jueves, 30 de mayo de 2024

Un mundo ojeroso

 



Por lo visto, el color reinante en el mundo es el violeta con sus distintas tonalidades. Y esa realidad no tiene relación con alguna moda neo-punk en el mobiliario o en una manera de vestir impulsada por las sectas Nueva Era.

Sucede que, desde hace un buen rato, la bolsa malar- así se llama esa parte de la cara- de un número más elevado de mortales suele lucir teñida de violeta. En algunos es tenue, cercana al malva.  Otros lucen ese tono intermedio propio de algunos arreboles en verano. Y un alto porcentaje le presenta al mundo el color cárdeno que suele aparecer después de un golpe violento contra algún objeto contundente: una paliza feroz, digamos.

Pero aquí se trata de otra clase de palizas no menos inquietantes. Son las propinadas por el insomnio voluntario o impuesto. Es tan elevado el número de casos reportados que el gran Morfeo debe estar pensando en cambiar de oficio, o al menos en inventar alguna cura. Gomitas de Cannabis Sativa, por ejemplo.

Por lo pronto, dejemos de lado la más conocida y natural de las causas del insomnio: la próstata y el tiempo, ese par de villanos que decidieron combinar, como en la teoría leninista- todas las formas de lucha.

Precisado ese detalle, encontramos que las claves de esa pandemia son múltiples. Mucha gente no puede dormir porque las ansiedades de la vida diaria se acumulan en tal proporción que acaban por desterrar la dosis de paz necesaria para abandonarse en esas aguas misteriosas que inspiran a tantos poetas y alimentan el bolsillo de los sicoanalistas.  Ricardo Nieto, médico siquiatra con estudios- cómo no- en Buenos Aires, me hace una enumeración tentativa: deudas, desempleo, divorcios, demandas, alcoholismo, hijas con embarazos tempranos, hijos con problemas de drogadicción, muerte de seres queridos, pérdida de estatus social y unas cuantas causas más acaban por arrojar a la gente a ese erial donde no hay lugar para la quietud y cuyo desenlace final   se traduce a menudo en locura.




Otros no duermen porque la industria del entrenamiento los asedia noche y día con seducciones sin cuento, empezando por las domésticas: la televisión, la computadora y el teléfono están  siempre a la orden. Sé de personas que duermen con los audífonos puestos, supongo que a la espera de un llamado del cielo. Conozco otras que se trasnochan a la espera de su programa de televisión favorito…  transmitido a la una de la madrugada.

También están claro, los llamados a la evasión fuera de casa: cines, bares, billares, conciertos discotecas, estadios y sectas religiosas constituyen un portafolio diseñado a la medida del bolsillo y la desesperación de cada quien.

Y el último grupo pero no el menos importante lo conforman las legiones de personas que  trabajan de día y estudian de noche como único recurso para tratar de hacerse a un lugar en un mundo cada vez más competitivo y feroz. Tengo una pareja de vecinos que salen de casa a las cinco de la madrugada y regresan cerca de la media noche. Pero no vayan ustedes a creer que llegan a descansar. Antes de dormir deben preparar las tareas para el día siguiente, adelantar algunos oficios domésticos, examinar los mensajes del buzón, lavar la ropa interior y otras minucias más.

Ya podrán ustedes concluir que no tienen hijos ¿Cuándo podrían disponer de unos minutos para  consagrarse a esos menesteres que demandan tiempo, imaginación y algo de sosiego?  A manera de sucedáneo tienen un perro que gime de soledad durante todo el día y al que- olvidaba decirlo- sacan a cagar antes echarse a dormir tres o cuatro horas, porque deben levantarse bien temprano a continuar la rutina.




Lo grave es que si usted no duerme bien el tiempo necesario para recuperar energías la mente y el cuerpo se fatigan. Eso conduce a la desconcentración; la gente empieza entonces a cometer errores y a volverse cada vez más irritable y ansiosa con el consiguiente aumento de las dificultades para dormir. En poco tiempo eso se vuelve una rueda infernal que empuja a las personas al consumo de ansiolíticos y otros medicamentos habituales para dormir, cuando no a la hospitalización, me dice el médico Nieto mientras se pasa los dedos índice y pulgar por sus enormes ojeras color violeta tipo paliza infernal.

Bien sabemos que, como todo en este mundo, las palabras y conceptos se renuevan al tiempo  que otros pierden  vigencia. Por la mañana, bien temprano, examino mi cara para constatar qué tono han adquirido mis ojeras y me pregunto dónde fue a parar aquella idea hermosa de Dormir a pierna suelta.


PDT. Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada:

https://www.youtube.com/watch?v=P8JEm4d6Wu4