jueves, 12 de junio de 2014

Desinflados






Al principio creí que se trataba  de una conversación entre tratantes de ganado, pero no: eran dos padres de familia hablando del futuro de sus pequeños hijos matriculados en una escuela de fútbol. El asunto era así:
- Ese muchachito mío es todo un crack. Un par de años más y se lo vendemos, como mínimo, a  River Plate de Argentina. Después ya  será pan comido  llegar a Europa.
- El mío ya lo tenemos hablado con un empresario para llevarlo al Brasil. Luego dará el gran salto a las grandes ligas.
Ah, carajo. Esto debe ser lo que llaman amor  paternal, pensé, mientras los progenitores se alejaban enfrascados en una discusión acerca de  cuál de los vástagos  alcanzaría más temprano la gloria.
 En eso se convirtió el  deporte que una vez los brasileños bautizaron como O jogo bonito: en un negocio de compraventa  controlado por mafias internacionales que rondan  todo el tiempo el delito de  trata de personas. Tanto, que  existen en  Europa organizaciones sociales dedicadas a rescatar de las calles a miles de  niños y jóvenes abandonados  por los empresarios cuando fracasan  en su intento de ingresarlos  a un equipo de ese continente.

Hipnotizados por el resplandor de eventos como la Liga de Campeones o el Mundial de fútbol, donde la  publicidad, el mercadeo, la especulación y la farándula acaban por opacar la belleza del juego,  ni aficionados ni   familias se detienen un solo segundo a plantearse la posibilidad del fracaso: gravitando entre el deporte y el modelaje, los  futbolistas  aparecen rodeados de un aura que impide pensar en los tortuosos   caminos transitados por esos hombres  antes de alcanzar el  pedestal que hoy ocupan en la imaginería  planetaria.  Pero la vida tiene su propia manera de dar lecciones.


Hasta el último minuto, los aficionados colombianos esperaron la noticia  sobre la participación de Radamel Falcao García en el Mundial de Brasil. Lo hacían por puro fervor, a pesar de conocer desde un comienzo los detalles sobre la gravedad de la lesión sufrida por el delantero a comienzos de año. Lo que no pudieron  o no  quisieron imaginar fue el ambicioso entramado de poderes que pretendían, contra todo diagnóstico clínico,  forzar la presencia del jugador en el evento para  salvar millonarios contratos de publicidad pactados, entre otras, con empresas  fabricantes de maquinillas de afeitar o proveedoras de televisión por cable. Poco importaba si se ponía en  riesgo el futuro deportivo del  futbolista,  sujeto todo el tiempo al riesgo de una recaída en su lesión ,  por falta de una recuperación adecuada. En un caso inusual, el jugador optó por la sensatez y podrá así continuar con  su   tratamiento de rehabilitación.
Como el suyo, son decenas los casos. Obligados a  participar en toda suerte de torneos organizados por el  omnipresente cartel de la Fifa para multiplicar  sus ingresos por publicidad y derechos de televisión, los  jugadores  se ven sometidos a un desgaste que acaba por pasarle cuentas al cuerpo.  Hasta ese atleta completo que es Cristiano Ronaldo  lucía  cansado y poco deseoso de  arriesgar las piernas en los juegos finales del torneo español  y en la etapa decisiva de la Liga de Campeones. Fatiga de los materiales llaman a eso en el lenguaje de la mecánica.


Ese es  el lado oscuro  tras las candilejas. A esa faceta del  negocio de fútbol deberían  echarle un vistazo quienes esperan encontrar en las canchas  una forma de redención social y económica. A lo mejor de allí puedan derivar  alguna suerte de lucidez. O al menos  la suficiente para no acabar  a la mitad del camino desinflados y desechados como un balón que ya no responde a las expectativas de la estrella o el magnate de turno.

PDT : a propósito de jogo bonito, les comparto enlace a esta hermosura.
 https://www.youtube.com/watch?v=B48AruPfEtA

8 comentarios:

  1. Ay, amigo es tan nauseabundo esto de los negociados del futbol, sus entretelones mafiosos y el alarmante comercio de las piernas jóvenes, que ultimadamente no estoy sintiendo gran entusiasmo por el próximo mundial, y eso que esta tan cerca, en un país vecino al nuestro. Antes aguardaba con ansias toda esa parafernalia futbolera que suponía cada copa mundial. Ahora apenas tengo cierto interés, siento mucho desencanto y hasta apatía, prácticamente me da lo mismo quien será campeón, ha dado en la diana, me siento tan desinflado como un balón¿sera que estoy envejeciendo?

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  2. Apreciado José: no es el único amante del fútbol que se siente desinflado después de ver como se desentraña toda esa porquería.
    Aparte de eso, ver a los grandes futbolistas convertidos en figuras de la farándula produce una sensación irreal, como de juego de play station. Y sí : se trata también de que todos estamos envejeciendo, cada uno a su modo. Yo, por ejemplo, me consuelo mirando esos videos donde el gran Mané Garrincha hace milagros con la pelota.

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    1. Tan especial era Garrincha que Vinicius de Moraes le dedico un poema al "angel de piernas torcidas" y ni una sola linea a Pelé. Menos mal que le han hecho justicia aunque tardia, poniendo su nombre a un estadio en Brasil. Ojala Colombia tenga un buen debut, mis mejores deseos. Un abrazo.

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  3. Al menos Falcao acierta al no jugar el mundial, aunque no sé cuál era su nivel de recuperación. Pero hay otros casos de futbolistas importantes que tal vez estén arriesgando demasiado, como Arturo Vidal y Luis Suárez. Ambos han tenido operaciones similares, y los problemas del chileno en la recuperación son causa de alarma entre los uruguayos, que se temen algo parecido.

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  4. Esa situación tiene cuando menos dos aristas, mi querido don Lalo : la primera pasa por el natural, respetable y comprensible anhelo de un jugador de no perderse un torneo de estas características. El lado oscuro lo constituyen los intereses de quienes no quieren dejar de ganarse un solo centavo en este multimillonario mercado.
    En el medio quedamos los aficionados, que no renunciamos a la esperanza de encontrar una dosis de belleza en un giro de la pelota.

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  5. Sus deseos se cumplieron a cabalidad, apreciado José. Por favor, siga alentándolos.

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  6. No más es ver a la selección mexicana Gustavo. El equipo es bueno, pero con esas eliminatorias que hicieron no merecían ir al mundial. Aún así fueron, y no creo que haya sido solo el azar. Si el equipo no iba al mundial, se perdía más de 90 millones de dólares en publicidad. Además de toda la infraestructura mediática que tienen. La cobertura de las empresas televisivas es total en Brasil, y el gasto ha de ser exorbitante. Imagine cómo será con otros países.
    Lástima que no participó Falcao, pero tiene usted razón, fue sensato al tomar esa decisión.
    Además, es muy curioso que en el país del fútbol se empiece a manifestar la inconformidad ante los gastos y la FIFA.

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  7. Los brasileños tienen razones de sobra para estar descontentos, apreciado Eskimal: su compatriota Joao Havelange fue sumo sacerdote de la Fifa. Además su hjia hizo unos cínicos comentarios en los días previos al mundial. " Lo que había para robar ya fue robado", fueron sus palabras y eso acabó de encender la indignación. Como podemos ver, ese bello juego que es el fútbol es en realidad un asunto secundario.

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