Suele suceder que la faceta pública más promocionada de un artista oculte otras manifestaciones de su espíritu que podrían ayudarnos a esclarecer la complejidad de sus concepciones del mundo. El de la obra de Ernesto Sábato es uno de esos casos. Sus obras de ficción (El Túnel, Sobre Héroes y Tumbas, Abaddón El Exterminador) y sus ensayos ( Heterodoxia, Hombres y engranajes, El escritor y sus fantasmas, Uno y el Universo, Apologías y rechazos), siguen concitando la atención tanto de expertos como de lectores desprevenidos. Desde la publicación de Uno y el Universo – una colección de ensayos sobre ciencia, literatura y filosofía -en 1945 se han escrito miles de artículos, monografías, ensayos y textos en profundidad sobre una obra que no para de demandar nuevas lecturas a medida que se suceden las generaciones.
Pero del Sábato pintor poco se dice, o al menos no con el talante copioso
de todo lo escrito, bueno y malo, sobre su legado literario. De ahí que resulte
tan significativa la publicación en formato digital por parte de la Universidad Tecnológica de Pereira del
libro titulado Ernesto Sábato, Facetas y
Perfiles, firmado por Christian Daniel Marín Franco y William Marín Osorio.
De entrada, los autores advierten al lector:
A lo largo de una década
tuvimos un encuentro personal con una de las figuras más significativas en el
orden de las letras hispanoamericanas, el
argentino Ernesto Sabato. Un encuentro con los lugares que visitaron y
habitaron sus seres de ficción que, sin embargo, son la expresión de su alma
atormentada y alucinada; un encuentro con el espíritu de una época fatigada por
el cruento régimen militar, un signo de los horrores y de la barbarie que ha
acompañado tristemente a América Latina a lo largo de su historia.
Se trata, como quien dice, de un
viaje al fondo de esa noche que es la obra toda del escritor de Santos Lugares,
iluminada de vez en cuando por ráfagas que dejan entrever esbozos de esos múltiples rostros que
conocemos en forma de personajes y que
encarnan el siempre aleccionador entramado de sus ideas sobre arte, ciencia,
política, filosofía, religión … y hasta sobre fútbol, porque el autor de El
Túnel fue en su momento jugador en las divisiones inferiores de Estudiantes
de La Plata, uno de los equipos de su ciudad natal.
Vale la pena detenerse en el énfasis que los autores ponen en el carácter
de encuentro personal con Ernesto
Sábato. Eso quiere decir que, sin eludir el rigor académico exigido por este
tipo de investigaciones, el equilibrio
entre el intelecto y la emoción cobra aquí especial interés. Ese encuentro
personal implicó viajes a la Argentina, en busca del rastro de ese hombre
atormentado que en su momento coqueteó con la ciencia, alentando la esperanza
de encontrar en las fórmulas abstractas de la física, la química y las
matemáticas la claridad que le negaba la turbulenta realidad contemporánea; la
del siglo de las dictaduras, de Hiroshima y Nagasaki, de la depredación de la
naturaleza y de los fascismos surgidos en los mismos países que combatieron a
los nazis.
En esa dirección, los autores del libro publicado por la Universidad
Tecnológica de Pereira nos dicen:
Se busca interpretar, en
este sentido, los ensayos más emblemáticos de este
importante humanista y cultor de las letras argentinas –para situarlos en la
perspectiva de toda su obra– y establecer una cartografía cultural de su
pensamiento político frente al movimiento de ideas de Occidente y cómo se sitúa
este frente a sus contemporáneos y los
lectores críticos de la realidad americana y de su tiempo:
Jorge Luis Borges, Pedro Henríquez Ureña, Ezequiel Martínez Estrada, José
Enrique Rodó, Alfonso Reyes, José Martí, Eugenio María de Hostos, entre otros
importantes pensadores .
Releer a Sábato en ese contexto obliga al lector a ubicarse en medio de
esas corrientes muchas veces antagónicas que enriquecieron el quehacer
artístico hispanoamericano, influenciado desde luego por todo lo que llegaba
desde Europa y Norteamérica en materia de ideas políticas y escuelas literarias.
Así, aludiendo a algunos personajes de ficción, los autores señalan:
Sus personajes literarios
son la encarnación de la memoria histórica de Argentina
y por extensión de América Latina, de sus cruentas luchas por el poder
político: en Sobre héroes y tumbas (1961, 1986), Alejandra representa a una
clase alta aristocrática en decadencia, el lado enfermo de una familia prestigiosa,
cuyo linaje se remonta al capitán Olmos de
origen inglés y quien combatió a órdenes del general Lavalle a principios del
siglo XIX, en el contexto de la guerra civil. Alejandra es transgresora de la
idea de lo femenino impuesta por una sociedad patriarcal. Martín, quien
representa el viaje hacia el sur, La Patagonia, pertenece a una clase media
empobrecida, la misma clase social de Bruno, el intelectual, hombre altruista
quien encarna la sabiduría de la vida; estos tres personajes, indudablemente,
constituyen, en ese
sentido, tres formas del desarraigo y el desamparo frente al mundo, figuras que
perseguirán al escritor y artista plástico Ernesto Sábato en momentos clave de
su existencia.
Llegamos aquí a lo más novedoso de la propuesta investigativa: las fuentes
creativas del Sábato artista plástico, como complemento del escritor y del
hombre político, en el mejor sentido de esa última expresión. Al respeto,
Christian y William Marín señalan:
Veamos algunos trabajos al
respecto que se ocupan particularmente de la obra
plástica del creador de ficciones y del ensayista,
revelando, singularmente, una etapa creativa que le permitió a Sabato expresar
su alma atormentada, el alma de un niño grande incomprendido por sus
contemporáneos y a quien le correspondió vivir una de las etapas más violentas
en la Argentina de la época de la dictadura militar de Videla que, de un modo u
otro, enmarcaba el malestar de
una América Latina sangrienta y dolorosamente frágil ante los asedios del
régimen de terror del sistema financiero internacional y los conflictos
políticos entre las potencias mundiales;
evidentemente, los lienzos que comprenden el conjunto de su obra plástica,
revelan un lenguaje sutil y delirante, dominado por los paisajes claroscuros
que se expanden hacia los bordes del cuadro, invadiendo el espacio del lector
que queda incluido en su performance, paisajes
que constituyen el telón de fondo donde tiene lugar una narrativa del horror de
los seres atormentados que los habitan en un grito perenne y silencioso.
Vista así, la obra plástica de Ernesto Sábato no emprende un camino
distinto al de su literatura. De hecho, lo complementa. Los personajes siempre
asomados al abismo de sus novelas reaparecen con otros rostros en unas pinturas
que parecen hacerse eco del célebre cuadro El
grito, de Edvard Munch, que para
muchos expresa la angustia existencial en su estado más puro.
Escribí cuando no soportés
más, cuando comprendás que te podés volver loco, le aconseja el narrador de Sobre Héroes y tumbas a un joven aspirante a escritor. A juzgar por
la materia de sus cuadros, la incursión de Sábato en el mundo de la pintura fue
su último intento por salir indemne de un mundo que se le antojaba de
pesadilla.
PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada:
https://www.youtube.com/watch?v=QMYbhXJQq8o
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Ingrese aqui su comentario, de forma respetuosa y argumentada: