jueves, 19 de septiembre de 2013

Viejos trucos





Desde los tiempos de Herodoto se sabe  que  armar  un zafarrancho verbal con los vecinos o inventar una guerra real es el recurso más efectivo para sacar de apuros a un caudillo caído en desgracia con su pueblo. El truco produce varios efectos inmediatos. El  primero de ellos es el reavivamiento del nacionalismo, el   patrioterismo o cualquiera de esos sentimientos nacidos de la comprensible necesidad humana de sentirse parte de un gran proyecto  colectivo.  Derivado del anterior, el segundo consigue desviar la atención : del malestar  ante  los yerros de  su líder, la pasión de la masa se traduce en animadversión frente  al enemigo recién descubierto. Por ese camino, el caudillo en cuestión se convierte en  guía salvador.
Bien asesorado por expertos en mercadeo político, el presidente colombiano Juan  Manuel Santos parece haber optado por esa salida providencial. Apabullado por encuestas que  amenazan sus aspiraciones de  reelección, el gobernante  decidió desempolvar  un conflicto de límites   marítimos con Nicaragua como posible salvavidas político ante un malestar nacional  atizado por  la inusitada multiplicación de movimientos de protesta social registrada en los últimos meses.
De la validez técnica y jurídica  de las medidas adoptadas se han ocupado con profusión los expertos y legos con ínfulas desde un par de semanas atrás.  Por su lado, los políticos en campaña  han hecho de las suyas  manifestándose  a favor o en contra de la decisión.  Pero pocos se han preguntado si a esta altura del camino no existen al menos media docena de problemas de más urgente solución para  una amplia masa de colombianos que, por lo visto, malviven por fuera de la retórica de la prosperidad y de los alegres indicadores económicos difundidos mes tras mes.
Para empezar, son legión  los nacionales  cuyas  tribulaciones de salud están por encima del archipiélago de San Andrés y Providencia completo. Frente  a ese drama real se toman decisiones dirigidas más a maquillar el problema  y  a proteger los intereses de poder de quienes se lucran  con el negocio  que a cumplir con el mandato constitucional donde se consagra la salud como un derecho fundamental. O  si no nadie se explica cómo esos lugares donde se  realizan tomografías, ecografías y procedimientos  similares obligan a sus  usuarios    a comprarles  medicamentos cuya importación y distribución  monopolizan ellos mismos, sin que autoridad alguna se  digne apersonarse del asunto.
De los campesinos hemos escuchado hablar bastante por estos días . “Bienvenidos al futuro”,  dijo el político César Gaviria Trujillo al posesionarse como presidente de la República el 7 de agosto de 1990. Pues  bien, hoy asistimos a  la materialización de ese futuro : consolidación de  los grandes monopolios económicos, quiebra  de  amplios sectores  industriales , así como la ruina,  ya no de pequeños y medianos propietarios de tierra, sino incluso  de terratenientes golpeados  por la apertura de mercados a productos altamente subsidiados en sus países de origen. En una de las marchas de protesta adelantadas un mes atrás escuché  a varios de esos grandes propietarios gritar consignas que   hace  apenas cinco años hubiesen bastado para tildarlos de terroristas, bandidos  y cosas peores.  Leer a columnistas de la más pura ortodoxia conservadora protestando por la “ invasión indiscriminada de capitales foráneos” resulta  a esta altura del cuento una experiencia bastante aleccionadora.
Podríamos seguir enumerando  y la  lista empezaría a hacerse interminable.  El sacrificio de la calidad de la educación en aras de las coberturas. El empeño en producir profesionales y técnicos acordes con las demandas del mercado ( “pertinencia”, le llaman a eso), renunciando de paso a la responsabilidad de formar ciudadanos  autónomos y reflexivos, como clave para la construcción de un modelo más digno de sociedad. Sumo y sigo : los pequeños mineros piden que no se  les imponga  un régimen diseñado a la medida de las grandes corporaciones del sector y de inmediato se les acusa de actuar en connivencia con grupos y armados y delincuencia común. De allí a ponerlos en la mira de los asesinos media  solo un paso.  Las anteriores y  muchas otras son razones suficientes para  pensar que el repentino fervor patriótico del alto gobierno no pasa de ser una salida de última hora  para revertir la  al parecer imparable caída en los niveles de calificación de la gestión presidencial.

6 comentarios:

  1. Usted lo ha dicho, “viejos trucos” para levantar hasta los muertos. Una vez más somos tan parecidos. Aquí el viejo truco para recuperar popularidad de los gobiernos de turno es recurrir a la treta del reclamo marítimo contra Chile y en eso Evo es capaz de hasta ponerse a llorar o despotricar enérgicamente contra Piñera. Eso si, como todo político, en tiempos que gobernaba Bachellet, andaba muy callado con respecto al tema y prefería tener buenas relaciones con la “hermana presidenta” chilena. Esa frase de Gaviria es antológica, una muestra cruda de cómo a los políticos les importa un comino la realidad. Suena a burla y cinismo.

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  2. Cortinas de humo, pistas falsas, denuncias que en realidad enmascaran la verdadera corrupción... Todo esto forma parte de la panoplia del político de todas las épocas y todos lugares. La demagogia es el idioma común de estos personajes de diferentes nacionalidades, de modo que la única forma de salvar el pellejo y la dignidad consiste en denunciar todo esto constantemente. Algo queda... Es triste que la educación se cuente entre las víctimas preferidas de esta gente, porque es un blanco fácil.

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  3. Perú - Eucador; Colombia - Venezuela( ahora Nicaragua); Argentina - Paraguay; Bolivía - Chile. Parece una fecha de la eliminatoria del mundial de Fútbol, pero en realidad es una de las curiosas facetas de nuestras " naciones hermanas", siempre dispuestas a alborotar el gallinero del vecino, si eso beneficia los intereses del político de turno, apreciado José.

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  4. Mi querido don Lalo: lo antiguo y repetido no quita lo terrible. Es más: lo acentúa. Todavía están vivas las imágenes de Hugo Chávez y Álvaro Uribe, mostrándose los dientes como perros rabiosos, como una manera de avivar el peligroso fervor nacionalista de sus respectivos países. De ese modo, conseguían desviar la atención sobre los dramas de sus propios ciudadanos.

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  5. Uno ya no sabe qué puede pasar con el gobierno de turno. Da tristeza reconocer que no se puede creer en las personas elegidas para ayudar, motivar o fomentar una mejor sociedad en un país junto con los ciudadanos.
    Y da mucha más tristeza creer, empezando por el mismo presidente, que todo va bien y negar cada conflicto, cada problema. Ver a Santos o a otro gobernante sonriendo ante la cámara o enérgico con su puño cerrado declarando un "avance positivo" sorprende cuando hay hechos que demuestran lo contrario.
    Será que al llegar a la Casa de Nariño les dan una píldora especial para inmunizarlos ante el país real y recodificarles el cerebro para creer en que lo mejor está siempre ante sus ojos.
    Mi novia me lo dijo, que no vayan a firmar el TLC en Colombia porque eso fue lo que fregó a México, y aún no llega un Salinas de Gortari colombiano a la presidencia. Ahí sí sería el colmo.
    Abrazos.

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  6. Apreciado Eskimal, ya lo dijo el poeta: " No hay de que preocuparse: los peores días están por llegar". Cuando uno lee los informes económicos del gobierno y luego se da una vuelta por las calles, no puede menos que preguntarse : ¿De qué coños hablan cuando mencionan la palabra " prosperidad"?

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