas.  Cuando  recibió la noticia de su expulsión  Diego Maradona  comprendió que el deporte responsable de su redención personal estaba en realidad manejado por la mano del diablo.
La razones para ello son largas de enumerar, pero podemos avanzar algunas. En Sur América abundan los ejemplos: equipos arruinados  como instituciones mientras la mafia de los empresarios particulares  llena sus arcas  con las transferencias de los futbolistas, cuyo monto alcanza cifras de delirio. Un alto porcentaje de los partidos se juega en   estadios vacíos porque los aficionados ya  no le interesan a nadie.  En realidad el negocio está concebido para la televisión y la publicidad. Por eso se multiplican los torneos año tras año y con ellos se incrementan las lesiones de los deportistas, muchos de  ellos carentes de los mínimos servicios de seguridad social.
Hace  cosa de una década se empezaron a multiplicar en Europa las ONG  creadas con un solo propósito: rescatar en las calles de las grandes ciudades a cientos de niños y jóvenes abandonados por los traficantes de piernas- así los llamó el escritor uruguayo Eduardo Galeano- cuando no pueden  pasar las rigurosas pruebas de las grandes escuelas. Claro: no todos pueden ser Messi, Ronaldo o Ibrahimovic. Nada más en mi ciudad, conocí la historia de un  par de muchachos  abandonados en territorio español por uno de esos vendedores de ilusiones.
 Para completar el cuadro surgen ahora los escándalos de corrupción ligados a la adjudicación del  mundial 2022 al emirato de Quatar, el  segundo país más pequeño del Golfo y el más rico del mundo según los eruditos de las finanzas. La saga de trampas y sobornos que va desde los presidentes de las confederaciones hasta el mismísimo trono de Joseph Blatter, hace ver  a los mafiosos convencionales como aprendices sin norte. Entre tanto, millones de niños en las aldeas más pobres de la tierra seguirán viendo en un balón el camino más corto para divertirse y de  paso  salir de  su miseria de siglos. No  importa si lo suyo se parece  cada vez menos a ese  jogo bonito forjado por  híbridos  de poetas y deportistas llamados Garrincha, Pedernera, Sotil o Maravilla Gamboa.

jueves, 7 de febrero de 2013

Los frutos de la poesía




“ Bachué, señora del agua,
  Enséñame  a tocar
  La fina pelusa bermeja del zapote”
              José Manuel Arango

En la vieja   casetera  suena Purple  Haze, una canción de Jimi Hendrix devenida, como el Paint it black de  The Rolling Stones , parte de la banda sonora de una  carnicería convertida a su vez en hito cultural : la guerra del Vietnam. El soldado, apellidado Frazer, o al menos nombrado así por la pluma del escritor Michael Herr, está  acuclillado en lo más hondo de su trinchera en los arrozales  de las antípodas. Solo una cosa lo mantiene vivo: la fotografía de su  novia Caroline,  camarera en una tienda de  hamburguesas en una pequeña aldea del medio oeste norteamericano llamada , de manera premonitoria, Patmos, el  mismo nombre de la isla  donde  el San  Juan  del Nuevo Testamento tuvo sus visiones del fin del mundo. A  esa altura del camino, con la culata del fusil apoyada contra el pecho y un enorme cigarrillo de marihuana apretado entre los dedos  de su mano izquierda poseída  por un irrefrenable temblor, Frazer sabe  que la patria es una falacia urdida  por los políticos, la prensa y los  magnates de las grandes corporaciones. El miedo tiene una consistencia real, expresada en el sudor  que mana de cada uno de sus poros. A su alrededor estallan los morteros y los gritos agónicos de sus compañeros crean una suerte de coro del infierno. Entonces, como entonando una oración, ese muchacho negro repite una y otra vez el nombre de la chica que acaso lo olvidó unos minutos después  de despedirlo con un beso en la frente y una promesa de amor eterno a la entrada de uno de los hangares en un  aeropuerto  del ejército de los Estados Unidos de América.
Arrastrados- y arrasados – por esa imagen, asistimos  a uno de los episodios  definitivos en la historia del mundo después de la segunda guerra mundial. Para lograrlo, el  corresponsal Michael Herr no precisó de comunicados de prensa  emitidos por el Vietcong o por el comando del ejército norteamericano asentado en el lejano  oriente.  Tampoco echó mano de cifras estadísticas sobre el número de combatientes,  la proporción de muertos   por bando  o la cantidad de armamento utilizada en cada batalla. Nada de eso: le bastó con la dosis necesaria de poesía para recrear con palabras la pesadilla desatada por los poderes dispuestos  a aniquilarse  y acabar con  cualquier signo de  vida atravesado en la ruta  de sus intereses. Solo entonces, los habitantes del planeta empezaron a tomar conciencia del espanto desatado al otro lado del mundo por los señores del poder. Defendemos la libertad y la democracia, sentenciaban unos con calculado efectismo retórico. No cesaremos hasta alcanzar el reinado de la clase obrera en la tierra, replicaban los otros, embriagados por el tono de su propia pirotecnia.
Acaso sin ser conscientes de ello hombres  como Herr  hicieron de la  antigua y buena poesía el camino para mostrarnos los pliegues más ocultos de  la realidad. Ya lo había  hecho el viejo Homero o quienes se   ocultaran bajo ese nombre. Ambos sabían o sospechaban que solo el aliento de la palabra poética puede aproximarnos a lo más bello y siniestro de nuestra condición. “Vinimos a cubrir la guerra y esta  acabó cubriéndonos a nosotros” declaró el autor de Despachos de  guerra, un libro escrito con esa clase de  clarividencia  terrible y diáfana que gravita sobre los campos donde acontecen el  amor  y la muerte. Leyendo  los artículos de las revistas y periódicos contemporáneos, más parecidos a un  sumario notarial o a un reporte estadístico que a una recreación viva y palpitante de la aventura humana, uno no puede menos que añorar los tiempos cuando no eran los técnicos de la información sino los narradores, los filósofos y los poetas quienes se encargaban de redactar las noticias, las crónicas y las columnas de opinión. De ese modo nos enseñaban a  tocar la fina pelusa bermeja del zapote : esa parte esencial de la vida escamoteada por el pragmatismo y el talante utilitario de la moderna industria de la información.

PDT:  les comparto enlace a la mencionada canción de Jimi Hendrix
http://www.youtube.com/watch?v=W7-TvRpb8LA

viernes, 1 de febrero de 2013

Cocido en el infierno




“ Soy inocente”. “Soy inocente”, repitió el  historiador, profesor y periodista Wilmar Vera Zapata a la  salida del  Juzgado Quinto Penal del Circuito de Pereira,  luego de que el juez encargado del caso declarara suspendida la audiencia convocada  para el viernes 1  de febrero de 2013 a las  ocho y treinta de  de la  mañana. ¿El motivo? La  no comparecencia de la fiscal , una más en la ya extensa lista de funcionarios  asignados  al caso del profesor Vera, cinco en total en un periodo de siete  meses. Como documento soporte de la excusa le fue entregada al juez, vía fax, la incapacidad médica emitida por una EPS cuyo nombre no fue mencionado.  Según expresó a los medios Andrés Felipe Jaramillo, abogado defensor de Vera , en la certificación se expresa que la fiscal fue atendida a las cuatro de la mañana del mismo viernes 1, es decir, a menos de cinco horas del  horario fijado para la audiencia.   Simple curiosidad: en una  ocasión anterior, el procedimiento fue aplazado por incapacidad médica de otra fiscal.
Hagamos memoria : a Wilmar Vera Zapata, se le acusa de ser el determinador- así le dicen en la jerga judicial- de la muerte de su ex alumno , y además amigo personal, Alexánder Morales Ortiz, acaecida el  18 de marzo de 2011 en una calle céntrica de Pereira. El motivo habría sido el incumplimiento de una deuda contraída por la víctima con el profesor Vera.
Visité a Wilmar en  la cárcel de Armenia un caluroso sábado de enero. En medio de  las angustias de la prisión , lo encontré optimista por lo que pudiera suceder este viernes 1° de febrero. Es más, hasta se permitió licencias para el humor negro.  “ Toda la vida soñé con dedicarme exclusivamente a leer, escribir, comer y dormir, pero nunca imaginé que  esos deseos se  cumplirían en una cárcel” exclamó en medio de una risa nerviosa. Para la  fecha, habían transcurrido siete meses desde su detención a la salida de la universidad donde trabajaba en Medellín , el 6 de junio de 2012. Durante  todo el tiempo de la visita  lo noté sostenido por una única ilusión : la de salir en libertad en  un periodo no mayor a cuatro meses. Esa esperanza se basa en el convencimiento de su inocencia y en la capacidad de su abogado para demostrarla.
Por supuesto, será el juez quien determine el desenlace final de este proceso. Pero a esta altura del camino, leyendo una y otra vez  los documentos a los que es posible tener acceso, me convenzo cada día más de su inocencia. Lo endeble de las supuestas pistas ( unos correos electrónicos dirigidos a  la víctima , recordándole la devolución de los dineros; las vagas declaraciones del  acusado de ser el autor material)  y  el conocimiento de la condición personal de  Wilmar cuando trabajé a  su lado en el ejercicio de la docencia  y el periodismo refuerzan mi convicción. Sin embargo, episodios recientes protagonizados por el sistema  de justicia colombiano no pueden menos que generar aprensión por el rumbo de las cosas. Casos como el del ex diputado Sigifredo López son suficientes para echarse a temblar.
 En un documento emitido por el denominado  Comité de Apoyo ¡ Justicia con Wilmar Vera Zapata ! Se puntualizan algunos elementos dignos de mayor análisis: la ya mencionada rotación de los fiscales, las ambiguas declaraciones del sicario y el inusitado número de testigos: alrededor de sesenta, son solo tres entre los  señalados por el abogado defensor y por quienes siguen el proceso. Sin embargo, resulta inquietante el silencio de los medios de comunicación que se encargaron de dar por condenado al procesado desde el día mismo de su detención.
A lo largo de estos siete meses-  casi ocho- el agudo sentido investigativo de Wilmar Vera Zapata  le ha permitido conocer y padecer en el propio pellejo las caras más duras de nuestro sistema judicial, empezando por la manera como se construyen y manejan los códigos del poder al interior de las prisiones. Por eso sabe muy bien que los platos más refinados del aparato de justicia se preparan en las cocinas del infierno. Con todo, y a pesar de sucesos como el  azaroso aplazamiento de la audiencia, quienes confiamos en él preferimos – contra todo pronóstico- seguir alimentando la esperanza.